—¿Q-qué? —balbuceó, sorprendido—. Por los Dioses, Keisuke… Solo estaba… ¡Solo estaba comparando! —tuvo que confesar. ¿Por qué todo el mundo pensaba que era gay? Primero Noemi, luego Koko, Daruu, y ahora Keisuke. ¡A ver si tenía que empezar a replantearse algunas cosas!—. ¡Y no me digas que tú nunca has echado algún que otro vistazo, porque todos lo hemos hecho!

Fue decir aquellas palabras y escuchar la atronadora voz de un hombre, peludo y pasado de peso, que inconfundiblemente rio ante el comentario que había hecho. Datsue se dejó contagiar y acabo riendo también.

Keisuke, por otro lado, aprovechaba cada oportunidad para sacar ventaja. Que si permanecería allí un par de días y tendría todo el tiempo del mundo para enseñarle… Que si sería un acto de caridad a un huérfano… El joven sabía dónde apuntar para hacer daño, aunque, para acertar con Datsue, primero tendría que encontrar con uno de sus puntos débiles de verdad.

Porque no, la compasión no era uno de ellos.

—Pues sí, tío, sí. Eso me dijo —aseveró, en referencia a Ayame y Kaido—. A mí me cuesta muchísimo creerlo también, la verdad. Quién sabe. Quizá solo lo hizo por malmeter —aventuró. O, más bien, hizo que aventuraba. Porque el único que estaba malmetiendo allí era él.

—¿Koutetsu? —Datsue nunca había sido bueno para los nombres. Pero que él jurase…—. No me suena de nada. ¿Uzujin, intuyo? ¿Qué rango ostenta?

Datsue admitió, con bastante verguenza, o eso puedo percibir, que todo se debía a tamaños y proporciones entre las diferencias de los cuerpos.—Oh...— Ahora lo comprendía, sabía el porqué de la forma de actuar del pelinegro.—No te acomplejes hombre.— Dije con un tono de consolación. Sin embargo, él buscó justificarse de alguna otra manera, quería intentar limpiar su imagen y recurrió a anunciar que en algún momento yo había hecho lo mismo. —Claro, cuando tenía como siete años!— Admití, eran tiempos de inocencia.

Me aseguré de quitar toda la espuma de mi cuerpo y cerré el grifo, luego me puse prácticamente al costado del ojirojo. —Mejor que no quede duda y lo veas muy bien, sí quieres buscamos una regla y todo!— Comenté con un tono jocoso y en vista de que nos encontrábamos entres bromas, decidir constatar porqué el Uchiha se sentía tan acomplejado...

"Quien diría que esa chica fuera por allí metiendo chismes de sus compañeros..." Fue lo único que pude pensar de la actitud de Ayame. "O mejor dicho mintiendo sobre Kaido... ¿Le tendrá rencor?"

—Ya sabes... Moreno, cabello blanco, como de mi tamaño, ojos grises y lleva una espada.— Describí rápidamente según recordaba. —La última vez que lo vi era genin, pero como ustedes todos andan subiendo de rango no sé... Puede que haya ascendido o no.— Dije sin más.

"Parece que Koutetsu no es muy popular..."

Salí del área de las duchas y caminé lentamente por el pasillo buscando la piscina de agua caliente. —Espero que puedan aliviar este cuerpo maltratado jeje.— Dije al localizarla y dirigirme directamente hacia allá.

—¿Acomplejarme? —preguntó, ya salido de la ducha y tomando una toalla—. ¡No prejuzgues de forma tan precipitada, Keisuke-san! —exclamó, aunque en tono jocoso—. O seguirás genin toda tu vida —Una pulla por otra—. Los jōnins nunca sacan conclusiones precipitadas —dijo con voz altanera, como si fuese un veterano de toda la vida y no un recién ascendido.

Ante la broma de Keisuke de sacar una regla, el Uchiha no pudo hacer más que reír.

—Iba a comentar una sobrada, pero… Bah —hizo un ademán con la mano, como quitándole importancia—, venga, vamos. Que quiero probar ya las famosas termas.

