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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Los días de veranos se habían hecho sentir, por lo menos yo lo consideraba así, por eso agradecí internamente que hoy estuviera mucho más fresco que los anteriores, a lo mejor era porque había madrugado más de lo normal, el astro rey empezaba a lanzar sus primeros destellos del día, su rayos iluminaban el camino que debía seguir, dando nacimiento a la sombra del colosal de Uzugakure, la torre más alta de toda la aldea, el núcleo de la villa, el lugar más importante, sí me preguntaban.

No tardé en llegar al edificio del Uzukage, mis pies me llevaron por el puente y las puertas se mostraron ante mi. Dí un último chequeo a mi vestimenta y equipo, no me faltaba nada, mejor dicho tenía algo demás, una botella metálica con agua, seguramente la necesitaría más adelante «aquí vamos» atravesé el portal y giré a la izquierda, directo a la recepción, sí había que esperar lo haría, cuando fuese mi turno me acercaría.

—Buenos días— saludé al encargado de turno —. Vengo a solicitar una misión, soy Aburame Mei.
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#2
Estaba siendo un día en más en la oficina para todos aquellos que trabajaban a diario en aquel edificio que actuaba como centro neurálgico de Uzushiogakure. Gen te de arriba para abajo, en especial jounins y chunnins que iban realizando distintas tareas. Incluso en el espacio entre la puerta de entrada y el mostrador, la joven Aburame Mei llegó a cruzarse con 5 o 6 de esos. Como se suele decir, aquella mañana de verano estaba yendo viento en popa y a toda vela.

Pero toda lo que la gennin deseaba era una misión. Algo con lo que llenar sus bolsillos y de paso un poco más los de su aldea.


— Kiyomi-san, necesito que me consigas un chuunin y me lo mandes al despacho de Hanabi-sama cuanto antes

La melena pelirroja que se escondía tras los montones de papeles alzó su inocente y bella mirada y se cruzó con el nuevo interlocutor de aquella muchacha. Se trataba de Katsudon, la mano derecha de Uzumaki Hanabi, Rokudaime Uzukage del Remolino. Parecía que el hombre iba a dejar a la joven Uzumaki con la palabra en la boca pero...

— Espere, Katsudon-dono. Creo que Aburame Mei es lo que está buscando. Hágame caso, es habilidosa. Mire, échele una ojeada a su informe

La secretaria rebuscó entre los distintos cajones y estanterías de las que disponía aquella mesa de escritorio hasta encontrar lo que buscaba.

— Aquí está. Resulta que vino en busca de una misión, qué casualidad, ¿no cree?

— Eso parece, Kiyomi-san, eso parece... — dijo el hombre mientras echaba una ojeada rápida a aquel informe y con el otro ojo chequeaba a la joven que yacía al otro lado del mostrador — Puede que Kiyomi tenga razón, Acompañame, Mei-san, por favor

Tras aquellas simples palabras, devolvió el informe hasta Uzumaki Kiyomi, quien lo devolvió a su estantería y luego se dispuso a caminar de vuelta al despacho donde aguardaba Hanabi.


Yotas al habla. Masterizaré esto con hueco de narrador. Vamos a ello pues.
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#3
Al entrar al edificio pude sentir el cambio de ambiente, personas caminando de aquí para allá y de allá para aquí, antes de llegar a la dichosa recepción tuve que interrumpir mis pasos hasta seis veces, incluso preferí quedarme en espera unos segundos más para terminar de avanzar el último tramo. Afortunadamente no había mucha gente en espera, lo que llamó más mi atención fue el tumulto de papel que casi impedía ver a Uzumaki Kiyomi.

A pesar de mis buenos modales, la presencia de Katsudon opacó la mía, al principio ignoré sus palabras, estaba más bien anonadada de su tamaño, no es que no le hubiese visto antes, pero no recordaba haberlo visto tan cerca, era eso o simplemente estaba más gordo.

— Espere, Katsudon-dono. Creo que Aburame Mei es lo que está buscando. Hágame caso, es habilidosa. Mire, échele una ojeada a su informe

«¿Ehm?» volteé rápidamente en dirección a la pelirroja, ¿había escuchado bien? ¿había dicho que era habilidosa? Dudé un momento, no quería ni recordar como terminó la misión en el complejo turístico «Seamos realistas, no creo que sea lo que necesita» me dije con escepticismo.

