Eri había madrugado demasiado aquel día. No era como si tuviera que entrenar duro, al fin y al cabo, ya sabía cuál había sido su posición en el Torneo y no tenía que enfrentarse a nadie hasta nuevo aviso, así que se lo tomaba con más calma. Salía, entrenaba, comía, entrenaba y luego daba paseos por los lugares más emblemáticos de los Dojos. Se veía con Hana y con Datsue, pero todavía no había hablado con Reiji ni con Takumi, ¿estarían bien?

El primero pasaba hasta la final, así que, al menos, se llevaban la satisfacción de tener dos uzujines en las dos finales. Sonrió mientras bajaba a la cocina, dispuesta a preparar algo de té. Reiji siempre se encargaba de eso, o al menos, eso pensaba ella, pues cada día había té hecho para todos los que allí se hospedaban. Pero era demasiado temprano, dudaba que alguien estuviera despierto a esas horas.

—Veamos... —musitó mientras se acercaba a los utensilios que necesitaba.

Era el momento. Había que entrenar mas duro que nunca. Tenia que dar lo mejor de mí, pues iba a pelear en una final, y contra una Kusajin ni mas ni menos. Datsue jamas me perdonaría que perdiese. Pero por lo menos, ya hacia mucho que había perdido.

Por el momento, seguía mi rutina diaria de levantarme lo mas temprano posible, entrenar, ducharme y preparar él té para todo el que quisiera. Al menos, hasta aquel día, siempre había sido así.

Cuando terminé de asearme y vestirme, entré en la cocina mientras me secaba el pelo con una toalla, dispuesto a preparar él té. Era un mal hábito que había cogido en casa. Los primeros días estaba menos seguro, pero ahora que sabía que era el único que madrugada de esa forma... No iba a molestar a nadie que me secara el pelo allí.

Sin embargo, y para mi sorpresa, aquélla mañana no iba a estar solo en la cocina, y cuando me aparte la toalla y levanté la cabeza, me topé con Eri dispuesta a preparar ella misma el desayuno.

—Bu-Buenos días.—La verdad es que con el pelo a medio secar y revuelto, no estaba de lo mas presentable, pero me había acostumbrado a que nadie me viese... —No esperaba que hubiera nadie despierto aún...

—Bu-Buenos días.—La voz de Reiji la sacó de sus pensamientos, haciendo que se girase rápidamente—No esperaba que hubiera nadie despierto aún...

Allí estaba el shinobi, con el cabello mojado y una toalla acompañándole, claramente extrañado por haber encontrado a alguien despierto a esas horas. Eri levantó la mano, que agitó rápidamente para saludarle.

—¡Buenos días! —saludó, efusiva—. Normalmente me levanto de las últimas, pero hoy no podía dormir bien y tengo mucha energía, así que, como todos vais a participar en la última ronda y yo no... Quería haceros un desayuno especial, e iba a comenzar por el té —señaló una estantería, pero no sabía realmente si estaba allí—. Y así no tenías por qué hacerlo tú.

—Bueno, no me molesta preparar el té a diario, la verdad, siempre suelo ser el primero y ya que hago para mi, no me cuesta hacer para el resto. Pero agradezco él gesto.

Mientras, pues, aprovecharía para terminar de secarme el pelo. No fuese a ser, que bajara mas gente que no podía dormir y se había levantado antes de tiempo.

—No te preocupes por lo de la última ronda, ya tendrás más ocasiones. Además me han contado que la ronda anterior tuviste combate difícil, pero que aún así peleaste hasta el final y diste lo mejor. Eso es lo importante.

Aunque yo quería ganar, si perdia en la final, tampoco sería tan grave. No si peleaba con todas mis fuerzas. Y si ganaba, pues mucho mejor. El que era el peor genin de Uzushiogakure llevándose el primer puesto en un torneo.

Aunque, en aquel momento de mi vida, ¿Aún era correcto decir que yo era el peor de todos?

—Bueno, no me molesta preparar el té a diario, la verdad, siempre suelo ser el primero y ya que hago para mi, no me cuesta hacer para el resto. Pero agradezco él gesto.

Ella quería tener un pequeño detalle con ellos, y aunque a Reiji no le importase hacerlo por madrugador, ella quería agradecérselo de aquella manera. Puso agua a hervir y se giró al chico, que comenzó a hablar de nuevo mientras retiraba la humedad de su cabello oscuro.

—No te preocupes por lo de la última ronda, ya tendrás más ocasiones. Además me han contado que la ronda anterior tuviste combate difícil, pero que aún así peleaste hasta el final y diste lo mejor. Eso es lo importante.

Eri se rascó la cabeza. Rōga y Ayame se lo habían puesto muy difícil, la verdad, y al final había terminado séptima por default. Al contrario que él, ella estaba ya perdida. Aun así, sonrió.

—Eso espero, en cambio, sé de alguien que está en la final, ¡un uzujin! —exclamó, levantando ambas manos con énfasis—. Espero que tengas mucha suerte. Veré el combate desde las gradas y os animaré desde allí —prometió.

