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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Apenas acababa de empezar Primera Flor y la primavera ya campaba a sus anchas por Onindo, especialmente en Kusagakure, aldea rodeada de vegetación. El polen se contaba por toneladas y las alergias empezaban a ser el pan de cada día para todos los habitantes, bien sea tenerlas o ver a alguien padecer de ellas.

Ranko y Kazuma recibirían una misión en su propia puerta, entregada en mano por un Chunin. Además del pergamino les incluían un billete para el primer tren que saldría la mañana siguiente a primerísima hora, antes de que el sol hubiese acabado de alzarse en el horizonte. El mismo billete les hacia una predicción de a qué hora llegarían a su destino, Inaka, y sería cuando la noche estuviese tan entrada que se consideraba madrugada.

Las instrucciones también eran precisas. Una hora antes de que partiese el tren debían encontrarse con su compañero en la puerta de la villa para ultimar detalles. En el caso extraordinario de que uno de ellos no se presentara, el otro debería informarlo al vigilante de las puertas y partir solo a la misión.



(C) Hedor a muerte


Publicada en: Kusagakure no Sato
Asignada a: Sagiso Ranko y Hanamura Kazuma
Solicitante: Yōgi, comerciante.
Lugar: Las Minas de Akuma

¿Quieres riquezas? ¿Una aventura? ¡Yo te puedo dar ambas! Verás, estaba haciendo tranquilamente una transacción con un adinerado cliente en el Oasis de la Luna cuando un rufián nos robó mi pago, claro, el cliente se quedó con la mercancia igual, ¿te lo puedes creer? El honor entre comerciantes ha muerto, amigo. En fin, mis... amigos le siguieron hasta las infames Minas de Akuma. ¡El muy loco se metió ahí! Eso sí, con su respirador el condenado. Hemos acampado en la entrada hasta que algún valeroso shinobi se atreva a internarse y sacar a palos al maldito. Obviamente, yo mismo me encargaré de dar el último equipamiento de respiradores y trajes de protección al elegido, él solo tiene que entrar y traerme lo que es mio. O sacar de la cueva al malandrín.


Tras la descripción de la misión dada por el cliente hay una breve advertencia escrita por otra mano:

Dado el desconocimiento acerca de Las Minas de Akuma y sus circunstancias se llama a la precaución. En ningún caso se permitirá que los shinobis entren en las cuevas sin la protección adecuada. Si el cliente pretende que entren sin protección o con un equipamiento deficiente, se anulará la misión por orden expresa de la Morikage


Perdonad que haya tardado un día más de lo prometido en postear pero estaba barajando diferentes formas de manejar el master. Mi primera idea era soltaros directamente en Inaka con un tochopost describiendo todo el viaje. Descarté esta opción porque sería antinatural que en vuestro primer post llevaseis un día juntos de viaje. Sin embargo, tengo experiencias nefastas con las misiones que se alargan muchas más paginas de viaje que de acción.

Me gustaría que por la segunda página estuvieseis ya yendo de Inaka a las Minas. Aparte de eso, yo no tengo nada que añadir como master hasta entonces, de momento. Eso no quiere decir que no pase nada, sino que no pasa nada fuera de lo normal. Podéis rolear que llegáis al tren, que el tren sale y todo lo que pase dentro del tren. Si tengo que intervenir o quiero intervenir, lo haré y os avisaré para que no posteeis.

Aclaraciones on rol: Ambos habéis recibido el mismo pergamino con los dos nombres y las mismas instrucciones. El viaje en tren serían unas 24 horas, pero en narración he dicho que llegáis de madrugada para que aprovechéis y hagáis noche en Inaka porque después os queda otro día de viaje a pie hasta el Oasis de la Luna y las Minas. Tened en cuenta los tiempos de viaje y narrad acorde, tomandoos los descansos que tocan porque yo tendré en cuenta el Aguante que tengáis.

