— Lava. —Respondió, esbozando una media sonrisa mientras todavía miraba a su alrededor para buscar al cuarto bandido.

Pero no prestar atención a los peligros que sí estaban en el campo de batalla demostró ser un grave error, pues ni siquiera llegó a ver venir una flecha que se le clavó de lleno en la misma pierna que la anterior.

— ¡Argh! —Se quejó de dolor en cuanto la flecha impactó en él—. Así que pelear limpio ¿eh?

Cuatro pequeñas gotas de lava volvieron a formarse en los dedos de su mano derecha, que agitó hacia el bandido con fuerza, lanzándoselas aprovechando que todavía no se había conseguido levantar (5 PV cada una).

— ¡Ahora verás!

Y definitivamente no planeaba permitirle levantarse, pues tan pronto como lanzó los primeros proyectiles, concentró chakra en los dedos de su otra mano, que también agitó sin piedad hacia el líder con intención de quemarlo (5 PV cada una).

Haru se impulsó sobre sus piernas, saltando hacia detrás antes de que el arquero le asestase una patada baja. Ahora volvía a estar en desventaja contra el atacante a distancia, pues él tenía las flechas y él, nada.

Se mordió el labio inferior y miró a Toshio, que no lo llevaba nada mejor. Bufó y comenzó a hacer una serie de sellos, que finalizaron con un gran tronco (multiplicado, 60PV) que iría directo hacia el arquero.

Se giró un segundo a mirar si el carro estaba bien, junto a quien los acompañaba. Tenía que ser rápido...

En cuanto el líder recibió la primera andanada de gotas de lava dio un salto para alejarse del pelirrojo mientras le maldecía abiertamente. La segunda batida de Toshio se secó en piedrecitas que cayeron por su propio peso antes de alcanzar al líder, que ya había puesto una buena distancia entre ellos.

— Disparad, hostias, que bastante lo he entretenido ya.

Y siguiendo las ordenes de su capitán, el arquero volvió a disparar a Toshio, buscando inutilizarle por completo la pierna herida. (15 PV)

El otro arquero estaba teniendo más problemas. Habiendo esquivado su patada, Haru volvió a repetir la técnica con la que había golpeado inicialmente. El pobre bandido decidió abandonar toda ofensiva y lanzarse rodando a un lado para esquivar el enorme tronco que se abalanzó sobre él. Desprovisto de su arco y con Haru alejandose de él, decidió acercarse lentamente a donde estaba su arma por el momento, con cuidado de no recibir ningún otro ataque.

Por su parte, el carro estaba bien y Shizu estaba levemente asomado por un lateral. Nada a su alrededor parecía una amenaza.

— Tch. —Chasqueó la lengua, frustrado por no haber podido terminar el combate en aquel momento.

Pudo esquivar la flecha fácilmente cambiando el peso a su pierna buena y ladeando el cuerpo, dejando pasar el proyectil de largo.

El combate ya empezaba a durar demasiado y él sabía que si continuaba así no aguantaría demasiado, pues el cansancio y las heridas acumuladas le acabarían pasando factura.

«Acabemos con esto».

Como respuesta inmediata al ataque, Toshio realizó tres rápidos sellos manuales, provocando que trozos de tierra y piedra alrededor suyo empezasen a levitar en varios bloques de prisma que se afilaron como por arte de magia.

Y también como por arte de magia, tres de ellos salieron disparados a toda velocidad contra el jefe de los bandido, mientras que los otros dos viajaron hasta los arqueros, todos apuntando a sus cuerpos para evitar ser excesivamente letal (12 PV impacto, 8 PV corte).

Haru estaba teniendo dificultades con uno, así que no se imaginaba cómo se las estaría ingeniando Toshio. Apretó los labios, irritado. Había comprobado que tanto el carro como Shizu estaban bien, sin embargo, seguía escamándole no ver al cuarto integrante. ¿Habría ido a pedir refuerzos?

No podía entretenerse en esos pensamientos cuando su oponente se movía lentamente. ¿Querría coger de nuevo su arma? ¿O simplemente quería alejarse de él? No debía dejarle ir pues aquel era su momento de desventaja. Haru corrió hacia él, con un único pensamiento en mente: pisarle la mano (9PV). Sí, tenía que inutilizarlo como pudiera.

El líder apartó un shuriken con su tanto mientras se apartaba para esquivar un segundo, sin percatarse de que el tercero iba directo a su hombro. Se sacó el arma poco después de que se le clavase, maldiciendo abiertamente.

— ¡Seguid disparando! Les acosaremos de lejos, el pelirrojo casi ni se aguanta.

Lo decía con mucho entusiasmo, siendo él el que se alejaba lentamente sujetandose las numerosas heridas que tenía por el cuerpo.

