Tomé asiento. —Bueno yo pediré...— Dudé un momento mientras éste pedía otro café. —Huevo revueltos con tocineta y pan tostado, para beber un batido de fresa.— Notifiqué a la camarera, quién no tardó en marcharse.

Aproveché la oportunidad para detallar mejor el lugar en dónde me alojaba, técnicamente estaba en el bufete no tenía una estética motivadora, más bien un tanto anticuada... Las mesas eran de madera y los cubría un mantel blanco con otro retazo de tela de cuadros blancos y rojo, no nos encontrábamos solos puesto que vi a otros comensales en mesas lejanas.

—Yo llevo meses pensando en ello y no se me ocurría nada...— Admití para luego posar mi atención en Datsue. —Soy todo oídos.

Tal y como le había pasado a Datsue poniendo las expectativas demasiado altas con Keisuke y su aprendizaje del Gentōshin no Jutsu, quizá ahora le estaría pasando lo mismo al amejin con su promesa de plan. Porque no, realmente lo que tenía en la mente no era un plan, sino, más bien, un principio de plan. Un simple esbozo.

—No es tanto como un plan, Keisuke, sino más bien… A ver —se inclinó hacia él, apoyando los codos en la mesa—, seamos francos, si nos precipitamos, si hacemos esto improvisadamente de la noche a la mañana, estamos muertos. Y muertos no le serviremos de nada —aseveró—. Voy a hablar con el amigo que te comentaba. Ver si está dispuesto a ayudarnos. Y si lo está, en qué condiciones. A partir de ahí, sabiendo bien con qué y quién podemos contar y con qué no, trazaremos un plan.

»Tú, mientras tanto…

Datsue se tuvo que callar a mitad de frase. La camarera acababa de llegar con el pedido. Huevo con tocineta y pan tostado para Keisuke, otro café para Datsue y…

—Lo siento, no nos quedan fresas para hacer el batido. ¿Puedo ofrecerte otra cosa?

Datsue, mientras esperaba pacientemente a que Keisuke hiciese un nuevo pedido, abrió la bolsita con azúcar y se la echó al café. Luego, tras remover bien con la cucharita, dio un ligero sorbo.

—Tú, mientras tanto —continuó, una vez la camarera hubo marchado—, apretarás el culo para dominar cuánto antes el Gentōshin no Jutsu. Necesito que tengas esa mierda o nos será difícil mantener una comunicación eficiente.

Datsue no tardó en manifestar que no tenía un plan como tal, evidenció lo mismo que pensaba, necesitaríamos más tiempo para organizarnos como se debía e incluso comentó que tendría que charlar con su amigo para el rescate. —Lo veo bien, no conozco a nadie que pueda o quiera ayudarnos...—

Ahora vendría el inicio de mi trabajo, las palabras del pelinegro se cortaron cuando la chica volvió con el pedido, un café y mi desayuno. —Una limonada estará bien entonces.— Despaché rápidamente a la camarera.

Asentí ante el ojinegro para hacerle saber que todo estaba en orden y empecé a desayunar, iniciando con el huevo. —¿Tienes una idea para ir a las profundidades?— Cuestioné mientras le daba un mordisco al trozo tostado de pan. —Los respiradores son costosos, incluso para mi, y no se venden en cualquier parte..

Esa era la única idea que vino a mi mente, nada más, usar los respiradores y esperar a no morir por hipotermia por las bajas temperaturas...

—Lo veo bien, no conozco a nadie que pueda o quiera ayudarnos...

—Ni deberías pedir ayuda a nadie más, Keisuke —le recordó, muy serio—. Por mucho que te parezca que pueda ayudarte, por mucho que te caiga bien y creas que vaya a colaborar… Una palabra de esto a la persona equivocada y no solo el plan se va al traste, Keisuke, sino tu vida también. Lo entiendes, ¿verdad? —preguntó para asegurarse—. Tus amigos elegirán a su Arashikage antes que a ti, tengas o no razón. Es muy importante que lo tengas claro.

Como el amejin se fuese de la lengua con la persona equivocada estaban acabados. Y si de algo podía pecar Keisuke, eso era de ser demasiado confiado. Después de todo, había confiado a un extranjero un secreto de estado. Su intuición con Datsue había sido buena… pero mejor no tentar a la suerte.

