24/01/2018, 00:34
—A fines prácticos y en cuanto a capacidades combativas, son como cualquier usuario de chakra que se denomine ninja. Sus técnicas solo tienen como debilidad relativa el fuego; nosotros tenemos como debilidad absoluta el contacto con sus manos.— Anunció Sarutobi desde la caja en la que se encontraba. Sus palabras lejos de dar alguna posible solución fueron desalentadoras totalmente, no mencionaba ningún punto clave ni estrategia anterior, a pesar de los años de experiencia que tenía...
Nuevamente volvieron a atacarme los nervios y la ansiedad, ¿qué hacer? El tiempo corría y con él los posibles últimos minutos de nuestra vida...
—Entonces es como enfrentar a cualquier otro ninja, en cualquier otra situación de vida o muerte… como se supone que es el día a día de nuestro oficio.
—Muy reconfortante... Sí...— Emití sin muchos ánimos...
—¡Es nuestro momento, Keisuke-san! — Manifestó con euforia y se deshizo del arco, Koutetsu salió y se pudo se pie en el borde de la ventana, mirando fijamente al guerrero que venía.
—Nuestra oportunidad de morir rápidamente, ¿no?— Le seguí con cierta duda, luego él comenzó a deshacerse de toda la ropa de invierno que tenía, entendía porqué lo hacía, pero... ¿lo haría yo? Me quedé expectante al ver que el pálido se detuvo y observaba al moreno, parecía esperarle, ambos se presentaban como rivales en un duelo a muerte que comenzaría en pocos segundos.
La acción no se hizo esperar, el peliblanco se hizo con un pergamino y tras una breve explosión de humo surgió una shuriken de dimensiones mayores a la común, sin dudarlo lanzó la estrella en dirección a su objetivo, el metal cortaba el aire realizando un sonido peculiar que hizo que mi cuerpo se estremeciera por el escalofrío que atravesó mi columna. El guerrero siguió la trayectoria del proyectil sin moverse, justo en el momento en que el filo del metal cortaría su cuerpo en dos, levanto su mano y el metal se detuvo, se congeló y pasó de ser sólido a simple escarcha de nieve.
—¿Has visto eso? Parece que tiene la capacidad de congelar al instante todo lo que entre en contacto con sus manos; por lo que deduzco que han de ser el arma en la que más confía, de la que más depende.
—Claro, sí nos toca pasaremos a ser nieve...— Comenté un poco nervioso. —Sabes que solo tendremos una posibilidad, ¿no?— Dije con voz titubeante mientras comenzaba a quitarme la chaqueta roja que tenía. —Sí nos toca una vez estaremos fritos.— Expresé lo obvio, pero repasar los riesgos nuevamente no estaban mal.
—Hagamoslo rápido, precisión es lo que necesitamos.— Recorrí mi cuerpo con ambas manos buscando que mis herramientas estén en orden. —Tengo una bomba de humo disponible, creo que es lo único diferente que podría servir... Miré al interior. —Cuando la cortina esté activa podríamos tirarle una de las botellas con queroseno y nos hace falta un encendedor o fosforo o pipa...— Dudé un momento. —¿Crees que pueda congelar las llamas?—
Nuevamente volvieron a atacarme los nervios y la ansiedad, ¿qué hacer? El tiempo corría y con él los posibles últimos minutos de nuestra vida...
—Entonces es como enfrentar a cualquier otro ninja, en cualquier otra situación de vida o muerte… como se supone que es el día a día de nuestro oficio.
—Muy reconfortante... Sí...— Emití sin muchos ánimos...
—¡Es nuestro momento, Keisuke-san! — Manifestó con euforia y se deshizo del arco, Koutetsu salió y se pudo se pie en el borde de la ventana, mirando fijamente al guerrero que venía.
—Nuestra oportunidad de morir rápidamente, ¿no?— Le seguí con cierta duda, luego él comenzó a deshacerse de toda la ropa de invierno que tenía, entendía porqué lo hacía, pero... ¿lo haría yo? Me quedé expectante al ver que el pálido se detuvo y observaba al moreno, parecía esperarle, ambos se presentaban como rivales en un duelo a muerte que comenzaría en pocos segundos.
La acción no se hizo esperar, el peliblanco se hizo con un pergamino y tras una breve explosión de humo surgió una shuriken de dimensiones mayores a la común, sin dudarlo lanzó la estrella en dirección a su objetivo, el metal cortaba el aire realizando un sonido peculiar que hizo que mi cuerpo se estremeciera por el escalofrío que atravesó mi columna. El guerrero siguió la trayectoria del proyectil sin moverse, justo en el momento en que el filo del metal cortaría su cuerpo en dos, levanto su mano y el metal se detuvo, se congeló y pasó de ser sólido a simple escarcha de nieve.
—¿Has visto eso? Parece que tiene la capacidad de congelar al instante todo lo que entre en contacto con sus manos; por lo que deduzco que han de ser el arma en la que más confía, de la que más depende.
—Claro, sí nos toca pasaremos a ser nieve...— Comenté un poco nervioso. —Sabes que solo tendremos una posibilidad, ¿no?— Dije con voz titubeante mientras comenzaba a quitarme la chaqueta roja que tenía. —Sí nos toca una vez estaremos fritos.— Expresé lo obvio, pero repasar los riesgos nuevamente no estaban mal.
—Hagamoslo rápido, precisión es lo que necesitamos.— Recorrí mi cuerpo con ambas manos buscando que mis herramientas estén en orden. —Tengo una bomba de humo disponible, creo que es lo único diferente que podría servir... Miré al interior. —Cuando la cortina esté activa podríamos tirarle una de las botellas con queroseno y nos hace falta un encendedor o fosforo o pipa...— Dudé un momento. —¿Crees que pueda congelar las llamas?—