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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La brecha estaba abierta; y Keisuke aprovecho aquello para atacar a su oponente. El golpe cargado de chakra dio de lleno contra el pómulo del guerrero, retorciendo su rostro en una terrible mueca antes de arrojarlo por los aires. El enemigo quedo aparentemente inmóvil a unos metros de distancia.

Kōtetsu comenzó a levantarse, un poco mareado y con mucho frio. Su vista se había tornado un tanto borrosa, pero pudo ver con claridad como el guerrero nativo comenzaba a removerse con dificultad. Entonces supo que no tardaría mucho en recomenzar su ataque.

El genin de Amegakure se adelantó a tal suceso; y comenzó una secuencia de sellos que terminaría en una considerable masa de agua que tenía como objetivo golpear al caído… Pero este se levantó y, con una furia indescriptible, elevo desde el suelo una pared de nieve que avanzaba en dirección contraria. Su técnica fue tan rápida que en un segundo absorbió por completo la ola de agua, y un segundo después estaba sobre el muchacho de ojos melíferos. La avalancha lo tomaría y lo zarandearía sin compasión hasta golpearlo contra el suelo.

El Seltkalt se tambaleo y el genin de Uzushiogakure aprovecho para correr y tomar su espada. Cargo cuanto chakra pudo en la misma, y se acercó rápidamente hacia su objetivo. Sabía que tenía que actuar rápido, tomar la ofensiva antes que su oponente… Pero ya se le estaba haciendo tarde: el pálido dio forma a la nieve circundante y creo cinco bestias que, veloces como la avalancha, se arrojaron con malicia y rencor hacia la posición de Keisuke. Kōtetsu visualizo la trayectoria de sus objetivos y realizo cinco cortes en el espacio frente a él, cinco cortes que expelieron un chakra gris y espectral con forma de medias lunas que emitían bramidos coléricos. Las bestias fueron alcanzadas, y el enemigo observo con paciencia, replanteándose que tan enserio debía tomarse aquel combate.

De seguir así, terminaremos todos muertos —sentencio el anciano.

¿Tan fuerte es ese monstruo? —pregunto aterrada su asistente.

No es que sea demasiado fuerte, para los estándares de su tribu, es que estos muchachos carecen de experiencia… Y pensar que ni siquiera ha hecho uso de sus armas más peligrosas.

»Creo que podría tener un plan para ganar esta batalla, pero el que funcione o no dependerá de cuanto puedan aguatar ellos y de que si oponente siga arrogante.

El anciano comenzó a dar órdenes a su asistente, y a una temblorosa Sepayauitl que se movía torpemente. Mientras afuera se libraba una batalla a muerte, ellos se ponían en marcha con un plan desesperado, esperando que el tiempo les alcanzase.
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RE: La muerte es blanca y tiene los ojos azules - por Hanamura Kazuma - 4/02/2018, 16:53


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