La camarera trajo luego la limonada a Keisuke, y fue entonces cuando, ya de nuevo solos, el amejin preguntó si tenía algún plan para sumergirse en el lago. El Uchiha hizo un ademán con la mano, restándole importancia.

—Le estás dando demasiada importancia a eso, Keisuke. Nuestro problema no va a ser el de respirar bajo el agua, sino el de seguir haciéndolo una vez salgamos de ésta —le indicó—. Algún modo encontraremos. Y sino… ¿Cuánto dices que cuestan esos respiradores? Pongo yo dinero si hace falta. —Que Datsue propusiese pagar de su propio bolsillo un elemento tan costoso, sin siquiera dudarlo, indicaba la gravedad del asunto.

»Otra cosa, quiero comprobar tu nivel, Keisuke. Perdóname si con esto te ofendo, pero necesito luchar contra ti. Esta vez de verdad, sin limitarnos a kenjutsu —le pidió. Quería saber realmente el tipo de ninja que tenía a mano.

Las alarmas del Uchiha no pasaron por desapercibido el hecho de que por mi mente paso la consideración de solicitar apoyo a algún otro ninja de la lluvia, aguanté heroico el reproche del jounin. —Eso ya lo sé...— Respondí a la aseveración de mi posible muerte. —El honor y la lealtad está primero, yo haría lo mismo sí no hubiese visto lo que vi, e incluso ese no es motivo para dejar de confiar en mi gente.

Seguí comiendo bocado a bocado lo que quedaba en mi plato. —Gracias.— Expresé a la camarera para luego llevar el vaso a mis labios y dejarme refrescar por la fría bebida.

"¿Va a comprar los respiradores?" Saqué cuentas rápidamente. "El sueldo de jounin ha de ser muy bueno..."

—Sí mal no recuero cada uno cuesta 5000 ryous.— Dejé caer el precio como sí se tratase de algo pesado, muy pesado, ¿tendría 15000 ryous en sus ahorros?

»Otra cosa, quiero comprobar tu nivel, Keisuke. Perdóname si con esto te ofendo, pero necesito luchar contra ti. Esta vez de verdad, sin limitarnos a kenjutsu —

Terminé de comer y le di otro sorbo a la limonada. —Vaya... No tengo ninguna oportunidad, sigues siendo jounin y yo un genin.— Dije primeramente. —Además de que mi entrenamiento no está dirigido para hacer frente a batallas, solo busco saber defenderme y buscar dar un ataque decente...— Admití.

—En vista de que vamos a meter la pata hasta el fondo, será bueno que sepamos bien nuestras habilidades, ¿no?.— Pregunté viendo directamente a sus ojos. —Después de todo vamos a ser un equipo.— Aclaré, o eso tenía en mente. —Soy un shinobi médico, es a lo que me dedico.— No tardé en anunciar.

Datsue tomó un sorbo de café…

—Sí mal no recuero cada uno cuesta 5000 ryous.

…y el café salió escupido en forma de cono desde la boca de Datsue, empapando la mesa y parte del suelo.

—¡¿Cómo dices?! —exclamó él, incrédulo. ¿De verdad había dicho cinco mil ryos? ¡Aquello era una fortuna! Mucho más de lo que nunca había tenido junto. Si se ponía a vender todo su armamento, quizá le diese para uno, pero aún así...—. Oh, ¡l-lo siento! ¡M-mil perdones! —se apresuró a disculparse, cuando captó la mirada encendida de la camarera acercándose. Era de esas que, si las miradas matasen, Datsue ya se encontraría en el Yomi.

Mientras ella limpiaba el desaguisado, él se disculpaba una y otra vez, doblando el cuerpo en una reverencia por cada una de ellas. «No me quedará más remedio que dejar propina», pensó, cabizbajo.

Minutos más tarde, los jóvenes lograron continuar su conversación, y Keisuke le aseguró que no estaba hecho para combatir. Que él, en realidad, era un ninja médico.

—Vaya… —Decían que tener un ninja médico en el equipo aumentaba drásticamente el porcentaje de éxito en una misión. Pero no era lo que más necesitaban para aquella, precisamente—. Pues esperemos no necesitar de tus habilidades —se permitió bromear—. Yo soy un experto en fūinjutsu —le informó—, y me defiendo con las ilusiones y los katones.

