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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
«Que problema —pensó Kazuma, acostumbrado a ser de luces cortas, pero de temperamento paciente y calmado—. Hay que hacer algo»

Sabía que aquella duda era más que razonable, pues el dudaba de todo: la posibilidad de que Violeta llevase algo consigo y que les hubiese jugado una buena pasada. Un argumento con algunos huecos, pero nada que le hiciera imposible.

Ya veremos —dijo, tranquilamente—. Ranko, yo me quedare aquí y mantendré a este sujeto vigilado. Quiero que busques a Violeta y la traigas… Estará cerca del rio.

Al menos, esperaba.

Obsérvala cuidadosamente primero a ver si tiene el maletín o su contenido. Acércate a hablar con ella y explícale la situación… Lo ideal sería que viniese por cuenta propia, pero si se resiste no te expongas al peligro… Si algo sale mal no te enfrasques en combate con ella, ven y búscame inmediatamente.

»Ahora, si te encuentras a Kyo-san (que no sabemos de qué humor pueda estar) atráelo hacia acá sin discutir o pelear… Y si se ha encontrado con Violeta san… Bueno, debes impedir que se hagan daño a como dé lugar.

Aunque el rostro del peliblanco no lo demostrase, se sentía un poco mal por colocar tal responsabilidad en los hombros de su compañera. Sin embargo, confiaba en ella y la creía con mayor capacidad de enfrentarse a una situación violenta. Además, él estaba atado al sospechoso y bajo ningún concepto podía dejar solo al cliente.
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Ranko lo sabía, pues Violeta se la había enseñado al salir de su cuarto secreto, ¿no? La kunoichi estaba segura de que la mujer no llevaba más que aquella arma. ¡Podría jurarlo! ¿No? Aunque… no había visto bien sus manos entre el gas… Y ella se había quedado dentro del túnel cuando fueron a buscar a Kazuma… Y se había apresurado a separarse de los genin.

”Oh… No, no puede ser. ¡Lo habríamos visto! No puede ser que Violeta-san…”

Sintió un retortijón de nervios. ¿Tenía razón el peliblanco al decirle que no confiara tanto de buenas a primeras en Violeta?

Violeta-san llevaba una manopla e-en mano… No un maletín. C-creo —Era al menos lo que había visto, y estaba relativamente segura, aunque cada vez le entraba más la duda. ¿Lo sabía con certeza o quería creer que lo sabía? Luego se dirigió a Yōgi —. Violeta-san n-nos dijo que… ahm… se había vuelto… inmune al gas hacía años. A-antes de que le sellaran. N-no sé cómo lo hizo…

La situación era tan enrevesada que su cliente no pudo digerir su pregunta. Afortunadamente, Kazuma tomó las riendas: le indicó a Ranko que fuese a buscar a Violeta, y a Kyo, en caso de encontrárselo. Le instó a no combatir con ninguno de ellos y evitar que combatieran entre sí.

Entendido, Kazuma-san. —respondería con un movimiento de cabeza.

Si Yōgi no le detenía, Ranko saldría de la tienda. Giraría la cabeza para ubicarse y comenzaría a andar hacia el río, y aceleraría tanto como la arena se lo permitiese, maldiciendo mentalmente aquella superficie tan irregular e inestable. Estaría atenta en caso de ubicar a Kyo o a Violeta a la distancia, y se dirigiría a ellos, o a quien estuviese más cerca de los dos, si los veía.



PV

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CK

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Enfriamiento de Shunshin:

3/5

Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

Yōgi no dijo nada cuando Ranko desapareció por la puerta en busca de Violeta. De hecho, no dijo nada durante un largo rato, con la mirada fija en el suelo. Hasta que finalmente se desplomó sobre la mesa. Tal vez era el estres de perder tanto dinero y ahora encontrarse con un escenario que le hacía dudar hasta de su propio hermano. O tal vez había habido intervención de agentes externos. O una simple deshidratación. O un mareo fuerte.

Cr-creo que necesita atención médica.

A Uragiri le dio cosa sugerirlo por cómo pudiese tomarselo el ninja. Si era mentira o estaba fingiendo la duda en sus palabras, el ninja no lo sabría. Lo único que sabría es que Yōgi seguía respirando por el ruido que hacia su respiración contra los papeles de la mesa. Si quería saber algo más, tendría que acercarse.

