Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Al principio, no entendió nada. Estaba en un mundo extraño, con un cielo color crema y manchas negras. El suelo, pese a parecer césped, era más bien una alfombra de pelo. Como si estuviese sobre la espalda de un oso gigante.
Siguió al pequeño panda que tenía frente a él, que a su vez siguió a una figura, una persona, pero sin ojos ni nariz. Solo una gran sonrisa. A Datsue le pareció perturbador, y más todavía los sonidos que emitía, más parecidos a ladridos que a la voz humana. ¿Será así como nos oyen?
De pronto, aparecieron niños. Niños con orejas de panda, que se unieron al osezno y saltaron de alegría. En realidad, todo el sueño parecía feliz, alegre. Hasta que la silueta del hombre se evaporó, y con ello, trajo la aparición de una nueva persona a escena. Un anciano, por la manera en que caminaba y su espalda jorobada, con un gran bigote dibujada en un rostro sin forma. A la espalda, una cola de tigre se meneaba al aire, así como calcinaba el suelo que pisaba a cada paso que daba.
Con su llegada, se acabó la diversión. El osezno pasó a estar encerrada en una caja, y aunque los niños seguían llegando, divertidos, el osezno ya no era feliz. Sin embargo, finalmente, una luz de esperanza pareció surgir en la pesadilla. Un niño de cabellos marrones, silencioso, le acababa de crear una salida…
…
Datsue tenía frío. Mucho frío. Se dio cuenta que estaba tiritando, y la oreja sobre la cual reposaba su cabeza estaba absolutamente congelada. Se levantó lo más rápido que pudo, todavía somnoliento, se sacudió la nieve del pelo y se frotó las manos para entrar en calor. Luego, empezó a dar saltitos en el sitio.
Había sido una insensatez probar el Baku en un lugar como aquel. Con un frío como aquel. Era una suerte que se hubiese despertado.
Por otro lado, las imágenes que acababa de vivir junto al panda todavía seguían claras en su cabeza. Había merecido la pena. Había entendido mucho. Más de lo que en un primer momento se imaginó. El viejo, el mudo, el hombre de una gran sonrisa… Sospechaba que sabía el nombre de dos de esos tres. Y, lo que era todavía mejor, sospechaba que ya sabía cómo atraer al oso de vuelta a casa.
A casa…
Más que una casa, parecía una cárcel. Datsue había creído comprender, muy interiormente, lo que estaba sufriendo el oso. Su hastío por estar encerrado, la pérdida de ganas por vivir… Le habían quitado la libertad, le habían arrebatado la vida. Y ahora que por fin había escapado, ahora que por fin era libre para volar, ¿sería capaz Datsue de cortarle de nuevo las alas? ¿Después de todo lo que había visto?
Los quinientos ryos resonaron en su cabeza. Era bastante dinero. Eran muchas las molestias que se había tomado para llegar hasta allí. Y el viejo Ikki había mencionado que los osos no escaparían muy lejos. Incluso si él se negaba a llevarlo de vuelta, ¿cuántos días extra de libertad supondría eso para el oso? ¿Una semana? ¿Dos? El tiempo en que el muy malnacido tardase en contratar otros ninjas, esta vez con menos escrúpulos. Esta vez más listos.
Le dio una patada al suelo, provocando una ola de nieve que fue a caer directamente en Tatsuya.
—Mierda, joder… ¡Mierda! —Volvía a sentir una maldita presión en el pecho. ¿Le vería con los mismos ojos su yegua, Tormenta? ¿Le vería como a un ser horrible que lo único que hacía era encerrarla y tirarle comida?
Prefería no pensarlo.
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Estaba en los alrededores de Kuroshiro, caminaba curioso entre una obra a medio hacer. Aparentemente estaba talando los árboles para construir un nuevo local, sin embargo a esa hora de la noche ya no había trabajadores por el área. Entre la flora destacaba un peral que aún no habia sido derribado, pero en los bosques de bambú no debía haber árboles de peras. Un pequeño Tatsuya se encontraba perdido en la oscuridad cuando vió a un niño de su misma edad llorando a los pies del árbol de especie exótica.
