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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—No conozco su capacidad para atender este tipo de situaciones, lo que sí sé es que aparentemente no sabe bien sobre los ninjas médicos.— Hice una pausa para tomar un poco de aire y proceder a la explicación. —La técnica con la que nosotros contamos acelera el proceso de división celular, se utiliza para regenerar de forma rápida las células, en el caso de ella no hay lesión en ningún órgano, sus células están congeladas o en proceso de descongelación, no obstante, no se puede "dar fuerza a sus órganos."— Tras decir eso hice un ademán con mis dedos para hacer entender que lo dije entre comillas. —Sería como obligar a una serpiente a mudar de piel sin necesitarlo, su cuerpo está intacto no necesita eso.— Expliqué lo más rápido posible para ver si el veterinario por fin se enteraba de que su plan era absurdo.

En todo caso, ¿qué es lo mejor que podemos hacer? —preguntó Koutetsu

Muchacho… Yo también pudiese cerrar sus heridas, pero no son prioridad, son cortaduras delgadas y de poca profundidad, ya las revise. Y mientras la chimenea se mantenga ardiendo su temperatura se mantendrá estable, cosa que no pasara si cometemos la temeridad de aplicar calor localizado a su cuerpo.

Déjalo, chico, si no tenemos ninguna ayuda que ofrecer solo podemos sostenernos de lo que mi compañero diga — Miré de reojo al tuerto, me mantuve en silencio para no decirle una locura, ¿por qué se negaba a que un verdadero médico no le atendiese?

—Haber señor, usted no entiende, piense en futuro, tengo un pensamiento clínico y médico.— Exigí con un tono un poco más autoritario, ciertamente yo no tenía muchos años de experiencia ni nada por el estilo pero no me terminaba de convencer lo que intentaban hacer. —Ya le comenté que aquí hay una temperatura muy diferente a donde encontramos el cuerpo, aunque usted no lo crea se está sometiendo su cuerpo a un gran cambio de grados celsius.— Hice una nueva pausa tratando de mantener mi propia calma. —Sí esa lesión fuera tan superficial como usted dice y quiere creer no hubiera salido sangre de ese modo, aunque usted no lo vio porque la misma se congeló poco después de salir, estábamos afuera, pero no tardará mucho en cuanto el organismos de ella empiece a reaccionar ante el calor y la herida en su costado se vuelva un problema.—

Si usted procede con el intento de despertarle tendrá pocas posibilidades de sobrevivir, pero si no hacemos nada entonces podemos dar por seguro que morirá. Es una lástima; no tenemos a un ninja medico a nuestra disposición y como ninja mis habilidades son meramente combativas… Y aun así, algo tiene que hacerse… Así que proceda doctor; pase lo que pase me hare responsable por ello.

»¿Les parece bien a todos?—preguntó el peliblanco.

"¿Se hará responsable por esto? Que idiota" Dije enojado por el rumbo de la situación. —A ver Koutetsu, yo soy el ninja médico, y ya dije lo que tenía que decir, puedo hacerlo sin ningún problema pero mi punto de vista es totalmente diferente.— Sentencié y luego volví a mirar al veterinario. —¿Exactamente cual es el medicamento que piensa administrarle?— Pregunté con decisión.
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En cuanto revelo su identidad como ninja medico el par de encargados de las caballerizas le miraron con una desconfianza nada disimulada. El joven de ojos grises no dio muestras de reaccionar ante aquella revelación, aunque si parecía haberse quedado un poco pensativo.

¿Qué es eso de que eres un médico? —pregunto confundido el sujeto jorobado.

Aquel de los bigotes ostentosos se quedó observando al Hakagurē, como esperando que este afirmase o desmintiese aquello, ya que era la única referencia que tenían respecto a aquel muchacho. Kōtetsu observo por un instante a Keisuke y luego hablo:

Si dice que es un ninja medico entonces es que lo es —sentencio finalmente, sintiéndose seguro de que el muchacho no mentía.

Bueno… Vale... Si eres médico y crees que es prioritario el atender aquellas heridas entonces creo que así debe hacerse —admitió a regañadientes el veterinario—. Yo planeaba administrarle un medicamento que pusiera a trabajar todo su sistema de forma que pueda aumentar su temperatura espontáneamente y que aquello le permita despertar… La cuestión es que sus órganos vitales parecen estar cansados y utilizando la poca energía que tienen para mantenerla con vida, por lo que no creo que puedan trabajar mientras procesan los efectos del medicamento… Colapsarían.

