Y así fue. Seguimos caminando en dirección a Tane-Shigai, capital de nuestro país y lugar donde tendríamos que reponer fuerzas y pasar la noche para que al día siguiente llegamos en plenas condiciones al lugar donde íbamos a tener que rescatar aquel renacuajo.

Las calles estaban perfectamente iluminadas y se veía que allí se reunía la delicatesen del País del Bosque. A parte de algún que otro turista, la gente iba como más arreglada y se notaba en el ambiente así como en su forma de vestir, incluso de los locales. Fue allí donde decidí romper el silencio y dar término a la pequeña tregua que nos habíamos dado el jounin y yo.

— Bien, ya podemos hablar

— Joder, otra vez no, parecéis novios, macho — intervino Kumopansa, posada encima de mi cabeza.

— Sí, otra puta vez — repliqué mientras sacaba un caramelo de mi petaca — ¿Qué era lo que querías discutir?

Kumopansa suspiró cansada pero no volvió a abrir su bocaza. Yo me llevé el caramelo a la boca y empecé a saborearlo a la espera de lo qué fuera que Juro quisiese decir respecto a la conversación anterior.

Ambos continuaron hasta llegar a Tane-Shigai. Ahí, como había dicho Yota, tendrían que descansar. Era horrible. La sensación de que ese niño estuviera atrapado en la cueva y que ellos mientras estuvieran durmiendo en una cama caliente no le dejaba tranquilo.

Pero si no descansaban, no podrían hacer nada.

« Partiremos en cuanto salga el sol. Lo justo para estar listos para andar y pelear » — se prometió así mismo.

Mientras caminaban por una de las transitadas calles de la ciudadela, Yota decidió por fin romper el voto de silencio al que parecían haberse consagrado los dos.

— ¿Qué era lo que querías discutir?

— No es algo que pueda contar tranquilamente en una calle transitada — admitió Juro, mirando a su alrededor —. Pero quiero que seas consciente de que hay más peligro de lo que te imaginas, si es que vas a ser quién quiere protegerme .Claramente, lo que ya sabes es un peligro. Hasta ahora, he sabido controlarlo. Pero hay más...

» Hay ocho personas detrás de mi ahora mismo, en alguna parte del mundo. Es muy importante que no me localicen, o se acabó — murmuró Juro, entre dientes. Ni si quiera se había atrevido a decirlo en voz alta. Estaba hablando casi en susurros.

— No es algo que pueda contar tranquilamente en una calle transitada — me encogí de hombros y empecé la búsqueda de una especie de hotel o pensión —. Pero quiero que seas consciente de que hay más peligro de lo que te imaginas, si es que vas a ser quién quiere protegerme .Claramente, lo que ya sabes es un peligro. Hasta ahora, he sabido controlarlo. Pero hay más...

» Hay ocho personas detrás de mi ahora mismo, en alguna parte del mundo. Es muy importante que no me localicen, o se acabó

— Vale, vale, está bien. Este sitio será perfecto

Había señalado un particular sitio que se alzaba ante nosotros. Era un árbol bastante grande, adaptado y se le conocía bajo el nombre 'El Nido'. Se podía entrar por la base del tronco y las distintas habitaciones estaban dispuestas a través de las ramas, creando habitaciones apartadas de la calle y con suficiente tranquilidad para no ser escuchados. Así que cogimos una habitación doble para ambos en aquel lugar.

Una vez allí...

— Te refieres a aquello de Kurama y los generales, ¿no? — dije mientras dejaba mi mochila y mis cosas al lado de una de las camas — Estoy al corriente de esa organización y de lo que le hicieron a Ayame-san

Dejé caer mi cuerpo sobre la suave cama emitiendo un suspiro.

— De todas formas, no es algo que quiera hacer por capricho o algo así. A parte de ser el deber de todos el hecho de proteger a nuestro jinchuriki, Kenzou-sama es consciente de que tu y yo estamos bastante unidos desde hace tiempo y... si te soy sincero, no sé qué mosca le ha picado para que quiera que sea yo el que vaya contigo cuando salgas de la aldea para cubrirte las espaldas, pero así ha sido.

— Te refieres a aquello de Kurama y los generales, ¿no? Estoy al corriente de esa organización y de lo que le hicieron a Ayame-san

Tras llegar al hotel y a la habitación dónde podrían descansar hasta el día siguiente, en el "Nido", Yota aclaró a Juro que estaba perfectamente informado de los problemas.

« Supongo que el Morikage es sabio. Le ha informado de todo » — pensó, asintiendo para sí.

— Vaya, eso nos ahorra mucho que contar — admitió Juro, mientras dejaba sus cosas también.

