5/10/2019, 21:13
—Bueno. Va a ir siendo hora de que recupere lo que es mío de una vez, ¿eh? —dijo Daruu, dirigiéndoles una significativa mirada a todos—. Si sale bien, voy a ir con el Byakugan activo a todas partes, me cago en todo —se rio, y Ayame se forzó a sí misma a sonreír también. Aunque lo que sentía dentro del pecho era una profunda congoja que se le extendía hasta la garganta—. Quédate con tu hermana, Kōri-sensei. Por favor. Necesita estar con vosotros.
—Lo haré.
—Venga, Zetsuo-san. Estoy listo.
Zetsuo asintió en silencio y giró sobre sus talones para guiar a Daruu fuera de la habitación y llevarle hacia su destino en una de las plantas más altas del hospital, dedicadas a los casos más delicados.
—Va a volver... ¿verdad...? —Ayame, con un hilo de voz, agarró la mano de su hermano. No le importó lo fría que estaba, necesitaba sentir el contacto de alguien.
Pero Kōri guardó un silencio sepulcral. La empatía no era lo suyo, y desde luego mentir sobre asuntos que desconocía sólo para hacer sentir mejor a los demás, tampoco lo era.
—Lo haré.
—Venga, Zetsuo-san. Estoy listo.
Zetsuo asintió en silencio y giró sobre sus talones para guiar a Daruu fuera de la habitación y llevarle hacia su destino en una de las plantas más altas del hospital, dedicadas a los casos más delicados.
—Va a volver... ¿verdad...? —Ayame, con un hilo de voz, agarró la mano de su hermano. No le importó lo fría que estaba, necesitaba sentir el contacto de alguien.
Pero Kōri guardó un silencio sepulcral. La empatía no era lo suyo, y desde luego mentir sobre asuntos que desconocía sólo para hacer sentir mejor a los demás, tampoco lo era.