Entonces, ¿para que necesitaba de un ninja medico? —pregunto, tratando de comprender aquello que estaba escuchando.

En una ocasión estaba atendiendo a un hombre que había perdido una pierna. Este había entrado en estado de choque e inconciencia debido a una infección que le dejo demasiado débil como para tolerar las medicinas que podían salvarle… Al final fue un ninja medico el que le salvo: utilizo algo llamado Chakura Tensō no Jutsu para reponer sus fuerzas y permitirle a su cuerpo trabajar con un poco más de vigor… No estoy seguro de cómo trabajo o que hiso, pero era como si le hubiera aplicado una especie de ¡tónico milagroso!

¿Crees poder hacer algo como eso, Keisuke-san? Y de poder hacerlo, ¿serviría de algo para salvar a la chica?
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¿Qué es eso de que eres un médico? —preguntó el tuerto.

—Tal y como lo oyó...— Dije serio mientras me volteaba y acercaba al cuerpo de la fémina. No obstante, la duda seguía en el ambiente y Koutetsu tuvo que repetir lo ya expuesto.

Bueno… Vale... Si eres médico y crees que es prioritario el atender aquellas heridas entonces creo que así debe hacerse. Yo planeaba administrarle un medicamento que pusiera a trabajar todo su sistema de forma que pueda aumentar su temperatura espontáneamente y que aquello le permita despertar… La cuestión es que sus órganos vitales parecen estar cansados y utilizando la poca energía que tienen para mantenerla con vida, por lo que no creo que puedan trabajar mientras procesan los efectos del medicamento… Colapsarían.

La situación cambió repentinamente y ahora el veterinario se expresaba diferente hacia mi persona, su tono era un poco forzado, pero nos estábamos entendiendo mejor, según mi concepto. Postré mi palma sobre la lesión en el costado de la chica y la misma empezó a brillar con un color verdeazul tenue. Mientras tanto, el moreno haría la pregunta del millón:

Entonces, ¿para que necesitaba de un ninja medico?

En una ocasión estaba atendiendo a un hombre que había perdido una pierna. Este había entrado en estado de choque e inconciencia debido a una infección que le dejo demasiado débil como para tolerar las medicinas que podían salvarle… Al final fue un ninja medico el que le salvo: utilizo algo llamado Chakura Tensō no Jutsu para reponer sus fuerzas y permitirle a su cuerpo trabajar con un poco más de vigor… No estoy seguro de cómo trabajo o que hiso, pero era como si le hubiera aplicado una especie de ¡tónico milagroso!

¿Crees poder hacer algo como eso, Keisuke-san? Y de poder hacerlo, ¿serviría de algo para salvar a la chica?

—Quiero aclarar algo, los órganos de nuestros cuerpos trabajan siempre, nunca dejarán de hacerlo, quizá en mayor o menos medida pero no implican que estén cansados, así que no, sus órganos no están cansados.— Expliqué brevemente. —Segundo, esa técnica se utiliza para hacer la transferencia de chakra de un individuo a otro, ciertamente puede reconfortar al receptor, pero no estoy del todo seguro que tenga ese efecto que dice usted.— Quedé pensativo por un segundo, sin embargo, cuando noté la variación en las ondas de chakras que emanaba, me concentré para terminar de cerrar la herida.

—Como no me dijo cual es el medicamento con el que cuenta no puedo emitir una aseveración, la situación de la paciente es complicada, puede fallecer en cualquier momento, no obstante, podemos tratar de sacarla del estado en que se encuentra, pero, como he venido diciendo, no podemos realizar un cambio brusco en su interior, el corazón no puede empezar a latir a un ritmo más rápido de repente, sí eso ocurre fallecerá de forma inevitable.— Expliqué, retiré mi palma de su costado para ver su piel, en donde ahora debería haber una cicatriz no muy grande.

—Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para salvar una vida, no tengan duda en ello, lo que sigue siendo una incógnita es el método adecuado.— Me volteé a ver al veterinario. —Dígame usted que al parecer tiene mucha experiencia en esto, porque mi punto de vista ya está más que expuesto, y bueno sí no tiene nada más que agregar podemos ponernos manos a la obra, no obstante, me sigo preguntando cómo va a administrarle el fármaco ya que sus vías periféricas no las podrá conseguir, y tomar una vía central es riesgoso, no sé que piensa al respecto.—
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El hombre de los extravagantes bigotes dorados se mantuvo en defensiva zona de duda respecto al tipo de ninja que decía ser aquel muchacho, por más que aquel chico de ojos grises lo certificara. Sin embargo, su recelo se fue desmoronando a medida que veía aquella aura de un color verde cálido envolviendo las manos de Keisuke, recordando las prodigiosas e innegables habilidades de aquel shinobi médico que había conocido hacia tantos años. Observo como las heridas eran curadas y escucho como aquel chico planteaba la situación… Sintiéndose un poco más dispuesto a hablar en el prodigioso lenguaje de la medicina y sintiendo un respeto tosco hacia quien ejercía su misma profesión, explico las cualidades de las circunstancias:

Este es un caso un tanto complicado: Se trata de una hipotermia en las últimas de la fase poiquilotermica. El pulso y el ritmo cardiaco están considerablemente bajos. Lo siguiente es el fallo de los órganos vitales y posteriormente la muerte clínica. Lo único rescatable es que debido a la disminución de la actividad celular causada por la baja temperatura, tardara más tiempo del habitual en producirse una muerte cerebral.

El doctor miro a la muchacha y luego comenzó hurgar en su bolso mientras continuaba:

Es bastante compleja la serie de interacciones entre la reducción del gasto cardiaco, deshidratación, la reducida capacidad del hígado para conjugar y depurar, el descenso del filtrado glomerular, las alteraciones de la filtración-reabsorción en los túbulos renales y la alteración de la constante de disociación… —Hizo una pausa reflexiva y luego continuo—. Esto puede afectar drásticamente el volumen de distribución y el aclaramiento de los fármacos más comunes.

»Sin embargo, sé que se han aplicado con éxito algunos tratamientos alternativos complementarios —De su maletín extrajo algunos pequeño viales de aspecto delicado y misterioso—. Creo en la posibilidad de usar una infusión intravenosa de dextranos de bajo peso molecular, heparina y vasodilatadores.

El del parche hablo tímidamente, mientras el Hakagurē guardaba calmo silencio:

¿Y con eso se salvara?

No lo sé, pero este es el límite de las opciones que tengo para ofrecer —admitió con momentánea severidad hacia sí mismo—. La cuestión es aquello que ha dicho el ninja medico: si hay congelamiento a nivel de los vasos sanguíneos, tomar una vía central se vuelve un peligro proporcionalmente grande. E identificar una vía periférica que no esté oculta por la vasoconstricción y la condición de la dermis… Si tan solo fuera más robusta podríamos conseguir un punto con suficiente masa como para aplicar una inyección vía intramuscular que sea segura.
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Este es un caso un tanto complicado: Se trata de una hipotermia en las últimas de la fase poiquilotermica. El pulso y el ritmo cardíaco están considerablemente bajos. Lo siguiente es el fallo de los órganos vitales y posteriormente la muerte clínica. Lo único rescatable es que debido a la disminución de la actividad celular causada por la baja temperatura, tardara más tiempo del habitual en producirse una muerte cerebral.

Era mi turno de escuchar la explicación que tenía el veterinario, era su momento para demostrar que sabía al respecto.

Es bastante compleja la serie de interacciones entre la reducción del gasto cardiaco, deshidratación, la reducida capacidad del hígado para conjugar y depurar, el descenso del filtrado glomerular, las alteraciones de la filtración-reabsorción en los túbulos renales y la alteración de la constante de disociación… —Hizo una pausa y continuo—. Esto puede afectar drásticamente el volumen de distribución y el aclaramiento de los fármacos más comunes.

—Tiene usted toda la razón.— Sonreí aprobando lo que acababa de decir, realmente el señor estaba ubicado en lo que decía, ¿lo estaría cuando lo hiciera?

»Sin embargo, sé que se han aplicado con éxito algunos tratamientos alternativos complementarios —De su sacó varios medicamentos en ampulas—. Creo en la posibilidad de usar una infusión intravenosa de dextranos de bajo peso molecular, heparina y vasodilatadores.

¿Y con eso se salvara? Saltó el tuerto.