"Algo no esta bien..."
El de ojos dispares versión miniatura se acercó para tenderle una mano, y lo que recibió a cambio fue un puñetazo en el estómago seguido de un rodillazo en la mandíbula. Cuando cayó al suelo sintió como pateaba el piso, echándole nieve en la cara. Pero la nieve era demasiado fría para ser un simple sueño. El espadachín se sacudió el rostro y fue cuando vió a un Datsue parado frente a él. Humillado en el sueño, humillado en el mundo real.
—¡Argh, puaj, chuj!— Se quitaba la nieva de la cara, intentó levantarse, pero el peso del brazo del oso no le dejaba moverse —Hmmm, parece que no me va a dejar ir, jeje— Su plan había resultado.
No pensó en reclamarle a Datsue por la forma tan salvaje de devolverle a la realidad, pues al menos esta vez el Uchiha no había usado alguno de sus planes locos para intentar guiar al panda, habría arruinado la artimaña.
—Creo que he logrado que se encariñe conmigo, si trato de alejarme de él seguro podrémos llevarlo de regreso y...— No estaba consciente de lo que eso implicaba.
—Creo que he logrado que se encariñe conmigo, si trato de alejarme de él seguro podrémos llevarlo de regreso y...
—¿Sabes una cosa? —le interrumpió el Uchiha, poniendo así fin a la ley del hielo que le había impuesto desde el día anterior—. Te admiro.Madrugas cada día para cumplir religiosamente con la misión; te inclinas ante ese viejo hasta besar el suelo que pisa; trabajas de sol a sol… Y todo por el honor de cumplir con la misión y la Aldea, ¿eh? Y por la pasta, claro… La pasta siempre ayuda para ver los problemas de otros con otros ojos. —Se obligó a sonreír—. Porque tú lo sabes, ¿verdad? La forma en la que ellos viven —señaló con un dedo al oso—, la forma en la que no viven, más bien. —Pues claro que lo sabía. Aquel chico sabía todo acerca de los osos, incluso el detalle más minúsculo. ¿Cómo no iba a saberlo?—. Pero mientras mantengas impoluto tu querido honor, eso parece importarte un carajo. O quizá es que soy un iluso, y a ti el bienestar de los pandas nunca te importó.
»Dime, ¿lo soy?
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El Uchiha le interrumpió, por fin se dignó a hablarle. Aunque las palabras que dijo hicieron que el corazón del Takanashi se estrujase, o al menos eso era lo que sentía dentro de su pecho. Sentía como si varias navajas se estuvieran clavando en su caja torácica, una a una. Aunque no lo estaban lastimando físicamente, sí que le dolía en el alma. Era una herida con la que el siempre trataba de lidiar, pero ahora había venido Datsue a abrirla más con sus manos mientras le dejaba caer todo el salero adentro.
La compasión es una gran virtud de los humanos, pero un gran pecado para los ninjas...
No estaba mirando a Datsue, enfrente de él estaba su padre diciéndole aquellas crueles palabras. ¿Porqué no podía ser cómo él? ¿Porqué no podía ser un gran shinobi cómo la Guadaña del Norte?.. Porque Tenma es Tenma y Tatsuya es Tatsuya.
—No— Negó con la cabeza, agachó la mirada y su fleco ensombreció su rostro. Por más estoico que quisiera ser, ya no pudo aguantar y una sordida lágrima rodó por su mejilla. —Es lo que más odio de ser un ninja. Tienes razón, yo sabia que los pandas no se encontraban bien, pero, a pesar de que el alma se me estaba rompiendo en trocitos no me quedó de otra que recogerlos y tirarlos a la basura. Tengo que cargar encima con un "honor" que no es mío, es una cruz que me impusieron. El dinero me importa una mierda, ni siquiera pienso en ello, pero...— Sujetó con ambos brazos la pata del oso —Por más que quiera negarme es un callejón sin salida, cosas peores tendremos que hacer...— Negó con la cabeza al recordar la imagen de su padre con el brazo ensangrentado tras asesinar al nukenin de Uzu —...Quiero mandar todo al demonio, no se si soy lo suficientemente fuerte para no caer o si soy tan débil que no puedo rebelarme... Empezó a sollozar, ahogando su llanto con el brazo del oso que; despertó ante el ruido y se acercó preocupado, olfateando con su nariz al Takanashi.