Cualquier duda que tengáis, preguntadmela.
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#2
Era oscuro todavía cuando Ranko salió de la casa de su familia. No había prácticamente nadie en las calles, y la iluminación que aquella media luna vertía sobre la aldea era muy poca, apenas suficiente. La kunoichi estaba, por supuesto, emocionada, con el boleto de tren en manos. Al parecer pasaría casi todo el día en el transporte, junto con su compañero.

Claro, había tenido que dormirse súper temprano para levantarse súper temprano a desayunar. No podía comenzar una misión sin desayunar. Con su equipo ajustado y listo, y su mochila cargada, Ranko llegó a las puertas de Kusagakure, y se detuvo. Guardó el boleto del tren entre sus ropas. Se acercó a los guardias de las puertas y, entre su típico tartamudeo, los saludó y les explicó que esperaría a un compañero de misión, pues tal vez pensaran que era raro ver a una genin tan temprano allí.

”Hanamura Kazuma-san,” pensó, ”qué alegría que te asignaran de nuevo a una misión contigo. ¡Tal vez esta sea la ocasión en que te vea luchar con esa espada que siempre portas!”

Con todos los ánimos del mundo y un levísimo bostezo, se dispuso a esperar el arribo del peliblanco. Esperaba que no se retrasara, y pudieran partir a la brevedad.
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#3
La madruga siempre le había parecido una hora mágica, hacia frio y todo el mundo estaba durmiendo: era la tanta paz. Hacía mucho que no se levantaba a aquellas horas, pero la misión que le habían asignado así lo requería. Se tomó un tazón humeante de avena, cogió un pequeño saco de mandarinas para el viaje y alisto todo lo que necesitaría.

«Pronto habrá luna llena, y será buen tiempo para plantar un limonero», pensó con ánimo mientras el astro flotaba en el cielo un panecillo a medio comer.

Para cuando su caminata le llevo hasta la puerta, allí estaba esperándole su compañera de misión.

Buenos días, Ranko-san —saludo con su habitual cortesía sosegada—. Parece que aquí vamos de nuevo, juntos en una misión.

Luego de saludar y de confirmar su marcha a una misión con quienes vigilaban las puertas, el peliblanco propondría el siguiente paso:

Deberíamos ponernos en marcha, ¿Sabes hacia donde queda…? —tomo el boleto y reviso de nuevo aquella palabra que tan extraña se le hacía—. El… Tren.

Si Ranko conocía la dirección de la estación, solo era cuestión de que se pusiera en marcha para que el peliblanco le siguiese.
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#4
No tardó en vislumbrar a su amigo. Su cabellera parecía tener un aire fantasmal a tales horas de la madrugada.

Bu-Buenos días, Kazuma-san. Así es. E-es un honor y un gusto volver a toparnos en el oficio —La chica no pudo ocultar una sonrisa. El genin le preguntó sobre la dirección de la estación. Ella había viajado en tren previamente, como la noche que conoció a Uzumaki Eri, y sólo tomó dos segundos para ubicarse. Claro, faltaba mantener el camino —. Sí, e-es... Es por el camino del borde del risco, hacia el oeste.

La chica apuntó hacia la derecha, pues habían salido con vista al sur. Hizo un movimiento de cabeza y comenzó a andar, a paso firme, pero cuidando de estar siempre acompañada de Kazuma. Avanzarían hasta cruzar el puente a la salida de Kusagakure, y luego viraría para tomar camino al oeste, por la senda que sigue casi paralela a la zanja que separa a la aldea del resto del continente.

Creo… Creo que tardaremos un rato en llegar, pero de seguro estamos allí a-antes de que parta el tren. Apresuremos el paso, ¿v-vale? —Sus piernas comenzarían a moverse un poco más rápido. Apenas y trotaría, y no aceleraría si veía que el espadachín se quedaba muy atrás —¿Kazuma-san no ha viajado mucho en tren?
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#5
No. De hecho, será la primera vez que vea uno —revelo mientras se mantenía en la marcha de Ranko—. Estuve investigando un poco, pero no encontré nada sobre los “trenes” en ningún libro o enciclopedia. Lo que si conseguí es que alguien me dijera que llevan vagones. Deduzco que son vagones como lo que se utilizan en minería y que por eso se guían a través de rieles.