Mientras aguardaba, el amejin sacó el tema de Koutetsu. El Uchiha jamás oído aquel nombre, ni le sonaba para nada su descripción. «¿Pelo blanco? Así era Haskoz, ese que era tan amigo de mi Hermano antes de estirar la pata. Pero aparte de él…».

—No, tío. No lo conozco —dijo, negando con la cabeza—. Venga, ¡vamos!


Minutos más tarde, Keisuke y Datsue se encontraban al aire libre, con varios baños entre los que elegir. Uno era una enorme bañera herbal —Datsue lo supo por el color verde de su agua—. Otro, segúnun cartel que lo indicaba, una bañera con agua muy fría, perfecta para dar un cambio brusco a la temperatura de tu cuerpo. Había un jacuzzi, una sauna…

… y lo que había estado buscando Datsue: un gran baño con chorros. Chorros que salían tanto debajo del agua como por encima —estos últimos salían de las fauces de unas serpientes de roca, distribuidos por los laterales de la piscina—, de intensidad variable.

Por suerte para ellos, aquel era el baño más impopular de todos. Apenas había clientes. Datsue dobló su toalla y la colocó sobre la cabeza antes de sumergirse en el agua, tan caliente que su primer impulso fue salir de allí de un salto.

Lo soportó, y sin darse cuenta su Sharingan se desactivó. La falta de concentración y de costumbre habían sido las responsables.

—¡Uau! Tienes que meterte aquí, compañero.

Al parecer Datsue tomó lo del complejo como parte de la broma, realmente no lo consideraba así, su actitud demostraba lo contrario, o por lo menos es lo que yo percibí al respecto.

—O seguirás genin toda tu vida

"Sí, claro..." Aprovechó el momento de relajo para seguirme el juego.

Lo de la regla fue suficiente para que el pelinegro se riera a carcajadas, incluso podría decir que sí seguía riendo lloraría de la risa. —Iba a comentar una sobrada, pero… Bah— Le restó importancia al asunto.

—Vamos, dilo!— Exigí, ese tipo de acciones solo lograban aumentar mi curiosidad.

—No, tío. No lo conozco — Negó con la cabeza. ¿Es que nadie conocía a Koutetsu? Él también participó en el torneo de los dojos y nadie parecía recordarle, ni siquiera la gente de su propia villa...


Al salir pude sentir el viento correr, ante mis ojos se abrieron posibilidades que dificultaría mi decisión sobre cual terma sería la primera en probar. Frente a mi estaba una rodeada de rocas y de líquido verdoso, según tenía entendido era alta la probabilidad que tuviese un contenido herbario, más allá logré ver una con agua fría, visualicé bien donde estaba. "Sí me da mucho calor ya sé dónde venir..." Sonreí y entonces seguí los pasos de Uchiha, pronto llegó la imagen de un jacuzzi burbuejeante y a un par de pasos un puerta de madera con una ventana que dejaba ver a su interior, me asomé sin dudarlo. "Definitivamente vendré al sauna también."

El atractivo popular de las termas, era ahí en donde me encontraba ahora, un gran baño rodeado de varias figuras de serpientes rocosas, que desde sus bocas surgía un chorro de agua, al igual que desde ciertos puntos del interior de la terma. Era raro ver la poca gente que se encontraba en ese momento, ¿sería por la hora? "En las noches se debe llenar."

—¡Uau! Tienes que meterte aquí, compañero. Sugirió el pelinegro desde el interior.

—Ya voy...— Me encontraba en el borde, observando el agua y preguntándome cuan caliente podría estar... Metí lentamente mi pie derecho y luego el izquierdo. "Es tolerable sí" Me dije mientras quitaba la toalla y me adentraba con un poco más de rapidez, sin embargo, noté que era una mala idea y ya no había paso atrás... "Aahh ¿por qué entré tan rápido" Mi piel ardía y ya me encontraba con más de la mitad del cuerpo adentro. Esperé un par de segundos hasta que mi cuerpo se adaptó al cambio. —Sí que está caliente.

—Imagino que estos chorros darán un buen masaje.— Concluí y me dispuse exponer mi espalda y hombros a aquella potente presión de agua.

"Ya lo desactivo, sí su sensei estuviese aquí quizás le regañase" Reí.

