El Cañón del Secuestrado

[Uchiha Datsue]

—Lo cierto es que diría que todos te querrán pagar con acero.

Zaide sonrió, como si por alguna extraña razón, la idea, en lugar de desagradarle, le gustase. La kunoichi continuó hablando, teorizando sobre lo que a Zaide le convenía o no hacer. Incluso se atrevió a decir que el Uchiha estaba, en cierto modo, obligado a confiar ciegamente en ella. Zaide alzó mucho las cejas al oírlo, sobreponiendo el labio inferior sobre el superior y formando una u al revés con ellos. Una mueca que tanto podía indicar sorpresa como duda. Duda de que tuviese que ser necesariamente como decía ella.

—En otras palabras —terminó la kunoichi—, te la estás jugando y me gustaría saber el por qué.

Ante semejante petición, Zaide se quedó observándola, curioso. Koko pudo apreciar como las pupilas del Uchiha pasaban de uno de los ojos de ella al otro, analítico.

—No me había fijado —dijo entonces—. Tienes los ojos de distinto color. —Teniendo en cuenta la gravedad de lo que se estaba discutiendo, aquel parecía un comentario fuera de lugar y sin interés—. La mirada es el reflejo del alma, ¿sabías? Los que sois como tú soléis tener dos caras…

»…sería una temeridad por mi parte confiar ciegamente en ti.

Zaide dio un pequeño trago al vaso, y le ofreció un poco a Koko.

—¿Más?