Al menos esa era la imagen que tenía, aunque no veía como moverse en un vagón resultaba más rápido y cómodo que viajar a caballo.

Estoy seguro de que será una experiencia interesante —comento, refiriéndose al tren y todo lo que ignoraba al respecto.

En ese conversar y moverse, terminaron por llegar a la estación, que Kazuma veía impresionado. Se preguntaba porque era necesario un edificio tan grande, y si es que acaso seria como en la minería, donde los rieles y vagones se desplazan por debajo del suelo.

Ahora, ¿por dónde? —pregunto, algo confuso sobre hacia donde debían ir o que debían hacer, por lo que se refirió a su compañera—. Creo que sabes mejor que yo como se maneja todo esto, así que cuento con tu guía, Ranko-san.
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#6
¡Era su primera vez! ¡Qué emoción!

S-sí, los trenes son máquinas muy recientes. Su-Supongo que por eso no hay tantos libros al respecto. ¡Aunque t-tal vez pronto haya! Y sí, bueno… —Se rascó la mejilla con un dedo mientras imaginaba un tren para describírselo a su manera —. Tiene vagones, sí. P-pero son enormes. ¡Tienen prácticamente u-una habitación dentro! Hay uno al frente d-del tren, y es donde va el conductor y donde se maneja todo. Aunque… No sé realmente cómo funciona.

El tiempo pasó como si nada, y vieron a la estación surgir entre la oscuridad. Kazuma dejaba a Ranko como guía del tren. La chica tragó saliva, pensando instantáneamente qué pasaría si metía la pata.

”¿Ah? No puedes meter la pata, sólo le dices que hay que subir y ya.”

No-Normalmente se compran los boletos —Entraron a la estación. Había un puñado de personas, aunque sólo se notaría si se agrupaban. Mientras tanto, los futuros pasajeros estaban desperdigados por el lugar. Apuntó a una ventanilla donde podía verse un joven dentro, apoyando su mentón sobre la palma, a punto de caer dormido —. Allí. Pero nosotros ya lo-los tenemos, así que n-no hay que comprar n-nada.

Al llegar al andén, se toparon con la mole que era el ferrocarril: una enorme máquina humeante con una serie de vagones detrás, todo sobre unos apenas visibles rieles.

¡Y-y helo aquí! ¡El tren! Bueno, se verá mejor cu-cuando salga el sol…

Hubo un pitido que sobresaltó a la kunoichi. Ya había escuchado aquel sonido salir de un tren, pero esta vez la tomaría por sorpresa. Un pequeño grupo de hombres, casi todos de rostro estricto, se acercó a los primeros vagones. Uno de ellos comenzó a vocear.

¡Pasajeros! ¡El tren de las cuatro de la mañana, con Tane-Shigai, Yachi e Inaka como destino, partirá en unos minutos! ¡Todos a bordo!

Ranko buscaría su boleto entre las ropas, mientras tanto, el resto de la gente en la estación se acercaría a los hombres, quienes revisarían su respectivos boletos para permitirles subir al transporte.

¿E-Está listo Kazuma-san? —diría Ranko con un tono levemente emocionado.
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#7
Kazuma llego a la estación y quedo maravillado con todo lo que vio. Mayúscula fue su sorpresa cuando Ranko señalo lo que parecía ser la recepción. El joven que estaba al lado de la ventana espabilo del susto cuando el peliblanco pego su cara a la misma, alzándose de puntillas para ver que había dentro.

…Allí. Pero nosotros ya lo-los tenemos, así que n-no hay que comprar n-nada.