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Ranko correría en dirección al rio y no tardaría en encontrarlo, estaba, casi literalmente, al lado del campamento. Apenas tardaría cinco minutos en divisarlo y en encontrar el camino que atravesaba la maleza para llegar hasta el agua.

Si seguía dicho camino, pisaría cantidad de hierbajos, aunque era un camino, se trataba más bien de una senda de plantas pisoteadas que permiten el paso sin mayor dificultad. Si corría hasta el lecho del rio, observaría a un lado y al otro y vería que no había nadie, ni rastro de Violeta ni de ningún tipo de transeunte. ¿Quien se iba a acercar tanto a aquel lugar?


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Y como si las cosas no pudiesen complicarse más, pero desafiaran sus propios límites, el cliente se desmayó.

Cr-creo que necesita atención médica —se atrevió a decir el sospechoso.

Kazuma observo el cuerpo desplomado sobre la mesa e intuyo que quizá la situación había sido demasiado para el pobre comerciante. Le hubiese gustado hacer algo para ayudarle, pero aunque estuviese libre poco podría hacer.

No soy médico —respondió con tranquilidad—. Además, la orden dada, su orden, fue retenerte… Y eso planeo seguir haciendo.

«En todo caso, puede que descansar un poco le haga bien», pensó.
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El sentir las hierbas al caminar entre el desierto fue un leve alivio para Ranko. No porque quisiera maltratar plantas, sino porque le resultaban al menos ligeramente familiar, no como la tosca arena ardiente que había estado pateando antes.

Pero ese alivio fue arrancado pronto, por la nada.

No. No, no, por favor…

Su calma se agrietó al ver que no había alma alguna por allí. Ni la mujer ni el guardia. Ranko aceleró y corrió hacia el borde, y siguió unos metros río arriba.

”Violeta-san…”

¿Qué le había pasado? ¿En serio se había robado el oro? ¿En serio había escapado de ella ellos? ¿Les había engañado? ¿Cuánto de lo que les dijo era verdad? ¿Había sido en realidad ninja de Kusagakure? No recordaba haber visto bandana alguna… Era eso, ¿no?

”Kazuma-san tenía razón… Fue tonto confiar en esa mujer… Fue tonto verme deslumbrada por ella…”

¡¡Violeta-senpai!! —Ranko alzó la voz. ¿Podía estar oculta? ¿Podía estar todavía cerca? Eso esperaba. Eso deseaba. Deseaba que Violeta no fuese la ladrona, sino la heroína que ella se había imaginado. Sintió que el que la mujer fuese culpable le dolería más que fallar la misión. ¿Tan profunda había sido su impresión en Ranko?. Gritó de nuevo —. ¡¡Violeta-senpai!! ¡N-Necesito hablar con usted! ¡¡P-por favor!!

Se detendría un momento para gritar, luego seguiría el margen del río hacia el norte varios metros más y le llamaría de nuevo.
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No soy médico Además, la orden dada, su orden, fue retenerte… Y eso planeo seguir haciendo.

El hombre, incluso paralizado, le dedicó una mirada de autentico pavor a Kazuma, quien ni pestañeó al ver a su cliente desplomarse. ¿Cuanta sangre fría puede llegar a tener un ninja? Era algo realmente aterrador.

Pero entonces se oyó algo en la puerta y Uragiri vio su oportunidad.

A ver, ¿qué pasa con los ninjas? — preguntó un cansado Kyo mientras abría la puerta de la tienda, para encontrarse a su hermano babeando en la mesa y a un sospechoso Kazuma reteniendo a Uragiri.

¡Kyo-san! ¡Han sedado a Yōgi-san! No solo quieren el maletín, ¡quieren secuestrarlo! — soltó en un momento con una alarma bastante creíble.

Kazuma sabía, que si él estuviese al otro lado, justo donde estaba Kyo, se creería las palabras de Uragiri, dada la convicción con la que las había soltado. Y Kyo se lo creyó porque desenvainó una espada y apuntó con ella a Kazuma y empezó a acercarse peligrosamente a él, sin mediar palabra. Sus ojos le decían que en el momento en que entrase en rango, le lanzaría una estocada.

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¡¡Violeta-senpai!! ¡¡Violeta-senpai!! ¡N-Necesito hablar con usted! ¡¡P-por favor!!

Antes de que la joven kusajin empezase a correr, una mano le presionaría el hombro, clavandola en el sitio.

Hey, Ranko-chan. Calma. Estoy aquí, ¿qué pasa?

