Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
—Sí, y probablemente yo lo sería, de no ser por mis habilidades de Uzumaki, claro. Aunque espero que no trate a sus pacientes como nos trata a mí y a mi hermano, ¡esa bruja...!
Riko rió ante el dramatismo que la pelirroja le metió a su frase, con el puño al aire.
—Los médicos son geniales, ¿verdad? — Empezó el chico. —Hace un tiempo estuve a punto de ver como morían dos personas delante mía, pero por suerte apareció una anciana que conocía sobre el ninjutsu médico y les salvó, desde entonces, les tengo un respeto adicional a los que se dedican a la medicina. — Confesó sincerándose con Eri.
Pasó un poco de tiempo hasta que la hermana de la Uzumaki volvió hasta donde se encontraban ellos.
—A ver, que alguno de los dos me diga cómo ha acabado así tu pierna. Menos mal que esta no es tan grave...
Riko carraspeó ligeramente.
—Es-Es mi culpa. Estábamos haciendo un entrenamiento de combate y la lancé un kunai a la pierna que no podía esquivar, me sobrepasé, lo siento. — Aquellas disculpas iban dirigidas a las dos, tanto a Hotaro como a Eri, aunque con la última se había disculpado bastantes veces ya.
—Los médicos son geniales, ¿verdad? Hace un tiempo estuve a punto de ver como morían dos personas delante mía, pero por suerte apareció una anciana que conocía sobre el ninjutsu médico y les salvó, desde entonces, les tengo un respeto adicional a los que se dedican a la medicina.
—Guau... —respondió, alucinada la kunoichi —. Supongo que si salvas vidas es que estás haciendo bien tu trabajo, creo que los ninjas médicos tienen menos reconocimiento del que deberían —puntualizó ella —. Bueno, algunos más que otros...
Pero su conversación se vio privada por la aparición de Hotaru, que comenzaba a curar la herida de su hermana menor.
—Es-Es mi culpa. Estábamos haciendo un entrenamiento de combate y la lancé un kunai a la pierna que no podía esquivar, me sobrepasé, lo siento.
La mujer pareció querer replicar, pero se contuvo mientras comenzaba a emitir chakra verdoso sobre la pierna herida. Luego miró a Eri y bufó, algo muy característico de las hermanas, si Riko se fijaba.
—Al menos él lo reconoce, tú y tu hermano siempre me ponéis excusas baratas —le reprochó a la pelirroja —. No te preocupes, Senju, si estábais entrenando es normal que sucedan estos accidentes —ahora le hablaba a él, y por su tono y semblante, parecía que no estaba enfadada con el chico.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Riko se quedó unos momentos con la incógnita de cómo reaccionaría Hotaru, pues aunque soltó un bufido tras mirar a Eri, algo que ya había visto hacer a la pequeña de las dos, el tiempo se le hizo eterno hasta que, al fin, le respondió.
—Al menos él lo reconoce, tú y tu hermano siempre me ponéis excusas baratas. No te preocupes, Senju, si estábais entrenando es normal que sucedan estos accidentes
El Senju se quedó algo pillado, teniendo en cuenta las palabras de antes de Eri se esperaba que le echara una bronca de esas que se viven una vez en la vida, pero en su lugar, le había quitado importancia y simplemente se dedicaba a curar a su hermana.
—Puedes llamarme Riko en vez de Senju, se me hace algo raro. — Dijo el peliblanco, algo dubitativo. —¿No es grave, no? — Se atrevió a preguntar el chico, que estaba visiblemente en tensión esperando ver si curaba del todo a Eri.
—Puedes llamarme Riko en vez de Senju, se me hace algo raro ¿No es grave, no?
—No, Riko, no es grave —informó la chica, mientras seguía con el tratamiento —. Pero lo que más recomiendo es que Eri descanse por ahora hasta que la herida cicatrice, así lo hará más rápido y podréis entrenar de nuevo.
Se rascó la nuca brevemente antes de seguir durante unos minutos más, luego procedió a vendar la zona afectada con mimo y esmero, todo lo contrario a lo que parecía ser cuando hablaba con su hermana menor.
—Bien, ya está, puedes calzarte —dijo Hotaru —Ahora vete a casa a descansar, si no no mejorarás para el chuunin...
Eri dejó escapar un gritillo y miró a Riko con los ojos nublados.
—¡Riko-san! —gimoteó ella —. ¡Hay que descansar! —exclamó mientras se volvía a poner la bota y volvía a soportarse sobre las dos piernas —. Gracias, Hotaru-oneesan.
La mayor solo la fulminó con la mirada, luego sacó de su bata una piruleta y se la tendió a Riko.
—Toma, por aguantar a mi hermana.
Ella hizo una pose dramática.
—¡Yo también quiero!
—Para ti no, por mala, seguro que fue tu culpa por lo que el encantador de Riko probablemente te clavase el kunai.
Aquello cada vez era más surrealista.
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—No, Riko, no es grave. Pero lo que más recomiendo es que Eri descanse por ahora hasta que la herida cicatrice, así lo hará más rápido y podréis entrenar de nuevo.
Riko suspiró aliviado, al menos no le había producido una herida que la pudiera impedir el uso normal de su pierna y aquello le reconfortaba, aunque tal y como Hotaru explicó, debería descansar para recuperarse lo más rápido posible, y el peliblanco asintió, conocedor de aquel hecho.
