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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#25
Su compañero de villa le recordaba, y aquello le hizo sentirse bien al rememorar la jornada de trabajo en la que colaboraron por primera vez.

Más o menos, mi maestro fue quien recibió la invitación, pero al no poder venir él fui yo quien aprovecho la oportunidad —respondió, dejando en claro la curiosa suerte que lo había encaminado hacia aquel hotel.

Quizás el que ambos se encontrasen no era tan improbable como pudiese pensarse: Desde que Shiona había desaparecido en acción, la aldea había estado bastante agitada, y los ánimos de la gente también estaban un poco caldeados. Las emociones estaban a flor de piel con el inevitable asunto que concernía a elegir un nuevo Kage para que les guiara en el nuevo periodo. Pero había tantas intrigas, rumores e indecisión que el ambiente general resultaba demasiado agotador. Con todo aquello, era natural que algunos se tomasen un bien merecido descanso para poner sus pensamientos en orden sin estar bajo la presión causada por las tensiones de la espiral.

Por supuesto, debió de haber sido un viaje agotador para todos. Mis disculpas por ello, estamos trabajando para que en el futuro sea un trayecto mucho más llevadero —repuso, ante la incómoda noticia de que uno de sus huéspedes no se encontraba bien de salud, y que por lo tanto no estaba disfrutando de su estadía—. En la noche habrá una cena de bienvenida, mientras tanto siéntanse libres de usar las instalaciones a plenitud.

El Sarutobi chasqueo los dedos y los trabajadores se pusieron en marcha mientras escuchaban sus órdenes.

Escolten a nuestros invitados a sus habitaciones, y asegúrense de que nuestro medico le haga chequeo a nuestro joven y aquejado visitante.

Sin nada más que decir, el señor del nido de cristal se despidió con una agraciada reverencia y se encamino a cumplir con sus otros deberes. Por su parte, Kōtetsu se unió a su guardiana en la procesión que debía de llevarles a sus aposentos.

Nos vemos luego Riko-san. —Hizo una leve reverencia y se retiro.

Las habitaciones eran como debían ser las definiciones de lujo y comodidad: Eran amplias y generosamente decoradas; había varios cuadros interesantes y el trabajo de cerámica y ebanistería era sublime. La chimenea resultaba un ser un detalle ideal, más aun porque la encontraron encendida y caliente. Tenían una terraza con una grandiosa vista y un gran vidrio transparente que parecía tener la bondad de mantener alejados los fríos externos. Inclusive tenían un opulento baño y una cocina de aspecto tradicional. Lo que no esperaban es que también tuvieran su propio par de mucamas encargadas de realizar los pequeños quehaceres como calentar el agua.

Ya veo, vienen se encargan de las tareas tediosas y luego se retiran, para volver cuando toque la siguiente ronda —aquello le incomodaba un poco, el tener a extraños entrando y saliendo de su habitación a intervalos regulares—. Creo que no hay mayor problema, pues es poco el tiempo que planeo estar encerrado en la habitación.

Mientras Naomi se encargaba de organizar el equipaje, y de escribir una carta a su señor en Uzushio, Kōtetsu se atavió con unas ropas más cómodas y se dedico a leer una guía con todas las actividades recreativas que las instalaciones ofrecían.

Aguas termales al aire libre… No puede ser —pensó, incrédulo—, con este clima el agua se congelaría en un instante… Aunque la idea de darse un baño caliente en medio de una llanura congelada tiene cierto atractivo poético.

No tomo mucho tiempo el que la curiosidad le ganase a su falta de fe.

¡Voy a tomar un baño, vuelvo más tarde! —le aviso a su guardiana, quien no le dio mayor importancia al asunto.

Se apresuro a bajar las escaleras, expectante bajo la promesa de ser el primero de la jornada en utilizar los baños, pues tenían la idea de que estarían cómodamente solos debido a que los otros huéspedes estarían aclimatándose o descansando. El sitio le resultaba enorme, por lo que tuvo que pedir media docena de indicaciones, que finalmente terminaron llevándolo hasta las puertas de su destino.

Ahora… ¿Cual será? —aquello era todo un complejo de baños, y no sabía cual tomar—. Baños mixtos… Imagino que debe ser de esas cosas que tienen un poco de todo.

Guiado por la inocencia de no entender el término mixto, se introdujo en un baño donde el abundante vapor le dio la bienvenida. Camino un poco y encontró un casillero con el mismo número que su habitación; allí había toallas y otra variedad de implemento para la ocasión, incluyendo un fundoshi. Se quito la ropa, y solo con un pequeño balde y su entera desnudes deslizo la puerta y se dirigió hacia el patio. Le recibió un viento frio que castigaba su morena piel, pero el suelo y las aguas humeantes reanimaron su espíritu. Se acerco al borde del pequeño lago y se sumergió sin miedo, sientiendo el calor que le abrazaba por completo.

Esto es fantástico —exclamo, mientras dejaba que el agua le llegara hasta el cuello, a la vez que se recostaba en una piedra caliente—. Tanta paz, podría estar así por horas. Aunque es un poco solitario.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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RE: La muerte es blanca y tiene los ojos azules - por Hanamura Kazuma - 23/05/2017, 02:39


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