Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
La fecha del examen se acercaba.

Podía sentirlo en su pecho, oprimiendo su corazón; podía sentirlo en sus sueños atormentándola cada noche; podía sentirlo en el miedo que la atenazaba cada mañana... podía sentirlo hasta en la brisa que revolvía cada día sus cabellos y en el susurro de las olas que danzaban debajo de ella.

La Administración de Amegakure había dispuesto un barco para los aspirantes que se presentaban al tan importante examen de Chūnin, sus acompañantes y al séquito de protección formado por Hōzuki Shanise, la mano derecha de la Arashikage, y un escuadrón de ninjas de alto rango.

Había sido un viaje largo. Tortuosamente largo. Y aunque al principio la emoción de la novedad la había embargado y se distraída fácilmente perdiendo la mirada en el mar y el cielo y buscando con ahínco los delfines y las gaviotas que se esforzaban por seguir la estela del viaje, al final la monotonía terminó por hacer su efecto y, lo que en un principio la había maravillado, ahora sólo conseguía aburrirla. Y el aburrimiento dio paso al nerviosismo. Y el nerviosismo al miedo. Y aunque al menos no estaba encerrada dentro de un carro y podía salir a estirar las piernas y pasear libremente por la cubierta de la embarcación, no mejoraba la sensación de ansiedad que se había alojado en su pecho y que no la dejaba escapar.

Ayame, que había abandonado a su padre y a su hermano en la seguridad de su camarote para tomar un poco de aire fresco, apoyó todo el peso de su cuerpo contra la barandilla de seguridad y dejó escapar un prolongado suspiro. En cuanto habían dejado atrás el País de la Tormenta, la protección de Amenokami había dejado de caer sobre ellos. Durante la mayor parte del viaje habían gozado de un cielo completamente despejado y el asfixiante calor del verano del País del Viento no tardó en caer sobre ellos a plomo, pero ahora que se aproximaban al País de los Remolinos, y que la costa comenzaba a perfilarse en el horizonte, el mar parecía haberse embravecido ante la llegada de los intrusos y ahora mostraba toda su furia en forma de violentos vaivenes y remolinos que tuvieron que esquivar.

—Ya no falta nada... —murmuró para sí misma, con el puño cerrado sobre su ansioso pecho. Había recorrido un largo camino hasta allí (y no pensaba precisamente en el viaje) por lo que ya no había vuelta atrás. Estaba dispuesta a afrontar las pruebas que le pusieran delante, subir un escalón más...

Y después...
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#2
Daruu era un marinero. No navegaba por las aguas de un océano, sino entre la ilusión, la aventura, la expectación y el miedo, la ira y la maquinación. Sentado en aquél banco de la cubierta, observaba a Ayame, apoyada en la barandilla del crucero mirando el bramar de las olas y los remolinos del País de los Remolinos.

Daruu apoyó las manos en los muslos y se levantó.

—Eh, compañero, vamos un rato con ella. A ver si nos tranquilizamos todos un poco —le dijo a su acompañante.

Se acercó a la barandilla junto a Ayame y se dejó caer también sobre ella derritiéndose sobre el hierro.

—Un bonito atardecer —señaló Daruu. El cielo se teñía de naranjas, añiles, púrpuras y rosas—. ¿Verdad, Kaido-kun?
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#3
—Eh, compañero, vamos un rato con ella. A ver si nos tranquilizamos todos un poco.

Kaido asintió con cierto desdén y abandonó su silla al poco después, para seguir a Daruu hasta los linderos de la barandilla en la que reposaba Ayame. Acabó finalmente por dejarse caer sobre la plancha de madera con los codos de por medio y paseó con la mirada el recorrido que trazó el dedo de su compañero que señaló al todo y a la nada, sino al pintoresco plano general que se ceñía en su horizonte y que no era más que un juego de coloridos matices que les regalaba la naturaleza en forma de un espectacular ocaso. Él sonrió, con sus ojos aguamarina reflejando los pardos y violetas del variopinto panorama.

—Un bonito atardecer ¿Verdad, Kaido-kun?

—¡Oh, sí! maravilloso. Aunque se me hará más bonito cuando tomemos el viaje de regreso, ya sabes; cuando traiga puesto mi chaleco de chunin. ¿O es que ya estás aquí maquinando cómo harás para arrebatárnoslo, eh Ayame-chan?
Responder
#4
Un súbito sonido la sacó de sus pensamientos. Como recién despierta de un profundo sueño, Ayame giró la cabeza justo cuando Daruu y Kaido se dejaban caer sobre la barandilla junto a ella.

