Pero no respondió. Nadie respondió. Solo el silencio.

—¿Eri?¿Eri?

No me respondía por que... Se había quedado dormida en la silla. Era lo que tenia madrugar sin estar acostumbrado. En realidad, no tenía ni idea de si Eri estaba acostumbrada o no a ello, pero desde luego, siempre me levantaba él primero, y aquél día Eri se me había adelantado.

También podía ser que, aunque no le tocaba pelear en la última ronda, se hubiera tirado todo el día anterior entrenando y ahora su cuerpo le había dicho "Ya está bien, es hora de descansar". O quizás... Quizás era demasiado aburrido hablar conmigo.

¿Que hacía ahora? ¿La cargaba hasta su habitación? No. Mejor no, seguro que se despertaba, y si se había dormido era mejor no tocarla. Lo mejor que podía hacer era marcharme en silencio, haciendo el mínimo ruido posible, y dejarla descansar. Así que eso fue lo que hice, marcharme a mi habitación con cuidado de no despertarla, y echarme en la cama a terminar de aprenderme el manual de funcionamiento de mi barco.