5/12/2020, 12:19
Tuvo que admitirlo: le habían engañado completamente. Ni si quiera él, un ninja bastante preparado para las situaciones imprevistas, que se jactaba de estar siempre un paso por delante y ser el más precavido, había imaginado algo así.
El ambiente parecía perfecto y su infiltración satisfactoria. Repartiendo cartas, riendo, trabajando su personaje. Entonces, todo se fue al garete. Conforme observaba a aquel hombre, más estaba seguro de que escondía algo. Sus ojos, fijos en la partida, revelaban el método de alguien que no bajaría la guardia facilmente en ninguna situación. Una persona que no podía confiar en su alrededor. O alguien que escondía algo. Cada vez era más obvio.
Y entonces, le tendió una trampa. Al coger la carta, notó un chispazo y su transformación se fue al garete.
Durante unos segundos, todos le vieron. Juro estaba expuesto. Su apariencia, mucho más infantil y desaliñada en comparación revelada. Y lo peor de todo. Aquel hombre sabía quién era él.
Pero Juro, al fin y al cabo, era un ninja. Puede que no hubiera imaginado esa situación...
... pero no se había metido en la boca del lobo sin un plan de emergencia.
El bote de cristal que tenía guardado bajo la manga de su mano derecha reventó contra la mesa en ese mismo instante. Una nube azulada cubriría pronto la zona de la habitación que envolvía a sus adversarios, y, poco a poco, se extendería, abarcando casi todo el cuarto cerrado herméticamente. Todo el que entrara en contacto con él sufriría una tos incontrolable y una ceguera temporal que le daría una oportunidad.
Juro no perdió tiempo, se abalanzó contra la puerta, y en caso de que estuviera abierta, trataría de escapar por el pasillo escaleras a bajo. Ahora que habían descubierto su identidad, no podía exponerse a caer en el terreno de juego de su rival.
1 AO
El ambiente parecía perfecto y su infiltración satisfactoria. Repartiendo cartas, riendo, trabajando su personaje. Entonces, todo se fue al garete. Conforme observaba a aquel hombre, más estaba seguro de que escondía algo. Sus ojos, fijos en la partida, revelaban el método de alguien que no bajaría la guardia facilmente en ninguna situación. Una persona que no podía confiar en su alrededor. O alguien que escondía algo. Cada vez era más obvio.
Y entonces, le tendió una trampa. Al coger la carta, notó un chispazo y su transformación se fue al garete.
Durante unos segundos, todos le vieron. Juro estaba expuesto. Su apariencia, mucho más infantil y desaliñada en comparación revelada. Y lo peor de todo. Aquel hombre sabía quién era él.
Pero Juro, al fin y al cabo, era un ninja. Puede que no hubiera imaginado esa situación...
... pero no se había metido en la boca del lobo sin un plan de emergencia.
El bote de cristal que tenía guardado bajo la manga de su mano derecha reventó contra la mesa en ese mismo instante. Una nube azulada cubriría pronto la zona de la habitación que envolvía a sus adversarios, y, poco a poco, se extendería, abarcando casi todo el cuarto cerrado herméticamente. Todo el que entrara en contacto con él sufriría una tos incontrolable y una ceguera temporal que le daría una oportunidad.
Juro no perdió tiempo, se abalanzó contra la puerta, y en caso de que estuviera abierta, trataría de escapar por el pasillo escaleras a bajo. Ahora que habían descubierto su identidad, no podía exponerse a caer en el terreno de juego de su rival.
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Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60