—Aaouuou.— Expresé cerrando mis ojos con cara de placer. —Se siente fenomenal, sientes que te estás cocinando, pero después estás todo relajado.

Poco después de Keisuke, fue el propio Uchiha quien se animó a probar aquellos chorros que salían a alta intensidad. Primero, con la espalda, dejando que trabajasen sus hombros, y luego incluso se animó a darse la vuelta y que le diesen en el pecho.

—¡Me cagüendiez, esto es la leche! —exclamó Datsue, maravillado y sorprendido por la fuerte presión a la que salía el agua—. Eh, tío, esos salen todavía más fuertes —indicó tras haberse relajado un rato, señalando cuatro grandes serpientes que sobresalían del centro de la bañera, expulsando un tremendo chorro en cada dirección.

El Uchiha no dudó en nadar hasta allí, al estilo rana, o, como le gustaba llamarle él, al estilo kusajin.

—¡Uoooooouuuuu! —exclamó, atrayendo alguna que otra mirada ceñuda. Se suponía que en aquellos baños no se podía montar escándalos, pero la presión que ejercía el agua contra su espalda era tan fuerte que le empujaba hacia adelante y no le permitía mantener la posición—. Por Shiona, en paz descanse, es como recibir uno de esos suitones de Daruu. —Lo reconocía, solía encontrar excusas mejores que aquella para retomar una conversación—. Que a todo esto, ¿le conoces? Es de tu Villa.

—¡Me cagüendiez, esto es la leche! —exclamó Datsue, encantado, al sentir los beneficios de aquel chorro hídrico.

—Sabía que te iba a gustar.— Por mi parte me quedé en dónde estaba, cerré los ojos y estaba disfrutando del masaje en mi espalda y hombros, en ocasiones me movía para sentir la calidez un poco más arriba, en mi cuello.

—¡Uoooooouuuuu! —

Abrí los ojos al escuchar aquel alarido placentero por parte de Uchiha. Él se encontraba en el centro de la piscina, recibiendo el chorro de una fuente central. "Vaya que sí llama la atención, varios le están viendo..." Entonces hizo una comparación de que aquella cascada se asemejaba a una de las técnicas del mismísimo Hyuuga Daruu, y luego preguntó por él...

Abandoné mi masaje para acercarme a dónde se encontraba él y ubicarme cascada aledaña.—Lo he visto sí, pero no le conozco mucho...— Comenté relajado y volví a cerrar los ojos. Este nuevo chorro sí que era potente, nada que ver con el anterior, podía decir que en un par de minutos mi espalda estaría totalmente relajada. —Tiene el byakugan, pero todos los que fueron al torneo de los dojos lo saben, no es nada nuevo para usted...

—Sabes, Datsue...— Pensé en lo que diría a continuación. —La única persona por la que tenía interés en saber de Uzugakure era Koutetsu.— Preparé el terreno para lo que venía ahora. —Al parecer conoces varios compañeros de mi aldea, no dudo que conozca más, pero no obtengo ningún beneficio hablando de ello a un jounin de otra aldea.— Dije sin más, sabía bien que él no era tan bobo y que comprendería a lo que me refería.

—Es una lástima salir de aquí con la espalda, cuello y hombros tan relajados y que los demás músculos no se vean beneficiados de la misma manera.— Admití. —¿Darán masajes de cuerpo completo?— Pregunté al aire.

En efecto, el byakugan de Daruu no era nada nuevo para él. Probablemente conociese mejor aquellos ojos que el propio Keisuke, compatriota suyo. Lo que a él realmente le interesaba era desviar la conversación para…

—Sabes, Datsue...

Datsue se tuvo que quedar con las ganas de poder continuar hablando. El amejin, en un arranque de sinceridad, reconoció que no sacaba nada hablando de sus compañeros de Villa. Que su único interés era por Koutetsu, y que al Datsue no conocerle, no ganaba nada a cambio de aquella conversación.