— Puede que Kiyomi tenga razón, Acompañame, Mei-san, por favor

«¿EEHH!?» Quedé totalmente sorprendida, a lo mejor estaban sobre valorando mis habilidades, o quizá era yo quien las estaba menospreciando, no sabía bien, pero intentaría averiguarlo.

—Por su puesto— di un par de pasos tras Katsudon y luego caí en cuenta —. Muchas gracias Kiyomi-san— al darme cuenta que el grandulon me dejaba atrás apuré el paso, no quería desperdiciar esta oportunidad.

«¿Qué tipo de misión será? ¿En realidad necesitan habilidades como las mías?» me preguntaba con cada paso que daba, una y otra incognita surgía; debía admitirlo, estaba ansiosa.
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#4
Si entre kunoichis nos e echaban una mano, mal vamos. Fue por ello que la pelirroja optó por tirarle un capote a Mei, aprovechando que estaba allí solicitando una misión. Lo bueno fue que Katsudon vio la recomendación con buenos ojos, ¿verdad? Al menos eso parecía y la misma impresión le dio a Mei y ahora ambos desfilaban por aquel pasillo hasta una gran puerta de madera. Katsudon la abrió y accedió al interior, manteniendola abierta para que Mei pudiese entrar.

— Ya tengo al chunnin, Hanabi-sama

Se quedó pensativo al recordar que Mei... Bueno, esencialmente no era chunnin.

— Gennin, disculpe. No había chunnins disponibles y esta kunoichi da bastante con el perfil para el trabajo

Cuando Mei entrase vería en el sillón, sentado, con el habitual atuendo que llevaría un uzukage, con su túnica y su haori blanco y con detalles carmesíes. Bueno, el haori yacían sobre el escritorio. En la mano de máximo mandatario de aquella aldea, un pergamino doblado y con la otra mano invitó a la gennin a tomar asiento.

— Por favor, siéntate y presentate. Me gusta conocer con quién estoy hablando
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#5
Afortunadamente no me quedé atrás, ¿cómo podría perder a Katsudon de visa? No era alguien que pudiera pasar desapercibido o inadvertido. El pasillo terminó en una gran puerta de madera que me invitaba a entrar, así que no dudé en hacerlo.

No me dio chance a darle un ojo al lugar, porque mis orbes se estremecieron, como casi todo mi cuerpo, cuando interioricé quien estaba ante mi —. Uzukage-sama — hice una reverencia casi instantáneamente —. Gracias— me acerqué rápidamente, aunque mis movimientos fueron poco naturales, mi cuerpo estaba tenso, tomé asiento y entonces fue cuando noté la presencia del pergamino en su mano.

«¿¡Qué le digo!?» el silencio me empezaba a parecer incómodo hasta a mi, ¿cuanto podría haber pasado? ¿unos escasos dos o tres segundos?

— Soy Aburame Mei, miembro del clan Aburame, aunque claro eso es un poco evidente...— hice una breve pausa —. Por mi apellido— musité, para luego reír nerviosamente.

«Oh... Por los dioses... Que redundante he sido» mis mejillas se tornaron coloradas, estaba apenada por mi comportamiento tan poco profesional, ¿qué iba a pensar Hanabi-sama de mi?
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#6
Hanabi esperaría paciente a que su discipulo hiciese exactamente lo que le había pedido, tomar asiento y presentarse. Por muy Uzukage que fuese, era imposible conocer al dedillo todos y cada uno de sus shinobis. Lo intentaba, de verás que lo intentaba, pero es que hablamos de muchos shinobis y kunoichis.

— Soy Aburame Mei, miembro del clan Aburame, aunque claro eso es un poco evidente...— hice una breve pausa —. Por mi apellido

Hasta el más insensible podría haber percibido el nerviosismo de la joven Aburame.

— Pues si, parece que tu apellido te delata, Mei-san — dijo Hanabi entre risas, parecía que estaba disfrutando de aquella charla.

Pero no estaban allí para tener una charla divertida, ni siquiera para ponerse al día de la vida del uno y del otro. Katsudon observaba la escena desde la distancia que le ofrecía el estar justo detrás del sillón del Uzukage.


— Katsudon, déjanos solos, por favor

No hizo falta ni siquiera un simple "sí, Uzukage-sama" ni nada que se le pareciese. Simplemente asintió y salió de aquel despacho.