—Un bonito atardecer ¿Verdad, Kaido-kun? —dijo el primero, con la mirada perdida en el cielo.

Y aunque no se había dirigido a ella, Ayame no pudo quitarle la razón. Para ella, habituada a ocasos siempre grises, siempre lluviosos, ante sus ojos se estaba dibujando un auténtico óleo de acrílicos creado por una mano invisible experta en arte. Pinceladas rosas, purpúreas, y añiles se dispersaban por el lienzo que constituía el cielo rosado, intercalándose con nubes dispersas que parecían en llamas al ser bañadas por la mortecina luz del sol que se ocultaba en el oeste y creando una amalgama de colores que no estaba acostumbrada a ver.

—¡Oh, sí! maravilloso —respondió Kaido—. Aunque se me hará más bonito cuando tomemos el viaje de regreso, ya sabes; cuando traiga puesto mi chaleco de Chūnin. ¿O es que ya estás aquí maquinando cómo harás para arrebatárnoslo, eh Ayame-chan?

Ella sonrió, sacudiendo la cabeza para apartar la maliciosa vocecilla que se empeñaba en susurrarle al oído que quizás aquella sería su única oportunidad para conseguirlo y despertar así sus inseguridades.

—No... más bien me estaba preguntando cómo voy a conseguir ese chaleco. —replicó, apretando los dedos en torno a la barandilla—. Seguro que se presentarán los genin más fuertes de Uzushiogakure y de Kusagakure...

«Y entre ellos estarán sin duda...» Entrecerró los ojos, con la mirada perdida en las aguas del mar.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#5
Daruu chasqueó la lengua, y golpeó amablemente el hombro de Ayame con un puño, empujándola suavemente.

—Bah, yo no me preocuparía por el examen. Estamos más que preparados —dijo. Y su mirada se ensombreció—. Los tres nos hemos enfrentado a cosas mucho peores. Y a enemigos de nivel jōnin —añadió, en clara referencia a los integrantes de los Kajitsu Hōzuki.

Daruu se reincorporó y se apoyó en la barandilla está vez con las palmas de las manos. Empujó hasta tener los brazos estirados, y se balanceó suave y lentamente como si estuviera haciendo unas flexiones muy despacio.

—¿No lo habéis olvidado, verdad? El verdadero reto no es el examen. Tenemos que tenerlo presente.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#6
—No... más bien me estaba preguntando cómo voy a conseguir ese chaleco. —indagó Ayame, tan sincera como de costumbre—. Seguro que se presentarán los genin más fuertes de Uzushiogakure y de Kusagakure...

Daruu chasqueó la lengua poco después, y Kaido le acompañó en el gesto. Él tenía mucha razón. ¿Por qué debían ellos temer de un reto como los chunin, habiendo los tres enfrentado adversidades mucho más desafiantes? situaciones de vida real, que a cada cual, le darían las herramientas necesarias como para obtener ese jodido chaleco, o al menos ponérsela difícil a los mejores postores. Que de esos había unos cuantos, desde luego, pero aún era muy pronto para comerse la cabeza sacando conclusiones.

Además;

—¿No lo habéis olvidado, verdad? El verdadero reto no es el examen. Tenemos que tenerlo presente.

—Dicen que los peces tienen mala memoria, pero un tiburón nunca olvida.
Responder
#7
El chasquido de lengua de Daruu se elevó por encima del susurro de las olas y Ayame se tambaleó ligeramente cuando la golpeó con suavidad en el hombro.

—Bah, yo no me preocuparía por el examen. Estamos más que preparados —replicó, y su tono de voz sonó aún más serio cuando añadió—: Los tres nos hemos enfrentado a cosas mucho peores. Y a enemigos de nivel jōnin.

Pero Ayame suspiró, no demasiado convencida. Junto a Daruu y a Kaido, ella se sentía como una pequeña hormiga insignificante. Y sabía que sus compañeros se enfadarían con ella si lo expresaba en voz alta; pero, aún así, no era tan fácil deshacerse de aquellos pensamientos. Por eso, simplemente calló, con la mirada perdida en las profundidades del mar.

Después de todo, sus aspiraciones iban más allá que aquel examen.

Junto a ella, Daruu se reincorporó sobre la valla de seguridad y se balanceó con suavidad.

—¿No lo habéis olvidado, verdad? El verdadero reto no es el examen. Tenemos que tenerlo presente.

Ayame dirigió sus iris hacia Daruu y frunció ligeramente el ceño. Seguía sin hacerle gracia. Ni una pizca de gracia. Es más, ¿cómo se había dejado arrastrar de aquella manera?