—De gracias a los dioses que cerré esa herida, ¿se imagina que usted hubiera aplicado esos medicamentos sin haber suturado esa lesión? La chica hubiera tenido una hemorragia tan severa que no hubiera podido detener...— Expliqué con un poco de autoridad. —Entiendo porqué los va a usar, pero recuerde que ambos son anticoagulantes, no podemos fluidificar mucho la sangre porque al subir la presión y al restaurar el funcionamiento de todo el cuerpo podríamos crear alguna hemorragia interna que pase de desapercibida.—

No lo sé, pero este es el límite de las opciones que tengo para ofrecer. La cuestión es aquello que ha dicho el ninja medico: si hay congelamiento a nivel de los vasos sanguíneos, tomar una vía central se vuelve un peligro proporcionalmente grande. E identificar una vía periférica que no esté oculta por la vasoconstricción y la condición de la dermis… Si tan solo fuera más robusta podríamos conseguir un punto con suficiente masa como para aplicar una inyección vía intramuscular que sea segura.

—Me gustaría proceder lo antes posible, no obstante, debo enfatizar que no podemos administrar medicamento por vía intramuscular, tardarían mucho tiempo en realizar el efecto que desea, y no podría usar su fusión endovenosa, por motivos obvios....— Hice una pausa y me acerqué a un más a la chica. —Tomar una vía central sería lo ideal, pero es muy riesgoso como bien sabe, podríamos acercarla un poco más a la chimenea y tratar de brindarle más calor, por lo menos en el área que queremos tomar la vía, sugiero femoral, en caso de fallar puedo mantener la hemorragía con la técnica que acaban de ver, solo que no sé cuando es que debo usar la técnica que usted sugiere...— Dije me quité la chaqueta que tenía, empezaba a hacer un poco de calor y seguro empezaríamos pronto, puse a la mano mi botiquín de primeros auxilios y arreglé todo para tenerlo a mano.
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Aquel doctor, cuyos bigotes le hacían parecer un perteneciente al árbol familiar de las morsas, dejo escapar un suspiro que se llevó consigo parte del estrés que estaba sufriendo.

Bien, entonces comencemos —dijo, acompasándose a la celeridad de Keisuke—. Ayúdennos a moverla con cuidado para que este cerca de las llamas.

El joven de ojos grises y aquel sujeto tuerto se prestaron a mover el pesado camastro que contenía el frio y delicado cuerpo de la jovencita, acercándolo lentamente al cálido amparo de la chimenea. El Hakagurē se levantó para continuar alimentando el fuego, pero un gesto del jorobado le detuvo:

Llevo años utilizando este fogón, así que soy el mejor manteniendo en buen termino su temperatura.

Y el muchacho le creyó, pese a no saber lo fiable que resultaba ser aquella declaración: su pasatiempo solía ser encerrarse en aquel cuarto durante los días “fríos” y las noches nevadas, quedándose frente al fuego en una especie de ritual que consistía en encontrar la temperatura justa para la ocasión. No le faltaba mucho para poder presumir de haber creado un arte a partir de arrojar a la lumbre leña de variados tamaños y en distintos momentos.

El medico espero el tiempo correspondiente y luego procedió a descubrir el área femoral de la paciente.

Aquí vamos —dijo mientras administraba el medicamento de forma metódica—. Toma, vigila sus signo vitales ayudandote con esto —Le entrego a Inoue su instrumento metálico para escuchar los sonidos del cuerpo, la voz de la salud—. Si no hay hemorragia, pero sus órganos parecen dejar de funcionar, entonces utiliza la técnica que ya había mencionado.

Y luego solo resto que ambos se quedaran allí, monitoreándola mientras se mantenían a la espera, con nerviosa expectativa.
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Bastó con mencionar que debíamos comenzar ya para que todos entendiéramos que empezaría el momento de la verdad, con ayuda del jorobado y Koutetsu acomodamos a la chica a la cercanía de la chimenea, en cuestión de segundos la chica tenía parte de su cuerpo descubierto y el peliblanco avivaba las llamas. El calor se acrecentó, no sabía sí era por la cercanía a las flamas, por el soplador o por ambas, lo que sí era cierto es que el tuerto comentó sus grandes habilidades para mantener la temperatura adecuada, por lo que confié en sus palabras y me dediqué a lo que debía.

