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No tardaron en llegar al campamento.
"Era una manera cortés de preguntar tu nombre" pensó mientras fruncía levemente el ceño. Sin embargo, su pregunta indirecta fue contestada indirectamente por un hombre rubio ojiazul que salió de la tienda más grande de las tres.
Ranko supuso que aquél era quien había encargado la misión, Yōgi. Imitó a Kazuma y le dedicó una breve reverencia.
—A-así es. M-muchas gracias, Kyo-san —intentó agradecer al chico. Luego se señaló a sí misma y a su amigo, respectivamente—. Sagisō Ranko y Hanamura Kazuma, de Kusagakure. —dijo la kunoic
A pesar de que estaba ansiosa por comenzar (y por al fin dejar de caminar entre las dunas), no dijo nada más, sino que esperó la confirmación que el peliblanco había pedido. Esperaría a que Yōgi, si es que era él, explicase la situación y aquello en lo que pudiesen ayudarles.
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4/06/2020, 01:17
(Última modificación: 7/08/2020, 19:07 por Himura Hana. Editado 4 veces en total.)
—. ¿Y usted es…?
— ¿Cómo que quien soy? — dijo con una sonrisa tensa para después girarse a Kyo que ya estaba mirando en otra dirección disimuladamente — Kyo, pero ¿les has explicado algo?
— Perdona, me dijiste que vigilase y que si aparecian los ninjas te los trajese, pues aquí los tienes, ahora voy a comer algo y echarme una buena siesta.
— ¡Pero si te acabas de levantar! Haz el favor de volver al camino, aún pueden aparecer más maleantes. Seguro que el rumor ya ha circulado.
Kyo suspiró y se fue arrastrando los pies, pero no opuso demasiada resistencia, seguramente porque se esperaba aquella orden ya. Yōgi volvió a encarar a la pareja de Kusagakure y se frotó las manos.
— ¿Por donde ibamos? Ah, sí. Llamadme Yōgi, por favor. Y sí, soy yo el que pidió la misión. Venid, por favor. — empezaría a andar hacia la tienda grande, esperando que ambos le siguiesen. — En fin, no os voy a aburrir con los detalles pero estaba yo haciendo una transacción tan tranquilo y cuando hemos acabado y cada uno tiene su parte, aparece un chacal, le quita de las manos a mi subordinado el maletin con todo el dinero y empieza a correr. Por suerte, Kyo le dio un buen tajo en una pierna, seguro que no contaba con eso el maldito chacal. Resumiendo, él huye, nosotros le seguimos y decide adentrarse en las cuevas, y no, no fue improvisado, llevaba mascara el muy desgraciado.
Hizo una breve pausa para buscar algo. El interior de la tienda no era nada del otro mundo, había un saco de dormir a un lado, varias mesas plegables, una en el centro con papeles y un par a cada lado con comida y bebida, y varios sacos cuyo contenido no podían ver sin abrirlos expresamente. Seguramente era la tienda salón, mientras que las otras se usarían para poco más que dormir.
— Aquí está. La factura de la broma. — le pasó un pergamino a Kazuma, donde ponía qué había vendido y cuando había cobrado. — Para que veais la magnitud del problema. Y claro, nosotros no teníamos ni respiradores ni manera alguna de pasar a las minas, ¿para qué? Que solo íbamos a hacer una pequeña transacción en el oasis. Pues una semana llevamos aquí montando guardia con la broma.
La factura evidenciaba que había vendido cinco estatuillas de oro que representaban los elementos de la naturaleza, cada estatuilla costaba más de lo que se pagaba por hacer una misión de rango S. También era evidente que su cliente se estaba desahogando más que explicando nada que tuviese que ver con la función de los ninjas en todo esto.
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«No sé qué le ve la gente al oro: es escandaloso, es caro y solo sirve para adornar», pensó mientras leía una factura que tenía más ceros que con los que hubiese trabajado alguna vez.
El joven peliblanco paso el pergamino a su compañera, para luego sacar de su túnica una pequeña libreta y algo para escribir.