Violeta apareció a su espalda como por arte de magia, en ropa interior. Realmente había encontrado un hueco entre la maleza donde poder colgar su ropa recien limpiada a la espera de que se secase un poco mientras ella acababa de darle un poco de higiene a su vida. Al oír pasos, como todo ninja que se precie, se escondió y Ranko no le dio ni tiempo a saludar antes de ponerse a gritar su nombre por toda la ribera.

Ahora, la cabellera de Violeta era de un rojo carmesí y estaba suelta y pegada a toda su espalda prácticamente. Al menos ya no tenía barro hasta entre los dedos, pero seguía teniendo un color de piel más bien moreno. Su rostro expresaba preocupación, si no fuese por la alarma de Ranko, expresaría incluso algo de soberbia al oírla llamarla Violeta-senpai.


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¡Kyo-san! ¡Han sedado a Yōgi-san! No solo quieren el maletín, ¡quieren secuestrarlo! —grito el sospechoso, y Kazuma sintió como si le acabasen de empujar hacia un barranco.

«¡Que sucio!», juzgo para sus adentros.

Se mantuvo aparentemente tranquilo, aunque le dominaba más la incertidumbre sobre qué acciones debería de tomar y la quietud a la que le obligaba el sello. Dejar ir al sospechoso, que además acababa de arrojarle a los leones, no lo consideraba una opción; de igual manera, enfrentarse al jovencito tampoco era lo que deseaba, además de que no estaba con la mayor de las movilidades.

Miente —dijo, optando por lo más sencillo—. Mantengamos la calma, ¿sí?

Esperaba que por lo menos el chico tuviese alguna duda, aunque su temperamento parecía el de aquellos que apuñalaban primero y preguntaban después.
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La mano en el hombro de Ranko le alarmó, y la chica se giró al instante, aunque la voz le tranquilizó. Y lo que vio al voltearse, le alarmó de nuevo: Violeta en paños menores.

”Oh, cielos. Ranko, no mires, es maleducado.”

Los temblorosos ojos miel de Ranko lucharon por mantenerse en el rostro de Violeta y en su húmeda cabellera roja (”¿No había dicho que era violeta?”). A pesar de que moría por hacerlo, intentó con todas sus fuerzas no bajar la mirada.

Ah… ah… eh...V-Vi… —La mano de Violeta sentiría el temblar de la kunoichi, y la mujer vería cómo el rostro de Ranko viraba violentamente a un rojo tan intenso como su cabello.

”¡RANKO! ¡Enfócate!”

Q-quisiera… Ahm… T-tenemos un problema c-con nuestra misión y-y-y… y quisiera q-que Violeta… senpai... nos acompañara. P-para d-demostrar q-que ni usted n-ni nosotros e-e-estamos m-mintiendo. P-por favor. V-verá… N-nos acusaron d-de haber robado e-el maletín q-que teníamos que recuperar… Y luego d-dijeron que Violeta-senpai lo ha-había tomado… ¡Pero sé que Violeta-senpai no lo hizo! ¿V-verdad? ¿P-podría venir conmigo u-un momento? ¿N-nos ayudaría, por favor?

Sin querer, las manos de Ranko se habían movido al frente, en posición de súplica.
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Miente Mantengamos la calma, ¿sí?

(Carisma 20) Kyo no se cree ni por un momento las palabras de Kazuma y se lanza a por él, buscando hacerle un corte en el hombro opuesto al del brazo que sujeta a Uragiri, por miedo a herir a este si atacaba demasiado cerca.

La poca preocupación de Kazuma en Yōgi, fue lo que acabó de convencer a Kyo. Si después se demostraba que había sido Uragiri, ya le ensartaría a él también. De momento, debía impedir que el ninja hiciese más daño.

¿Qué le habéis hecho a mi hermano? — exigió saber el espadachin.
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Q-quisiera… Ahm… T-tenemos un problema c-con nuestra misión y-y-y… y quisiera q-que Violeta… senpai... nos acompañara. P-para d-demostrar q-que ni usted n-ni nosotros e-e-estamos m-mintiendo. P-por favor. V-verá… N-nos acusaron d-de haber robado e-el maletín q-que teníamos que recuperar… Y luego d-dijeron que Violeta-senpai lo ha-había tomado… ¡Pero sé que Violeta-senpai no lo hizo! ¿V-verdad? ¿P-podría venir conmigo u-un momento? ¿N-nos ayudaría, por favor?