Tomé el estetoscopia con mi derecha y luego miré a los ojos del único shinobi del lugar. —Busca su pulso braquial, sí lo sientes buscas el radial, una vez el tratamiento haya empezado la sangre debería ir llegando lentamente a todos los tejidos y es importante saber sí surge algún tipo de efecto y cómo.— Ordené.

Coloqué ambas olivas en mis oídos y la campana la puse justo en el segundo espacio intercostal a la izquierda del esternón, lugar en donde debería escuchar los ruidos respiratorios y cardíacos. —Estoy listo.— Aseguré mientras miraba como el veterinario vaciaba lentamente el contenido líquido en el torrente sanguíneo; con una mano sujetaba la campana y con la otra mantenía un flujo de chakra suficiente por si debía iniciar rápidamente el uso de la técnica. —Hasta los momentos todo está en orden.— Dije con calma mientras seguía escuchando y viendo las acciones del bigotudo.
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El tiempo transcurría con una casi insoportable carga de ansiedad, manteniendo en vilo a todos los presentes. Algunos se permitían ser más notorios que otros: El jorobado caminaba, inquieto, de un lado para otro, pensando en que posible excusa o explicación podía dar al dueño del hotel si algo llegase a salir mal —nada más y nada menos que la muerte de uno de sus preciados turistas—. Tanto el doctor como Keisuke se mantenían concentrados en su trabajo, repasando mentalmente los procedimientos como si fuesen mantras que ahuyentaban las ideas pesimistas de sus mentes, pese a que sus rostros denotaban severa tensión. Por su parte, Kōtetsu no estaba seguro sobre que esperar, pues prefería que la muchacha se salvara, mas no tenía gran preocupación por si llegaba a morir… Para él, mientras hiciera todo lo que fuera posible, las cosas estaban bien; el resto dependería de ella y de su voluntad de vivir.

Resulte como resulte, será de la forma en que debe ser” dijo para sí mismo, deseoso de tener un pronto desenlace.

Los minutos siguieron escurriéndose con hastió y los signos de la muchacha parecían no querer mejorar.

Hasta que de pronto unas cuantas contracciones musculares se manifestaron, pequeños espasmos que recorrieron aquel pálido cuerpo. Los signos de la muchacha comenzaban a elevarse rápidamente, pero no de forma errática sino acompasada y natural. Su rostro comenzó a torcerse en variados gestos, como si estuviera en una especie de pesadilla… Y de pronto sus ojos se abrieron, permitiendo que el Inoue apreciara aquellos orbes que ardían en un fuego azulado. Su cuerpo se tensiono y de su boca emergió un gruñido de dolor, como si algo le estuviese quemando.

Antes de que alguien pudiese decir algo, la muchacha se levantó violentamente, convertida en una fiera recién despertada. Menuda como era, se movió rápida y ágilmente, desorientada y en alerta a causa de aquel caluroso sitio sobre el cual no tenía memoria.

Debió de ver algún gesto de intención indefinida en el rostro del pelirrojo, por qué inmediatamente se abalanzo sobre su cuerpo. La chica le derribo y, ante la perpleja mirada de los presentes, en su mano se formó una extensión de hielo cristalino y afilado que apuntaba hacia la garganta del shinobi.

Respónder, desconocido, ¿qué lugar este, que hacer a cuerpo? —gruño, con un acento considerablemente inusual y difícil de entender.

El de ojos grises ni siquiera había tenido tiempo de decidirse reaccionar, a diferencia del tuerto, quien ya tenía en sus manos un machete que parecía haber salido de la nada. En cambio, el veterinario yacía sentado en el suelo, a punto de sufrir un paro cardiaco. En un instante habían pasado de estar concentrados en salvar una vida a estar todos ellos en aparente riesgo mortal.
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Pocos minutos luego de haber comenzado con el proceder, el silencio reinó, se podía escuchar solamente el crepitar del fuego y algún otro ruido leve, nadie habló, al parecer todos nos manteníamos expectantes de lo que iba a suceder, por mi parte no podía entretenerme con nada, sino estar pendiente para ser eficaz y eficiente a la hora de intervenir.