—Ya tengo claro lo sucedido, señor Yōgi, pero aún hay algunas cosas que necesitamos saber —argumento, listo para comenzar con su parte preferida, la de las preguntas—: todo lo que pueda decirnos sobre el “chacal” y todo lo que pueda decirnos sobre las minas.
Suponía que, si aquel sujeto había burlado a los subordinados, y había logrado escapar hasta allí con una herida en la pierna, no se trataba de alguien común; por lo que necesitaba saber que armas, métodos o técnicas utilizo durante el altercado. En cuanto a la mina, quería saber que tan grande era, que peligros le eran propios y si tenían a su disposición algún mapa.
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Aquel hombre era, en efecto, Yōgi, quien se presentó después de mandar a Kyo de vuelta a la guardia. Ranko inclinó brevemente la cabeza al escuchar el nombre del tipo. Él los guió hacia dentro de la tienda y les explicó la situación.
Un bandido, o “chacal” les había robado algo valioso y escapado a las minas, no sin antes quedar herido gracias a Kyo. Un par de engranajes comenzaron a girar en la cabeza de Ranko en lo que escuchaba la historia. La chica tomó la factura que Kazuma le pasaba. A pesar de que su compañero la leyó sin mucha reacción, los ojos de la chica se abrieron como platos. Sí, venía de una familia adinerada, y como hija de un comerciante, sabía apreciar el dinero y su posible uso.
”Woah… WOAH.” Tragó saliva.
La chica entregó la factura al hombre, con mucho cuidado, como si valiera tanto como los números que mostraba. Mientras tanto, Kazuma le pedía información extensiva sobre el ladrón. Ranko esperaría a que él terminara, y tal vez a que Yōgi respondiera, para expresar sus inquietudes.
—S-si… ahm… Chacal-san te-tenía preparada una máscara… ¿P-podría ser que saliera p-por otro lado de-de las minas? —No sabía nada de la distribución de los túneles de las minas, así que, como los túneles de un topo, era posible que hubiese otra manera de salir —. Y… ¿y tienen a-ahora respiradores di-disponibles aquí?
La kunoichi, casi sin querer, miró de reojo a los sacos que había dentro de la tienda.
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—Ya tengo claro lo sucedido, señor Yōgi, pero aún hay algunas cosas que necesitamos saber todo lo que pueda decirnos sobre el “chacal” y todo lo que pueda decirnos sobre las minas.
Yōgi estaba esperando las preguntas de los ninjas, era evidente que iban a querer más información pero la generalidad de lo que le pedía Kazuma era difícil de contestar. En general, ya se lo había dicho. Se rascó la barbilla haciendo memoria.
— Bueno, el ladrón iba encapuchado y vestía todo de negro y sobre las minas sé lo mismo que vosotros. Cuevas con niebla venenosa y todo eso. Por eso contrate a alguien del lugar para que nos guiase antes de venir a hacer la transacción. Él os contará todo lo que haga falta, ha entrado a probar los respiradores y ver si encontraba algún rastro del desgraciado ese.
—S-si… ahm… Chacal-san te-tenía preparada una máscara… ¿P-podría ser que saliera p-por otro lado de-de las minas? .Y… ¿y tienen a-ahora respiradores di-disponibles aquí?
— Mi contacto aquí me ha asegurado que no hay más salida de esta para esta entrada. Y si empezamos a desconfiar de la gente cuya única relación contigo es que les pagas, ¡no podríamos confiar en nadie! Encargué dos respiradores, uno lo tiene mi contacto, que ha entrado a la cueva hace un momento. Debería estar al caer ya, solo iba a hacer algo de reconocimiento.
Finalmente, salió de la tienda para pararse en la parte alta de la colina, desde donde se veía la amplia entrada de aquella sección de las minas, también se veía aquella niebla tan conocida.
— Recibimos esta misma mañana los respiradores y como no apareciais se metió él. A mi me daba igual mientras recuperase el dinero.
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Kazuma anotaba mientras recibía las palabras del comerciante.