Vale… —dijo recomponiéndose—. Entonces, ¿Dónde está nuestro transporte?

… helo aquí! ¡El tren! Bueno, se verá mejor cu-cuando salga el sol…

Kazuma se quedó observando aquella mole de acero sin comprender bien que era lo que estaba viendo. Su compañera había dicho que aquello era el tren, pero debía de ser imposible que algo tan grande se moviese. Además, parecía estar arrojando humo desde una especie de chimenea. Aquello le hizo pensar que parecía más una serie de cabañas de hierro dispuestas en fila, como si fuesen una muralla o algún puesto fortificado.

De pronto el sonido de aquel silbato de vapor le saco de su ensimismamiento.

Esto… ¿Acaba de hacer como una tetera? —pregunto mientras inclinaba la cabeza a un lado.

Luego, la gente encargada del servicio comenzó con el protocolo; atendiendo a los que abordaban y vigilando los detalles. Kazuma se detuvo por un instante en un pequeño kiosco donde vendían variedad de revistas y literatura para viajeros y turistas. Tuvo suerte de que Ranko estaba atenta y le llamo.

¿E-Está listo Kazuma-san? —diría Ranko con un tono levemente emocionado.

Sí, hagámoslo —dijo, y aunque lucia bastante tranquilo, su cabeza giraba de un lado para otro y sus ojos no conseguían quedarse quietos ante tantas cosas nuevas que observar.

Luego de atenerse a una larga fila y a una rápida inspección de su equipaje, que gracias a sus bandanas no necesitó de explicaciones respecto a las armas portadas, fueron conducidos al interior del tren. Se suponía que aquel era un transporte, pero Kazuma sentía como si se estuviese moviendo a través de un edificio mientras el encargado les guiaba a sus correspondientes asientos.

Más que una habitación, parece un edificio entero —comento divertido una vez que estuvieron sentados y a la espera…, aunque el mismo no estaba seguro de que estaban esperando.
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#8
El peliblanco se notaba realmente emocionado al adentrarse y tomar asiento dentro de tal bestia de metal y madera. Ranko sonreía todo el rato, alegre de ver la maravilla en los ojos de su amigo.

S-sí, es como un edificio móvil, supongo —A través de la ventana, solamente quedaban algunos pocos pasajeros por abordar. Sus siluetas eran lentamente devoradas por los vagones —. Creo… Creo que no t-tardaremos mucho en salir…

Ranko buscó entre sus cosas y sacó un pequeño paquete envuelto en tela beis. Eran varias galletas cuadradas. La chica tomaría una y ofrecería una a Kazuma.

M-madre hizo éstas anoche, y-y las dejó listas para cuando yo saliera. Di-dice que aguantan un buen rato sin echarse a perder…

Tomase una o no, Ranko metería el resto de los bocadillos de vuelta a su equipaje. Eran galletas grandes, de forma casi perfectamente cuadradas, con un ligero olor a vainilla. Estaban crujientes, y se notaba un sabor extraño, alguna especia que evitaba que la galleta resultase demasiado dulce. Su sabor era bastante agradable.

Unos minutos después, el tren haría un súbito pero brevísimo movimiento hacia adelante, casi lanzando a los pasajeros contra sus asientos. Luego comenzaría a acelerar lentamente. La estación pronto quedaría atrás, y el risco a metros a la derecha parecería moverse. Varios minutos más, alcanzarían gran velocidad sobre los rieles, y sólo los árboles lejanos se verían inmóviles.

¡Y esto e-es un viaje en tren! ¿A que mola? —dijo Ranko con una enorme sonrisa y un leve brillo de rojo en sus mejillas.
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#9




Kazuma dio un pequeño respingo ante el despertar de la bestia mecánica. Había tomo un par de las galletas que le ofrecía su amiga, y la mitad de una de ellas se quedó colgando en sus labios cuando, a través de la ventana, vio como el mundo comenzaba a moverse.