El precio tomó por sorpresa a Datsue, fue como sí de una caricatura se tratase, este escupió el café contaminando del liquido y saliva parte de la mesa y el suelo, por instinto me aparte para que ninguna molécula llegase a tocarme. —Te dije que eran caros jajajaja.— Reí al ver como se disculpaba con la camarera, que ahora limpiaba el suelo.

"Ya decía yo... Es que quincemil ryous solo lo han de tener personas realmente ricas."

Obviando el último percance con los precios y el café; la conversación siguió su curso hacia nuestras habilidades y demás, el pelinegro reveló que era un maestro en el sellado, el mundo de las ilusiones y la pirotécnica. —Interesante... Sólo por curiosidad... ¿Cuántos elementos llega a dominar un jounin?— Pregunté interesado. —Es que... Sí mal no recuerdo cuando entrené con Akame le vi utilizar tres técnicas elementales diferentes... Fue... Asombroso, sí.— Concluí.

Me levanté del asiento y empecé a sacar las monedas para cancelar. —¿Sabes qué? Me he animado, vamos a realizar ese entrenamiento que me dijiste.— Dije motivado. —Solo no me mates por favor jajaja.

Datsue alzó una ceja, sorprendido. «¿Akame tres elementos?». Siempre había sido un prodigio, pero eran demasiados incluso para él. Seguramente, simplemente había utilizado alguna técnica copiada.

—Depende del jōnin, Keisuke. Como todo —resumió. Él, por ejemplo, solo dominaba uno. También porque dedicaba mucho tiempo al estudio del fūinjutsu. Pero conocía gente que dominaba dos, tres… e incluso había oído hablar de alguien que manejaba hasta cuatro. Un verdadero genio, sin duda.

—¿Sabes qué?

El Uchiha alzó la mirada, intrigado. Keisuke se estaba motivando mientras hablaba, y finalmente terminó por aceptar el duelo que Datsue le había propuesto al principio del desayuno.

—Bien, ¡vamos! —Nunca había sido muy fan de combatir. No, al menos, sin público, o luchar por nada más que la satisfacción personal y el ego propio. Pero tenía la oportunidad de comprobar el nivel real de Keisuke, y no podía desaprovecharlo.

Dejó una propina —para él generosa— por las molestias ocasionadas y se terminó el café con un último trago.




Datsue y Keisuke se habían alejado de la villa, buscando un sitio tranquilo y alejado en el que pudiesen combatir sin ser interrumpidos ni molestar a nadie. Sus pasos, de manera irónica, les condujeron hasta una terma totalmente natural, de quince metros de diámetro, que se encontraba al lado de un río, separados por no más de diez metros de tierra negra. El terreno era bastante irregular y plagado de piedras, uno que dificultaría el combate a taijutsu y los sprints.

—Donde tú quieras, Keisuke —le concedió—. Elije el terreno que mejor se adapte a tus habilidades.

Y la respuesta a mi interesante pregunta fue un simple "depende de..." Era evidente que en cada persona sería diferente. —Claro...— Comenté decepcionado por la falta de información, sobre todo porque quería tener algún dato extra sobre Uchiha Akame, pero Datsue no había caído en ello.

—Vamos.


Tras unos cuantos minutos de caminata llegamos al exterior de la villa, a un terreno terreo negruzco, totalmente solo, adornado por varias grandes rocas que dificultarían el libre transito, dicho terreno se encargaría de dividir una vena de agua de una terma única y aislada de un tamaño mediano a mi parecer, o incluso pequeño.

—Que raro que nadie ha puesto sus manos sobre esta terma... Debe alimentarse de algún lugar.— Aseguré mientras me acercaba a ella y le miraba más de cerca.

—Cuando la rescatemos tendrás un adversario natural... Imagínate lo que los usuarios del suiton podrían hacer viendose rodeados de tanta agua...— Comenté, porque no sería solo el lago, sino también la lluvia. —Creo que me quedaré aquí.— Anuncié mientras me plantaba en el medio de la terma.

Estiré mis brazos y piernas, al igual que mi cuello y el resto de mi cuerpo. "Aún no sé que hacen sus ojos..."

—Cuando quieras.— Comenté cuando estuve listo. —Oh... Por cierto, tu sensei va a castigarte.— Reí al caer en cuenta. —Llevas toda la mañana sin practicar.