Las minas:
* Profundidad: desconocida
* Extensión: desconocida
* Ambiente: venenoso
* Salidas: solo una (aparentemente)
El ladrón:
* Herido, presumiblemente peligroso
* Escondido, presumiblemente conoce bien las minas
— Mi contacto aquí me ha asegurado que no hay más salida de esta para esta entrada. Y si empezamos a desconfiar de la gente cuya única relación contigo es que les pagas, ¡no podríamos confiar en nadie! Encargué dos respiradores, uno lo tiene mi contacto, que ha entrado a la cueva hace un momento. Debería estar al caer ya, solo iba a hacer algo de reconocimiento.
— Bueno, dicen que el dinero inspira muchas cosas, pero la lealtad y la confianza no son una de ellas —proverbio, creyendo que era una sentencia absolutamente cierta, y que aun así seguían existiendo los bancos y los prestamistas.
« ¡Que irónico el mundo: lealtad y confianza son las consignas predilectas de quienes manejan dinero!», pensó sonriendo.
Kazuma salió de la tienda y miro hacia la entrada de la mina, hacia aquella garganta de la montaña. En su interior sentía un poco de inquietud, pues lo lugares oscuros jamás auguraban cosas buenas.
— Recibimos esta misma mañana los respiradores y como no aparecíais se metió él. A mí me daba igual mientras recuperase el dinero.
— Esperémosle a ver que ha encontrado o que puede decirnos —propuso, mientras juzgaba como imprudente adentrarse solo en las minas con un ladrón ocultándose en ellas.
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Al parecer no había mucha información, ni acerca del ladrón ni las Minas. Kazuma anotó lo que pudo, como en su primera misión juntos. Al menos estaban medio seguros de que el criminal no saldría por otro lado.
Afortunadamente, sí tenían el equipo para permitirles adentrarse en las Minas. Desafortunadamente, el equipo estaba incompleto momentáneamente, pues el contacto de Yōgi había ido a probar uno de los respiradores y, de paso, encontrar algún rastro del objetivo. Siguió al hombre hasta fuera de la tienda. Se podía ver desde allí la entrada, la boca de aquellos túneles con una bruma amenazante, misteriosa, adornándola. Ranko tragó saliva. Más terreno desconocidos.
—Kazuma-san tiene razón. Ha-habría que esperarle —Se cruzó de brazos —. S-siento que ha-hayamos tardado d-de más en el camino… ¿C-Cuánto tiempo tenemos para a-atraparlo, Yōgi-san?
Quería preguntar cuánto tiempo ininterrumpido podían usar los respiradores dentro de las Minas, pero decidió que era mejor dejar las preguntas sobre el equipo cuando el socio de Yōgi regresase, y así aclarar todo al respecto.
Además, hubo algo que el hombre dijo que encendió una pequeña lucecita de alarma en la parte de atrás de la mente de Ranko, pero la chica calló por el momento.
”A mi me daba igual mientras recuperase el dinero.”
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—Bueno, dicen que el dinero inspira muchas cosas, pero la lealtad y la confianza no son una de ellas
— Muchacho, si no confiase en la gente que contrato, ¿cómo podría confiar en vosotros? — soltó con total confianza en sus palabras, como si acabase de dar un argumento completamente irrebatible.
Solo acabar de hablar, de la niebla de la cueva apareció un hombre, era alto y parecía bastante musculado. Era dificil de distinguir para ambos ninjas por la distancia y que vestía una capa blanca que le cubría desde el cuello hasta los pies.
— Ahí viene. — aclaró Yōgi completamente relajado, por lo que se sobreentendia que era su contacto y no el ladrón.
El hombre subió la ladera directo al pequeño grupo, la cara se la tapaba parcialmente el respirador que no tardó en quitarse una vez fuera de peligro. Tenía los ojos negros y el cabello negro y largo, oculto tras la capucha de su capa. Sacó los brazos de debajo de la capa para quitarse el respirador. Pudieron ver un par de dagas en su cinto pero nada más destacable aparte de eso. Vestía una camiseta y un pantalón con unas sandalias.
