—Pues... Si, la verdad es que si quiero. Pero nada de tripulación. Mas que nada para viajar yo solo, o con Yuuna, o con amigos. Quizás para alguna misión.

Tampico era una barco tan grande como para llevar a tanta gente, ademas, había convertido una de las habitaciones en una sala de estar, donde a veces solia pasar las tardes con Yuuna. Y aparte del baño y la cocina, no había muchas mas habitaciones.

—Ademas, ya te digo que siempre viene bien saber manejar un barco, cuando fui al pais del hierro con Katsudon, nos atacaron y mataron a toda la tripulación, y ni él ni yo sabíamos manejar el barco. Llegamos vivos de milagro.

Que se apareciese un bijuu amigable en mitad del mar cuando nos dirigiamos hacia la muerte y nos salvase, era un jodido milagro. Eso si, cabe destacar, que mi olfato para los tesoros no fallaba. El hecho de que fuera peligroso indicaba que allí se escondía algo de gran valor. Eso era un hecho innegable.

—Lo bueno es que ya no va a pasarnos por que dentro de nada podré manejar un barco.

El gran capitan Reiji, peor pirata de Oonindo, recorrería los mil ochocientos treinta y tres mares mientras cantaba las mejores canciones piratas. Lo que me recordaba, que probablemente necesitaba también aprender a cantar mejor.

—Pues... Si, la verdad es que si quiero. Pero nada de tripulación. Mas que nada para viajar yo solo, o con Yuuna, o con amigos. Quizás para alguna misión.

«Para alguna misión... No vendría mal», pensó ella. No había muchos ninjas con vehículo acuático propio, así que nunca estaría de mal que supieran llevar barcos. Recordaba que Datsue le había mencionado algo sobre aprender llevar barcos...

Luego habló de una misión, ¡con el propio Katsudon! Y mataron a toda la tripulación... «Madre mía, Reiji, has vivido mucho...», pensó, sin dejar de mirarle mientras le explicaba lo sucedido.

—Lo bueno es que ya no va a pasarnos por que dentro de nada podré manejar un barco.

Ella dio un par de palmadas, entusiasmada.

—Eso está genial, Reiji, me tendrás que dar clases en cuanto sepas manejarlo —pidió, risueña.

—¡Claro! Además tengo que enseñarte el barco, aunque aun faltan un par de reformas.

Con la ayuda de Yuuna y de mi madre, el barco estaba quedando bastante bien, por dentro y por fuera. Sería una lastima que le pasase algo, pero tenerlo y no usarlo, sería peor, además, siempre se podía reparar igual que habíamos hecho esta vez.Aún así, tenerlo como una especie de base secreta, aunque no tan secreta, no había estado nada mal.

—Aunque quizás Datsue te pueda enseñar mejor que yo, lleva mas tiempo preparandose.

Era mas bien por la experiencia y la practica. Por que el viaje de ida y vuelta del hierro, con mi inexperiencia, no podían contar como práctica. Y seguro que Datsue había navegado mas veces que yo.

Eri sonrió al chico. Parecía entusiasmado con la idea de poder manejar su propio barco, que yacía en el puerto de Uzushiogakure a la espera de que Reiji pudiera llevarlo alguna vez.

—Aunque quizás Datsue te pueda enseñar mejor que yo, lleva mas tiempo preparándose.

—¿Datsue tiene un barco? Yo creo que no —señaló ella, girando la cabeza—. Así que te toca a ti enseñarme, eso sí, espero que no te enfades si le hago algo... —pagaría por ello, pero tampoco es algo que quisiera hacer.

Lo de romper el barco, no lo de pagar la reparación.

—¿Datsue tiene un barco? Yo creo que no. Así que te toca a ti enseñarme, eso sí, espero que no te enfades si le hago algo...

—¿Seguro que no tiene un barco? Cuando lo invité a mi barco parecía saber muchísimo, incluso dijo que él ya tenia su licencia para manejar barcos, y de eso hace casi ya un año.

Si, si sabia tanto, y se había sacado una licencia... Tenia que tener un barco, aunque fuese alquilado para practicar. Estaba seguro de que tanto conocimiento no venia exclusivamente de la lectura de libros y manuales, eso solo servía para hacerte una idea de como funciona a el vehículo. Pero para saber manejarlo bien había que practicar.

—Pero si quieres que te enseñe yo, no hay problema, aunque espero que seas paciente conmigo, no se me da muy bien eso de enseñar, ya me costó bastante con Yuuna...

No por ella fuera poco diestra o le costase, al contrarío, era por que yo no sabía explicar bien las cosas. Aunque al final había aprendido, claro. Supongo que eso era lo importante. Aunque seguramente lo había echo más observándome que escuchando mis explicaciones.