¡Y esto e-es un viaje en tren! ¿A que mola? —dijo Ranko con una enorme sonrisa y un leve brillo de rojo en sus mejillas.

Es increíble —dijo luego de apurar la galleta, respondiéndole con una sonrisa adornada de alguna migajas.

La velocidad iba en aumento y el paisaje externo se le presentaba como una maravilla. Tambien estaba aquel sonido cadencioso, como de articulaciones metálicas que cada tanto truenan al acomodarse. Le gustaba aquel sonido, sentía que le daba cierta cualidad de vida al tren.

¿Sabes? —llamo la atención de Ranko, mientras mantenía su rostro cercano a la ventana—. Si te concentras en el paisaje, puedes sentir, aunque solo sea por un momento, que es lo de afuera lo que se está moviendo… Es surreal, como esto de que las cosas lejanas como las nubes estén inmóviles.

Así fue como su viaje sobre rieles les llevo a través del tupido Bosque de Hongos, hasta llegar a la famosa ciudad arbórea, que desde allí adentro parecía un mundo ajeno y desconocido. Luego pasaron por el Paraje de Bambú, a una velocidad tal que no daba tiempo a percibir el constante balancear de las copas, como si aquel sitio se hubiese detenido en el tiempo para ellos. Más tarde, el sol desapareció unas horas antes de los previsto cuando llegaron al Paraje sin Sol. Kazuma se preguntó, en qué dirección estaría Hanamura, pero la pregunta dejaba de importarle en cuanto la interminable llanura era adornada por algún pastor paseando a sus ovejas. Aquella imagen, por alguna razón, le proporcionaba una gran sensación de paz. En las fronterizas Tierras de Llovizna, los paisajes lucían inhóspitos y tranquilos, y el tiempo se le iba tratando de comprender como es que la lluvia caía de aquella forma tan inclinada, y porque si se quedaba viendo el vidrio y las gotas que por él resbalaban le invadía una vaga sensación de sueño y nostalgia. Y así fue como, mientras veían un sol rojizo, pasando de ocultarse en un cielo plomizo a ocultarse en el horizonte, anocheció y llegaron a un poco más de la mitad de su viaje, quedando justo en Yachi; luego de cruzar sobre un puente cuya altura parecía ser infinita, y haciendo que las aves anidadas en los riscos se levantasen hacia el último vuelo del día.
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#10
—Ranko se asomó por la ventana junto a Kazuma —. E-es curioso que como ninjas podamos… podamos movernos a veces demasiado rápido. P-pero al hacerlo no podemos v-ver algo tan genial como e-en un tren.

Ranko disfrutó del tiempo entre pláticas con Kazuma y maravillosas vistas del País del Bosque. Antes de que se diera cuenta, estaban pasando por sobre el famoso risco de la ciudad de Yachi. Entre ratos, la kunoichi sacaba las galletas de entre sus ropas y comía un poco, convidándole cada que podía al espadachín, hasta que sólo quedó un pañuelo con migajas.

Fue cuando las montañas los flanquearon y los árboles comenzaban a escasear que Ranko se cruzó de brazos y apoyó la cabeza contra el respaldo del asiento. Si iban a llegar tan tarde, era mejor ahorrar toda la energía posible, ¿no? Aunque le costó varios minutos, logró dormirse, arrullada por el movimiento del tren, mientras el sol lanzaba algunas últimas despedidas naranja opaco más allá del horizonte.

A pesar de que era la primera vez que Ranko iba a esa zona del continente, se perdió la mayor parte de la transición: el paisaje perdía plantas gradualmente, hasta que se notaban más áreas áridas y arenosas que árboles y arbustos floridos. Algunas palmeras y matorrales adornaban aquellas vistas extrañas para los Kusajin. La arena, oscura a esas horas, parecía más un infierno frío que uno ardiente. El tren viraba levemente hacia el suroeste, hasta que se detuvieron en una estructura similar a aquellas en las que brevemente habían parado en Tane-Shigai y Yachi.