Keisuke tenía razón. Luchar en un lago era el sueño de todo suitonero. Todavía recordaba su combate contra Daruu, en el que, de hecho, se había creado su propio lago artificial para combatir. No obstante, Datsue sabía que, fuese cual fuese el plan, no incluiría enfrentarse a los shinobis de Ame. No, al menos, de forma prevista. Pues eso era casi como suicidarse.

—Oh... Por cierto, tu sensei va a castigarte.

—¿Eh? —Datsue alzó una ceja, confuso. No fue hasta pasados unos segundos, cuando el propio Keisuke se lo reveló, que cayó en la cuenta de la mentirijilla que le había contado el día anterior—. Ah, eso —activó el Sharingan—. Pues me temo que sí.

Sin una gracia. Sin una broma. Datsue estaba ya pensando en el combate. Su mirada, recorriendo la superficie de la terma. Su duelo contra Daruu le había enseñado que era un terreno muy peligroso si su adversario manejaba el elemento. Todavía recordaba el clon de agua que había creado a su espalda, un clon de agua al que le dio la forma de un taladro que impactó de lleno contra su espalda. Si Keisuke manejaba también dicho elemento…

…lo prudente sería enviar a un clon y quedarse él en la retaguardia, esperando la oportunidad. Pero Keisuke tenía razón en algo. Si el rescate salía mal, si, por casualidades del destino, les tocaba enfrentarse a un shinobi de Amegakure en medio del lago, el Uchiha debía estar preparado. Debía colocarse en lo peor. Debía colocarse él mismo en situación de desventaja para curtirse en el medio. «Dios... Pienso como si de verdad tuviese los huevos de hacerlo»

Esbozó una sonrisa triste, y avanzó hasta colocarse a cinco metros de Keisuke —Datsue siempre había sido bueno para medir distancias a golpe de vista—, y tres metros de agua a sus espaldas. Realizó entonces el Sello de la Confrontación. Emitió un largo suspiro…

…y sus manos entrelazaron tres sellos adicionales.

—¡Katon, Hōsenka no Jutsu! —exclamó, tras hinchar el pecho, y disparando por la boca cinco bolas flamígeras que avanzaron hacia Keisuke. La primera, directa al torso. La segunda y la tercera, un metro hacia su derecha e izquierda respectivamente, por si pensaba evadir hacia allí. La cuarta y la quinta, dos metros hacia su izquierda y derecha, todavía para reducir más el espacio en el que pudiese esquivarlas todas.

Esperé a que mi rival se colocase en posición, aproximadamente cinco metros nos separaban, imité el sello protocolar para luego poner e alerta todos mis sentidos, estaba listo para aquel combate.

Datsue fue el primero en actuar, entrelazó sus manos en una secuencia corta pero igual de letal y no por ello debía confiarme, de su interior surgieron varias bolas ígneas que viajarían hacia mi, limitando mis movimientos. Sonreí y entonces mi cuerpo se hundió repentinamente en el agua, esquivando sin ningún esfuerzo todos los proyectiles del Uchiha.

Emergí del agua cuando el peligro pasó, o sea, un segundo posterior al paso de las llamas, el líquido caía por todas partes y ahora me encontraba totalmente húmedo y caliente, mi piel estaba un poco enrojecida por el repentino aumento de temperatura.

—Quizá con el próximo intento tengas un poco más de suerte.— Alenté mientras abría los brazos en señal de que dejaría que volviese a atacar.

Teniendo los flancos cubiertos, y sabiendo que quedaría en una posición vulnerable si decidía esquivar las saetas flamígeras saltando al cielo, Keisuke optó por aprovechar el terreno en el que se encontraba y sumergirse en la terma. Una buena idea, una gran idea, que contaba, no obstante, también con una debilidad.

Y es que todo aquello que se sumerge tarde o temprano vuelve a emerger.

«¡Ahora!», pensó Datsue, formando el sello del Carnero a una mano cuando vio a Keisuke salir. Era la oportunidad perfecta. Un breve momento de vulnerabilidad que el Uchiha pensaba explotar. El Sunshin no Jutsu le impulsó hacia él, cuando éste todavía estaba de cintura para abajo sumergido en el agua. Las manos de Datsue, raudas como un rayo, tomaron la cabeza del amejin por ambas sienes. A su vez, su pierna derecha avanzaba como el martillo sobre el yunque. Con un único objetivo. Con una única misión.