Violeta escuchó con calma a Ranko prácticamente deshaciendose bajo su tacto de puro nerviosismo. Asoció esos nervios a que la situación de verdad era apremiante. La joven kunoichi movió las manos al frente con la intención de ponerlas en posición de súplica, pero al no estar mirando al frente sino a los ojos de Violeta, calculó mal la distancia que las separaba. Posó ambas manos sobre el abdomen desnudo y húmedo de Violeta, sintiendo sus duros músculos.

La mujer no hizo ni un gesto al respecto, sino que miró donde había dejado sus cosas y se apresuró en contestar a su, ahora, kouhai.

Dame un segundo que me vista y vamos para allá. Pero vas a tener que explicarme la situación de nuevo porque no me he enterado de la mitad. ¿Un maletín?

Dicho eso, se metió entre la maleza y salió un minuto después, con el cabello de nuevo recogido en una coleta larga agarrada a principio y fin, aunque esta vez algo más imperfecta, con varios mechones sueltos. El arma que había recuperado en la cueva la llevaba colgada de la cintura con un pequeño agarre que tenía, no en las manos.

¿Vamos? — preguntó a la espera de que Ranko lideraase la marcha.


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Kazuma vio venir el corte, pero su posición no le permitió esquivar sin exponerse a una posible herida mayor. Sintió como el acero picaba su hombro y, junto a un gruñido apagado, la mano que retenía al sospechoso fue llevada hacia la herida, como un acto reflejo.

«¡Demonios, aquí vamos de nuevo!», se dijo, renegando de que la mayoría del mundo prefería ver sangre que escuchar palabras.

¿Qué le habéis hecho a mi hermano? —exigió saber el espadachin.

¡Que no le hecho nada! —gruño, manteniendo la vista en el ahora libre Uragiri—. ¿Crees que si quisiera secuestrar al cliente aun estaría aquí conversando con Uragiri?

»Que cabezota —añadió, molesto—. Yōgi-san me dio la orden de retenerlo porque era sospechoso, por eso me quede aquí cumpliendo sus órdenes… hasta que llegaste tú.

No era fácil invocar el enojo en Kazuma, pero la gente impulsiva definitivamente tenia facilidad para ello. Aun así, sus órdenes seguían vigentes y sus ojos atentos al sospechoso.
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Ranko gritó mentalmente cuando sus manos aterrizaron en el atlético vientre de Violeta, y su rostro se puso más caliente que la arena del desierto. Al instante, bajó la vista hasta sus manos, luego las retiró, llevándolas a su propia espalda, y dio un largo paso hacia atrás.

¡¡D-di-disculpe!! ¡N-no fue m-mi i-in-intención!

La mujer accedió, aunque le pidió que le explicara todo. Ranko se movería para darle la espalda en lo que ella se vestía, reteniendo con toda su voluntad las ganas de voltear a verla. Claro, ella se habría metido entre la maleza, pero ¿no sería maleducado estar mirando en su dirección? ¿Qué tal que lograba ver algo que no debía?

”¡Ya muy atrevida has estado hoy, Ranko! ¡Quieta!” Ranko suspiró, como si fuese a sacar vapor por la boca cual tetera. Aferrándose a su calma, intentó explicarle la situación de mejor manera.

L-la… La misión d-de Kazuma-san y yo e-era… era recuperar u-un maletín que a-alguien había robado. E-este bandido se ha-había internado en las minas… bueno, en el túnel de Violeta-senpai. E-encontramos u-un cuerpo… el que Kazuma-san luego sellaría. P-pero no ha-hallamos maletín alguno. Regresamos c-con Yōgi-san y.. s-sospechamos que u-uno de sus trabajadores e-es el culpable. ¡P-pero él nos culpa a nosotros! ¡A nosotros y a Violeta-senpai! Kazuma-san se quedó a retener a Uragiri-san, la otra persona, y… y me pidió que buscara la ayuda de Violeta-senpai para aclarar q-que no fuimos nosotros…

Enfocarse en contar lo sucedido le ayudó a enfriarse.

¿Vamos?

Ranko se voltearía de nuevo para ver a una vestida Violeta, con una larga coleta agarrada a prisas. La chica de la trenza soltó un suspiro. Le aliviaba que la mujer le acompañara al fin, y que podrían esclarecer las cosas al fin con Yōgi. Y claro, que le apenaba un poco que se le hubiese escapado aquella manera de referirse a ella.

