11/07/2019, 19:06
Kazuma se animó con la disposición de Ranko, pues el concurso de poesía era solo una de las muchas atracciones que tenía aquel evento.
Se aseguró de la cercanía de su acompañante mientras recorrían los distintos puestos. Se acercó a uno en donde vendían galletas de la fortuna, que en lugar de predicciones traían poemas ocultos en su interior; se aseguró de comprar un recuerdo, de uno de aquellos que vendían poemas escritos en pergaminos que debían de ir abiertos y colgados en alguna pared. En el itinerario también había un músico, maestros de variedad de instrumentos extraños, que ofrecía sus servicios para acompañar cualquier declamación con el ambiente sonoro adecuado; pero no menos sorprendente era una mujer de elegante vestimenta, que hacia caligrafías gigantes con un pincel que prometía pesar tanto o más que ella. Y no faltaron las novedades impredecibles, como lo era un pequeño puesto de dulces en donde los nombres y descripciones de las preparaciones estaban escritas en verso; lo cual hizo que fuera una parada imperdible.
—Ahora viene lo bueno —aseguro el peliblanco mientras se aseguraba un par de asientos para presenciar el certamen principal.
La competencia fue reñida y demostró sacar a flote a futuros talentos, poseedores del potencial de conmover al público. El tercer lugar se lo llevo un muchacho cuya poesía romántica hizo suspirar a todo el auditorio; el segundo, le correspondió a Yamashita Rukon (que a pesar de las mascara parecía estar a punto de derretirse bajo las luces del escenario), quien se había impuesto con una prosa que invitaba al conocimiento propio y a la reflexión; el primer premio, para sorpresa y agrado de muchos, se lo llevo una muchacha capaz de ensamblar unas rimas de un humor tan sobrio como inigualable.
El anuncio final invitaba a la gente a esperar el poemario en donde saldrían los ganadores del certamen principal y secundario, y a hacerse con algunos libros publicados por los mecenas. Y con aquello se daba por terminado el evento, coincidiendo con las últimas horas de la tarde.
—Que gran evento —afirmo el peliblanco mientras abandonaban la estancia—. ¿Qué te ha parecido, Ranko-san?
Se aseguró de la cercanía de su acompañante mientras recorrían los distintos puestos. Se acercó a uno en donde vendían galletas de la fortuna, que en lugar de predicciones traían poemas ocultos en su interior; se aseguró de comprar un recuerdo, de uno de aquellos que vendían poemas escritos en pergaminos que debían de ir abiertos y colgados en alguna pared. En el itinerario también había un músico, maestros de variedad de instrumentos extraños, que ofrecía sus servicios para acompañar cualquier declamación con el ambiente sonoro adecuado; pero no menos sorprendente era una mujer de elegante vestimenta, que hacia caligrafías gigantes con un pincel que prometía pesar tanto o más que ella. Y no faltaron las novedades impredecibles, como lo era un pequeño puesto de dulces en donde los nombres y descripciones de las preparaciones estaban escritas en verso; lo cual hizo que fuera una parada imperdible.
—Ahora viene lo bueno —aseguro el peliblanco mientras se aseguraba un par de asientos para presenciar el certamen principal.
La competencia fue reñida y demostró sacar a flote a futuros talentos, poseedores del potencial de conmover al público. El tercer lugar se lo llevo un muchacho cuya poesía romántica hizo suspirar a todo el auditorio; el segundo, le correspondió a Yamashita Rukon (que a pesar de las mascara parecía estar a punto de derretirse bajo las luces del escenario), quien se había impuesto con una prosa que invitaba al conocimiento propio y a la reflexión; el primer premio, para sorpresa y agrado de muchos, se lo llevo una muchacha capaz de ensamblar unas rimas de un humor tan sobrio como inigualable.
El anuncio final invitaba a la gente a esperar el poemario en donde saldrían los ganadores del certamen principal y secundario, y a hacerse con algunos libros publicados por los mecenas. Y con aquello se daba por terminado el evento, coincidiendo con las últimas horas de la tarde.
—Que gran evento —afirmo el peliblanco mientras abandonaban la estancia—. ¿Qué te ha parecido, Ranko-san?