Datsue se quedó en silencio mientras el Takanashi lloraba, procesando las palabras que acababa de oír. No pensaba lo mismo. No creía que fuese un callejón sin salida. Tenían dos opciones, y si Tatsuya no se atrevía a ver la otra era porque prefería la opción fácil. No le culpaba. Él siempre había elegido la opción fácil.
Solo que él nunca lo había negado.
—Es lo segundo —dijo, tras un rato, haciendo alusión a las últimas palabras del Takanashi—. Eres tan débil que no puedes rebelarte. —No es que quisiese hacer leña del árbol caído, ni el rencor que sentía por él influía en esas palabras. Tan solo… era lo que pensaba. También lo pensaba de sí mismo.
»Te complicas demasiado, Tatsuya. Tienes demasiado de lo que preocuparte. ¿Sabes lo bueno de no tener honor? Que todo se vuelve mucho más sencillo. Pones en el platillo de una balanza lo que tienes que hacer, y en el otro lo que recibirás a cambio. Así de fácil. La cuestión para mí es: ¿Pesan más los quinientos ryos, o la felicidad de este oso? —Los recuerdos de su madre afloraron en su mente. Los recuerdos de lo que tuvo que hacer para reducir la deuda con Okura. Se lo debía. Le debía ser fuerte. Por eso, y aunque le costó horrores hacerlo, sonrió—. Esa respuesta es fácil para mí. El dinero primero, y siempre.
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7/07/2016, 06:52 (Última modificación: 7/07/2016, 07:05 por King Roga.)
Después de mucho tiempo, escuchó la respuesta a aquella pregunta que nadie se había atrevido a contestarle. Le dolió mucho, no quería oirla, y aunque el lo había sospechado todo el tiempo terminó por afectarle más de lo que creía. El oso intentaba reconfortarlo y eso sólo hacía que se sintiera aún más culpable. Tatsuya respiró hondo, y con su mano acarició parte del hocico de Kumaneko.
—Perdón, perdóname por esto— Le dijo con voz quebrada al oso.
Nunca había odiado a nadie en su vida, pero en ese momento se odió a sí mismo por no tener la fuerza de voluntad para oponerse a una orden. El Uchiha decía que para él todas las cosas se simplificaban al olvidarse de la moral, sin embargo pudo ver que aquella sonrisa era más falsa que un bunshin. No podía comprender el afán por el dinero de su compañero, quizás cómo el nunca había padecido escases no sabía lo que era pasar penas, no, sus problemas eran muy difrentes.
El joven de los ojos dispares se incorporó poco a poco mientras el gran oso gato le miraba desconcertado.
—Ven...
Tatsuya empezó a caminar de regreso al pueblo, el panda, preocupado por él le empezó a seguir. No necesitó decirle nada al Uchiha, sabía perfectamente lo que tenían que hacer. El cielo estaba más gris que los otros días, los copos de nieves eran ténues pero constantes, alfombrando su regreso a Kuroshiro. Un lugar que el espadachín recordaba alegre en su infancia, pero que ahora inexplicablemente había cambiado. Todo era distinto, ya no solía ser un lugar donde la gente respetaba a los pandas como animales sagrados, ahora era la mina de oro del disque monje llamado Ikki.
