Había pasado más de un día desde que Kazuo y su hijo se habían subido a aquel tren en Uzushiogakure y, a decir verdad, no había sido el viaje más cómodo de sus vidas, sí, el sitio disponía de camas para dormir, pero en un espacio tan reducido que parecía que todo se te venía encima, por no hablar del constante movimiento del vagón, lo cual era de esperar pero seguía siendo molesto.

Los dos Sarutobi habían acudido a Yachi es busca de cierto proveedor de calabazas, sin duda, las mejores de todo Oonindo, según su padre, que quería negociar para poder incluir un plato con este ingrediente para su restaurante. ¿Qué pintaba Saori allí? Bueno, no iba a perder la oportunidad de salir de la Villa por primera vez ahora que se había convertido en genin, ¿quién sabe lo que le esperaría allí?

Aún tardaron unas cuantas horas más en llegar a su destino, prácticamente había anochecido y, a pesar de no hacer un frío que te helase los huesos, sí que se necesitaba ir abrigado, por lo que el Sarutobi llevaba un gorro de lana negro y guantes además de su ropa habitual.

Desempacaron en el hostal en el que se iban a alojar e, inmediatamente, su padre decidió que se iba a acostar ya que al día siguiente tenía una reunión importante. Por su parte, Saori, decidió salir a dar una vuelta por el pueblo y a llenar el estómago, que empezaba a rugir de hambre.

El joven había recorrido prácticamente medio pueblo cuando encontró un pequeño puesto de comida típica de la zona que, cómo no, se basaba en la combinación de varios ingredientes con la calabaza.

—Por favor, ¡póngame una brocheta de cerdo asado!

Por fin Yoishi había podido escaparse de su hogar y lo primero que quería hacer era pescar, así fue como el muchacho tomo su caña y se pasó todo el día pescando con la fría lluvia, logró pescar uno que otro pez pero todos los devolvió a su debido estanque, él no quería pescar por necesidad si no por diversión. El muchacho paraba sólo para ir a comer y justo cuando agradeció decidió entrenar su puntería con baja iluminación como una especie de reto hecho para si mismo.

Al fin llegó la noche y el olor a comida lo llamaba, el muchacho ansioso por llenar su estómago acabo llegando a un local de comida el cual se encontraba vacío excepto por otro joven que espera su orden. Era la oportunidad que Yoishi estaba anhelando, conocer a alguien que no fuera un familiar o gente de limpieza, él se acercó a ver detalladamente y se emocionó más cuando noto que aquel era un shinobi de otra aldea.

¡Que bien! Justo lo que quería, un shinobi extranjero con quien conversar-dijo Yoishi con alegría mientras tomaba asiento-Ahora dime ¿Que te trae al país de la lluvia?-preguntó con suma curiosidad por el joven extranjero.

NOTA: no se ponerle color XD

El Sarutobi estaba esperando paciente por su brocheta, mirando con curiosidad el resto de platos de la carta, y pensando en cual sería el siguiente que probaría si se quedaba con ganas cuando, de la nada, una voz le sorprendió.

Al darse la vuelta pudo distinguir un muchacho mayor que él, en todos los sentidos, edad, complexión física y edad, de pelo castaño que, a juzgar por sus palabras, era también shinobi, igual que él.

—Pues la verdad, nada relacionado con la vida shinobi, más bien... es un viaje de negocios. — Contestó el pelinegro a la pregunta de su interlocutor. —Intuyo que tú eres de por aquí, ¿no? Me llamo Saori, por cierto, un placer. — Dijo el de la Espiral, presentándose.

Después de un relajante día comer algo delicioso le apetecía a cualquiera pero encontrarse con alguien para charlar es un regalo que no se da siempre, el joven extranjero explicó que su visita no trataba con el hecho de que era shinobi si no, por cuestiones de negocios.

Yoishi le invadió la curiosidad y siguió preguntando:

¿Que clase de negocios? Eres muy joven para ser un Mercader profesional-Yoishi escucho el nombre de su nuevo conocido y era hora de que el también lo hiciera-Mi nombre es Yoishi y si, soy de aquí, bueno no de aquí, aquí pero si del país de la lluvia-el muchacho se puso de pie y enseñó su banda atada en su muslo derecho-Soy un genin recién graduado pero en realidad anhelo hacer cosas increíbles mientras avance-la emoción del muchacho era obvia por su sonrisa y su puño cerrado pero casi olvidaba algo.