Juro escuchó las palabras de Yota sobre cómo el Morikage le había elegido justamente a él para que fuera el guardián de Juro. Claramente, por poder no era. Yota no era un mal ninja, pero en la aldea había jounin mucho más fuertes que él, que podrían defenderle mejor. No. Estaba claro que no era por eso.

— Quizá es por eso. Por nuestra relación — sugirió Juro —. Claro que podría enviar a cualquier jounin, y probablemente me defendería mejor. No te ofendas. Pero quizá, él crea que será mejor para mí que estes conmigo. No lo sé, ¿menos estrés? ¿Tener una cara amiga? Quizá... eso ayude a evitar que la cosa se descontrole.

» Desconozco mucho sobre cómo funcionan los bijuus. Pero sé que el descontrol emocional es lo que causa que se aprovechen de su portador y salgan. Puede que puedas ayudarme a controlar eso — murmuró, por lo bajo. Luego, miró a Yota —. Yo también ví cómo se descontroló Ayame en el torneo. Sin embargo... también he visto cómo ha quedado Ayame tras lo que le hicieron los generales. Y no sé que es peor, la verdad. Era... una persona totalmente diferente.

— Vaya, eso nos ahorra mucho que contar

Aunque era una obviedad, no dejaba de ser cierto. Aquel conocimiento que me había brindado Moyashi Kenzou todavía seguía poniendome de los nervios. Como dije en el momento de conocer todo aquello...

«Oonindo se va a la puta»

— Quizá es por eso. Por nuestra relación — sugirió Juro —. Claro que podría enviar a cualquier jounin, y probablemente me defendería mejor. No te ofendas. Pero quizá, él crea que será mejor para mí que estes conmigo. No lo sé, ¿menos estrés? ¿Tener una cara amiga? Quizá... eso ayude a evitar que la cosa se descontrole.

» Desconozco mucho sobre cómo funcionan los bijuus. Pero sé que el descontrol emocional es lo que causa que se aprovechen de su portador y salgan. Puede que puedas ayudarme a controlar eso — murmuró, por lo bajo. Luego, miró a Yota —. Yo también ví cómo se descontroló Ayame en el torneo. Sin embargo... también he visto cómo ha quedado Ayame tras lo que le hicieron los generales. Y no sé que es peor, la verdad. Era... una persona totalmente diferente.

— Puede ser que sea eso — me había estirado en la cama que, por cierto, era bastante cómoda a pesar de habernos gastado poco dinero en aquella habitación.

«Pero podría ser un kunai de doble filo. Incluso yo puedo ver los peligros que conllevan que sea precisamente yo quien acompañe a Jurete por Oonindo»

— Bueno, eso yo no lo vi, pero no me hace falta haberlo visto para decir que no era Ayame, sino uno de esos monstruos arrasa mundos — le dije con la mirada perdida en el techo — Por eso apresamos al Nanabi, Jurete. Para que no convirtiese las montañas del Valle de Unraikyo y el País del Rayo en un erial y para que no se cargase Kusagakure en su camino sin rumbo por el mundo. Porque... — tragaba saliva. La realidad era cruda y dura, pero así era — Supongo que ya lo sabes, pero esa cosa que llevas dentro, custodiándola, es un arma de destrucción masiva.

Sí, supongo que era algo de lo que era plenamente consciente. Pero no por ello se convertía en algo sencillo.

— Pero no debes preocuparte, aquí estoy yo para ayudarte a llevar esta carga. Puedes contar con mi katana cuando sea necesario

— ¡Eso es! También con mis quelíceros — dije el animal que hbía saltado de una mesita que había estado usando de mirador hacia el exterior hasta una posición cercana al jounin — Me caes bien, jinchufriki

Juro agachó la cabeza, mientras escuchaba el discurso de Yota acerca de lo peligroso que eran los bijuu. Juro se sorprendió al escuchar de su boca las mismas palabras que Datsue había pronunciado, y antes que eso, el Morikage. ¿Era algo tan extendido que todo el mundo lo sabía?

« Si, todo el mundo sabe que los bijuu son monstruos. Que tenga personalidad no debería engañarte, o acabarás como Ayame » — se recordó. Era consciente. Era malditamente consciente.

— Lo sé... — murmuró, para sí.

— Pero no debes preocuparte, aquí estoy yo para ayudarte a llevar esta carga. Puedes contar con mi katana cuando sea necesario

Kumopansa también mostró su deseo de ayudarle. Juro no pudo evitarlo, acabo soltando una carcajada. Y sonriendo. Era una sonrisa sincera. Quizá la primera en un tiempo.