¡Última parada de la línea! ¡Inaka! —diría un vozarrón, después de que se abrieran las puertas de vagón —. ¡Hagan el favor de descender con cuidado!

La gente comenzaría a bajar con ojos cansados y pasos lentos, pues la oscuridad del País del Viento era apenas rota por los farolillos de la estación de Inaka. La voz había despertado a Ranko, quien se alteró brevemente, pues pensaba que había pasado de lugar.

¡Ah! Yo… ¿ah? ¿Ya? —diría, mirando por la ventana —. ¿Ya? Bueno… —Se estiraría en su asiento antes de prepararse para descender —. ¿C-Cómo le pareció a Kazuma-san?
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#11
Impresionante —admitió mientras se estiraba—. Da la sensación de que con esta máquina podría llegarse a cualquier lugar.

La maravilla no solo estaba en la parte que veía, sino que también en todo el trabajo previo relacionado. Solo podía imaginar someramente la cantidad trabajo y preparación que se necesitaba para semejante empresa. Mientras abandonaban el tren, pensó en que sería bueno conseguir y encargar algunos libros relacionados. Así la gente que visitase la librería o la biblioteca de la villa sabría de aquel gran invento.

Ha sido un viaje bastante cómodo, pero necesitamos descansar correctamente —dijo mientras se dirigían a una posada cercana.

Por suerte, incluso a aquellas horas tan tardías, había establecimientos que recibían a los viajeros; sobre todo en las calles cercanas a la estación. Kazuma guio la marcha hasta la que le pareció mejor y pago por dos habitaciones, dejando que fuese su compañera la que diese el importe por el desayuno que habrían de tomar.

Todo va como estaba pautado, así que mañana tocaría levantarse a primera hora, comer algo y ponernos en marcha —dijo, casi bostezando mientras tomaba sus cosas y se dirigía a la habitación—. Buenas noches, Ranko-san.
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#12
Sólo necesita vías, creo. —Ranko asintió ante el comentario del peliblanco.

A Kazuma le había encantado el viaje, y la chica estaba complacida de que así fuese. ¡Nada mejor para comenzar una misión que tener los ánimos en alto! No les costó encontrar una posada cerca, pues tal vez la gente de Inaka había sabido aprovechar el boom del ferrocarril. Se instalaron en sendos cuartos y se despidieron.

Descansa, Kazuma-san.

Del lado de Ranko, fue una noche-madrugada tranquila. Como ya había dormido un buen rato en el tren, no le costó despertarse la primera luz. Hizo algo de calentamiento al lado de su cama, unos minutos para activar su cuerpo. Luego se preparó para salir.

No le parecía muy amable apresurar mucho a la gente, así que fue al cuarto de Kazuma y golpeó la puerta lo suficiente para hacerse escuchar.

Kazuma-san. ¡Bu-buenos días! No hay que tardar m-mucho, así iré a desayunar, ¿está bien? ¡Te espero! ¡Y-Yo lo invito! —No esperaría a que el chico le atendiera, sino que iría al comedor.

La comida no era de primera calidad, pero estaba suficientemente buena para comenzar el día con ganas. Ranko tomaría un trío de bollos de pan, un par de huevos fritos con tocino que parecía más aceite que carne y una porción de fruta que no supo identificar. Ya que Kazuma se había adelantado a pagar su cuarto, a Ranko no le molestó en pagar el desayuno del par.

Una vez que el peliblanco bajase, y se topara con una kunoichi con boca llena, podrían ponerse en marcha hacia el sur, hacia las Minas de Akuma.