“Hubo un tiempo en que los pandas eran blancos. Pero un día, mientras que una madre de oso panda y su hijo estaban jugando con un pastor, un leopardo atacó al joven oso panda. El pastor le salvó la vida, pero fue asesinado por el leopardo. Movidos por su coraje, los pandas decidieron cumplir con los ritos funerarios locales que consistían en cubrir sus brazos de ceniza. Así, el oso panda gigante se convirtió en blanco y negro.”
Era una vieja leyenda que le habían contado de pequeño, la recordó de repente y la repitió en voz alta sin más, sin ningún motivo en especial. Aún tenían un último pequeño panda por encontrar, pero ese día no lo encontrarían, no había rastro de él en todo el bosque.
Al llegar al templo el de ojos dispares quiso tocar la puerta, pero dudó unos instantes. Al final la puerta se abrió sóla, Hidetaka se había asomado y se quedó boquiabierto al ver al Gran Kumaneko. Abrió el portón torpemente mientras observaba a los dos shinobis, lucía confuso al ver la actitud de ambos.
Como tenía previsto, Tatsuya optó por la vía fácil. Se lamentó, eso sí, se lamentó por lo que estaba haciendo, pero aun así lo hizo. Datsue pensaba que para eso, era mejor no lamentarse. También se llevó una pequeña decepción. Por un momento, había tenido la esperanza de que el Takanashi se rebelase ante aquella injusticia. El Uchiha también lo podría haber hecho, pero… Si no lo hacía alguien que supuestamente tenía honor, ¿cómo iba a hacerlo él, que no tenía?
Por eso, arrastró los pies tras los pasos de su compañero de armas, de vuelta al pueblo. Escuchó la historia que recitó con atención, y eso solo hizo que le fastidiase todavía más lo que estaba haciendo. Lo que estaba permitiendo hacer.
Cuando llegaron al gran templo, el jovenzuelo pareció sorprendido por su visita. De buen seguro no se esperaba que hubiesen convencido al gran oso para seguirlos. Ahora que había visto el sueño del panda, entendía mucho mejor también a aquel chico mudo. Sin embargo, uno era como era, y hay cosas que nunca cambian…
—¡Hombre, a ti te quería ver! —exclamó, rodeando el cuello del joven con un brazo y atrayéndolo con una fuerza inusitada hacia sí, obligándole a inclinarse. Luego, lo arrastro a un lado, de espaldas a Tatsuya, y acercó la boca a su oído:—. Sé tu secreto —susurró, con voz de malvado—. Sé que fuiste tú.
¡Clap!¡Clap! Dos sonoras palmadas en la mejilla del muchacho. Aunque por las formas pudiesen parecer carantoñas, la fuerza empleada estaba más cerca de un buen par de bofetadas que de simples caricias. Luego lo empujó hacia un lado y, llevándose un dedo bajo un ojo para luego señalarle, terminó por decir:
—Te vigilo.
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Tatsuya no entendía que asuntos podría tener Datsue con el ayudante del monje, había notado que se miraban de mala manera pero ahora no estaba de humor para andar haciendo averiguaciones.
Cuando el moreno escuchó las palabras del Uchiha se quedó de piedra, a pesar de recibir el par de bofetadas la expresión de susto en su rostro no cambió. Cuando el del moño (sin moño ahora mismo) le señaló con el dedo acusador un muy atontado Hidetaka retrocedió dos pasos hacía atrás. No se percató de que su jefe se asomó desde el interior y caminó hasta donde estaba él y los dos shinobis.
—Hey, ¿que pasa aquí?— Preguntó el encorvado hombre —Oh, veo que trajeron a este perezoso, ahora sólo les falta un pequeño. Aún es temprano, hoy mismo podrían...
—Señor— Habló repentinamente el espadachín —Perdón por interrumpirlo, se que es de mala educación pero, me siento mareado y no creo estar en condiciones de salir a buscarlo ahora mismo.
Tatsuya disimuladamente miró a Datsue durante unos instantes y luego volvió a centrase en Ikki. Más que mareado era un dolor de cabeza, pero el motivo no importaba, cualquier pretexto era bueno para safarse al menos por ese día.