—No tienes que preocuparte por el barco, se puede arreglar si le pasa algo, lo importante es que no nos pase nada a nosotros.

Ya había aprendido la lección. Casi perdía a Yuuna por el barco, y eso hubiese sido, quizás, mi fin. O probablemente aún viviría para salvar y su madre y después... Mejor ni pensarlo. Aquello ya había pasado, y había terminado, por suerte, bastante bien. Yuuna estaba bien y el barco estaba bien.

Eri se quedó pensativa.¿Datsue? ¿Un barco? Nunca le había preguntado directamente, claro, pero aún así, no se lo imaginaba con uno propio. Lo veía más capaz de enfrentarlo contra unos piratas e, incluso, cargárselo con tal de hacerse con algún que otro botín.

La imagen de Datsue con un parche y una pata de palo le dio escalofríos.

—Pero si quieres que te enseñe yo, no hay problema, aunque espero que seas paciente conmigo, no se me da muy bien eso de enseñar, ya me costó bastante con Yuuna...

—Soy paciente y tengo tiempo, así que por eso no te preocupes —aseguró ella, volviendo a poner gesto decidido.

Se lo había pedido personalmente, así que prefería dar todo de ella para poder hacerlo bien. Además; el herrero afirmó que el barco podía arreglarse si recibía algún daño, así que tampoco había que mirar mucho por ahí. Sin duda, parecía muy interesado en aprender y poder navegar junto a Yuuna.

—Cuando lo estrenes te llevaré algún regalo para el barco, ¡decidido!

—Soy paciente y tengo tiempo, así que por eso no te preocupes

Mejor, por que si no, aquello iba a acabar terriblemente. Lo bueno es que me vendría bien también a mí para practicar. Si algún día quería tener genin a mi cargo, sería buena idea que me pusiera las pilas con eso de enseñar a la gente. Sobretodo, si no quería ser el peor sensei del mundo.

—Cuando lo estrenes te llevaré algún regalo para el barco, ¡decidido!

—No hace falta que traigas nada, de verdad. Además, aun nos quedan un par de habitaciones por reformar, aunque seguramente lo ponga en marcha antes de terminarlas.

No es como si fuera una casa, o bueno, por tamaño podía serlo. Lo que pasa es que mudarme allí seria un poco... En fin, echaría de menos el dojo por las mañanas. Aunque siempre podía convertir una de las habitaciones en uno y poner literas en las otras. Nos sería tan grande como el de casa, pero para entrenar una o dos personas quizás... También podía quitar una pared y hacer un dojo con dos habitaciones. Si, quizás esa era la mejor opción.

Pero no, de momento no estaba pensando usar el barco como casa. La casa de mis padres era demasiado cómoda como para mudarme. Mejor dejar las cosas como estában. Aunque claro, quizás era menos incomodo si estaba lejos de Sakura, que seguía sin dirigirme la palabra e incluso me evitaba. En fin, en algún momento se le tendría que pasar, digo yo.

—No hace falta que traigas nada, de verdad. Además, aun nos quedan un par de habitaciones por reformar, aunque seguramente lo ponga en marcha antes de terminarlas.

—¡Por eso mismo! —insistió ella—. Alguna decoración, o algo, tematizada... ¡Así os acordaréis de mí! —animó, imaginándose un pequeño ancla colgado de alguna pared.

—¡Por eso mismo! Alguna decoración, o algo, tematizada... ¡Así os acordaréis de mí!

—No seré yo el que te impida traer nada, si lo haces, encontraremos un buen sitio donde ponerlo.

Aunque lo que de verdad necesitaba el barco era una buen diseño para la bandera. Algunos creerán que es una chorrada. Pero la bandera era algo importantísimo. Y si, podría ser tan fácil como poner el símbolo de uzushiogakure.

Pero exacto: Ese era el camino fácil. Y a mi no me gustaba el camino fácil. Obviamente incluiría ese símbolo, pero además, tenia que tener algo identificativo, algo que lo hiciese mío. Algo personal.

—¡Lo tengo!

Quizás por la emoción me había salido en voz alta. Pero es que... Vaya idea mas buena. El símbolo de uzushiogakure con la espada de Yuuna y la mis cruzadas, como los huesos de la calavera pirata, pero sin la calavera.

Maravilloso. Tenía que dibujar eso.

—No seré yo el que te impida traer nada, si lo haces, encontraremos un buen sitio donde ponerlo.

Eri sonrió, imaginándose un camarote de barco decorado con motivos rojos y espirales por todos lados. ¿Un ancla carmesí quedaría bien? Incluso las coberturas de la cama podrían tener pequeños remolinillos...

