7/01/2017, 21:41
Para su comprobación, Mogura no creía que el carro fuese a correr mucho riesgo. Fiel a sus principios, no contaba con que el resto pudiesen pasarse esos principios por el mismísimo forro de los huevos. Argumentó que le resultaba extraño pensar en que alguien pudiese llevarse un carro lleno de flores, e incluso se atrevió a bromear con que quizás un tarado enamorado si que lo pudiese llegar a intentar. La verdad, no había muchos motivos por los cuales llevarse un carro, pero además de arreglos florales que podían valer bastante dinero, así como de los jarrones de cristal que lo cubrían, estaba la solida y dura razón; hacerlo por el simple hecho de joder.
—La verdad, cualquiera puede tomarlo... solo por fastidiar.
Al fin llegaron en el sarcófago de metal hasta la planta baja, donde pronto pudieron abrirse paso hasta la salida. Bajo el manto de agua que caía sin cesar, una silueta se encontraba a escaso metro de distancia del carro. El individuo parecía buscar algo en éste, o simplemente husmeaba en busca de los dueños. Fuere como fuere, la chica dejó caer un suspiro, e incluso pensó en decirle a Mogura "¿ves? Te lo dije!", pero no, se lo ahorró.
Por su parte, el médico no pudo evitar la curiosidad. Intrigado por la presencia del tercero, preguntó a su compañera qué andaría buscando ese sujeto. La chica se encogió de hombros, así como alzó las palmas de las manos en un gesto que desbordaba un poco de desdén e intriga. No sabía la respuesta a la pregunta de su compañero, pero no pensaba tardar demasiado en descubrirlo.
—Ni idea... pero lo vamos a averiguar. —Contestó al matasanos mientras continuaba andando dirección al carrito.
»Señor, ¿buscaba algo en el carrito de la floristería?
El hombre tampoco parecía de esos que se dedicasen a saquear carritos, pero oye... nunca juzgues a un perro por sus dientes. Antes de nada, mejor hacerlo de manera civilizada a simplemente lanzarle una llamarada. Total, estaba cerca del carro y podía salir perdiendo, mejor tener controlada la situación.
—La verdad, cualquiera puede tomarlo... solo por fastidiar.
Al fin llegaron en el sarcófago de metal hasta la planta baja, donde pronto pudieron abrirse paso hasta la salida. Bajo el manto de agua que caía sin cesar, una silueta se encontraba a escaso metro de distancia del carro. El individuo parecía buscar algo en éste, o simplemente husmeaba en busca de los dueños. Fuere como fuere, la chica dejó caer un suspiro, e incluso pensó en decirle a Mogura "¿ves? Te lo dije!", pero no, se lo ahorró.
Por su parte, el médico no pudo evitar la curiosidad. Intrigado por la presencia del tercero, preguntó a su compañera qué andaría buscando ese sujeto. La chica se encogió de hombros, así como alzó las palmas de las manos en un gesto que desbordaba un poco de desdén e intriga. No sabía la respuesta a la pregunta de su compañero, pero no pensaba tardar demasiado en descubrirlo.
—Ni idea... pero lo vamos a averiguar. —Contestó al matasanos mientras continuaba andando dirección al carrito.
»Señor, ¿buscaba algo en el carrito de la floristería?
El hombre tampoco parecía de esos que se dedicasen a saquear carritos, pero oye... nunca juzgues a un perro por sus dientes. Antes de nada, mejor hacerlo de manera civilizada a simplemente lanzarle una llamarada. Total, estaba cerca del carro y podía salir perdiendo, mejor tener controlada la situación.