Era un par de horas pasado el mediodía, y Ranko esperaba muy nerviosa. El umbral que separaba a Kusagakure del resto del mundo estaba frente a ella, y muchos metros allá se extendía el puente. Vestía una blusa manga larga rosa, pantalones de combate negros y obi rojo. Portaba también, cubriendo su torso, hasta medio muslo, un grueso abrigo verde con bordes blancos, para protegerse del frío de la época. Llevaba todo su equipo ninja listo, incluyendo una mochila cargada para viaje. Ignoró la cantidad de gente que iba y venía, pues su mente estaba en otro lado.

Hacía unos meses, había platicado con su madre acerca de la posibilidad de cambiar su tutela a Sora, la maestra de Yota. Komachi se lo tomó muy en serio y, después de decirle que lo pensaría, no le dirigió la palabra en el resto del día.

Claro que, al ser una genin de Kusagakure, Ranko tendría el derecho de aceptar la tutela de Sora, y, a pesar de ser una jōnin, Komachi de hecho no podría objetar legalmente, pues ambas partes, maestra y alumna, estarían de acuerdo. O al menos eso entendía Ranko. Sin embargo, se sentiría horrible si abandonara a su madre sin más. Habían llegado a un acuerdo, y todo se resolvería ese día de Despedida.

Komachi apareció doblando una esquina unos minutos después, con su típica pipa kiseru en su mano izquierda. Vestía un hermoso kimono purpúreo, no muy bien arreglado, a como solía llevarlos.

—Madre…

Komachi le dedicó una leve reverencia, la cual fue correspondida profundamente por su hija.

—Ran-chan, ¿Estás lista? —Después de dudar un segundo, la de la trenza asintió —. Recuerda nuestro trato. Para ti, ésta es una misión… de prueba. Si Sora-san (y Sasagani-kun, por supuesto) me reporta un buen desempeño de tu parte bajo su mando… No me opondré.

—E-entiendo.

—No obstante y por sobre todo, ésta es una misión real en todo sentido. No la subestimes. Ahora, esperemos un momento.

—Sí, madre.

Komachi había enviado un mensaje a la jōnin Sora al respecto, citándola a ella y a su protegido, Sasagani Yota, frente a la puerta de la Aldea, a esa hora.

Ranko tragó saliva, esperando no flaquear.

Al rato, en el horizonte, apareció la sensei vestida con su habitual kimono floral y rosa, así como con su bandana también rosa recogiendo su pelo, el cual también era rosa, a modo de diadema. A su lado el muchacho estridente de Kusagakure y su araña sobre su cabeza. Vestía con su habitual camisa negra y carmesí, así como sus pantalones también negros. Pero lo más llamativo era aquella bandana anudada en la frente de un color verde pistacho.

Ambos nos acercamos hasta la aspirante a aprendiz de Sora y a su madre que era a quién realmente había que impresionar aquel día. Una vez nos acercamos lo suficiente, nos plantamos delante. Lo cierto es que a mi me daba cierta vergüenza decir nada, parecía todo como muy cargado de seriedad, pero Sora no dudo en hacer una reverencia. Yo levanté mi mano y saludé a Ranko con una sonrisa.

— Creo que hemos llegado a tiempo — dijo la jonin a medida que recuperaba la verticalidad.

Las Sagisō vieron al par acercarse, y ambas les dedicaron una reverencia en cuanto Sora hizo lo propio.

—En efecto, Sora-san —respondió la jōnin pelirroja —, llegan de manera bastante puntual. Un gusto, mi nombre es Sagisō Komachi, por supuesto.

—Bu-buenos días, Sora-san, Yota-san. —dijo la genin, con toda propiedad.

—He de decir que me intriga su invitación hacia mi Ran-chan para trabajar con usted. Ella está… emocionada por ello, pero yo… yo quisiera algún ejercicio antes. ¿Le parece?

La mujer le ofrecería con su único brazo un pergamino enrollado. Ranko, por su parte, mantenía la mirada baja hacia los pies de Sora.

—He de decir que me intriga su invitación hacia mi Ran-chan para trabajar con usted. Ella está… emocionada por ello, pero yo… yo quisiera algún ejercicio antes. ¿Le parece?