Es verdad, tengo hambre ¡Oiga! Me da dos pinchos para aguantar mientras me preparan una sopa ¿Vale?-después de pedir su orden el muchacho se enfocaria en lo que su acompañante le dijera.

No le faltaba razón a su compañero, desde luego, si el viaje fuera parte de sus negocios, era un mercader muy joven, probablemente incluso batiera algún récord, pero no, no era el caso.

—No, no, mi padre ha venido a hablar con unos proveedores, yo le acompaño y así aprovecho a conocer sitios diferentes. — Explicó el joven lo mejor que pudo.

Y después vino el momento de las presentaciones, aunque tuvo que ser el Sarutobi quien tomara la iniciativa, rápidamente el de Amegakure hizo lo propio, incluso se identificó como un genin recién graduado, lo cual sorprendió a Saori, pues era mayor que él seguro, a no se que aparentara más edad de la que tenía, claro.

—¡Qué casualidad! Yo también soy recién graduado. — Dijo el joven. —Tenemos que aspirar alto, ¿cuál es tu Camino del Ninja? — Preguntó, recordando su último encuentro con Datsue, donde éste le había preguntado lo mismo.

Entonces, Yoishi pidió su comida, justo en el momento en el que el encargado del puesto le plantaba delante a Saori su brocheta de cerdo asado, con calabaza y una salsa oscura.

—¡Muchas gracias!

Como era de esperar el joven extranjero no trabajaba sólo, más bien era sólo el acompañante de su padre el cual misteriosamente no estaba con su pequeño hijo.

Yo también quiero recorrer el mundo y enfrentarme contra personas fuertes y proteger a los débiles-dijo con esa energía que llevaba desde el principio.

La conversación era cada vez más divertida ya que el joven afirmó ser recién graduado también y eso emocionaba al Hozuki inexperto pero quedó confundido con lo del camino ninja.

No se de que hablas... Pero estoy de acuerdo contigo ¡Seremos grandes! ¿Sabes? Hasta podríamos ser rivales. -afirmó el muchacho extendiendo su mano para que su compañero la estrechara.

Mientras que su comida aún se estaba preparando la del extranjero ya había llegado y se veía y olía apetitosa , tanto que Yoishi decidió pedir una.

¡Oiga! A mi me da una de estas también por favor y si lo deseas te puedo pedir algo.-dijo mientras veía al joven esperando su respuesta.

NOTA: ahora si empiezo a usar el color perdón la falta de comprensión de mi parte

El pelinegro se extrañó ante la respuesta de su interlocutor, que decía no conocer el significado de su Camino del Ninja, pero, según su respuesta, también pretendía ser uno de los grandes, que le recordara la historia por algo, y en eso coincidían, aunque el Sarutobi no sabía si tanto como para poder llegar a considerarse rivales al uso.

—Bueno, realmente todos son mis rivales, planeo llegar a ser el mejor. — Dijo como si tal cosa, como si fuera lo más sencillo del mundo, pero, para él, era la realidad, iba a esforzarse en conseguirlo y lo haría antes o después. —Te acordarás de este encuentro cuando mi nombre sea uno de los más grandes de la historia. — Se atrevió a bromear Saori.

Su plato lucía excelente, tanto que incluso Yoshi se pidió uno igual mientras esperaba su orden, y Saori, sin poder contenerse más, dio el primer bocado y aquello sabía a gloria, un manjar exquisito sin duda.

—Oye, ¿y qué te ha traído a ti hasta Yachi? — Preguntó el joven mientras terminaba de tragar su comida.

Al parecer el joven extranjero se sorprendería por la ignorancia de Yoishi acerca del camino ninja pero era porque el muchacho nunca había escuchado algo así, aún así Saori afirmó que eran rivales y que el se convertiría en el mejor, eso sonó a confrontación para Yoishi el cual respondería:

Bueno pues deberás ganarme más de una vez para ello.-el muchacho dio una pequeña risilla mientras hacía un gesto de pulgar hacía arriba con su mano derecha.