— Gracias, chicos — Juro acarició levemente la cabeza de Kumopansa, para mostrar su cariño —. Es agradable saber qué puedo contar con alguién. Guardar el secreto hizo que me distanciara un poco de todo el mundo, y supongo que me afectó más de lo que creía.

» A partir de ahora, no habrá más secretos. Estamos los tres juntos en esto.

— Gracias, chicos — Juro acarició levemente la cabeza de Kumopansa, para mostrar su cariño —. Es agradable saber qué puedo contar con alguién. Guardar el secreto hizo que me distanciara un poco de todo el mundo, y supongo que me afectó más de lo que creía.

» A partir de ahora, no habrá más secretos. Estamos los tres juntos en esto.

Por lo menos, a nosotros dos si nos había distanciado aquella situación. Incluso del hecho que me hirviera la sangre de ver que el tipo ya era todo un jounin y yo seguía siendo un jodido gennin. No dudaba de sus méritos. No se trataba de eso. Sino de una especie de rivalidad innata entre ambos y, por momentos, me sentía realmente superado por el ahora jinchuriki.

— Supongo...

Había entrelazado mis manos por detrás de la nuca.

— Pero ahora será mejor que nos acostemos. Mañana llegaremos a las cascadas y algo me dice que la tarea no será sencilla cuando corre tanta prisa. Deberíamos llegar bien descansados

Juro asintió, sin saber como tomarse las palabras de Yota. ¿Sería muy tarde para querer arreglarlo? Tenía que suponer que no, después de todo, estaban juntos en eso.

— Pero ahora será mejor que nos acostemos. Mañana llegaremos a las cascadas y algo me dice que la tarea no será sencilla cuando corre tanta prisa. Deberíamos llegar bien descansados

— Sí, deberíamos dormir ahora para poder despertarnos cuanto antes — asintió Juro —. Pasad una buena noche, chicos. Me voy a la cama.

Y así lo hizo. Si Yota no hacía nada por impedírselo, Juro se echaría a la cama y trataría de conciliar el sueño. No era tarea fácil, pero tenía que descansar, aunque no podía dejar de pensar en el niño que podría estar atrapado en ese momento.

« Aguanta un poco más, por favor. Te rescataremos mañana»

Así pues, de aquel modo lo hicimos. Ambos ocupamos nuestra pertinente cama y estiramos la pata hasta que el sol nos advirtió del nuevo día. Antes de marcharnos, aprovechamos los servicios de la capital para tomar un potente desayuno a base de distintas pastas pasteleras y un buen tazón de leche. Después partiríamos para alcanzar la cascada del mar al final de la jornada.

Caminamos sin descanso. Tan solo hicimos una breve parada para comer superada la mitad del camino y por la tarde llegamos ante la dichosa cascada que descendía por la superficie con la violencia de un rio revuelto. Como si aquellas aguas tratase de decir algo. Quizás no tuviese nada que ver.

— Ya hemos llegado, espero que no sea demasiado tarde — dije, parado en seco observando lo que teníamos en frente — Bueno, ¿ahora qué? ¿entramos directamente o qué narices quieres hacer?

Las cosas claras, y las responsabilidades para quien eran, osea el jounin. Yo estaba allí para que la cosa saliese bien y pudiésemos cobrar al final de aquella misión.

Durmieron. Se despertaron. Comieron, y repusieron fuerzas. Nada relevante a relatar en la historia de la misión.

Tras caminar y caminar, por fin llegaron a su destino. Las cascadas de mar. Ambos pudieron verlas, y entonces Yota marcó una pregunta que Juro ya había pensando. Qué hacer ahora. Claro que ahí estaban las cascadas, el problema era que no sabían exactamente dónde.

— La verdad es que me hubiera gustado pasar por el pueblo en cuestión para informar de nuestra llegada, y quizá que ellos mismos nos guiaran hacia la cascada. Pero la misión ni si quiera especifica que pueblo es en concreto, y no tenemos tiempo de ir buscando por los distintos asentamientos — murmuró Juro, apenado —. El pergamino dice que la cueva se encuentra justamente abajo de la cascada, y que se abre para poder entrar. No será dificil de encontrar.

» Quizá en el camino a la cascada encontremos a alguien. Pero vamos a centrarnos en el rescate. Así que vamos a buscar la cueva — dijo Juro, esperando que realmente fuera facil encontrarla.

Si supieran el pueblo, podrían ir y preguntar. Eso sería más fácil que ir dando palos de ciego. Pero no tenían tiempo para buscarlo, y francamente, esperaba que la cascada estuviera localizable, si es que decían la verdad.