Los minutos se empezaron a volver largos y lento y el sudor empezaba a caer por mi frente, de vez en cuando miraba al veterinario y volvía a ver el cuerpo de la fémina, podía sentir mis propios latidos, cierta ansiedad y el calor se volvían factores contra los cuales luchar, esperaba algún momento el incremento en su organismos, algún tipo de respuesta pero nada parecía reaccionar. El jorobado comenzó a caminar de una lado a otro con cierto nerviosismo por lo que traté en lo posible de ignorarle totalmente; Koutetsu por su parte se mantenía en el lugar que le había ordenado, pero tampoco tenía ningún tipo de señal suya.

Suspiré con cierto pesar al ver que pasaban los segundos y nada sucedía, incluso mi respiración comenzaba a molestarme a cansarme, mis palpitaciones me cansaban, me agotaban ¿cuánto tiempo habría pasado? Debía ser poco ciertamente, pero la mente me hacía pasar un mal rato. ¿Y sí estabamos haciendo algo mal? ¿Qué clase de ninja médico no se daría cuenta de ello?

Repentinamente y en el momento inesperado, el cuerpo de la chica convulsionó, había respuesta, su corazón latía más fuerte y claro y sus pulmones funcionaban mejor, se oía el murmullo vesicular con mejor tono, sonreí, no por satisfacción sino por alegría al ver que la chica había respondido ante el tratamiento. Los movimientos musculares generales cesaron, no obstante, ahora en su rostro se reflejaba el temor, su gesticulación daba a entender que no lo estaba pasando bien, ¿qué estaría pasando en su cuerpo? Di un paso hacia atrás y le hice señas a los demás para que retrocedieran por lo menos un paso, no lejos de la chica pero sí con un limite prudente porque no sabía exactamente que podría suceder luego.

En el preciso momento en que estaba retrocediendo la mujer abrió sus ojos, el fuego azulado se manifestó en su mirada y un gruñido doloroso se produjo desde su garganta, como sí de una bestia se tratase. En un abrir y cerrar de ojos sentí como me embistió y el filo gélido de una estaca de hielo atentaba contra mi vida. —Estabas congelada, tu cuerpo estaba muy frío, sufriste un cuadro severo de hipotermia.— Dije fuerte y claro para que me entendiera, podía sentir la punta de su arma ejercer presión en mi cuello, pero no hice nada por librarme, era muy rápida y muy hábil, no estaba en la mejor posición para reaccionar. —Simplemente te estábamos ayudando!— Agregué para ver sí mi suerte cambiaba.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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La muchacha escucho a Keisuke con honesta incredulidad, sin intenciones de bajar su arma ni siquiera un tanto. Para ella resultaba obvio que aquello extraños le habían puesto bajo algún maleficio y le habían secuestrado con oscuras intenciones.

Extraño, mentir, palabras inentendibles, mala intención —vocalizo forzosamente—. Yo, entrenar, cansada, caer y dormir.

Espera, deberías de calmarte un poco… —alcanzo a decir el Hakagurē—. Te encontramos tirada en la nieve y supusimos que estabas muerta.

Ignorancia, mi gente, no morir por frio, todos saber.

Pues de las tierras que yo vengo, la gente normal moriría con tanto frio. Al igual que la gente normal llevaría consigo a alguien que yazca abandonado en las nieves.

La expresión de la muchacha comenzaba a suavizarse, como si la calma del muchacho peliblanco le transmitiera cierta confianza. Pero el ver al sujeto tuerto sosteniendo aquel enorme machete provoco que invocara otra cuchilla de hielo en su mano libre. El doctor le dio un coscorrón a su compañero, y este soltó el arma a regañadientes, alzando las manos en señal de indefensión.

La muchacha parecía no querer dar el brazo a torcer, pues aun tenía sujetado firmemente al genin de Amegakure. Pero de pronto sus fuerzas le fallaron y sintió una oleada de mareos azotándola. Puede que fuese por el efecto de las medicinas, pero se le veía un tanto débil y febril. La chica se tambaleo hacia atrás y cayo sentada, mostrando evidentes signos de nauseas, mientras el hielo de sus armas se deshacía.

El de ojos grises se acercó a Inoue y le ayudo a levantarse.

Oye… Puede que sea mi imaginación, ¿pero esa chica estaba usando chakra? —le pregunto al ninja médico.

