1/12/2020, 18:44
—Bien, repasaremos un poco las reglas y la estrategia —dijo mientras se acercaba un repartidor—. ]Este juego depende tanto de la suerte como de que tan bueno seas leyendo a tu oponente. Todos contamos con un número limitado de fichas para apostar, y en lo que estás se agoten el participante deberá abandonar la mesa.
El juego era conocido como póker, una forma moderna del juego de cartas que se había vuelto popular en los casinos en tiempos recientes. El repartidor iba dando las cartas y los jugadores decidían si participar y hasta donde en la respectiva ronda de apuestas.
La velada transcurría con relativa normalidad, con la mayoría de los jugadores con su atención centrada en beber y reír. Sin, embargo, el sujeto rubio que había llegado de ultimo y cuyo puesto no tenía nombre parecía bastante atento. Para una persona cualquiera simplemente podría interpretarse como se tomaba en serio el juego, pero para un guerrero con experiencia era obvio que era aquella costumbre inconsciente de mantener la guardia siempre en alto.
En cierto punto, cuando la música en el piso inferior había llegado a su punto mal álgido y saturado, cuando la medianoche interna era cortada por haces de luz de colores fluorescentes, la sala en donde estaba se quedó en un silencio extraño. El que no había revelado su nombre tomo las cartas, las barajo y se las entregó al repartidor, luego este hizo su trabajo; pero cuando Juro fue a tomar una de las cartas, un chispazo de chakra, imperceptible para el resto, le hizo un arañazo en la mano y deshizo su transformación.
Su siguiente reacción podría determinar el éxito o el fracaso de su empresa.
El sol brillaba con la intensidad declinante que solo tiene en la hora posterior al mediodía. A las afueras de la ciudad había una especie de plaza o lugar de competición obviamente improvisado. En el centro yacía una enorme caja negra y a una distancia extrañamente largar se encontraba el público. Allí recibiría a los participantes el ultimo juez.
—Buenas tardes. Mi nombre Morihara Moari —declaro un sujeto mayor y bajito que traía encima algunas armas ninjas—. A los que llegaron hasta aquí, les pido disculpas por lo poco ortodoxo de mis métodos para traerlos; pero se han presentado algunos inconvenientes.
»Ayer, antes del anochecer, uno de los jueces desapareció de forma sospechosa y otro abandono la ciudad como alma reclamada por los demonios. Como yo era el único que quedaba decidí utilizar los medios que tenía disponibles para continuar con la competición y eso nos trae aquí y ahora.
Lo cierto es que le habían dicho que si quería retirarse y suspender la competencia podría hacerlo; pero aquello iba contra sus viejos principios de terminar a como dé lugar un trabajo que ya estaba pagado. Quizás fuese que no quería dejar de ganar a quien fuese que estuviera saboteando la competencia, o tal vez solo se sentía confiado de poder defenderse de cualquier ataque. Sea como fuese, estaba allí para poner una última prueba y para poner fin a todo aquello.
Allí se encontraban cuatro participantes, aquellos que se habían destacado durante la competencia. El público se preguntaba, casi sin interés, que había pasado con el resto. Algunos no habían podido superar la prueba de la noche anterior y el resto, informados y consciente de los peligros que se cocinaban debajo del asunto, se echaron para atrás.
El juez se alejó unos cincuenta metros de la bóveda central y tiro de una cadena que la dejo abierta. Las negras paredes de plomo cayeron bruscamente sobre la tierra apisonada y dejaron descubierto su corazón, un meteorito metálico que emitía leves destellos de color naranja.
—Esta es su prueba —dijo mientras tomaba más distancia—. Esta roca caída del cielo encierra algún material que emite cantidades absurdas de una peligrosa energía. Se trató de extraer lo que había adentro, pero la roca es tan dura que ningún medio convencional parece capaz de abrirla. El peligro está en que la exposición prolongada a dicha energía causa debilidad, fatiga, fiebre, náuseas y confusión.
»Sabemos que a esta “fuerza” le cuesta atravesar materiales densos como el plomo, por eso los trajes, tampoco puede ser sellada por mucho tiempo. También descubrimos que reacciona de forma violenta al chakra, repeliéndose mutuamente… Lo cual podría proteger a los que sepan usarlo, o hacerlos volar por los aires.
»El objetivo es extraer lo que está en el interior de la roca (ese es su premio). Cualquier método es válido; pero si notan hemorragias por la nariz o boca, o si empiezan a perder la visión les recomiendo que abandonen.
