17/08/2020, 17:22
Kazuma vio venir el corte, pero su posición no le permitió esquivar sin exponerse a una posible herida mayor. Sintió como el acero picaba su hombro y, junto a un gruñido apagado, la mano que retenía al sospechoso fue llevada hacia la herida, como un acto reflejo.
«¡Demonios, aquí vamos de nuevo!», se dijo, renegando de que la mayoría del mundo prefería ver sangre que escuchar palabras.
—¿Qué le habéis hecho a mi hermano? —exigió saber el espadachin.
—¡Que no le hecho nada! —gruño, manteniendo la vista en el ahora libre Uragiri—. ¿Crees que si quisiera secuestrar al cliente aun estaría aquí conversando con Uragiri?
»Que cabezota —añadió, molesto—. Yōgi-san me dio la orden de retenerlo porque era sospechoso, por eso me quede aquí cumpliendo sus órdenes… hasta que llegaste tú.
No era fácil invocar el enojo en Kazuma, pero la gente impulsiva definitivamente tenia facilidad para ello. Aun así, sus órdenes seguían vigentes y sus ojos atentos al sospechoso.
«¡Demonios, aquí vamos de nuevo!», se dijo, renegando de que la mayoría del mundo prefería ver sangre que escuchar palabras.
—¿Qué le habéis hecho a mi hermano? —exigió saber el espadachin.
—¡Que no le hecho nada! —gruño, manteniendo la vista en el ahora libre Uragiri—. ¿Crees que si quisiera secuestrar al cliente aun estaría aquí conversando con Uragiri?
»Que cabezota —añadió, molesto—. Yōgi-san me dio la orden de retenerlo porque era sospechoso, por eso me quede aquí cumpliendo sus órdenes… hasta que llegaste tú.
No era fácil invocar el enojo en Kazuma, pero la gente impulsiva definitivamente tenia facilidad para ello. Aun así, sus órdenes seguían vigentes y sus ojos atentos al sospechoso.