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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Quiero que sepáis una cosa, cuando penséis que ser único es algo bueno y que solo trae consecuencias positivas, estaréis equivocados. ¿Por qué? Fácil, porque yo lo soy. Pero antes de que penséis todos ''¡Pero qué creída es esta chica!'', os contaré mi pequeño secreto, yo antes era un chico, no era de esos transexuales, no; era un intento fallido de chico que nació con el género equivocado.

Mi historia comienza con mi clan, como la mayoría de nuestras historias. Al que pertenezco yo - o pertenecía, no sé en que tiempo verbal hablar en ese tema - se llamaba Nomi, un clan de ninjas que usaban Iryō-Nin, especializados en el tratamiento médico y en el uso de técnicas médicas orientadas a curar a otros, además de poseer una fuerza superior a la normal, más conocida como ''sobrehumana''. Nomi era sin duda un clan singular, quizá por sus técnicas y modo de emplearlas, o quizá por sus integrantes, ya que toda persona nacida en este clan, nacía hombre.

Pues bien, ahí es cuando aparece mi madre, Nomi Shian, quien antes de conocer a mi padre tenía un apellido mucho más bonito a mi parecer, pero como eso es insignificante ahora, proseguiré intentando no desviarme. En fin, retomando el tema de mi madre, era una kunoichi reconocida en su villa, Uzushiogakure; por su talento a la hora de sanar y por su increíble fuerza, cosa que no pasó desapercibida por mi padre, quien al conocerla por primera vez, decidió que esa persona sería su esposa. Y tras unos largos años de trabajo juntos, terminaron uniéndose en matrimonio. Según mi madre, ''eran una pareja feliz destinada a la desgracia'', cosa que no logro entender del todo.

Pasado un tiempo, la mayoría de matrimonios que formaba mi clan -donde cada pareja se había formado de kunoichis externas al clan, obviamente siguiendo la tradición de que toda persona nacida aquí tenía que ser varón - como obra del destino, terminaron teniendo un hijo a la vez, donde, claro, mi familia no iba a ser la excepción.

Ahí es cuando comenzó todo, cuando yo vine al mundo, llena de expectativas que se habían formado erróneamente. Porque la naturaleza es caprichosa y decidió no darme una infancia debida ni a mi madre salud después del parto, así como decidió cambiar el destino de mi clan y hacer que yo naciese mujer. La primera mujer de todo el clan Nomi, y, por ende, la que acabaría con él.

El de mi madre, sin duda, fue un parto complicado, en el que estuvieron horas en el hospital hasta que por fin decidí que ya era hora de dejar el útero y vivir de una vez. Por suerte para nosotras ningún miembro del clan, a parte de mi padre, estaba autorizado para estar en la sala, ya que por ello se podría complicar más la cosa. Volviendo a mi nacimiento, el parto tuvo problemas que hicieron mella en mi madre y en mí, haciendo que mi madre acabase con una enfermedad que apenas en pocos meses la dejase en una especie de coma, y a mí con un problema que afectaría a mi crecimiento.

Nomi Dan, mi padre, que había estado presente durante todo el parto, comenzó a llorar cuando le comentaron los problemas que éste había producido, y es que mi padre por mucho que fuera, después de todo quería a mi madre, o eso me comentó ella. Y una vez la enfermera dejó mi cuerpo sobre sus brazos, su rostro se tornó de un color blanquecino.

-Es... Es una niña. - Susurró con a penas un hilo de voz, mi madre sonrió orgullosa desde su camilla, invitándole a acercarse, tomó su mano y la estrechó con fuerza. - Es una niña preciosa... Que traerá buena suerte a este nuestro clan, por ser la primera fémina... - Dijo intentando consolarle, más mi padre seguía sin creérselo, y disculpándose con ella, se quedó en silencio.

No sé muy bien lo que mi padre pensó en esos momentos, mi madre me comentó que susurraba cosas como ''desacerse del cadáver'' o ''huir sin dejar rastro'', pero al no estar del todo bien quizás no fuese verdad, o simplemente me gustaría pensar que no quería matarme, ¿quién querría hacerle eso a su propio hijo, o mejor dicho, hija? Entonces un hombre de unos sesenta años de edad irrumpió en la sala, y de forma altiva, comenzó a hablar.

-Bien Dan-san, vengo a confirmar de que todo a ido en orden, ya que vuestra familia ha sido la última en tener un primogénito, y como las anteriores no tuvieron problema, solo quería comprobar si aquí fue igual.

