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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Momentos previos a que mi puño besara la nuca del pálido, una cristal gélido de consistencia dura se formó para defender a su creador, no obstante, el cristal se vio destrozado y finalmente mi objetivo fue logrado, el guerrero salió expedido varios metros de distancia. Teníamos un punto en el marcador a nuestro favor.

Estaré bien, solo debo tener más cuidado con su golpes —aseguró el peliblanco, por otro lado yo no estaba del todo seguro, pero teníamos problemas más grandes a un par de metros de distancia, el nativo se incorporaba con un poco de dificultad, parecía algo mareado, como con vértigo y es que en la zona en dónde había recibido el impacto del golpe era un área bastante sensible y con miles de nervios a su alrededor como para traer cualquier tipo de consecuencia, o quizá se estaba agotando por la gran cantidad de chakra que había estado usando, no solo ahora sino a los cientos de cadáveres que estuvo manipulando.

—Parece que si acertamos un par de golpes más podríamos dejarlo en la lona...— Me atreví a decir.

Tuvimos unos cuantos segundos de descanso, pero no más de eso... Nuestro rival ya se había estabilizado y sus orbes buscaban a su presa, o sea, nosotros. Se movió ágil como un felino y amenazó con su mano la integridad del peliblanco, realmente era rápido porque en cuestión de milisegundos estaba a nuestro lado, y su amago sirvió, me quedé viendo como intentaba asestar el golpe al moreno pero irremediablemente para mi, su mano terminó por agarrarme; afortunadamente Koutetsu respondió rápidamente colocando el filo de su espada entre ambos, extrañamente el acero del moreno no se congeló, era algo bastante bueno pera mi, considerando la situación en la que me encontraba.

Mi compañero no dudó en arremeter en contra de los dedos de mi atacante y en cuestión de segundos estuve totalmente liberado del agarre, un potente alarido se escuchó y la sangre corrió por la nieve; no permitió que la amenaza siguiera en su cercanía y le propinó una potente patada al moreno.

Sin embargo, algo raro ocurrió cuando el pálido se quedó absorto viendo su herida, parecía ver su propia sangre con un poco de sorpresa, y ese era mi momento para volver al contrataque; justo en ese lapso que él parecía sorprendido por el líquido carmesí, le propiné un potente puñetazo recargado con chakra en su mejilla, seguramente saldría expedido, por lo que aproveché esa brecha para acercarme y hacer rápidamente una corta secuencia de sellos, fue cuestión de segundos para que de mi boca saliera un potente chorro de agua que iría dirigido a su cuerpo, con la intención de hacerle daño o que gastara más energía congelando el agua.

—Buena salvada!— Comenté a Koutetsu mientras mantenía la guardia en alto.
Hablo - "Pienso" - Narro
Color de diálogo: Limegreen
Byakugo no In: Inicio 19/04/2018

[Imagen: 5b744fac64c6fe9ec924f3cf50c4417fo.jpg]
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RE: La muerte es blanca y tiene los ojos azules - por Keisuke - 2/02/2018, 01:28


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