5/03/2018, 21:47
Cuando por fin nos pusimos de acuerdo, todos empezamos a salir, cuando mi turno llegó, sentí nuevamente la oleada fría y la niebla se alzaba nuevamente entorpeciendo mi visión, las calles seguían igual de solas, mientras más nos desplazábamos más me aseguraba que todos estaban refugiados en el nido, eso quería creer.
—Ahí está!— Murmuré cuando la silueta de la torre se empezaba a divisar, sonreí con cierta satisfacción al saber era cuestión de minutos para estar con el resto de las personas, seguramente ellos tenían un plan en mente, incluso podrían estar trabajando en el.
—¡Algo, venir! — Anunció repentinamente la pálida.
Al escuchar sus palabras no pude evitar alzar mi guardia y mirar a todos lados en busca de las personas que se acercaban, lo más probable era que fueran enemigos y no había que dejar que nos tomaran desprevenidos.
—¡Esperen, creo que son aldeanos! —advirtió el anciano.
Trate de agudizar mi visión, pero la tormenta gélida no lo permitía, no fue hasta que noté la presencia de que esta vez no estábamos enfrentándonos a cadáveres, esta vez eran humanos y parecía que formaban un escuadrón de resistencia, la mayoría estaban armados con objetos cotidianos, palas, picos, hachas y herramientas de ese tipo. Noté la habilidad de Sarutobi para con la princesa, un movimiento astuto, no debíamos crear confusión entre nosotros mismos.
Cuando estuve cerca de los aldeanos fue que caí en cuenta de su estado, la mayoría tenía varias lesiones, cortes, sus rostros mostraban cansancio y miedo; fue cuestión de segundos para que manifestaran que iban al nido del cristal a protegerse, como los demás.
—Entonces dirijámonos juntos hacia allí, ya estamos bastante cerca — Comentó el peliblanco.
—En un par de minutos debemos estar ahí.— Aseguré.
Todos juntos nos encaminamos, rompiendo la tensión que formaba la neblina y con cautela nos desplazamos al hotel; en cuestión de segundos llegamos a la entrada del nido, pero una cruel y fría realidad nos sacudió, las puertas estaban cubiertas por una capa trasparente y resistente de cristal.
Las dudas y la desesperación no tardó en llegar, los aldeanos se manifestaron preocupados por lo que sus ojos veían, ¿ahora que ibamos a hacer? Yo me preguntaba lo mismo. Koutetsu pasó de ser espectador a tratar de hacer algo al respecto, blandió su sable varias veces, múltiples cortes y ataques lanzó, pero no dejó siquiera un rasguño, el hielo estaba intacto.
—Debemos buscar una entrada auxiliar —apresuro el Sarutobi.
—Hagamoslo rápido, alguno de ellos puede que nos hayan detectado.— Expresé con un poco de nerviosismo mientras empezaba a caminar para intentar rodear el edificio. Sin embargo, no llegué a dar más que un par de pasos, aquel ruido que se manifestaba lo había escuchado antes, sabía lo que significaba, la multitud de pasos flojos y arrastrados; pequeñas flamas azules se encendieron viéndonos. —Creo que es demasiado tarde.— Me resigne a la situación y busqué ponerme cerca del moreno, mientras levantaba mi guardia.
—Mientras sean puros esqueletos de estos podemos hacer algo, será mejor ponernos manos a la obra antes de que empeoren las cosa.— Dije con un poco de optimismo mientras me acercaba al frente de los muertos vivientes, listo para empezar la batalla.
—Este podría ser nuestro fin — Manifestó con un tono sombrío, quebrando lentamente la poca esperanza que mantenía.
—Son tres... No podemos contra tres de ellos.— Admití con un tono entre triste y de decepción, ahora sí que era verdad ¿Qué haríamos?
—Ahí está!— Murmuré cuando la silueta de la torre se empezaba a divisar, sonreí con cierta satisfacción al saber era cuestión de minutos para estar con el resto de las personas, seguramente ellos tenían un plan en mente, incluso podrían estar trabajando en el.
—¡Algo, venir! — Anunció repentinamente la pálida.
Al escuchar sus palabras no pude evitar alzar mi guardia y mirar a todos lados en busca de las personas que se acercaban, lo más probable era que fueran enemigos y no había que dejar que nos tomaran desprevenidos.
—¡Esperen, creo que son aldeanos! —advirtió el anciano.
Trate de agudizar mi visión, pero la tormenta gélida no lo permitía, no fue hasta que noté la presencia de que esta vez no estábamos enfrentándonos a cadáveres, esta vez eran humanos y parecía que formaban un escuadrón de resistencia, la mayoría estaban armados con objetos cotidianos, palas, picos, hachas y herramientas de ese tipo. Noté la habilidad de Sarutobi para con la princesa, un movimiento astuto, no debíamos crear confusión entre nosotros mismos.
Cuando estuve cerca de los aldeanos fue que caí en cuenta de su estado, la mayoría tenía varias lesiones, cortes, sus rostros mostraban cansancio y miedo; fue cuestión de segundos para que manifestaran que iban al nido del cristal a protegerse, como los demás.
—Entonces dirijámonos juntos hacia allí, ya estamos bastante cerca — Comentó el peliblanco.
—En un par de minutos debemos estar ahí.— Aseguré.
Todos juntos nos encaminamos, rompiendo la tensión que formaba la neblina y con cautela nos desplazamos al hotel; en cuestión de segundos llegamos a la entrada del nido, pero una cruel y fría realidad nos sacudió, las puertas estaban cubiertas por una capa trasparente y resistente de cristal.
Las dudas y la desesperación no tardó en llegar, los aldeanos se manifestaron preocupados por lo que sus ojos veían, ¿ahora que ibamos a hacer? Yo me preguntaba lo mismo. Koutetsu pasó de ser espectador a tratar de hacer algo al respecto, blandió su sable varias veces, múltiples cortes y ataques lanzó, pero no dejó siquiera un rasguño, el hielo estaba intacto.
—Debemos buscar una entrada auxiliar —apresuro el Sarutobi.
—Hagamoslo rápido, alguno de ellos puede que nos hayan detectado.— Expresé con un poco de nerviosismo mientras empezaba a caminar para intentar rodear el edificio. Sin embargo, no llegué a dar más que un par de pasos, aquel ruido que se manifestaba lo había escuchado antes, sabía lo que significaba, la multitud de pasos flojos y arrastrados; pequeñas flamas azules se encendieron viéndonos. —Creo que es demasiado tarde.— Me resigne a la situación y busqué ponerme cerca del moreno, mientras levantaba mi guardia.
—Mientras sean puros esqueletos de estos podemos hacer algo, será mejor ponernos manos a la obra antes de que empeoren las cosa.— Dije con un poco de optimismo mientras me acercaba al frente de los muertos vivientes, listo para empezar la batalla.
—Este podría ser nuestro fin — Manifestó con un tono sombrío, quebrando lentamente la poca esperanza que mantenía.
—Son tres... No podemos contra tres de ellos.— Admití con un tono entre triste y de decepción, ahora sí que era verdad ¿Qué haríamos?