¡Bang! Rodillazo en la cara, que catapultaría a Keisuke varios metros atrás.

—¡Tómatelo en serio! —le exigió Datsue, enfadado. ¿Qué era eso de salir tan pancho de la superficie del agua? Ya no estaban jugando como en el dojo, ¡aquel era un combate serio!

Y justo en el momento en que estaba emergiendo, sin llegar a salir totalmente del agua, Datsue me sorprendió acercandose ultra-rápido y tomando mi cabeza, para luego clavar su rodilla en mi cabeza y terminar de sacar mi cuerpo de la terma; fui impulsado un par de metros, quedando en el margen de la piscina natural.

"Auch..."

Me puse de pie mientras escuchaba la reprimenda por parte del jounin, quién sonaba un poco irritado.

La distancia que nos separaba ahora sería alrededor de los siete metros, llevé mi mano a mi porta-objeto y saqué tres shurikens con mi diestra y los lancé directo al tronco del Uchiha, posterior a ello hice una corta secuencia de sellos y del agua delante de mis pies surgió una masa que se separó de la terma que en pocos segundos tomó la forma de una de las bestias más temibles del mar, un poderoso tiburón.

Moví mi siniestra en dirección a la posición del ojirojo, en menos de un segundo mi proyectil se tiró en embestir el cuerpo del pelinegro.

Datsue dejó que Keisuke se levantase mientras tomaba aire. Algunos pensarían que era una especie de concesión, pero la realidad era que le venía bien un pequeño respiro. Pese a que el combate acababa de empezar, el Sunshin no Jutsu siempre le hacía pensar que estaba en baja forma. Tal era el impacto que tenía en su cuerpo.

El amejin, no obstante, no tenía signos de cansancio por el momento. Sacó tres estrellas metálicas, que lanzó directas al torso del Uchiha. Ni siquiera trató de cubrir sus flancos, apuntando los tres shurikens al centro de la diana. El problema era que, aquella diana en particular, no se quedaba quieta. Con un movimiento económico y preciso, Datsue movió su cuerpo hacia un lado, evitando el ataque con la ley del mínimo esfuerzo.

Acto seguido, copió e imitó los sellos que Keisuke estaba realizando, haciendo surgir un gran tiburón de agua de la superficie de la terma. Al igual que Keisuke, apuntó con un brazo a su contrincante.

—¡Suiton: Gran Tiburón Blanco! —No tenía ni idea del nombre de aquella técnica, pero viendo la forma de ésta, se imaginaba que sería algo parecido.

Los tiburones colisionaron en el centro, y, como pasaba en el vientre de las madres de aquellas bestias, el más grande se comió al pequeño. Así pues, el tiburón de Datsue siguió avanzando, como si hubiese olido sangre fresca y fuese directo hacia su presa: Keisuke.

—¡Adelante, Kaido! —se permitió bromear.

Los shurikens siguieron de largo sin cumplir su misión, distraer al pelinegro, porque éste no tardó en realizar los mismos sellos que yo. "Un momento..."

"¿Él sabe suiton?" Quedé anonadado ante la revelación, ¿cómo era posible?

Al momento en que mi técnica surgió, frente a Datsue apareció un tiburón también, un poco más temerario que el mío. Ambas bestias se acercaban en un directo impacto para demostrar quien era el ganador, el momento de la colisión llegó y solo uno salió vencedor... El tiburón del ojirojo, éste se alzó orgulloso y siguió la orden de su creador, buscar su siguiente presa.

Ante la sorpresa de ver como éste Uchiha también manejaba el elemento agua mi cuerpo no reaccionó tan rápido y para cuando quise moverme ya tenía los afilados dientes del tiburón frente a mi, la embestida fue inminente y tras la agresión mi cuerpo descansó sobre las piedras que cuidaban la terma, una dura caída...

No tardé en incorporarme con un poco de indignación, estaba empezando a cansarme por el uso del chakra y por aquel golpe tan potente. —Dijiste que solo usabas el elemento fuego!— Recriminé mientras me acercaba lentamente al borde de la terma.