—Así que funcionas de ese modo, ¿eh? —entrevió—. No vas a saciar la curiosidad ni tranquilizar a este pobre corazón que se preocupa por el estado y la salud de sus amigos extranjeros si no sacas nada a cambio. ¿Intuyo entonces que todo lo haces por un precio? —Aunque lo pareciese, Datsue no le estaba criticando. De hecho, estaba haciendo una definición bastante fidedigna de sí mismo—. ¿Masajes? Pues ni idea —respondió al respecto, no muy interesado en el tema.

—Así que funcionas de ese modo, ¿eh? — Manifestó un tanto decepcionado.

—Me gustaría creer que el mundo no funciona así, pero no voy a poner una venda en mis ojos.— Vino a mi mente aquellas palabras de Uchiha Akame, en las cuales me decía que era una persona "caritativa" que podía ser sinónimo de benevolente, lo que podría definirse como una persona buena, pero no por eso significaba que fuese tonto, o por lo menos no tanto.

—No vas a saciar la curiosidad ni tranquilizar a este pobre corazón que se preocupa por el estado y la salud de sus amigos extranjeros si no sacas nada a cambio. ¿Intuyo entonces que todo lo haces por un precio? —

Las palabras de Datsue picaron en el fondo de mi, aflorando algo conocido como remordimiento, ¿y sí en serio estaba preocupado por los demás? ¿Sí cometía un error al juzgarle así? —Sólo digo que es similar a lo que me dijiste... Como entrenar a un shinobi de otra aldea... ¿no?— Dudé...

"Espero no arrepentirme de esto".

—Para que veas que no soy malo, dejaré que me preguntes por una única persona y ya, nadie más.— Abrí mis ojos y le vi directamente. —Sí tanto te preocupas por ellos podrás escribirles una carta o algo...— Manifesté luego pensando en que esa era la debida respuesta. —Entonces... ¿Quién será esta vez?

—Me gustaría creer que el mundo no funciona así, pero no voy a poner una venda en mis ojos.

Datsue entornó ligeramente los ojos. Aquellas palabras le sonaban demasiado a su Hermano. Fuese como fuese, la conversación siguió su curso, y el Uchiha pareció apuntar bien con sus últimas palabras, pues el amejin cedió un poco. Le permitió hacer una última pregunta, y hasta le sugirió, si tanto se preocupaba por ellos, que les mandase una carta.

El Uchiha no pudo evitar sonreírse. Ayame le había dicho algo parecido, no hacía tanto.

—Si los carteros pudiesen llegar hasta la Villa Oculta de la Tormenta, creo que sobraría una palabra en ese nombre —comentó. Pero no hizo más hincapié en el tema. El amejin le ofrecía gastar un último cartucho, y no iba a desperdiciarlo. Porque la pregunta que había estado esperando hacer desde el momento en que había visto su bandana, era…—. Watasashi Aiko. ¿La conoces? —y contuvo el aliento para oír la respuesta, mientras salía del alcance del chorro de agua. Si resultaba que Keisuke no la conocía… Todo aquello habría sido para nada—. Hace tiempo que no sé nada de ella, y la verdad es que estoy preocupado. —Aquellas fueron las palabras más sinceras que Uchiha Datsue había soltado en el día.

—Si los carteros pudiesen llegar hasta la Villa Oculta de la Tormenta, creo que sobraría una palabra en ese nombre

—Estoy seguro que de alguna forma harán llegar la mensajería al interior de las villas...— Balbuceé sin poder dar una respuesta adecuada a ello.

Datsue no desaprovecharía la oportunidad que le brindaba, así que sin dudarlo disparó su última munición... — Watasashi Aiko. ¿La conoces? — Escuchar ese nombre hizo que mi rostro cambiase totalmente, ya no estaba relajado, sino más bien serio. No sabía si él pudo notarlo, pero lo que ocurrió luego demostró que estaba bastante interesado en el asunto porque dejó a un lado su masaje y se acercó más a mi.

Mis ojos veían los ojos negros del pelinegro, pero mi boca no manifestaba ninguna palabra de interés para él, por lo que decidió insistir un poco más. —Hace tiempo que no sé nada de ella, y la verdad es que estoy preocupado.

—Sí, sí la conozco.— Dije para soltar un suspiro un tanto melancólico, baje la vista al agua de la terma en la que me encontraba y me era difícil no imaginarme la imagen de la kunoichi hundirse entre las profundidades del lago de Amegakure No Sato.