”No, espera, era hacia el norte, ¿no? O hacia… ahm…” Se rascó el mentón mientras masticaba ”Debo de preguntarle a alguien de aquí antes de que salgamos…”
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#13
Las horas de sueño fueron reparadoras, aunque estuvieron llenas de las imágenes del tren, que parecían haberse quedado adheridas a su conciencia. Luego de que Ranko le llamase, solo le tomo un cuarto de hora el estar listo y bajar a desayunar. Se sentó a la mesa con unos cuantos panqueques, una ración de queso casero y una taza que, tal como le gustaba, tenía el equilibrio perfecto entre leche y café.

Luego de satisfecho su apetito, Kazuma partió en busca de lo necesario para el viaje. Lo primero que consiguió fue un mapa que, con ayuda del vendedor, tenía trazada la ruta idónea hasta las Minas de Akuma.

Aquí esta —diría mientras se sentaba frente a Ranko y extendía el mapa en la mesa—. Para llegar a nuestro destino, el mejor de los caminos es avanzar hacia el norte siguiendo la ribera oeste del río —señalo la ruta con el dedo, y aunque no había perdida, parecía bastante larga—. Creo que lo mejor es hacer el recorrido a pie: podríamos alquilar unos camellos, pero me lo desaconsejaron por no haberlos montado antes. Además, si ocurre algo los tendríamos que dejar atrás.

En teoría, aunque fuese a pie, el camino ribereño debiera de resultar sencillo: había vegetación y una fuente de agua segura, aunque le habían advertido que tuviese cuidado con los animales del río.

¿Qué te parece, Ranko-san? —pregunto, por si había algo más que tomar en cuenta u otras opciones.
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#14
Ranko se apresuró a levantarse, masticar a prisa, hacerle una reverencia a Kazuma y tragar.

B-buenos días, Kazuma-san. Espero que hayas dormido bien.

Prosiguieron con la comida (Ranko se sirvió un par más de bollos y una ración más de fruta), mientras el espadachín mostraba a la artista marcial un mapa. Ranko siguió el dedo de Kazuma y estudió fijamente los lugares. Ella misma pasó su dedo por la ruta. ¿Cuánto tiempo les llevaría eso? Un mapa era algo engañoso para Ranko. ¡Los dos puntos estaban tan cerca en el papel! ¿Cómo podría saber qué tan cerca estaban en la vida real?

M-me parece bien. Creo que podríamos pa… cruzar a-al lado oeste del río. —Se preguntó cómo se llamaba el cauce mientras terminaba toda su comida. Imaginó que habría sido divertido montar a camello, pero la falta de experiencia con ellos se los impidió. ¡Camellos! Ella nunca los había visto en la vida real.

”Tal vez en otra ocasión”

Agradeció por la comida, se levantó y pagó por todo. Se estiró brevemente.

¿E-está Kazuma-san listo? ¿Cuánto crees que tardaremos en llegar?

Ya había preparado todo al salir de su habitación, así que no tuvo que regresar a ella. Estaba totalmente preparada para la travesía desértica. En cuanto Kazuma estuviese listo, saldrían a la aventura en aquella mañana del País del Viento.
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#15
Esa es una excelente pregunta —contesto con humor—. La verdad es que no tengo idea. Si el recorrido fuera bosque o llanura podría especular cuanto tiempo tomaría, pero siendo desierto… no estoy seguro.

Si de algo estaba seguro, es que tendría que prepararse lo mejor posible.

Puede que poco más de un día, probablemente —aventuro—. De todas maneras, tendré listo agua y comida para dos días.

El joven peliblanco dejo el mapa allí y salió a la calle en busca del agua y el alimento más baratos que pudiese conseguir. Cuando tuvo lo que calculaba que sería suficiente para dos personas y dos días, las sello en un pergamino. Aquello le ayudaría a que fueran mucho más fácil de transportar, aunque tendría que deshacer y rehacer el sello cada vez que fuesen a comer y beber, pero aquello le parecía una molestia mínima.

Creo que con esto estamos listos —dijo al regresar e informar que tenía las provisiones.


Ippan no Fūinjutsu y dos huecos del Chīsana Makimono en mi inventario para guardar bebida y comida
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