”N-no tiene nada de malo. Violeta-senpai es mayor que yo… y es de Kusagakure… ¡Y parece que entrena lo mismo que yo, solo que a otro nivel! Está bien que le llame así. ¿No?”

Asentiría y andaría a paso apresurado de vuelta a la tienda de Yōgi, dando sonrientes vistazos hacia atrás para no perder a Violeta de vista. No por desconfiar de ella, sólo quería… verla.
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Después de darle el corte en el hombro a Kazuma y que éste liberase a Uragiri, Kyo retrocedió un par de pasos, esperando el contraataque. Sin embargo, Kazuma no le atacó con otra arma más afilada, sino con sus duras palabras, que el espadachín seguía sin creer.

Mentira, su compañera ha ido a buscar el maletín a donde sea que lo tengan escondido. Yo me había negado a beber la bebida que nos ofrecieron y por eso me tuvo que retener.

Uragiri hablaba ahora desde detrás de Kyo, justo entre él y la puerta de la tienda. Kyo endureció el rostro.

Supe desde que vi el cartel que no erais de fiar. Mira que le dije a Yōgi que tuviera cuidado, pero no, quería hablar con vosotros el muy idiota. Dime qué le habéis hecho e iros de aquí de inmediato.

La posición negociadora de Kazuma decaía por segundos.
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L-la… La misión d-de Kazuma-san y yo e-era… era recuperar u-un maletín que a-alguien había robado. E-este bandido se ha-había internado en las minas… bueno, en el túnel de Violeta-senpai. E-encontramos u-un cuerpo… el que Kazuma-san luego sellaría. P-pero no ha-hallamos maletín alguno. Regresamos c-con Yōgi-san y.. s-sospechamos que u-uno de sus trabajadores e-es el culpable. ¡P-pero él nos culpa a nosotros! ¡A nosotros y a Violeta-senpai! Kazuma-san se quedó a retener a Uragiri-san, la otra persona, y… y me pidió que buscara la ayuda de Violeta-senpai para aclarar q-que no fuimos nosotros…

Violeta no era la mente más avispada de Kusagakure, pero pudo sacar a grandes rasgos qué le decía Ranko. Por algún motivo le era especialmente fácil prestarle atención a su kouhai.

Así que un maletín, eh... — pareció tener algo en mente pero ni ella misma recordaba exactamente el qué.

Tardaron incluso menos en volver a la tienda de lo que había tardado Ranko en dar con el río. Violeta se detuvo a un par de metros de la entrada y paró a la chica de la trenza para decirle algo.

Creo que es mejor que entres tú primero y cuando me necesiteis, me llames. — se cruzó de brazos y apartó la mirada algo avergonzada — Suelo... intimidar bastante, no sé por qué.

Si Ranko se fijaba en la figura de la extraña kunoichi vería su musculatura especialmente brillante aún del chapuzón que se había dado. Sus brazos cruzados delante suyo marcaban cada uno de los músculos, por no hablar de sus abdominales o de las largas piernas que daban la sensación de poder partir un arbol por la mitad con una patada.

Tal vez no era para tanto, pero la luz del Sol en su punto algido, la humedad del cuerpo de Violeta y la admiración de Ranko harían maravillas por exagerar la vista.


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Mentira, su compañera ha ido a buscar el maletín a donde sea que lo tengan escondido. Yo me había negado a beber la bebida que nos ofrecieron y por eso me tuvo que retener.

«Pues declama bastante bien sus mentiras…, para ser un analfabeto», pensó con una gracia amarga.

Kazuma palpo la herida. No perdería el brazo por ella, pero si tendrían que darle unos cuantos puntos. Le dolía, y detestaba el dolor; pero también se sentía agradecido de que el muchacho se hubiese contenido.

Supe desde que vi el cartel que no erais de fiar. Mira que le dije a Yōgi que tuviera cuidado, pero no, quería hablar con vosotros el muy idiota. Dime qué le habéis hecho e iros de aquí de inmediato.

Kazuma, entiendo que aquel muchacho no era de razonar, decidió por optar por un enfoque más descarado e inquietante.

Qué poca fe le tienes a tu hermano —critico mientras se sujetaba el hombro—. Como te dije, yo no he hecho nada. Además, no tengo intención de pelear con el hermano del cliente.