—Hmph, como sea. Ve al médico si eso, no quiero que te me desmayes de nuevo.
—Discúlpeme, con permiso— Reverenció, pero de mala gana. La cortesía para él era algo tan común cómo respirar, pero en ese momento aquello tan cotidiano se volvió un infierno. Cada fibra de sus músculos estaba en tensión, pero aunque el cuerpo se resistiese, lo hizo.
Tras ello se fue a ver al médico, meditaba al respecto sobre lo que estaba haciendo. Todo habia ido "bien" en la medida de lo posible hasta que el Uchiha le restregó en la cara sus verdades. Si no lo hubiese hecho quizás ahora estuviera emocionado por terminar la misión, pero no. Era culpa de Datsue que tenía ese cargo de conciencia, era su culpa por recordarle que no tiene lo necesario para ser un ninja, era su culpa... su culpa por mostrarle que aún tiene algo de corazoncito. Había dos puertas, pero no quería abrir ninguna.
"Sí es un callejón sin salida, pues tendré que tumbar la pared"
No estaba seguro de como, pero hablar con el médico era el primer paso...
Como Datsue estaba algo alicaído, pensó que lo mejor sería hacer algo para remediarlo. ¿Y qué mejor manera para ello que gastándole una broma pequeña e inocente a su inseparable amigo Tatsuya? Y ahora que parecía que el Takanashi había hecho caso a Ikki en el consejo de ir a visitar al médico, era la oportunidad perfecta.
—Discúlpeme. ¿Podría dejarme una llave de repuesto para la habitación? Creo que me dejé olvidada la mía dentro —Datsue, transformado en un Tatsuya casi perfecto, esbozó una sonrisa de disculpa—. Gracias. Ahora se la traigo de vuelta.
Subió las escaleras de dos en dos, impaciente por realizar la segunda broma del día. Una pequeña inocentada que serviría para que ambos olvidasen por un momento el mal trago que habían pasado por el oso…
No pudo evitar carcajearse.
¿Cómo tendría la habitación Tatsuya? ¿Hecha un desastre? ¿Pulcra y limpia? ¿Encontraría algo en su mesita de noche? ¿Algo que le llamase la atención? Introdujo la llave en la cerradura y la giró. Estaba a punto de descubrirlo…
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—Aquí tienes— Dijo el doctor mientras le servía un té a Tatsuya.
El espadachín no gustaba del té, pero no lo iba a rechazar. De hecho ese té de manzana y canela del médico no le desagradaba tanto como otros. Seguía pensando que era extraño que el doctor fuese tan amable. Se llevó una de las manos al hombro, estaba extremadamente tenso y el dolor de cabeza también se le había pasado a la espalda y cuello.
—Tienes mucho estrés encima, no te doy analgésicos porque no es lo correcto. Es preferible evitar el uso de pastillas de forma innecesaria, con el té bastará— Tras hablar sorbió de su taza.
—Señor, ¿puedo preguntarle algo?
—¿Qué cosa?
—¿Desde cuando ese monje es el cuidador de los pandas?
Por más que intentaba hacer memoria, Ikki no aparecía en ninguno de sus recuerdos, así como la actual Kuroshiro distaba mucho de la imagen que se dibujaba en su mente. El médico dejó a un lado su té para responder a la pregunta.
—Ikki ha sido el encargado desde hace unos 5 años, que fue cuando murió el anterior dueño— Suspiró.
—Comprendo, bueno, gracias por el té, estuvo delicioso— Se levantó y con una reverencia se despidió.
—Cuídate, no te agobies mucho— Le respondió mientras veía al Takanashi cruzar la puerta del consultorio.
Ahora todo tenía sentido, sentía rabia ante la actitud del monje, las cosas estaban mucho peor de lo que llegaban a parecer. Más que cuidador era un verdadero maltratador, saber ni que clase de métodos usaba para retener a los animales. Sin embargo Tatsuya desconocía todas las demás pistas del acertijo, era un rompecabezas mucho mas complejo de lo que creía y el apenas tenía una pieza. Aún así, tenía motivos suficientes para llevar a cabo su plan, sólo necesitaba un poco de colaboración.