— Nada, ni una pista, ese hijo de puta podría estar esperando para emboscar, tened cuidado. — advirtió a los ninjas pero el respirador se lo pasó a su jefe.
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—Lo tendremos en cuenta —respondió el peliblanco—. ¿Tiene alguna idea de que tan profunda es la mina o cuantos caminos hay dentro? ¿Qué tanto tiempo le tomo entrar y salir?
No esperaba gran cosa, pero nunca estaba de más preguntar. Ahora, solo resta que les permitiese los respiradores y podrían comenzar con la misión. Por supuesto, luego de ambos ninjas se tomasen un momento para elaborar un plan.
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Hubo un choque de ideologías con respecto al dinero y a la confianza, entre Yōgi y Kazuma. Pero antes de que pudiesen debatir más al respecto, un hombre de capa blanca surgió de entre la bruma. Yōgi lo identificó como su socio. Éste dijo que no había encontrado nada, y que era mejor irse con cuidado de no ser emboscados. Acto seguido le entregó el respirador a Yōgi.
El peliblanco le hizo un par de preguntas al hombre, y Ranko añadió una.
—Di-disculpe… ¿ha-hay algo que d-debamos saber sobre los respiradores? —Ranko no sabía si funcionaban con baterías, o si eran poco más que un cubrebocas complejo.
Mientras tanto, pensaba la situación, ligeramente molesta. ¿Por qué le tenían que tocar siempre las misiones de rastreo? Era tan mala para ello… Si tuviesen a Etsu y Akane, ellos podrían encargarse de seguirle el rastro al bandido y Ranko de golpearlo. Pero no era así. La chica esperaba que Kazuma tuviese algo más de habilidad de cacería que ella. Escucharía atenta las respuestas antes de intentar planear cualquier cosa con su compañero.
De todas maneras, se le ocurriría una idea y se la contaría en voz baja.
—K-Kazuma-san… ¿P-podríamos usar tu libreta p-para ir dibujando un mapa? P-para reconocer el camino de regreso, creo.
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—Lo tendremos en cuenta ¿Tiene alguna idea de que tan profunda es la mina o cuantos caminos hay dentro? ¿Qué tanto tiempo le tomo entrar y salir?
El hombre retrocedió levemente, contrario a hablar con ellos, sin embargo, tras una mirada y un asentimiento de su jefe, empezó a hablar.
— Solo estuve merodeando la zona de la entrada, hay demasiados caminos ahí dentro para poder orientarse con tanta niebla. Sobre la profundidad, es una mina, baja metros y metros, no sé hasta donde llegará porque nadie en su sano juicio se adentraría demasiado. Si pierdes de vista la entrada, es improbable que la vuelvas a encontrar. He estado poco menos de un par de horas, entrar asomarme a un par de caminos para ver si había alguna pista, pero nada.
—Di-disculpe… ¿ha-hay algo que d-debamos saber sobre los respiradores?
De nuevo, el hombre miró a Yōgi, pero esta vez porque no tenía ni idea de qué contestarle a la kunoichi. El mercader supuso que estaba dudando de la calidad del objeto ya que es ciertamente exclusivo de Amegakure.
— No te preocupes, funcionan, no son exactamente iguales a los de Amegakure, porque para conseguir uno de esos tendría que haber gastado más de lo que hay en la cueva. ¡Pero! Estos funcionan para el veneno única y exclusivamente, no para las locuras como respirar bajo el agua o el humo de una chimenea. Se venden en Inaka para las visitas y solo se les ha muerto un turista, porque le cayó un desprendimiento. Así que yo me fio, y mirad a Uragiri, como un roble ha salido.
Señaló al hombre que acababa de salir de las minas, ciertamente ni tosía ni parecía tener mal color.
— En fin, aquí teneis. Si necesitais suministros, os podemos dar un par de días de raciones pero ni un arma, no soy mercader de esos y el gremio de mercaderes de armas no se toma bien la competencia desleal.