Los pueblos de las cercanías de las Cascadas del Mar se hallaban rodeando el enorme lago cuya agua caía al mar, formando susodichas cascadas. Era del todo imposible que un niño de un pueblo de la parte más central y continental del lago llegase hasta el borde, bajase y se metiese por una cueva recién abierta. Por lo cual, sería fácil para Juro dictaminar que debía de tratarse de alguna población cercana al borde del lago, donde tocaba con el mar.

Por suerte, se habían parado a dudar en un precioso mirador donde se bifurcaba el camino. Podían elegir ir directamente hacia abajo, siguiendo un camino que se dirigía a la parte baja de la enorme cascada, donde debería estar la cueva, o podían coger otro camino, que subía hacia el lago, donde probablemente encontrarían el pueblo en cuestión o, en caso de perderse, a alguien que pudiese dirigirles.

Ambos recordaron que el encargado les había insistido en que la presteza era vital para solventar aquella misión.

— La verdad es que me hubiera gustado pasar por el pueblo en cuestión para informar de nuestra llegada, y quizá que ellos mismos nos guiaran hacia la cascada. Pero la misión ni si quiera especifica que pueblo es en concreto, y no tenemos tiempo de ir buscando por los distintos asentamientos — murmuró Juro, apenado —. El pergamino dice que la cueva se encuentra justamente abajo de la cascada, y que se abre para poder entrar. No será dificil de encontrar.

» Quizá en el camino a la cascada encontremos a alguien. Pero vamos a centrarnos en el rescate. Así que vamos a buscar la cueva

Sí, lo cierto es que a mi también me hubiera gustado poder charlar con alguien que nos pudiese dar algún detalle más. La información nunca estaba de más e, incluso, en ocasiones podía suponer una buena ventaja. Pero las indicaciones que recibimos en aquel eprgamino era bastante claro. Presteza, presteza y... más presteza. Actuar lo más rápido posible, vaya.

— Está bien, vamos por allí entonces

Señalé el camino que descendía hacia la cascada y reanudé la marcha. En aquel momento empezaba la verdadera tarea y debíamos estar preparados para cualquier cosa.

Yota escuchó su razonamiento lógico, y pareció estar conforme. No hubo comentarios. Podía ser porque ahora él tenía un mayor cargo, pero no lo creyó: Yota era su amigo. Si estaba errado, se lo diría.

— Está bien, vamos por allí entonces

— Sí. Ya tendremos tiempo de visitar el pueblo cuando lo rescatemos — El pueblo al borde de la cascada. Tras mirar por la bifurcación, lo habían visto, y Juro estaba casi del todo seguro de que el niño debía de venir de ahí. Pero... ¿Qué iban a hacer? ¿Presentarse y decirle que habían ido a por el niño, habiendo pasado de largo por la cascada? En el pergamino ya daban detalles. Era porque tenían que darse prisa.

Habían pasado una noche durmiendo en cama mientras el niño estaba en la cueva. Juro miró al suelo, casi avergonzado de sus necesidades humanas. Desde luego, no podían perder más tiempo.

En silencio, los dos descendieron por el camino de abajo, en pos de encontrar la cueva de la cascada.

El camino rodeaba las cascadas. Siguiendolo, llegaron a un punto en que a un lado tenían pared rocosa con una humedad considerable y al otro, las fuertes corrientes descendentes de agua. El suelo era tremendamente asimétrico. Había trozos en los que apenas tenían espacio para caminar y otros podían sentarse a acampar sin ningún problema.

Sin embargo, el agua no variaba nunca. Bajaba siempre con la misma fuerza e intensidad.

No tardaron en llegar a una cueva extraña. Era extraña porque justo donde estaba la entrada, no había cascada. Si miraban encima de la misma, verían un cubo perfecto de roca que desentonaba muchísimo con el resto del material. Como si lo hubiesen tallado ayer mismo y lo hubiesen alzado varios metros, cortando el flujo del agua y obligándola a separarse.

Sin más dilación, avanzamos hacia la madriguera donde debería estar el chaval. Bajamos por el camino que daba a la cascada. El camino en ocasiones era cómodo y en otras, se volvía bastante estrecho. Bordeamos el lago y fuimos por el camino que parecía llevar a la entrada hasta que encontramos algo realmente curioso.

— ¡Joder!

Chasquee la lengua, molesto.

— ¿Y esto?

En un primer vistazo, aquel rectángulo de piedra parecía estar puesto adrede por alguien en vez de ser una formación más de la madre naturaleza. Como si alguien hubiese puesto aquello para que el agua se separase y quisiese que alguien entrase allí. ¿y si alguien sabía de la curiosidad del niño? ¿y si ese alguien se nos había avanzado? También cabía la posibilidad de que fuesen paranoia mías.

— Esto no me mola nada, Jurete

No pude evitar tocar las paredes de roca de la entrada para apoyarme.