23/05/2019, 18:22
Akame puso una sonrisa de oreja a oreja, como un crío bobalicón, cuando escuchó aquel "¡tierra a la vista!" «Ah, esto es como ser niño y cumplir tu sueño de conocer a los Reyes Kages», se dijo. Incluso los exiliados con fama de traidores sanguinarios necesitaban un momento de respiro alguna vez. Para cuando Kushoro volvió, el Fénix ya había mudado su expresión a aquella tan calma que le caracterizaba, y atendía con muchísima atención a las explicaciones del jefe de tripulación. «Joder, menudos nombres. Al menos son descriptivos, eso debería hacer más fácil el identificar a sus dueños. Pero ese tal "Money-sama"... ¿Qué clase de nombre es ese?» Intrigado y aterrado a partes iguales, Suzaku trató de aparentar que tenía todo bajo control.
—Bien, bien Kushoro. Bien —dijo varias veces, sin poder evitar repetirse. Su cerebro trabajaba a toda velocidad para intentar ver tres pasos más adelante que el resto, como para estar buscando sinónimos—. Bien. Vamos a tierra, pues.
El Uchiha desaparecería de cubierta entonces, en dirección a su camarote. Una vez dentro, desataría a Shikari y le quitaría la mordaza mientras la taladraba con la mirada. Ahora venía la parte crítica de su plan, no podía tolerar ni la más mínima tontería suicida por parte de aquella mujer.
—Ya hemos llegado, Shikari. Ahora escúchame bien, y dime que entiendes lo que te digo. Aquí, en este puerto, mandamos nosotros. Si intentas escapar, o hacer alguna gilipollez, te puedo asegurar que te acuchillaré delante de toda esa gente como si fueras una perra. ¿Lo has entendido? Dime que lo has entendido, Shikari.
—Bien, bien Kushoro. Bien —dijo varias veces, sin poder evitar repetirse. Su cerebro trabajaba a toda velocidad para intentar ver tres pasos más adelante que el resto, como para estar buscando sinónimos—. Bien. Vamos a tierra, pues.
El Uchiha desaparecería de cubierta entonces, en dirección a su camarote. Una vez dentro, desataría a Shikari y le quitaría la mordaza mientras la taladraba con la mirada. Ahora venía la parte crítica de su plan, no podía tolerar ni la más mínima tontería suicida por parte de aquella mujer.
—Ya hemos llegado, Shikari. Ahora escúchame bien, y dime que entiendes lo que te digo. Aquí, en este puerto, mandamos nosotros. Si intentas escapar, o hacer alguna gilipollez, te puedo asegurar que te acuchillaré delante de toda esa gente como si fueras una perra. ¿Lo has entendido? Dime que lo has entendido, Shikari.