-Señor, todo ha ido en orden. - Mi padre, que no había hablado normal en horas, sonó con un tono de voz inusual en él, y ese sería el tono que usaría conmigo desde el comienzo de mi vida.

- Fue varón, ¿no? Solo por afirmarlo. - Sonrió el señor, que al parecer era una persona importante en el clan, mi padre solo mostró una sonrisa un tanto siniestra, y asintió.

Desde entonces mi padre encerró a mi madre en su habitación, alegando que tenía una enfermedad incurable y que él mismo se encargaría de cuidar hasta que sus días terminasen, y, en cuanto a mí, me nombró Nomi Eri, y desde ese día, él y yo guardamos un secreto que nadie podría saber, que yo era una mujer.

Mi infancia la pasé sin salir prácticamente de mi casa, siendo entrenada por mi padre día a día para que siguiese sus pasos como ninja especializada en el Iryō-Nin, además de ser tratada, vestida, y vista como un varón a ojos de los demás. Hasta que incluso un día, yo empecé a creerlo como tal.

- Padre, ¿por qué tenemos que guardar este secreto? ¿Es malo no ser de verdad un chico? - Preguntaba con frecuencia a mis cinco años de edad, claro, mi inocencia no me dejaba ver las cosas como eran.

- Ya te lo dije, ser una mujer solo te traerá enfermedades, y yo no soportaría que a mi hijo le pasase lo mismo que a su madre, así que te ocultamos de ese ser maligno que hizo a tu madre enfermar haciéndote pasar por un varón. - Ponía de excusa cada vez que le cuestionaba, así que a mis ocho años de edad, dejé de preguntar y comencé a entrenar de verdad.

Dos años pasaron, y un día casual en el que entrenaba con mi padre en el jardín, una cabellera azul cielo apareció por la puerta que daba al mismo. Mi madre por fin había despertado de su largo sueño. Mi padre y yo, atónitos, nos acercamos a ella, y yo sin soportarlo más la abracé medio llorando. Mi padre, sin embargo, se quedó mudo, y no levantó la cabeza para mirarla hasta que comenzaron a hablar.

- Dan, ¿qué has hecho a nuestra hija? - Dijo alternando su mirada entre ambos, él y yo. - ¿Acaso has hecho lo que yo misma te dije que no hicieses cuando hablamos sobre ella? ¡No puedes ocultar que nuestra hija es una mujer!

-¿Y qué podría haber hecho? - Preguntó él, con el semblante serio. -Todo el clan se habría hundido, nuestra reputación y nuestros logros, todos echados a perder por una niña que no debería haber existido. Yo le di un futuro mejor para este clan.

Así continuaron discutiendo, y yo comencé a llorar todavía más en los brazos de mi madre, solo deseé ser feliz y no ocultarme más ya que no era algo malo ser mujer, porque mi madre era una de ellas y estaba sana de nuevo, así que mis miedos comenzaron a disiparse. Prefiero no continuar contando la discusión, así que iré al grano a lo que pasó después de esto. Una noche en la que mi madre no soportó más todo este plan que mi padre había organizado para mí, me cogió y juntas escapamos del lugar donde todo el clan habitaba, y me llevó a un lugar desconocido para mí, la torre donde estaba la Kage.

Una vez allí todo ocurrió muy deprisa, mi madre confesó que el clan Nomi, un clan importante en esta villa, estaba realizando técnicas prohibidas, vendiendo material médico de una forma ilegal y una serie de cosas más que no logro recordar, lo que se puede resumir que mi clan terminó siendo un problema para la Kage, que después de haber ido a ajustar cuentas con el clan Nomi, acabaron todos muertos por rebelarse contra ella. Al parecer la Kage era alguien importante después de todo... Después Shiona-sama -que así era como se llamaba - me interrogó sobre mi familia y si yo formaba parte de ese clan y las cosas que éste llevó a cabo, yo negué todo, porque nunca supe de esa parte de mi clan, bueno, en verdad no supe nada, solo que mantenía un secreto, un secreto conjunto con mi padre, que ahora no estaba.

Un secreto que podía ya desvelar.

-Shiona-sama, por favor, llámeme Eri, soy una niña de diez años. - Dije con una sonrisa a la Kage, por fin mi vida de verdad podía comenzar.
[Imagen: ksQJqx9.png]


—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
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