Saori seguía afirmando que sería grande diciendo que este día sería un día para recordar el día en que fuera reconocido como el mejor, Yoishi sólo río un poco y acento con la cabeza, estaba de acuerdo con lo que su compañero decía. La comida ya había llegado para el extranjero y Yoishi seguía pidiendo cosas antes de empezar a comer y a pesar de que le dio la oportunidad a su compañero de pedir algo más este sólo pregunto el motivo de Yoishi de estar ahí, en Yachi.

En mi casa siempre estoy encerrado así que me fui de paseo y llegue hasta aquí, ya aquí me pase todo el día pescando por diversión pero bueno, cuando uno se divierte se le va el tiempo jeje.

Por fin la primera orden de Yoishi estaba lista y el muchacho no perdió tiempo para llevarse los dos palos a la boca.

Esto también está bueno...

La respuesta de Yoishi le pilló por sorpresa, sin duda debería derrotarle, quien sabe si aquel encuentro terminaría con un combate, o quizás el próximo, de momento, Saori estaba disfrutando de una conversación con un compañero mientras comían.

Al parecer, el genin de Amegakure había ido hasta allí para pasar el timepo, para evadirse de una vida un poco monótona y cambiar de aires. No le culpaba, a veces la vida es un poco aburrida y conviene darle un poco de emoción, y el simple hecho ir a otro lugar, pescar, como había hecho el muchacho y pasar un tiempo relajante, era más que suficiente.

—Normalmente yo estaría al otro lado de la barra, ayudando a mis padres con su restaurante, ¿sabes? Soy muy buen cocinero. — Dijo de repente el pelinegro, cambiando el tema de conversación. —¿Tú siempre tuviste claro que querías ser shinobi?

Aquello era algo que le intrigaba en general, él había debatido durante mucho tiempo sobre qué futuro elegir y, finalmente escogió esta vida, y sentía curiosidad por aquella gente que había tenido su futuro claro desde el principio.

La tranquilidad de la noche acompañada de ese rico olor a carne era todo lo que Yoishi necesitaba para ser feliz aún así le encantaba compartir esa felicidad que el genin extranjero el cual le estaba regalando una conversación interesante, destacándose entre si y colocándose metas mientras comían su recién hecha comida, eso era más que agradable para el muchacho el cual sentía que por fin había hecho un amigo que por sorpresa afirmó ser un gran cocinero.

¿Enserio? ¡Que increíble!-dijo un poco pasado de tono por culpa de la emoción, el no sabía cocinar y que alguien más joven fuera experto era algo de admirar-Yo no se cocinar por eso debo decir que te admiro más ¿Sabes? La próxima vez deberías preparar la cena y así yo podría confirmar tu buen sazón.-el muchacho sonrió mientras seguía con su comida.

Todo cambio con la siguiente pregunta del joven genin, era algo que Yoishi no se había dado cuenta pero aún así sólo podía decir que si ante la pregunta pero de manera pensativa. Después de un breve silencio y acabar con su comida pudo responder:

Jamás había pensado en ello, nací siendo pobre pero de la noche a la mañana mi familia se hizo rica y mi educación fue en casa, crecí sin conocer a nadie que no fueran mis padres o la gente de limpieza, me convertí en shinobi para tener un pretexto para escapar de esa vida, así que no se como responderte ante eso...-el muchacho quedó bastante serio y sólo levantó su mirada a notar que su siguiente orden estaba lista para su consumo.

El joven uzureño sonrió, henchido de orgullo ante la reacción de su compañero, que parecía admirar su capacidad de cocinar, incluso llegando a proponer que, si haabía una segunda vez de aquel encuentro, fuera el propio Saori quien cocinara para los dos.

—¡Eso está hecho! — Aceptó sin dudar, con una gran sonrisa en el rostro.

La siguiente pregunta, sin embargo, cambió un poco el aire que se respiraba. Saori escuchó con atención la historia del de Amegakure, sin perder ningún detalle y, sin duda, le sorprendió descubrir que su familia era rica, no sabía cuánto, pero era rica.

—Cualquier pretexto es bueno si hace que seas feliz. — Explicó el chico encogiéndose de hombros. —Yo, por ejemplo, hice caso omiso a mi madre, que no quería que me convirtiera en shinobi, al final eres tú quien tiene que escoger tu camino, nadie más.

Mientras su charla se desarrollaba de forma normal, una voz a lo lejos, que parecía acercarse se coló entre medias.