— Oh, bueno, ya también me sorprendí cuando la vi por primera vez. Fue en aquel combate de entrenamiento junto a Yota-kun. Creo que llegaron a saltar chispas de la pasión que pusieron ambos. Desde ese momento supe que los quería a los dos en el equipo

Entonces Sora me dio un golpecito en la cabeza. Era su modo de ser cariñosa y en cierto modo lo lograba. Con aquellas pocas palabras yo me sentía realizado y feliz. Eran de las pocas cosas que en los tiempos que corrían me hacían feliz y no quería perderlo por nada en el mundo.

— La verdad es que estuvo bien. Ranko-chan peleó realmente bien y tuvo que esforzarme al máximo, ¡estoy seguro de que conseguirá lo que sea que se proponga!

Fue entonces cuando Komachi le dio a Sora el pergamino de la misión que tenían que llevar a cabo, desplegandolo y echando una rápida ojeada.

— Veamos que tenemos por aquí... ¡Oh, esto es interesante!

Hizo una nueva reverencia a la mujer que tenía delante.

— Si nos disculpa iremos partiendo, nos veremos a la vuelta, Komachi-dono

Komachi asintió ante los comentarios de Sora y Yota. Tal parecía, la chica de la trenza les había causado una buena impresión. Soltó un suspiro, con un sonrisa.

—Ran-chan es… —La jōnin miró a su hija. Sus ojos mostraban un dejo de tristeza, pero un gran cariño y esperanza. Y tal vez una mota de resignación —Muy fuerte. Pero le falta mucho camino por recorrer. Confío en que Sora-san sea una buena guía, y que Yota-kun sea un buen compañero. Andando.

Ranko asintió y, un poco tímida, dio un par de pasos hacia adelante. Dio media vuelta y le dedicó una reverencia a su progenitoria.

—Nos veremos pronto madre. No te defraudaré. Gracias.

La de la trenza iría tras la pelirrosa y el rubio.

—¡E-es un gusto vol… volver a verlos! G-gracias por aceptar la petición de madre. Realmente e-estoy emocionada. Creo.!


La jōnin pelirroja vio al trío alejarse y desaparecer pasando las puertas de Kusagakure. Cuando se hubieron retirado lo suficiente, el rostro de Komachi se frunciría y varias lágrimas escaparían de manera dramática de sus ojos.

—Mi pequeña princesa conejo crece… —dijo suavemente al viento, como si fuese parte de una novela emotiva.

Tras la despedida y el reencuentro de Ranko con su nueva sensei y su nuevo compañero de equipo shinobi, era el momento de ponerse rumbo a lo que importaba en aquel momento. Por consecuencia, el trio se fue alejando del alcance de la vista de Sagiso Komachi mientras Sora volvió a desplegar el pergamino.

— Bueno, veamos... como prueba de fuego, esto no está nada mal así que deberíamos ponernos serios, chicos — dijo aquella mujer que ahora mostraba signos de seriedad en sus gestos y en su voz — Al parecer han habido robos en el huerto de Tamanegiya-san y le han dejado la parcela en muy mal estado. Nuestro objetivo es capturar a los atacantes y averiguar los motivos de sus actuaciones

La pelirosa volvió a enrollar el pergamino y lo metió en uno de sus bolsillos.

— Es importante ver qué motivos les mueven para hacer lo que hacen. Esa es la raíz del problema muchachos. Antes que nada lo que haremos será ir a hablar con el cliente y que nos diga lo que sabe. Yota ya tiene algo de experiencia en este tipo de misiones pero... ¿qué nos dices de ti, Ranko-san?

La mirada de la sensei se detuvieron en la figura de la kunoichi, no así los pasos, que seguían en su tranquilo ritmo.

Entre nervios y emoción, Ranko siguió a la pelirrosa y al rubio. Sora les contó entonces de qué iba la misión: atrapar a unos bandidos que habían estado atacando un huerto, y descubrir sus motivos.

La chica se concentró un momento, como haciendo una lista mental de sus objetivos. Le llegó un sentimiento de alivio, pues su ahora maestra parecía estar de acuerdo con la misión de prueba que les había encomendado su madre.

"Todo saldrá bien. No te preocupes, sólo concéntrate, Ranko" se dijo, dándose ánimos.

La mirada de la jōnin casi hizo que Ranko se detuviese, pues le faltaba acostumbrarse a entablar conversación con la mujer. Se forzó a mantener el paso tras ellos mientras contestaba.

—Y-yo… Ahm… N-no en una así, Sora-sensei… —Se le hizo un poco raro hacerse a la idea de que la llamaría así a partir de entonces —Sólo he estado en dos misiones: u-una de búsqueda d-d-de hierbas y en o-otra de… ahm… otra donde teníamos que e-entrenar a alguien pequeño —le costó un poco levantar la mirada hacia la mujer.