—Eso espero, en cambio, sé de alguien que está en la final, ¡un uzujin!

—¡Es verdad, Datsue esta en la final!

Exclamé, medio en broma. Sabía que Eri se estaba refiriendo a mí, pero me salió solo bromear. Además, la verdad es que era cierto que Datsue había llegado a la final.

—Es broma, es broma, se que te referías a mi.

--Espero que tengas mucha suerte. Veré el combate desde las gradas y os animaré desde allí

—Lo agredezco. La verdad, nunca habría imaginado que alguien como yo pudiese pisar la final de un torneo como éste.

Hacia poco más de un año, ni me hubiera presentado a combatir en un sitio así, y ahora, estaba clasificado para la final. Ganase o perdiese, para mí, ya era una victoria.

—Voy a por todas, pero aunque pierda ahora, me sentiria bastante satisfecho.

—¡Es verdad, Datsue esta en la final!

Eri le sacó la lengua. Sí, Datsue estaba en la final, pero ella no se refería a ese combate final, sino al suyo. Pronto afirmó que era una broma, pero ella le volvió a sacar la lengua, para que quedara claro que lo había entendido.

Atendió al té mientras él le agradecía los ánimos. Esperaba realmente que tanto Reiji como Datsue se alzaran con la victoria y los animaría a pleno pulmón desde las gradas. Sonrió, quería hacer que Hanabi se sintiera orgulloso.

—Voy a por todas, pero aunque pierda ahora, me sentiria bastante satisfecho.

—Es normal, has llegado muy lejos, después de todo —asintió la Uzumaki—. ¡La final! Madre mía, ¿no estás nada nervioso? Sabemos ya quién es tu contrincante y todo...

—Es normal, has llegado muy lejos, después de todo. ¡La final! Madre mía, ¿no estás nada nervioso? Sabemos ya quién es tu contrincante y todo...

—La verdad es que ahora mismo... No mucho. Quizás cuando este sentado en la sala de espera o salga al estadio a pelear.

En ese momento, estaba bastante bien. Para alguien que nunca había aspirado a mas que quedarse en el fondo, llegar a la cima ya era suficiente. Hiciese lo que hiciese, ya no sería el ridículo que yo me había imagino hacia tiempo.

—Creo que es una chica de Kusagakure, aunque no la conozco realmente. Quizás eso hace el combate mas emocionante.

Aunque realmente era mucho mejor conocer las habilidades del oponente para hacerle frente. Pero bueno, como había dicho, a esas alturas, yo me sentía bien conmigo mismo, con hasta adónde había llegado. Y por supuesto que iba a intentar quedarme arriba, pero si me caía, solo tenia que volver a escalar. Ya no veía esa pared tan alta como cuando intentaba convencer a Datsue de que no era buena idea que yo siguiera siendo ninja.

Reiji afirmaba no estar nervioso por el combate final, y Eri admiró su templanza. Ella estaría subiéndose por las paredes, buscando una forma de alzarse con la victoria, pero él estaba tranquilo, como si fuese un día más en su vida, como si estuviera hecho a eso.

—Creo que es una chica de Kusagakure, aunque no la conozco realmente. Quizás eso hace el combate mas emocionante.

«Sagisō Ranko... La flautista» Ella la conocía así, pero no la había visto pelear. El sonido del agua la advirtió que ya estaba, y, parando un momento la conversación, sirvió dos tazas de té y le dio una a Reiji.

—Poco sé de ella... Al menos podré ver el combate —dijo ella, tomando la bebida, esperando por ver la reacción del chico ante su preparación.

—No pasa nada, ya sabré como pelea cuando crucemos golpes en el estadio.

Era mejor manera de conocerla que con una charla. A base de intercambiar ideas golpes. Que mostrase su fuerza contra mí. Y yo haría lo mismo con ella.

—Mmm... Té rojo. —dije mientras me acercaba la taza que había servido Eri para mí. —Curiosa elección, y huele bien.

Si. Curiosa. El rojo era el color representativo de uzushiogakure, seguro que, para celebrar que Uzushio estaba en las dos finales, había elegido ese Té.

Claro que, no había que despreciar nunca el sabor se un buen té azul. Quizás no era tan refinado como el rojo, tal vez era un poco mas amargo y fuerte, pero su sabor era incomparable. No me atrevía a decir que era mi favorito, pero desde luego, el Té Azul, seguramente competiría en la final de el torneo de los Tés.

—Y después de todo esto... Vuelta a la rutina.

Comenté. La verdad es que tenia ganas de volver a coger el martillo y hacer armas nuevas. De pasar tiempo en el barco con Yuuna. Y de, por fin, intentar poner el barco en marcha. Aquellos días estaba entendiendo, poco a poco, y después de mucho estudió, el maldito manual para manejarlo.

Es cierto que, cuando cruzas un par de golpes, conoces a tu contrincante. Es más: solo con verlos ya obtienes información valiosa sobre tu contrincante. Ella no había podido, pero seguro que Reiji conocería más a Ranko de lo que ella habría hecho.