Dejo que su brazo herido colgara, mientras que levantaba la mano al frente, manchada de sangre, en señal de rendición. Sabía que por lo menos debía comprar tiempo hasta que su compañera regresara… Solo esperaba que para entonces las cosas pudiesen aclararse y no se complicaran más.

Así que… aquí me tienes —dijo haciendo acopio de la serenidad que le quedaba y dedicándole una mirada firme pero tranquila—. Si quieres creerle a Uragiri, está bien…Pero si te equivocas, ¿Quién te cubre la espalda? ¿Quién se asumirá la responsabilidad?
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Violeta detuvo a Ranko para decirle que ella esperaría hasta ser llamada. La chica de la trenza tuvo un cúmulo de emociones al ver el rostro avergonzado y el brillante cuerpo atlético de la pelirroja. Abrió la boca para decir algo, pero las palabras no salieron, y sólo pareció que estaba masticando algo invisible. Al final pudo soltar palabras.

C-cre… Creo q-que s-sé por qué… ¡D-digo! Vi-Violeta-senpai e-es muy… es muy… imponente”Oh, cielos, sé que estamos en un desierto, pero ¿hacía tanto calor?”. S-si senpai así lo prefiere, le… le llamaré en un m-momento.

Le regaló una reverencia y, con una gran sonrisa, entró a la tienda.

Y su buen humor se desmoronó al encontrarse con tal escena. Kazuma estaba herido. Kyo tenía una espada en ristre. Uragiri estaba detrás de él, ahora cerca de Ranko. Y Yōgi estaba derribado sobre la mesa.

¡Kazuma-san! ¡Yōgi-san! ¿¿Qué ha pasado?? —Ranko alzó su mano izquierda hacia adelante, para indicar que se detuvieran. Su mano derecha estaba a la espera, a un costado, lista para moverse y desenvainar su wakizashi de ser necesario o para retener a Uragiri si intentaba pasar de ella. Sus piernas se flexionaron levemente, preparadas para saltar si lo requería —. ¡Kyo-san! ¡Estamos aquí para ayudar! Baja el arma, por favor. Uragiri-san debería estar detenido, Yōgi-san lo ordenó. ¿Qué le pasó?

La mirada de Ranko, lo más atenta que podía, saltaba cada tantos segundos entre los presentes. La última pregunta fue dirigida a su compañero genin. Se preguntaba por qué Kazuma no había sacado su propia espada. ¿Había Kyo atacado por la espalda en secreto? ¿Estaba aliado con Uragiri? ¿Era entonces Uragiri culpable de todo?

Claro, podría lanzarse a defender a su amigo con una ofensiva contra Kyo, pero tenía que pensar con calma. Si todos estaban a la expectativa y no en una batalla encarnizada, era por alguna razón. Esperaba lograr resolver todo, por el bien de Kazuma. Por el bien de la misión.
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Si quieres creerle a Uragiri, está bien…Pero si te equivocas, ¿Quién te cubre la espalda? ¿Quién se asumirá la responsabilidad?

Kyo no relajó su postura, con la katana aún apuntando a Kazuma.

¿Y si confio en vosotros y resulta que es al reves? De una forma u otra sería únicamente culpa mía. Podría simplemente cortaros los tendones a ambos y esperar a ver cual habla antes.

La ira hablaba por él conforme la situación solo se complicaba más y más. Él no era el listo de los hermanos, pero era el que estaba siempre dispuesto a actuar. Entonces Ranko apareció a su espalda, si hubiese sido algo más sutil igual hubiese reaccionado de forma más abrupta, pero como entró vociferando se limitó a desenvainar otra katana del interior de sus ropas. Ésta era mucho más pequeña y la apuntó a Ranko.

Uragiri ya se había apartado para cuando Kyo alzó el brazo con el arma. Entre la longitud del brazo de Kyo y la del arma, el filo prácticamente acababa en el cuello de Ranko, sin llegar a rozar su piel.

¡Kyo-san! ¡Estamos aquí para ayudar! Baja el arma, por favor. Uragiri-san debería estar detenido, Yōgi-san lo ordenó. ¿Qué le pasó?

Uragiri fue a abrir la boca, pero Kyo le interrumpió antes de que empezase. Las palabras de Ranko le habían hecho más mella que las de Kazuma, pero no lo suficiente para acabar de convencerle.

¡Suficiente! Lo único que hacéis es hablar y hablar, dadme una sola prueba de lo que decís.


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