»No se sabe que puede estar al “asecho” así que debemos hacer esto rápido. Tienen quince minutos para estudiar la situación y ver como procederán. Cuando se sientan listos para ir avísenme.
El juego era conocido como póker, una forma moderna del juego de cartas que se había vuelto popular en los casinos en tiempos recientes. El repartidor iba dando las cartas y los jugadores decidían si participar y hasta donde en la respectiva ronda de apuestas.
La velada transcurría con relativa normalidad, con la mayoría de los jugadores con su atención centrada en beber y reír. Sin, embargo, el sujeto rubio que había llegado de ultimo y cuyo puesto no tenía nombre parecía bastante atento. Para una persona cualquiera simplemente podría interpretarse como se tomaba en serio el juego, pero para un guerrero con experiencia era obvio que era aquella costumbre inconsciente de mantener la guardia siempre en alto.
En cierto punto, cuando la música en el piso inferior había llegado a su punto mal álgido y saturado, cuando la medianoche interna era cortada por haces de luz de colores fluorescentes, la sala en donde estaba se quedó en un silencio extraño. El que no había revelado su nombre tomo las cartas, las barajo y se las entregó al repartidor, luego este hizo su trabajo; pero cuando Juro fue a tomar una de las cartas, un chispazo de chakra, imperceptible para el resto, le hizo un arañazo en la mano y deshizo su transformación.
Su siguiente reacción podría determinar el éxito o el fracaso de su empresa.
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El sol brillaba con la intensidad declinante que solo tiene en la hora posterior al mediodía. A las afueras de la ciudad había una especie de plaza o lugar de competición obviamente improvisado. En el centro yacía una enorme caja negra y a una distancia extrañamente largar se encontraba el público. Allí recibiría a los participantes el ultimo juez.
—Buenas tardes. Mi nombre Morihara Moari —declaro un sujeto mayor y bajito que traía encima algunas armas ninjas—. A los que llegaron hasta aquí, les pido disculpas por lo poco ortodoxo de mis métodos para traerlos; pero se han presentado algunos inconvenientes.
»Ayer, antes del anochecer, uno de los jueces desapareció de forma sospechosa y otro abandono la ciudad como alma reclamada por los demonios. Como yo era el único que quedaba decidí utilizar los medios que tenía disponibles para continuar con la competición y eso nos trae aquí y ahora.
Lo cierto es que le habían dicho que si quería retirarse y suspender la competencia podría hacerlo; pero aquello iba contra sus viejos principios de terminar a como dé lugar un trabajo que ya estaba pagado. Quizás fuese que no quería dejar de ganar a quien fuese que estuviera saboteando la competencia, o tal vez solo se sentía confiado de poder defenderse de cualquier ataque. Sea como fuese, estaba allí para poner una última prueba y para poner fin a todo aquello.
Allí se encontraban cuatro participantes, aquellos que se habían destacado durante la competencia. El público se preguntaba, casi sin interés, que había pasado con el resto. Algunos no habían podido superar la prueba de la noche anterior y el resto, informados y consciente de los peligros que se cocinaban debajo del asunto, se echaron para atrás.
El juez se alejó unos cincuenta metros de la bóveda central y tiro de una cadena que la dejo abierta. Las negras paredes de plomo cayeron bruscamente sobre la tierra apisonada y dejaron descubierto su corazón, un meteorito metálico que emitía leves destellos de color naranja.
—Esta es su prueba —dijo mientras tomaba más distancia—. Esta roca caída del cielo encierra algún material que emite cantidades absurdas de una peligrosa energía. Se trató de extraer lo que había adentro, pero la roca es tan dura que ningún medio convencional parece capaz de abrirla. El peligro está en que la exposición prolongada a dicha energía causa debilidad, fatiga, fiebre, náuseas y confusión.
»Sabemos que a esta “fuerza” le cuesta atravesar materiales densos como el plomo, por eso los trajes, tampoco puede ser sellada por mucho tiempo. También descubrimos que reacciona de forma violenta al chakra, repeliéndose mutuamente… Lo cual podría proteger a los que sepan usarlo, o hacerlos volar por los aires.
»El objetivo es extraer lo que está en el interior de la roca (ese es su premio). Cualquier método es válido; pero si notan hemorragias por la nariz o boca, o si empiezan a perder la visión les recomiendo que abandonen.
»No se sabe que puede estar al “asecho” así que debemos hacer esto rápido. Tienen quince minutos para estudiar la situación y ver como procederán. Cuando se sientan listos para ir avísenme.