—Mmm... Té rojo. Curiosa elección, y huele bien.

Eri se sonrojó. No imaginaba que Reiji hubiera dicho algo así de su té. Él, que era experto en armas y en preparar té cada mañana, alagando el suyo. Sonrió, contenta, antes de dar un sorbo rápido, quemándose por haber sido tan impaciente. «¡Hostia, cómo quema!»

No entendía de tés, la verdad, así que había cogido el que primero había pillado. Al menos se alegraba de ver que al chico le gustaba. ¿Le gustará a los demás?

—Y después de todo esto... Vuelta a la rutina.

La Uzumaki parpadeó. ¿Vuelta a la rutina? ¿Se referiría al té? ¿O a volver a la villa?

—¡Claro! No puedo entretenerte aquí, tendrás que entrenar para el combate —señaló, decantándose por lo primero.

—¿Eh? No, mujer, no. Si vengo de entrenar. Hablo de volver a la villa, a nuestro día a día.

Además, no iba a ponerme a entrenar otra vez. Seguiría mi rutina diaria con total normalidad. Era una final, si. Tenia que dar todo de mí, si. Pero cambiar los hábitos para un solo combate no iba a hacer que lo hiciese mejor. Era como estudiar solo los tres días de antes del examen. Así que no. Lo importante era la constancia, haber estudiado todos los días el tiempo suficiente, no empaparte de todo a última hora.

—Ahora me toca relajarme un rato, así que está bien si quieres que hablemos un rato mas, luego seguramente me vaya a la habitación a leer un rato.

Tenia un manual de manejo de mi propio barco que terminar de comprender. Ya lo tenia casi, al menos, en la teoría. Faltaba ponerlo en práctica, bueno, Datsue había dicho no se que de una licencia, pero con lo que había estudiado, debería ser suficiente. Lo importante, era volver a poner las manos sobre el timón.

¡Ojala poder usar el Henge para ponerme ropa de pirata mientras lo manejo! Quizás era, ahora mismo, de las pocas cosas que me molestaban de no poder utilizar esa técnica.

—¿Eh? No, mujer, no. Si vengo de entrenar. Hablo de volver a la villa, a nuestro día a día.

—¡Oh! —exclamó la Uzumaki, dándose cuenta de su error—. Claro, una vez todo termine, volveremos a nuestros quehaceres... La verdad es que quiero hacer muchas misiones cuando vuelva, no quiero que, por haber quedado penúltima, me vean como una kunoichi sin valor

Sin darse cuenta, cerró su mano en un puño. Intentaba decirse a sí misma que no pasaba nada, que no era una fracasada, y, sin embargo, no podía evitar sentirse así en ciertos momentos.

—Ahora me toca relajarme un rato, así que está bien si quieres que hablemos un rato mas, luego seguramente me vaya a la habitación a leer un rato.

Reiji parecía incapaz de salirse fuera de los esquemas que tenía para su día a día. Eri estaba impresionada.

—¿Qué lees? ¿Algún manual? ¿Pergaminos? —preguntó, curiosa.

—. Claro, una vez todo termine, volveremos a nuestros quehaceres... La verdad es que quiero hacer muchas misiones cuando vuelva, no quiero que, por haber quedado penúltima, me vean como una kunoichi sin valor

—¿Pero que dices? No creo, ni mucho menos, que Hanabi tenga en cuenta la posición en la que quedaste, seguro que él se fija más en lo bien que lo has hecho aunque hayas perdido.

Si pudo ver mi lado bueno cuando renuncié a la bandana sintiéndome un inútil que jamas seria capaz de llegar a nada, seguro que podía verlo se alguien que se esforzaba aunque no lo lograra. Por que mi yo de antes se habría rendido ante el primer batacazo, pero Eri continuaba Luchando.

—¿Qué lees? ¿Algún manual? ¿Pergaminos?

—Pues me he encabezonado en aprender como llevar un barco. Podria contratar a alguien para hacerlo, pero toda la gracia si no soy yo mismo.

Ademas, tenia que ser el capitán Reiji, Peor pirata de Oonindo, el que surcase los océanos manejando su propio barco. No podia ser cualquiera.

—¿Pero que dices? No creo, ni mucho menos, que Hanabi tenga en cuenta la posición en la que quedaste, seguro que él se fija más en lo bien que lo has hecho aunque hayas perdido.

Se encogió de hombros. En la primera ronda contra Rōga sintió que no dio un buen espectáculo, pero es que con Ayame no se vio nada... Suspiró, mejor no rememorarlo. Mejor centrarse en otras cosas más interesantes, como los libros que leía Reiji en sus ratos libres.

Tomó un sorbo de su té.

—Pues me he encabezonado en aprender como llevar un barco. Podria contratar a alguien para hacerlo, pero toda la gracia si no soy yo mismo.

—¿Quieres navegar tu propio barco? —preguntó, recordando como él le había comentado que tenía un navío—. ¿Con tripulación propia y todo?