Bajo piel, mucho calor —mascullo la muchacha mientras se recostaba en un rincón.
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A pesar de dar mi explicación, tratar de darle a entender los motivos por los cuales estaba ahí, ella hablo con poca articulación y decidió seguir sus instintos, el arma gélida seguía amenazándome, incluso con un poco más de tensión que antes. No obstante, cada vez que la chica vocalizaba soltaba pequeños fragmentos de información que no podían escapar de mis oídos, pero no me encontraba en una situación prudente, no podía pedir respuesta a sus preguntas.

Koutetsu intervino, después de todo él fue el de la idea y por lo tanto debió sentir algún tipo de responsabilidad o simplemente quería ayudarme, y al parecer estaba funcionando hasta que vio el tuerto con sendo machete en su mano y entonces otra cuchilla helada surgió de la nada, prácticamente; aparentemente las cosas iban de mal en peor, y yo simplemente preferí mantenerme en silencio, por lo menos hasta que fuera necesario. Sentí como seguía agarrándome fuertemente y mi temor era que me atacase sin ningún tipo de contemplación, cerré los ojos por un momento demostrando mi miedo, esperando la colisión de su arma contra mi piel y luego sentir la sangre correr.

Más, nada de eso ocurrió, la chica flaqueó y me soltó, abrí los ojos para ver lo que ocurría y fue entonces cuando le vi caerse y sus armas desaparecieron por la pérdida de su estabilidad. Koutetsu me ofreció su ayuda la cual acepté sin dudarlo y me incorporé en un segundo. —Efectivamente, ¿sino de donde salieron las cuchillas?— Pregunté tratando de pensar en otra respuesta lógica.

Miré a la ahora débil chica y cuando escuché sus palabras caí en cuenta. —Hay que llevarla afuera, aquí adentro es muy caliente para ella.— Comenté para hacerme con mi chaqueta roja y ponermela, estaba listo para salir. —¿Aquí hay alguna especie de tribu aborigen de esta región?— Pregunté al dúo que trabajaba para el hotel.

"¿Tendrá algo que ver con la leyenda?" Me preguntaba mentalmente con clara confusión. "¿Habrá afectación cerebral y por eso desvaría?"

—¿De dónde vienes? ¿Dónde vives?— Pregunté sin pensarlo, necesitaba una respuesta.
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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Imposible, los habitantes de este pueblo son los únicos lo suficientemente obstinados como para quedarse a vivir aquí..., y aun así la tienen difícil —declaro el sujeto del parche—. El resto de este lugar es una extensión de cientos de kilómetros cuadrados de tierras demasiado frías para ser habitadas por humanos.

Luego de escuchar aquello, el joven de Uzushio tomo a la chica en brazos y la llevo hasta afuera, más que nada porque el veterinario parecía estar sumamente incómodo con la idea de acercarse a aquella peligrosa señorita. Kōtetsu coloco a la jovencita, que yacía mínimamente vestida, junto a un establo en donde llegaba una brisa bastante fría.

Pasaron unos minutos y el rostro y cuerpo de la chica comenzaron a verse mucho menos tensos y adoloridos.

Fresco —dijo la chica, mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa de alivio.

¿De dónde vienes? ¿Dónde vives?— Pregunto Keisuke sin pensarlo, necesitaba una respuesta.

¡Extraño, grosero, tosco, descortés! —reclamo la muchachita, ofendida por que se le hablara con tanta exigencia—. ¡Extraños de lugares extraños, presentar primero! Todos, educación conocida.

Hakagurē no pudo evitar el emitir una honesta y sonora carcajada que casi termina en un ataque de tos debido al frio. Miro a Keisuke con diversión y luego procedió a hablar:

Mi nombre es Hakagurē Kōtetsu y estoy de paso por estas tierras —afirmo con calmada simplicidad y una reverencia—. Y no tenemos intenciones de hacerte daño, solo tenemos muchas preguntas que hacerte.
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La respuesta del tuerto solo hizo que mis temores se vieran confirmados, ¿será que la historia de los dueños de estas tierras era real? ¿O sólo se trataba de un caso extremo y una coincidencia? Quizá una mujer pérdida por varios años en las llanuras, pero ¿cómo se explicaban sus aseveraciones?

Koutetsu hizo gala de su caballerosidad y ayudó a la chica hacia afuera, efectivamente les seguí, después de todo estábamos frente a un espécimen único, había la probabilidad de que existiera una ciudad secreta o tribu escondida en algún lugar, un descubrimiento bárbaro. Mis niveles de interés iban en aumento, tampoco quería sofocar a la fémina, pero esta oportunidad podría ser una sola.