Las expectativas de Sora no estaban muy alejadas de la realidad, yo seguía escuchando, atento, conocía un poco a Sora y jugaba con cierta ventaja ante mi nueva compañera.

La pelirosa sonrió.

— No te preocupes, Ranko-san, ese tipo de misiones son tan necesarias como las de capturar a un enemigo o la de escoltar un aliado — dijo, conciliadora. — Yota y yo estamos aquí y donde no llegue uno, lo hará el otro. Eso también forma parte del equipo, en apoyarse mutuamente y gracias a los compañeros poder mejorar. Hoy me temo que vamos a tener que hacer algo distinto a lo que has hecho normalmente, pero confío en ti

Puso su mano sobre los cabellos castaños de la muchacha.

— ¿Y tú? ¿Confías en ti?

"Apoyarse mutuamente y mejorar constantemente…" se dijo la chica mientras asentía. Sin embargo, fue la pregunta (y el gesto) de la jōnin lo que la puso realmente pensativa, aunque fuese por un momento.

—Confiar… ¿en mí?

A pesar de lo que Kumopansa había dicho sobre Sora hacía tiempo, ahora se notaba una profunda relación entre maestra y alumno. El nivel de compromiso se notaba con las palabras de Sora, y Yota parecía estar de acuerdo. Hasta ese punto, Ranko había tomado la relación con su previa maestra como poco más que madre-hija. Tal vez como madre exigente-hija. No había pensado en tener a alguien ajeno a su familia guiándole. Pero Sora era, definitivamente, una excelente opción.

Suspiró.

—Sí —dijo al final, rascándose una mejilla —. Co-confío en mí y… y m-mis habilidades. E-es solo que a veces… Ha-hay situaciones que me ponen… ahm… nerviosa. ¡P-Pero será un honor llevar u-una misión al lado de Sora-sensei y Yota-san!

Terminó con ánimos levantados y el pecho inflamados de ánimo, aunque las cejas un tanto inquietas.

—Confiar… ¿en mí?

Sora asintió con la cabeza ante las palabras de Ranko, mostrando una sonrisa.

—Sí —dijo al final, rascándose una mejilla —. Co-confío en mí y… y m-mis habilidades. E-es solo que a veces… Ha-hay situaciones que me ponen… ahm… nerviosa. ¡P-Pero será un honor llevar u-una misión al lado de Sora-sensei y Yota-san!

— ¡Genial! — exclamó la sensei.

— Yo también confío en ti, Ranko-chan. Estoy convencido de que nos convertiremos en el mejor equipo de Kusagakure

Bueno, estaba claro que me había dejado llevar por el breve momento de euforia del momento, pero me gustaba pensar que podíamos ser los mejores en algo, incluso de que yo podían serlo. Desde que me gradué mi mayor logró fue llegar a la semifinal del Torneo de los Dojos, todo lo demás... bueno, igual era mejor omitir lo demás.

— Eso es, eso es, ya verás como te adaptas en un periquete — dijo Kumopansa que ahora había saltado hasta la cabeza de Ranko.

— Bueno, vamos, vamos, démonos prisa que no quiero hacer esperar al cliente. ¡En marcha, muchachos!

Y tras aquel pequeño gran momento, el grupo puso marcha hacia el lugar al que se habían cometido las atrocidades y donde buscarían a Tamanegiya-san.

"El mejor equipo…"

Esas palabras hicieron eco por un buen rato en la cabeza de la chica, y la hicieron sonreír.

—¡E-eso sería genial! Aunque eso incluiría también a Juro-san, ¿No? ¿Ése era su nombre? —Le parecía que aquel Kusajin también había sido mencionado por Ayame. ¡Ranko ya deseaba conocerlo!

Kumopansa saltó a la cabeza de Ranko, quien no puso pero alguno. Le alegraba haberle caído bien a todos, y comenzaba a sentirse cómoda en su compañía.

—¡S-sí! ¡Andando!


El huerto de Tamanegiya se encontraba al suroeste, pasando Tane-Shigai, y la manera más rápida de llegar era, por supuesto, en tren. Sin embargo, el viaje consumió el resto de la tarde, y el equipo de Sora bajó en la estación cerca de Tane-Shigai poco antes de las diez de la noche.