Yōgi les ofreció ambos respiradores. Dejandoles con la duda de dónde había sacado el otro, tal vez el kimono tenía bolsillos interiores. El mercader sonreía y hablaba como si no tuviese un problema y gordo entre manos. Era difícil saber si confiaba ciegamente en la capacidad de los ninjas para recuperar su dinero o sencillamente toda la vida era como un gran entretenimiento para él.
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—Ya veo —respondió, sin mostrar mayor preocupación—. Entonces cuento con usted para tener listos los suministros. Mientras tanto, mi compañera y yo debemos planear la misión.
Era cierto que necesitarían organizar sobre el cómo proceder, pero también les vendría bien aquel tiempo para descansar un poco. Lo necesitarían, la misión en si no parecía difícil, aunque sí bastante complicada.
«Son muchas las incógnitas», pensó mientras le hacía un gesto a Ranko para que le acompañase.
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”Un lugar profundo, estrecho y laberíntico… Esta misión de seguro será un reto total…” Ranko escuchó lo que Uragiri tenía que decir sobre las Minas, y luego a Yōgi sobre las características de los respiradores.
Tomó uno de los aparatos mientras su compañero tomaba el otro.
—E-entiendo. S-sí, agradeceríamos todo e-el apoyo posible. Co-con permiso —Les dedicó una reverencia y luego seguiría a Kazuma. ¿Cuál sería el primer paso? —. ¿Cree Kazuma-san que de-deberíamos comenzar hoy? ¿O se-será mejor esperar a la primera luz?
Si empezaban al día siguiente, estarían descansados y frescos, pero le daban más tiempo al “chacal” de escabullirse. Si comenzaban en ese momento, tendrían, en su opinión, más probabilidades de alcanzarlo, pero estarían luchando contra el cansancio de un día de viaje. No sabía si era la cabellera blanca, o si eran las palabras de poeta, pero Ranko tenía cierta confianza en Kazuma que sólo depositaría en alguien con más sabiduría que ella.
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12/06/2020, 16:05
(Última modificación: 7/08/2020, 19:05 por Himura Hana. Editado 1 vez en total.)
— Las que necesitéis, me las pedis y os las preparo. Cuanto antes empeceis antes acabareis, solo lo digo.
Entonces se volvió al hombre que acababa de salir.
— Uragiri, ves a sustituir a Kyo antes de que empiece a afilar las katanas con los dientes.
No pareció muy contento con la orden, pero Uragiri partió en dirección al camino. Yōgi dejó a los jovenes a lo suyo y volvió a su tienda.
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—E-entiendo. S-sí, agradeceríamos todo e-el apoyo posible. Co-con permiso —Les dedicó una reverencia y luego seguiría a Kazuma. ¿Cuál sería el primer paso? —. ¿Cree Kazuma-san que de-deberíamos comenzar hoy? ¿O se-será mejor esperar a la primera luz?
— Las que necesitéis, me las pedis y os las preparo. Cuanto antes empeceis antes acabareis, solo lo digo.
—Está bien, creo que lo mejor será comenzar mañana con mayor ímpetu —dijo, teniendo en cuenta el peso del viaje previo.
Kazuma caminó un poco hacia un sitio que estuviese iluminado por alguna antorcha, necesitaban tanto descansar como armar un plan. Esperaba que su compañera le siguiera, aunque él se tomaría la libertad de simplemente sentarse en el suelo y comenzar a repasar lo que había escrito en su libreta.
—¿Qué opinas, Ranko-san? —pregunto mientras examinaba la máscara—. No tengo muchas opciones de asistencia… Si supiera ninjutsu podría anular una emboscada inundando una caverna o cubriendo un corredor de llamas.
Pero el solo era bueno en kenjutsu, que equivalía a necesitar ver a su oponente y tenerlo al alcance. Conocía algunas técnicas de sellado, pero no se le ocurría de qué manera podrían serle de utilidad… y por lo que sabía, Ranko estaba dedica al taijutsu, que era similar.
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