"Tengo que hablar con Datsue"
En algún lugar...
Todo se habia desencajado, regresó temprano ese día, nomás terminó sus tareas en el templo se fue ditecto a casa. Apretó los puños. Fingir un descuido para dejar escapar a los pandas no le resultó difícil, pero jamás imaginó que su jefe mandase a llamar ninjas para buscar a los osos fugitivos. Lo extraño era que los shinobis habían descubierto su jugada, ni de broma podía intentar algo similar de nuevo, se sentía tan acorralado como los mismísimos pandas. Hidetaka odiaba a esos dos ninjas que habían arruinado su plan.
Caminó hasta una puerta que daba al patio; no se rendiría, aún podía salvar al menos a uno. En su jardín interior había acomodado todo para reconfortar al osezno, era un encierro igual, pero al menos era más grande y espacioso que la celda que Ikki le daba por hogar. Su última esperanza era intentar esconderlo de los dos genins de Takigakure, quizás después podría liberarlo al llegar la primavera para que fuese a terreno alto, debía hacerlo...
En la posada...
Tras la broma de la mañana el Takanashi tomó precauciones, donde hubo una primera fácilmente habría una segunda. Así como lo hizo durante el combate el espadachín se adelantó a los movimientos de su rival. La diferencia radicaba en que solo funcionaría sí el niñato seguía con sus negras intenciones, si surtía efecto sería única y exclusivamente porque el Uchiha se lo buscó.
No sabía cuando lo intentaría, pero todo estaba listo. Armó la trampa durante la mañana, como no tenía donde colgar la cubeta terminó por clavar la shuriken que ya nunca usó en el techo para armar una especie de polea, usó un poco más de hilo para unirlo a la perilla de la puerta y listo.
Era sencillo, pero efectivo. No sabía cuando intentaría hacer su gracia el Uchiha, así que decidió salir por la ventana sin que lo vieran para dejar la trampa lista. Sí, tendría que limpiar, pero valdría la pena. No había necesidad de desperdiciar agua limpia, así que usó la misma que quedó tras bañarse.
Cuando Datsue abrió la puerta lo que recibió de regalo fue un cubetazo con toda el agua jabonosa y mugrienta producto de la tierra que Tatsuya se había quitado por andar escarbando la zanja el dia anterior...
2 AO reveladas
–
La shuriken que no gasté en el combate tenía un hilo atado y la otra AO fue usar otro trozo de hilo para armar la trampa XD.
9/07/2016, 17:22 (Última modificación: 9/07/2016, 17:23 por Uchiha Datsue.)
En el piso de arriba se escuchó una atronadora carcajada. Era Datsue, que acababa de recibir un buen escarmiento en forma de agua. Un agua que apestaba, para más inri.
Esta… Ha sido buena, Tatsuya. Ha sido buena. Pese a que intentaba mantener el buen humor, no pudo evitar apretar los puños. Te lo reconozco.
Bajó, dejando la puerta abierta y todavía transformado en su compañero. A mitad de las escaleras, cuando vio a la posadera en la barra, pegó un silbido y le lanzó la llave. La chica la cazó en el aire de milagro.
—Discúlpeme, ¿puede subirme una fregona en unos minutos, si no es mucha molestia? Es que hice un pequeño estropicio en mi habitación —Antes de que la chica pudiese preguntar, añadió:—. Aunque bueno, viendo la pocilga que es su posada, seguro que no nota la diferencia.
La imagen de Tatsuya corrió escaleras arriba antes de escuchar la réplica de la posadera, que a buen seguro estaría que se subía por las paredes. Una pequeña venganza por lo recibido. El Uchiha deshizo la transformación en cuanto llegó al baño. Echó yukata, camisa, calzoncillo y pantalón a la lavadora, y se apresuró en darse una ducha rápida para quitarse aquella peste de encima.