—¡Lo tengo!

Eri se sobresaltó en su sitio, llevándose una mano al pecho. ¿Lo tenía? ¿El qué? ¿De qué hablaba? ¿Se habían ido cada uno a su propio mundo sin darse cuenta?

—¿Qué tienes? —preguntó la kunoichi, frunciendo el ceño ligeramente.

—¿Qué tienes?

—Pues llevo tiempo dandole vueltas a una cosa en mi cabeza, y como estábamos hablando de decoración, pues se me ha venido una idea a la cabeza.

Por que ¿Que era el barco del peor pirata de Oonindo sin una bandera característica? Nada. Y por eso, tenia que hacer el mejor diseño, o al menos, uno lo suficientemente decente para estamparlo en un trozo de tela.

—Lo más importante del barco es la Bandera, y no se me ocurría algo decente. Que si, que podría ser tan simple como poner el símbolo de uzushio sobre un fondo de color, pero...

»Pero quiero que tenga algo de mí, que me represente, y no se me ocurría nada.

Algo se mí, y algo de Yuuna, por que sin ella y su esfuerzo, el barco solo sería un montón de madera astillada en el puerto. Y Katsudon, claro, sin él tampoco exisitiria el Mil y un mares, tendría que poner algo que lo representase en la bandera. Quizas un tenedor y un cuchillo o algo así, o una cuchara tamaño espada...

Una cuchara tamaño espada... Pues también podía ser un buen arma oye, quizás... Quizás podía probar a hacer algo así y regalárselo a Katsudon, igual le daba algún uso, aunque fuese para cocinar en una olla gigante.

—Y, mientras hablábamos, pues me ha venido la inspiración y he tenido una idea.

Una idea brillante, por cierto. En realidad dos, si lo de la cuchara gigante como arma contaba, eran dos ideas brillantes.

—Después del entrenamiento de por la tarde quizás intente dibujarla, pero primero tengo que seguir con mi nueva técnica, quiero usarla para ganar la final.

—Pues llevo tiempo dandole vueltas a una cosa en mi cabeza, y como estábamos hablando de decoración, pues se me ha venido una idea a la cabeza.

¿Una idea en la cabeza? Quizá quería pintar el barco de algún color vivo, o a lo mejor darle alguna decoración especial. Ella no entendía de barcos pero sí un poco de ese último tema.

—Lo más importante del barco es la Bandera, y no se me ocurría algo decente. Que si, que podría ser tan simple como poner el símbolo de uzushio sobre un fondo de color, pero... —hizo una breve pausa, para continuar— : Pero quiero que tenga algo de mí, que me represente, y no se me ocurría nada.

Eri formó una "o" con sus labios, sin haber caído en la bandera del barco. Un elemento muy necesario y poco hablado entre ellos, y, al parecer, el capitán tampoco había tenido una idea hasta ese mismo instante, como si la inspiración hubiera llamado a su puerta y le hubiera acariciado la mejilla.

—Después del entrenamiento de por la tarde quizás intente dibujarla, pero primero tengo que seguir con mi nueva técnica, quiero usarla para ganar la final.

—¿Podré verla cuando esté terminada? —preguntó, entusiasmada por ver la idea de Reiji.

Aunque también quería saber de qué técnica estaba hablando.

—¿Podré verla cuando esté terminada?

Iba a contestarle que todos la verían la primera vez que se izase la bandera... Sin embargo... ¿Se refería a la bandera o a la técnica? Por una parte, parecía interesada por el barco, por otra... igual era solo por que hablaba conmigo y realmente no le interesaba mucho.

Mejor preguntar, por si acaso.

—¿La bandera o la técnica?

—¿La bandera o la técnica?

Ahí estaba: su oportunidad. Él había preguntado sobre a qué se refería la Uzumaki y, ella, viendo el rayo del luz a lo alto, como si hubiera esperado aquello durante horas aunque solo fueron unos segundos, posó ambas manos en la encimera y miró a Reiji, inflando su pecho para decir:

—¡Ambas!

—¡Ambas!

Sonreí.

—Para la bandera vas a tener que esperar. Igual que todos. La veréis cuando ponga el barco en marcha por primera vez.

Haría alguna especie de inauguración o algo así. O quizás, pusiera la vela por primera vez cuando tuviéramos que viajar al pais del hierro. Si, esa podía ser una buena ocasión, así me aseguraba que tanto Katsudon como Yuuna estarían presentes.

—La técnica si puedo enseñártela, queda poco para la final y ya la tengo casi pulida, pero no me vendría mal que le echaras un vistazo, seguro que me ayuda a perfeccionarla.