—¡Ayuda!

La propuesta de una segunda reunión y una cena hecha por el más joven fue aceptada por ambas partes, los dos genin ya se encontraban emocionados por ello pero todo cambio tras la última pregunta, Yoishi reveló su historia después de tanto pensar y su compañero lo escucho con gran atención, al terminar su historia Yoishi sólo quería comer pero su compañero le animo contándole que el también tuvo problemas con su madre tras su decisión de ser shinobi y que ambos debían decidir su propio camino dándole a entender el significado de su anterior frase.

Yoishi de nuevo se sintió con energía y acento con la cabeza, ahora sabía que debía seguir su camino ninja y ver y superar los obstáculos que le presentará está vida pero justo cuando iba a decir algo acerca de ello se pudo escuchar un grito de ayuda cerca del lugar que hizo saltar de su asiento al muchacho.

Alguien necesita ayuda debemos ir, seamos monjas

Todo sucedió muy rápido, el ambiente distendido de aquel encuentro se enturbió de pronto, opacado por aquel grito de auxilio y las consecuentes reacciones. Yoishi saltó de su asiento, poniéndose en pie y apresurando a Saori a acompañarle a ayudar a quien fuera que estuviera necesitado.

«¿Monjas?»

A pesar de no terminar de entender lo que su compañero quiso decir con aquello, se levanto ipso facto, sacó su cartera y sacó dinero suficiente para pagar por la comida de los dos, aunque ello implicara dejar la misma casi vacía, ya tendría tiempo de arrepentirse después.

Salió al camino principal, tratando de averiguar de dónde había salido aquel grito y, de repente, volvió a repetirse.

—¡AYUDA, POR FAVOR!

Le hizo un leve gesto a Yoishi, indicándole, si no se había dado cuenta, que la voz venía de la derecha, saliéndose un poco del camino y adentrándose en la vegetación, por lo que el Sarutobi inició la marcha hacia allí.

Según se iban acercando, los dos jóvenes serían capaces de escuchar el sonido del acero chocando, un combate estaba teniendo lugar y, cada poco tiempo, el grito de auxilio se repetía.

—Estate preparado, Yoishi.

El grito de ayuda alarmó a Yoishi y este ya quería ir a dar su mano para ayudar a la víctima pero tras el apuro su joven compañero fue el que terminó pagando por ambos, aún así luego Yoishi le devolvería el dinero pero cuando ya estuvieran calmados y satisfechos por su ayuda. Saori le indicó a su compañero que la voz provenía de la derecha, dentro del bosque, cada vez que se adentravan más a este se escuchaba sonido de metal chocando y el grito de ayuda más potente.

Al fin estaban a unos metros del lugar y el más joven pidió prepararse antes de saltar a la acción, por ello Yoishi tomo su Kunai del porta armas de su muslo derecho y acento con su cabeza para aclarar que ya estaba listo.

El que de el golpe de gracia compra el postre ¿Te parece? -se debía aprovechar la circunstancias para hacer un reto entre rivales o eso era lo que pensaba Yoishi en aquel momento.

Los dos genin corrían a través del bosque, en busca de la persona que estaba pidiendo auxilio, hasta que, a juzgar por la cercanía de las voces y del ruido típico de una batalla, ambos se prepararon, Yoishi sacó un kunai y, el de Uzushiogakure hizo lo propio.

Saori asintió ante la oferta de su compañero y, entonces, saltó hacia delante, encontrándose en un pequeño claro en el que vería claramente la escena de lucha.

Una mujer se encontraba junto a un carro de dimensiones considerables, sentada en el suelo y con la mano a la altura de la barriga, donde podía verse una mancha de sangre que parecía crecer poco a poco. Frente a ella, un hombre que más bien podía considerarse un gigante luchaba ferozmente contra tres rivales que, a pesar de no igualar a su adversario en tamaño, le estaban poniendo contra las cuerdas.

El hombre rugía cada vez que blandía su enorme hecha contra sus rivales y estos, esquivaban y trataban de posicionarse de forma que pudieran rodearle, atacando con sus pequeñas espadas, haciendo cortes para desgastarle.

La mujer, desesperada, clavó sus miradas en los dos genin que acababan de hacer acto de presencia.

—¡Por favor, AYUDADNOS!