Luego, con una toalla atada alrededor de la cintura, se apresuró en cerrar la puerta de su habitación con llave, no fuese a ser que al muy maldito se le ocuriese hacerle una visita, y luego se metió en la habitación. Solo esperaba no cruzarse con Tatsuya. La noche sería larga, y mañana sería un gran día.
El día en que acabarían, de una buena vez, con aquella misión. O eso esperaba él.
1 AO
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Cuando Tatsuya regresó a la posada fue recibido por una lluvia de insultos cortesía de la empleada, argumentando que no sólo era un mentiroso por lo de la cuenta sino un insolente por haberle faltado el respeto, a lo que el Takanashi se quedó confuso. No entendía de que estaba hablando. Además la doña empezó a proferir injurias en contra del linaje del espadachín.
—Le agradecería si no metiese a mi progenitora en esto...
Tras discutir sin llegar a nada la mujer al final simplemente le dijo que ya había llevado el trapeador arriba, confundiendo aún más al espadachín. La mujer le dijo que él había sido quién lo pidió antes de subir.
"Yo no pedí nada, acabo de llegar... Alto, un minuto... Oh por Kami-sama ¡la trampa!"
Se cubrió el rostro con la palma de la mano, ahora caía en cuenta de lo que estaba pasando. Bueno, eso solo significaba que el Uchiha se lo había buscado, pero era el peor momento para seguir con ese juegecito infantil, seguramente el niño ya estaba pensando en como cobrárselas. El espadachín subió rápidamente las escaleras y pasó de largo por el desastre que había en su cuarto, tenía que hablar con él.
10/07/2016, 01:14 (Última modificación: 10/07/2016, 01:14 por Uchiha Datsue.)
Nadie respondió a su llamada. Ni una palabra, ni un triste quejido, lamento o suspiro. Tatsuya tendría que esperar al día siguiente para poder hablar con él o, quizá, tirar la puerta abajo. Porque el Uchiha no parecía tener intención alguna de recibirle o escuchar lo que tenía que decir.
Y aquí está el post más corto de toda la historia de NinjaWorld. Sorry, no tenía más que decir. Aunque creo que después de hacernos el que será el tema más largo me lo he ganado (?) xD
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Le volvieron a aplicar la ley del hielo, no le quedaba de otra que actuar solo. El tiempo se agotaba, no podía darse el lujo de perderlo al intentar convencer al Uchoha. Obvió por completo su habitación y el desastre del pasillo, bajó por las escaleras a toda velocidad y se aseguró de avisar a la recepcionista que regresaría pronto, pero la verdad es que él no volvería.
Se fue rumbo al templo de los pandas, pero lejos de tocar la puerta lo que hizo en ves de eso fue infiltrarse desde las zonas boscosas de los alrededores. Allanar la casa del cliente ponía en riesgo la misión, y aunque no fuera el cliente igual seguía siendo ilegal. Su problema era que al cumplir su misión Ikki seguiría haciendo sufrir a los osos, pero si dejaba ir a los pandas Ikki llamaría otros ninjas. Sólo había una opción: deshacerse de de Ikki, no en un sentido literal claro está, pero esperaba encontrar algo en el templo que le fuese de ayuda para lograrlo.
Tuvo que esconderse al escuchar pasos, a pesar de ser altas horas de la noche el monje no se había dormido, de hecho el médico también estaba en el lugar aparentemente para beber sake juntos. El genin de Taki hizo gala de su sigilo para escabullirse por el tejado y acercarse al salón que daba al jardín que era donde ambos hombres estaban conversando.
—Joder Jaro, cuando me sugeriste lo de los shinobis no pensé que fueran a tardarse tanto— Su bigote bailaba al son de sus palabras.
—Te quejas por todo, además mientras esté cerrado tienes unos cuantos días de vacaciones, jeje— Respondió alegre.