—Dicen que los peces tienen mala memoria, pero un tiburón nunca olvida —respondió Kaido.

Y Ayame se volvió de golpe hacia él.

—Ah, pero en realidad ese dicho es mentira, Kaido. Se sabe que los peces en realidad recuerdan más de lo que creemos. Y además...
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#8
—¡Eh, mirad! —señaló Daruu. Al fondo, en la costa, ya se veía el embarcadero, al borde de una playa preciosa de arenas blancas. De él iban y venían otras numerosas embarcaciones, de menor tamaño, que hacían el recorrido entre Uzushiogakure y las Islas del Té—. ¡Ya estamos llegando!

El barco aminoró y viró hasta encararse en la dirección óptima, y los postes de madera se hicieron cada vez más y más grandes.

—Deberíamos ir a por el equipaje —dijo Daruu, separándose de la barandilla y echando a caminar hacia los camarotes—. ¿Qué tipo de choza nos habrán preparado estos uzujin? Dudo que mejor que la que tuvimos en los Dojos.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder
#9
»Y además...

Ayame le miró a él. ¿Qué quería, que le completase la frase? no sabía qué decir. Entonces miró a Daruu.

—¡Eh, mirad ya estamos llegando!

El escualo le sonrió a su prima y alzó los hombros. Entonces giró el pescuezo hacia la dirección que señalaba el pelopincho. Allá, en el horizonte, se avistaban las costas y su embarcadero. De él entraban y salían varios navíos. Era cuestión de tiempo para que ellos atracaran también.

—Yo no lo dudo tanto. Dicen que esta gente está forrada en pasta, ¿sabes? y que se limpian el culo con billetes de cien ryos. ¿Por qué no iban a ser sus chozas mejores que las de un dojo de sucios samurai?
Responder
#10
—¡Eh, mirad! ¡Ya estamos llegando! —Daruu la cortó de repente, y Ayame se quedó con la boca abierta, literalmente petrificada en el sitio. Había pasado de ella, la había ignorado deliberadamente. Aquello era peor que cuando dejas el mensaje de alguien sin contestar.

Junto a ella, Kaido se encogió de hombros con una sonrisa. Ella terminó por rendirse con un prolongado suspiro, hundiendo los hombros completamente abatida, y se concentró en el horizonte. El barco estaba comenzando a frenar, y los muelles del puerto de Uzushiogakure quedaron a la vista de los visitantes. En cuestión de minutos, habrían llegado a su destino.

—Deberíamos ir a por el equipaje —dijo Daruu, separándose de la barandilla y echando a caminar hacia los camarotes. Tanto Kaido como Ayame le siguieron, aunque ella seguía arrastrando los pies—. ¿Qué tipo de choza nos habrán preparado estos uzujin? Dudo que mejor que la que tuvimos en los Dojos.

—Yo no lo dudo tanto. Dicen que esta gente está forrada en pasta, ¿sabes? y que se limpian el culo con billetes de cien ryos. ¿Por qué no iban a ser sus chozas mejores que las de un dojo de sucios samurai?

—Yo estoy deseando ver la aldea. Por lo poco que vemos desde aquí parece mucho más... "colorida" que la nuestra.

Tiempo iban a tener de sobra. Les esperaba una larga estadía en Uzushiogakure, aunque tampoco estaban de turismo. Con el examen de por medio tampoco podrían disfrutar todo lo que les gustaría del lugar...
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder
#11
Daruu rio, y negó con la cabeza.

—Si estuviesen forrados de pasta no estarían mendigando tesoros inexistentes. —Su voz fue apagándose a medida que pronunciaba cada una de las palabras. «Puto Datsue. ¿Todo aquello fue una mentira? Me caías bien... más o menos.»

—Yo estoy deseando ver la aldea. Por lo poco que vemos desde aquí parece mucho más... "colorida" que la nuestra.

Daruu se giró de nuevo y observó la villa desde lejos. Los árboles de cerezo pintaban el lienzo de la ciudad con agradecidos brochazos de color rosa. Pero...

—Nah. Faltan azules. Faltan azules...


· · ·


Cuando bajaron al embarcadero, Daruu aminoró la marcha a propósito. Se quedó como el rezagado del grupo, mientras Ayame y Kaido charlaban distraidamente sobre la exótica villa y el resto de la compañía amejin se dirigía ya hacia el alojamiento bajo las miradas de marinerios y curiosos.

En un poste de madera del embarcadero, Daruu se agachó. Y dedicó un pequeño dibujo hecho con su sangre.
[Imagen: K02XwLh.png]

No hay marcas de sangre registradas.
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.