Ranko imaginó una leve nubecilla de vapor escapando de su boca. Hacía frío, pero no tanto para mostrar la condensación de su aliento. Había dormido un poco en el tren, y estaba lista para seguir el camino. Faltarían alrededor de treinta y cinco minutos para llegar al huerto.

"¿Pero qué será lo ideal? ¿Deberíamos descansar por hoy y seguir en la mañana? ¡Tal vez nos encontremos a los bandidos si vamos ahorita! No sé..." Suspiró, decidiendo seguir las órdenes de la pelirrosa, en caso de que hubiese alguna.

—E-estoy lista para seguir, Sora-sensei. —diría, ajustándose la mochila a la espalda.

Después de aquella breve arenga de introducción al equipo para Ranko, el trio y la araña se movilizaron hasta la capital del país con el reciente llegado tren. Al final, llegaron a la ciudad con la noche bien entrada y debían tomar la decisión de si seguir el sendero con los peligros que añadía la noche en el bosque o hacer noche en Tane-Shigai.

— Nosotros también estamos listos para lo que sea, Sora-sensei

— Ay, muchachos... Deberiais comprender que viajar de noche es peligroso, incluso para nosotros los ninja. Haremos noche en Tane-Shigai y partiremos a primera hora de la mañana. así que busquemos un lugar en el que dormir

Así, si nadie más tenía que añadir nada, empezarían la búsqueda de una pensión o algo que se le pareciese para encontrar una cama en la que pasar aquella refrescante noche.

A pesar de los ánimos de Ranko y Yota, Sora les indicó que lo más sensato era esperar a la primera luz. La de la trenza se desanimó levemente, pues se había hecho a la idea de llevar a cabo una incursión nocturna. Peligrosa, pero emocionante. Asintió, y seguiría a Sora sin rechistar.

Sin embargo, unos minutos después de haber comenzado su andar, se le ocurrió una posibilidad a Ranko.

—S-sora-sensei, ¿Y si…? —La chica negó rápidamente, interrumpiéndose para añadir algo más —. C-con todo respeto. ¿Y-y si los bandidos a-atacan esta noche?

Ahora tendría la espinita. ¿De haberse movido a tiempo, podrían haber evitado otro ataque? ¿Podrían todavía? Y si iban y no pasaba nada aún ¿Habrían desperdiciado una buena noche de sueño? Ranko no se opondría a las indicaciones de Sora, es más, ni siquiera insistiría.

Pero un chico o una chica joven lo de seguir el camino por la noche puede ser emocionante. Burlar el peligro que supone la oscuridad, incluso llegar a la granja y pillar a los malhechores con las manos en la masa y darles una buena patada en el trasero. Ese tipo de situaciones para gennins jóvenes eran de lo más emocionante. También para Yota y Kumopansa que eran tipos ciertamente temperamentales. Pero no para alguien como Sora.

. C-con todo respeto. ¿Y-y si los bandidos a-atacan esta noche?

Sora se detuvo bajo el umbral de uno de los farolillos y puso una mano sobre el hombro de la muchacha para que detuviera el paso. Yo me vi en la obligación de detenerme también.

— ¿Y si algunos bandidos nos sorprenden en el bosque? El riesgo que tendríamos que correr si no hacemos noche aquí es, potencialmente, demasiado alto y no quiero que le pasa nada a ninguno de nosotros. Imaginate que te pasa algo, ¿cómo diantres se lo digo a Komachi-san?

No poder hacer otra cosa que comprender a la perfección el temor de Sora-sensei. Yo mismo pude comprobar lo traicionera que puede ser la noche en el bosque.

— Seguramente no vendrá de que vayamos un día más tarde, ¿no?

— Eso es, eso es. Agradezco tu ambición, Ranko-san, pero es mejor que durmamos aquí y mañana a primera hora partamos hacia las granjas

Sora detuvo a Ranko bajo un farol y le puso la mano en el hombro. La de la trenza temió por un momento un regaño por parte de la pelirrosa, pero lo que vino fue una explicación sensata y calmada.

Alzó la mirada hacia los orbes de su maestra. Y asintió tímidamente.

—S-sí. E-entiendo —Le pareció agradable que Sora tuviese en cuenta los sentimientos de Komachi —. G-gracias. Disculpe.

Se pondría en marcha, entonces, caminando al mismo nivel que Yota, intentando no quedarse atrás. No recordaba haber estado en Tane-Shigai anteriormente, tal vez cuando era muy niña en uno de los viajes de sus padres. Esperaba que no hubiese tanto gentío a tal hora.