—Ella... Ella no estará disponible por un largo tiempo, la última vez que la vi fue el año pasado y sé que no la volveré a ver...— Comenté, manteniendo mis ojos ámbares enfocados entre las ondas y burbujas que producían las cascadas.

Notó la tensión en torno a la boca de Keisuke al oír el nombre de Aiko. ¿Por qué? ¿Por qué se ponía tan serio? ¿Acaso la conocía? ¿Acaso le había pasado algo? Con cada pregunta que se hacía, la presión que sentía en el pecho se iba haciendo más y más grande.

—Sí, sí la conozco —dijo finalmente. Pero lo que sin duda eran unas palabras alentadoras, el tono de su voz y su expresión corporal las convertían en desesperanza. En una preocupación todavía mayor—. Ella... Ella no estará disponible por un largo tiempo, la última vez que la vi fue el año pasado y sé que no la volveré a ver...

—¿Q-qué? ¿Cómo? —Sus palabras eran como un idioma extranjero. No alcanzaba a comprenderlas. ¿Cómo que no iba a estar disponible por un largo tiempo? ¿Y qué era eso de que no volvería a verla? ¿Acaso no se encontraba en la Villa? ¿Acaso la dirección en la que apuntaba su sello-brújula era otra dirección?—. Keisuke, ¿a qué te refieres con…? ¿Acaso está de misión? ¿O es que…? —No, no podía estar muerta. Ella era inmortal. La había visto con una lanza atravesándole el corazón y aún así levantándose como si nada hubiese pasado. No podía ser, no podía ser, no podía ser…—. Keisuke, por favor, dime que le está pasando. ¿Querías que te enseñase un Genjutsu? Hecho. ¿Dinero? Hecho también —Cualquier trato le valía—. Pídeme lo que quieras, Keisuke, y es tuyo.

—¿Q-qué? ¿Cómo?

Levanté lentamente la mirada para ver la expresión facial del pelinegro, estaba bastante sorprendido, se veía confuso, y no sabía el porqué, ¿por qué tanto interés en ella? No obstante, mi rostro seguía demostrando seriedad en el asunto, y aunque ahora no me encontraba cabizbajo, no mantenía un contacto directo con sus ojos.

—Keisuke, ¿a qué te refieres con…? ¿Acaso está de misión? ¿O es que…? — Dijo nervioso, podía sentirlo, desde ahí notaba como él se exasperaba por el pasar de los segundos, segundos en los que yo alargaba su agonía y me mantenía en silencio. —Keisuke, por favor, dime que le está pasando. ¿Querías que te enseñase un Genjutsu? Hecho. ¿Dinero? Hecho también. Pídeme lo que quieras, Keisuke, y es tuyo.

Tragué grueso al escuchar sus ofertas, y no específicamente por lo que ofrecía, sino porque estaba dando una especie de recompensa por información, como sí él la conociera bien, cómo sí fuera más que una kunoichi para él... —Y-yo... Lo siento, es algo delicado el asunto.— Comenté un tanto nervioso también, mis labios temblaban un poco y mi rostro se arrugó por un instante, y luego recuperaron su apariencia habitual. —No sé que clase de relación tenías con ella, pero es algo de lo que no estoy autorizado a hablar.— Zanjé sin más.

Ahora me sentía mal, sentí pena por Uchiha Datsue, sentía verguenza de saber la verdad.

¿Delicado? ¿¡Delicado!? El Uchiha tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad. Pagarlas con él y enfadarse era lo peor que le convenía en aquel momento.

—No sé que clase de relación tenías con ella, pero es algo de lo que no estoy autorizado a hablar.

Tenías con ella, tenías con ella, tenías con ella… Las palabras de Keisuke resonaron en su cabeza como un eco grave y continuo. Aquella simple frase, aquella palabra, contenía un significado mucho más profundo de lo que podía parecer. Puede que incluso más de lo que Keisuke era consciente.