—Días en los que no gano ni un lero, todo por culpa de la incompetencia de Hidetaka, imagina si de verdad él hubiese heredado el negocio. Estaría hecho un desastre.
—Justamente hoy el hijo de Tenma me hizo acordar eso por un comentario que hizo. Tuviste suerte de que el testamento de Hideyoshi nunca apareció, eras el más cercano a él, no fue difícil hacerte con los pandas.
—El muy imbécil se gastaba demasiado en eso de darles grandes espacios y cuidarlos, prácticamente no había ganancia alguna, nunca entenderé que tenía ese hombre en la cabeza— Negó antes de tomar otro trago.
El Takanashi tuvo que usar su mano para poner su quijada de nuevo en su lugar, aquella revelación le daba pauta para intentar desbancar a Ikki. Si supiera porqué Ikki le temía a su padre podria haber intentado extorsionarlo, pero encontrar el testamento del anterior encargado era mucho más legal. Necesitaba tiempo, Datsue podría encontrar al panda en cualquier momento. El Takanashi se dirigió hacia la zona por donde el Uchiha y él solían adentrarse en el bosque, usó su katana para cortar varios bambués y trazar con ellos los kanjis "忍耐" (nintai) en el suelo. Esperaba que su compañero entendiera el mensaje.
Tatsuya no regresó esa noche, al día siguiente su cuarto seguía con la ventana y puerta abiertas... Todo estaba intacto y no había señales del kenjutsero por ningún lado...
10/07/2016, 03:31 (Última modificación: 10/07/2016, 04:14 por Uchiha Datsue.)
Quién le iba a decir a Datsue, que en aquella misión de rango D, una misión supuestamente sencilla en la que ni siquiera hacía falta ser shinobi para poder completarla con éxito, iba a tener que usar todos los artificios que conocía. Y es que tanto él como Tatsuya, en ese intercambio de bromas que estaban teniendo entre los dos, estaban empleando todos los temas que en su día estudiaron en la Academia ninja. Elaborar trampas sencillas; estar siempre alerta o pagar las consecuencias por no estarlo; hacerse pasar por otro; infiltración…
En aquel momento, Datsue empleaba conocimientos que todo ninja debía saber para infiltrarse. O para espionaje. Y es que el joven Uchiha, tras cerrar la puerta de su habitación con llave, había ido directo a la de Tatsuya, escondiéndose bajo la cama y esperando su momento para la broma final.
Pero entonces llegó el momento de la paciencia, y el Uchiha había suspendido aquella lección. Por eso, tras darle un hartazgo después de tanto tiempo sin oír ni ver nada, decidió regresar a su habitación y echarse a dormir.
Al día siguiente la habitación de Tatsuya seguía igual que en el día anterior. Con la puerta abierta, un desastre maloliente en el suelo y una fregona sin usar en el pasillo. Se quedó extrañado, y más extrañado se quedó cuando preguntó a la camarera por él y le respondió que se había ido por la noche, asegurando que volvería.
Pero el caso era que no lo había hecho. ¿Se habría disgustado al descubrir que Datsue había intentado tenderle otra trampa? ¿Se habría entristecido tanto como para huir de vuelta a la Aldea?
No tenía forma de saberlo, pero lo que importaba en aquel momento era encontrar al último oso panda que quedaba. Por eso, tras desayunar y pegarse otra buena ducha, comprobando que sus ropas ya estaban bien limpias y secas, recorrió su habitual camino directo al bosque. Cuál sería su sorpresa cuando, de improvisto, se fijó en un mensaje dejado en un árbol:
忍耐
—¿Paciencia? —no daba crédito a lo que leían sus ojos—. Joder, ¡ya he tenido demasiada! Un poquito de seriedad, hombre. Que estoy en una misión obligado, con un compañero feo y antipático y durmiendo en una cama con los muelles casi rotos. ¿Y me pides paciencia? —Estaba convencido de que aquel mensaje lo había escrito el Takanashi—. ¡Y una mierda!
Esconderse bajo la cama de Tatsuya
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80