—Bien, ya está, puedes calzarte. Ahora vete a casa a descansar, si no no mejorarás para el chuunin...
Y a la vez que Eri soltó un gritito, el Senju pegó un respingo, por su culpa podía ser que no pudiera entrenar en condiciones antes de los exámenes chuunin.
—¡Riko-san! ¡Hay que descansar! Gracias, Hotaru-oneesan.
Y, como si nada hubiera pasado, la pelirroja se mantenía en pie sobre las dos piernas, sin mayor problema ni signos de la cojera que había tenido hasta llegar al hospital.
«Desde luego, ser médico es genial.»
Y para sorpresa de todos los allí presentes, Eri y Riko, la hermana de la Uzumaki le ofreció al chico una piruleta, negándosela a su hermana.
—¡Gra-Gracias, Hotaru-san! — Exclamó el Senju. —Espero que la próxima vez que nos veamos no sea por algo así. — Comentó con una sonrisa, y cuando estuvieran lo suficientemente lejos, se dirigiría a Eri. —¿Quieres la piruleta? No me gustan mucho los dulces. — Admitió.
—¡Gra-Gracias, Hotaru-san! —exclamó el Senju —. Espero que la próxima vez que nos veamos no sea por algo así.
—Claro, la próxima vez nos veremos en una revisión —alegó ella, guiñándole un ojo —. Bueno, vuelvo ya al trabajo, tened más cuidado la próxima vez.
Con un movimiento de mano hacia los lados, la ninja médico se alejó del lugar, y Riko y Eri volvieron a quedarse a solas, por ello se encaminaron hacia la salida del hospital.
—¿Quieres la piruleta? No me gustan mucho los dulces. —admitió.
—Nop, toda tuya —aseguró ella, recordando que solo lo hacía para chinchar a su hermana mayor —. Bueno, supongo que tendré que ir a casa a descansar, ¡es importante para estar bien en los chuunin! —alegó ella, con el puño en alto —. ¿Qué harás tú, Riko-san?
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—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Claro, la próxima vez nos veremos en una revisión. Bueno, vuelvo ya al trabajo, tened más cuidado la próxima vez.
Riko asintió, era lo más probable teniendo en cuenta que trabajaba en el hospital, por lo que se verían si tenía alguna urgencia.
Luego ambos genin se marcharon del hospital, una vez Hotaru se despidió de ellos.
—Nop, toda tuya. Bueno, supongo que tendré que ir a casa a descansar, ¡es importante para estar bien en los chuunin! ¿Qué harás tú, Riko-san?
Riko aceptó que no quisiera el dulce, por lo que se lo guardó en el bolsillo del pantalón.
—Sí, sí, haces bien, no es que sea importante, es ¡LO MÁS IMPORTANTE! — Exclamó, poniendo demasiado énfasis en lo último. —Yo... Creo que voy a ir a entrenar un poco más, a ver si consigo convencer a alguien de que me ayude... — Aseguró llevándose la diestra al mentón, pensativo.
—Sí, sí, haces bien, no es que sea importante, es ¡LO MÁS IMPORTANTE! — Exclamó, poniendo demasiado énfasis en lo último.
Eri rió, sí, en cuanto tuviese mejor la pierna volvería a practicar, y a lo mejor llamaba a Riko para hacerlo, con la condición de no deshacerse de algún miembro del otro.
—Yo... Creo que voy a ir a entrenar un poco más, a ver si consigo convencer a alguien de que me ayude... — Aseguró llevándose la diestra al mentón, pensativo.
—Es una buena idea —aseguró ella —. Ten cuidado de no haceros mucho daño, si eso practicad tirando shuriken a un árbol —sugirió mientras le guiñaba el ojo —Mi casa es por allí, así que esta es nuestra despedida.
Hizo una pequeña inclinación con la cabeza y movió su mano rítmicamente de un lado a otro.
—¡Nos veremos pronto, Riko-san! —se despidió, comenzando a alejarse —. ¡Espero entrenar contigo más veces!
Y se dio la vuelta, para no comerse el suelo y para ver por donde iba, pero lo último que vio Riko de ella fue una amplia sonrisa. Aquel chico le había caído realmente bien.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
—Es una buena idea. Ten cuidado de no haceros mucho daño, si eso practicad tirando shuriken a un árbol. Mi casa es por allí, así que esta es nuestra despedida.
Riko sonrió, a partir de aquel día tendría mucho más cuidado cuando practicara con compañeros de aldea, no quería ser el culpable de que se tuvieran que retirar de la profesión por un accidente de un entrenamiento.
—¡Está bien! ¡Un placer conocerte Eri!
Respondió, realizando una ligera reverencia.
—¡Nos veremos pronto, Riko-san! ¡Espero entrenar contigo más veces!
Riko asintió.
—¡Cuando quieras, Eri-san!
Y lo último que vio de aquella chica antes de que se diera la vuelta para marcharse fue aquella amplia sonrisa, sin duda tenía que dar más paseos por la Villa si éstos le llevaban a conocer más gente como ella.
«Bueno, a ver a quien me encuentro para entrenar.»
Y comenzó a caminar en busca de alguien que le ayudara en su tarea.