—¿Tenía? —logró balbucear—. ¿Cómo que tenía? ¿Por qué lo dices en pasado? Como si ella estuviese… —negó con la cabeza. No, tenía que ser otra cosa. ¡Se negaba a aceptarlo!—. Keisuke, ella es inmortal. Lo sabes, ¿verdad? Es imposible que esté muerte, ¿me oyes? ¡Imposible! —exclamó Datsue, y de nuevo tuvo que esforzarse por contener la ira que reverberaba en cada poro de su ser.

Debía tranquilizarse. Analizar la situación. Buscar la verdad tras los gestos de Keisuke. Tras sus miradas. Tras sus palabras. Tras su silencio. «No está autorizado a hablar», recordó entonces. ¿Quién no le iba a autorizar? «Un rango superior», concluyó. Un chūnin, un jōnin, o la mismísima Arashikage. ¿Por qué no le iba a autorizar? «Porque está de misión», pensó la parte más optimista de Datsue. «Porque fue acusada de traición», pensó la más pesimista. No se le ocurrían más opciones.

—Dime una cosa, Keisuke… —el tono de su voz se rebajó a un mero murmullo. El Sharingan volvió a brillar en su mirada—. ¿Está viva?

—¿Tenía? —Balbuceó, un escalofrío recorrió mi espalda, era un indicio de una mala señal. —. ¿Cómo que tenía? ¿Por qué lo dices en pasado? Como si ella estuviese… —negó con la cabeza. —. Keisuke, ella es inmortal. Lo sabes, ¿verdad? Es imposible que esté muerte, ¿me oyes? ¡Imposible! —Gritó Datsue, y de nuevo llamó la atención de varios de los clientes ahí, ahora sentía nuevamente sus agudos ojos fijos en nosotros.

—Datsue!— Reclamé con un tono de voz no tan alto. —Mira a tu alrededor, todos nos miran, baja un poco la voz o puede que nos saquen por hacer un escándalo.— Aseguré viendo a cada uno de los hombres que nos miraban.

Suspiré con pesar por como la conversación se tornó, por como Uchiha Datsue reaccionó ante una pequeña parte de la verdad.

Pasaron un par de segundos hasta que nuevamente se manifestó: —Dime una cosa, Keisuke… — Murmuró, volteé a verle directamente a los ojos y noté como sus ojos se tornaban rojo carmesí. — ¿Está viva?

Un silencio incómodo se hizo, uno que solo el flujo del agua era capaz de interrumpir, no me estaba negando a responder, es que estaba recordando los palabras de las mismísima Arashikage sobre las indicaciones especiales para sepultar el cuerpo de la inmortal.

—No estoy seguro, es algo confuso incluso para mi...— Suspiré con pesar de nuevo. —Según creo recordar, está en un estado en el cual se le hace imposible recuperarse totalmente, es como sí algo impidiese su regeneración.— Balbuceé con la mirada más en el horizonte que en las termas. —No podría decir con exactitud sí está viva o muerta, digamos que está en coma.— Concluí.

Keisuke tenía razón. No debía formar un escándalo. Lo sabía, lo sabía y se maldecía por no poder controlarse. Aquello no era propio de él. Pero es que el amejin, por otra parte, no ayudaba en el caso. Cuando le preguntó si Aiko estaba viva, en vez de responder en seguida, se mantuvo en un tenso silencio. Y cuando respondió, sus palabras no pudieron ser menos halagüeñas.

Aseguraba que estaba en una posición intermedia, en la que no podía recuperarse por completo. Que estaba media muerta, vaya, o que cuando se recuperaba lo suficiente para volver a la vida, moría de nuevo. En una tortura eterna, que le quebraría la mente y le haría olvidarse hasta de quién era. Luego Keisuke trató de endulzarlo, diciendo que podían asumir que se encontraba en coma.

Era mentira. Si realmente estuviese en coma, lo hubiese dicho desde el principio.

—Por qué no… —Tuvo que agarrarse una mano con la otra. No paraban de temblarle—. ¿Por qué no me dices exactamente en qué estado se encuentra? —preguntó, y el tono de su voz pasó a ser uno tan calmado que llegó a parecer artificial, inhumano—. Llegados a este punto, creo que me puedo hacer una ligera idea de lo que le ha pasado. No me chivaré de ti, ni diré nada. Lo juro.