—Perdón, perdón.— Hice una leve reverencia apenado, aunque ¿quién podría culparme de olvidar mis modales? —Soy Inoue Keisuke, un gusto. ¿Cómo te llamas?— Me presenté y pregunté después de que se manifestó el peliblanco.

—¿Te sientes mejor ya?— Cuestioné al ver que estaba un poco más conversadora. Luego miré al shinobi. —¿Deberíamos ofrecerle algo de comer?— Pedí la sugerencia a la persona que nos había envuelto en todo esto.

—Siéntete cómoda de responder cuando te sientas a gusto...— Manifesté tratando de liberar un poco la tensión, sí es que la chica llegase a sentir alguna.

"Espero que no lo tome literal, quiero saber su historia."
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Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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La fría muchacha miro con un tanto de desconfianza a aquel par que le parecía tan extraño. No entendía bien lo que estaba sucediendo, por lo que le tomo un poco de tiempo el responder.

Sepayauitl, poder llamar.

A Kōtetsu aquel nombre le resulto muy extraño, en nada parecido a los que alguna vez hubiese escuchado. No tuvo mucho tiempo para meditarlo, pues su compañero se le quedo viendo como pidiéndole que propusiera algo. El joven busco entre sus ropajes como si hubiese perdido sus llaves, para luego hacer aparecer en su mano un envoltorio brillante y rectangular.

¿Quieres un poco de chocolate? —pregunto, sin estar seguro de si aquella chica conocía esa golosina.

¿Xokolatl? —pregunto con una entonación muy particular y fluida, luego de recibir con recelo la barra de dulce.

La muchacha retiro el envoltorio metálico con curiosidad y cuidado. Al principio se le hizo extraño aquel olor fuerte y dulce que provenía de aquella cosa marrón y dura como la madera. Por puro instinto, su paladar le exigió que la probase para acallar a su hambriento estómago. Se llevó la tableta a los labios y quebró una de las esquinas. Comenzó a masticar mientras mantenía una expresión neutra… Hasta que de pronto sus mejillas se sonrojaron y sus ojos se iluminaron mientras el sabor del cacao acariciaba sus papilas gustativas.

Bueno, sabroso —articulo torpemente.

Para cuando termino con su dulce se encontraba con los alrededores de la boca llenos de chocolate, pero también estaba de mucho mejor humor.

Probable, no secuestro —admitió mientras miraba sus alrededores—. Pero… guerreros, interrogatorio, muy sospechoso.

Sí, somos… guerreros… con preguntas —admitió el peliblanco— Pero solo estamos de paso por estas tierras. Venimos de lugares muy lejanos.

Extraños… Pero educación, Keisuke, Kōtetsu, preguntar a Sepayauitl.

Creo que ya podemos hacer nuestras preguntas —se aventuró a afirmar Hakagure.
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"Se-pa-ya-uit" Repetí mentalmente para ver si había entendido bien, ese nombre no era nada común, seguramente era de alguna tribu, como venía pensando previamente.

Me mantuve en silencio y en calma mientras Koutetsu le hacía entrega de una barra de chocolate marrón, la chica agarró la tableta y dio un mordisco a la misma, luego su expresión cambió, su cara se ruborizó un poco y su gesto se transformó a uno más amable, o eso me pareció. Fui paciente hasta que el último cuadrado desapareció del envoltorio, aparentemente fue buena idea ofrecerle algo de comer.

—Mucho mejor, ¿no?— Pregunté, sonreí amablemente cuando la chica manifestó que no era un secuestro, no obstante, la idea del interrogatorio le seguía asustando, quizá su instinto le decía que fuese precavida. Afortunadamente el peliblanco intervino y ella cedió poco a poco hasta que accedió a responder.

—Muchas gracias, se-pa-yaut.— Dije torpemente tratando de recordar bien la pronunciación. —Entonces, ¿dónde vives? ¿Tu familia o tu gente dónde está? ¿Son ustedes una tribu o clan? Digo, ustedes deben tener una historia, ¿no? ¿Podrías hablarnos de tus ancestros?— Manifesté lentamente y lo más calmado posible, aunque quería las respuestas rápido para analizar la información, no podía forzar el momento.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

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