El arquero que estaba disparando libremente, saltó a un lateral para esquivar el shuriken mientras cargaba otra flecha directa al torso de Toshio.

Mientras su compañero recibía el shuriken mientras Haru lo perseguía para evitar que recuperase su arma. Decidió que su mejor curso de acción era alejarse del shinobi directamente, ignorando el arma y esquivando su golpe.

Parecían estar retirandose, pero no para abandonar el combate. El arquero que aún tenía arco iba a seguir disparando mientras pudiera desde la distancia. Seguia sin haber rastro del cuarto integrante.

«Maldita sea». Maldijo Toshio en sus adentros. «Si sigo así, acabaré desmayándome por falta de chakra».

Por los pelos, Toshio se vio obligado a esquivar una flecha, ladeando su cuerpo mientras la desviaba hacia un lado con su brazal. A esa distancia, estaba claro que simplemente no podía pelear con normalidad. Al menos no sin chakra.

Las palabras del líder casi consiguieron provocarle a avanzar, pero la experiencia y una pierna herida le decían que no era una buena idea. Tenía que relajarse e intentar recuperar energías antes de continuar peleando.

«Si tan solo ese estúpido gebijū no nos hubiera atacado... todavía tendría mis armas».

Con una mano, Toshio desenvainó su wakizashi mientras esperaba al momento adecuado.

Toshio y Haru no lo estaban llevando bien.

Su pelirrojo compañero sacó un arma tras esquivar como podía una flecha. Su contrincante, el segundo arquero; se había alejado olvidando su arma y él se encontraba ahí, ahora recibiendo su turno para actuar. Miró al líder, quien seguía dando órdenes, y él, intentando hacer acopio de lo que tenía entre sus manos, avanzó rápidamente pasando un poco a Toshio para no molestarle a él y para desestabilizar al arquero que no paraba de molestarles recortando toda la distancia que pudo de él.

Realizó una retahíla de sellos y...

«¡Doton: Retsudo Tenshō!»

Desde su posición, la tierra se comenzó a retorcer, haciendo que numerosas rocas puntiagudas pudieran herir a su nuevo contrincante (20 PV).

Como habían planeado, se fueron alejando cada vez más y más. El arquero que aún tenía su arma lanzó una última flecha a Toshio, buscando su ingle. El líder dio un breve salto hacia atrás para esquivar la técnica de Haru, que destrozó todo el suelo entre ellos hasta llegar a los tres metros.

Entonces, apareció el cuarto bandido. Entregó algo a su líder, que tras echarle un ojo, habló:

— Chicos, retirada. Nuestra misión ha terminado.

No hicieron más preguntas, ni miradas ni insinuaciones de ningún tipo. Todos retrocedieron hasta desaparecer, no sin que el arquero lanzase una verdadera última flecha en la dirección aproximada del pelirrojo, desde la distancia.

Habían... ¿ganado?

Con un rápido movimiento, el herrero cortó la flecha que estaba a punto de impactarle a la vez cogía la vaina de su arma con agarre invertido.

El cuarto bandido volvió a aparecer, entregándole algo al líder que anunció la retirada, no sin que uno de los arqueros disparase una última flecha en la dirección general de Toshio.

— ¿Cómo que retirada? —Repitió Toshio para sí, mientras bloqueaba con la vaina otra flecha en su dirección.

Se giró para comprobar que su cliente seguía allí.

— ¿Estás bien?

Haru se quedó anonadado ante tal giro de los acontecimientos. El cuarto integrante había regresado, le había dado algo a su líder y luego habían anunciado su retirada. ¿Y ya? ¿Había algo en algún sitio que necesitaban mientras ellos estaban ocupados con la carga o algo?

¿Qué se habían perdido?

Toshio se giró a su cliente y preguntó. Haru hizo lo mismo, no sin antes dedicar una mirada a donde antes habían estado los bandidos.

— ¿Estás bien?

Un nervioso y sudoroso Shizu salió de detrás del carro, tenía un pequeño corte en la mejilla, probablemente de alguna flecha perdida.

— Sí, bien, sí. Me pondré con la rueda, si os parece. — cuando se concentró en la reparación, pareció relajarse.

Sin embargo, el nerviosismo persistió de forma leve cuando retomaron el viaje. Aunque era normal que un civil se pusiese nervioso después de una emboscada, no se calmó durante el resto del viaje. Por suerte, no hubieron más ataques y consiguieron llegar a la estación sin demasiado problema.

Shizu les daría el pergamino que demostraba que habían acabado su misión y podían coger el próximo tren si así lo deseaban, pues los suministros saldrían la mañana siguiente. Pronto anochecería así que tendrían que coger el tren o buscar alojamiento. Eso ya quedaba en manos de los shinobis.