— Bien, así mucho mejor. Verás, Mei-san, necesito que hagas algo por la aldea. Enviaría a Katsudon pero la verdad es que andamos bajo mínimos estos días. Además, esto servirá para ver realmente tu nivel como kunoichi —

El Uzukage extendió el pergamino para que la gennin le echase un vistazo.

— ¿Qué me dices?



(C) La compañia de la Espiral


Solicitante: Toba Kaito
Lugar: Planícies del Silencio

Kaito Toba a parte de ser un anciano de avanzada edad es un importante mercader de Yamiria y un buen amigo del Daimyo de la Espiral. recientemente ha venido a Uzushiogakure por negocios pero ahora debe regresar a Yamiria, por ello solicita la ayuda de los ninjas de la aldea para que le escolten hasta su destino. Desgraciadamente, el viaje deberá ser por tierra firme ya que su carreta de mercancías no puede ser transportada con un ferry.
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#7
La risota de Hanabi-sama no tardó en llenar la habitación, cosa que me avergonzó un poco más, bueno, no solo un poco, sino bastante, mi rostro se coloró.

— Katsudon, déjanos solos, por favor —solicitó repentinamente con un tono más serio. Mis orbes siguieron el trayecto de Katsudon desde el lado del Uzukage hasta la puerta.

Dejando a un lado el relajo, el asunto iba tomando las riendas que me esperaba, tras unas breves palabras del líder, tomé el pergamino y lo leí.

— ¿Qué me dices?

«No parece ser muy complicado, un viaje hasta yamiria siendo un guardaespaldas...»

—Cuente conmigo.
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#8
— ¡Estupendo!

El hombre alzó sus brazos y mostró un rostro que irradiaba felicidad.

— En ese caso no hay tiempo que perder, Mei-san. Toba Kaito está esperando en las puertas de la aldea o debería estar allí.. ¡Ah, sí! Antes de que te vayas, toma esto, te serán útiles

Junto al pergamino, el uzukage extendió también unos vales para usar a lo largo y ancho del País de la Espiral. Seguro que le irían que ni pintados en su viaje hasta Yamiria...
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#9
El Uzukage se mostró lo más de contento cuando supo que aceptaría la misión, fue tanta su emoción que me tomó por sorpresa y no pude evitar sobresaltarme cuando alzó los brazos.

— En ese caso no hay tiempo que perder, Mei-san. Toba Kaito está esperando en las puertas de la aldea o debería estar allí.. ¡Ah, sí! Antes de que te vayas, toma esto, te serán útiles

—Marcho inmediatamente— tomé el pergamino y el ticket que me facilitó para luego hacer una reverencia —. Que tenga un buen día— me retiraría siempre y cuando no hubiese algo más que me retuviese.

Salí del edificio lo más rápido posible, claro no podía correr por la cantidad de funcionarios trabajando, pero cuando el sol me recibió me puse a toda velocidad, tenía que hacer una paradas exprés en casa. Al llegar busqué una mochila e introduje algunas frutas y una botella de agua, y lo que no podía faltar mi capa azul, la que solía usar para viajar, podría ser útil, podría cruzarme con alguna tormenta o algo.

Me despedí de mi padre y luego me dirigí a encontrarme con Toba, esperaba encontrarle con facilidad.
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#10
Y así fue. Mei había aceptado aquel peculiar encargo. Ciertamente parecía tener una cierta importancia. No era la típica misión que realizaría alguien del status de la Aburame. Puede que fuese su día de suerte. O de mala suerte. Según cómo acabará la cosa.

en cualquier caso, la gennin salió de aquel edificio y antes de ir al punto de encuentro, pasó por casa para llenar un poco su mochila. Una vez llegó a la puerta de entrada, vería básicamente lo que solía ver en aquel lugar. Las puertas custodiadas por los guardias, gente que iba y venía y los carromatos que transportaban cosas. Habían varios de ellos.

El primero, estaba cerca de su posición, lo llevaban un par de caballos , los cuales eran dirigidos por un joven. En el carro podían verse todo tipo de frutas. Algunas incluso parecían exóticas.

El segundo estaba aparcado al lado de la garita de los guardias y había una especie de viejo o mejor dicho, carcamal charlando con ellos. Su prominente chepa le impedía estirar la espalda y tenía que ir por el mundo viendo el suelo. Lo que había en el interior de su carromato era un misterio para los curiosos, puesto que estaba cubierto por una tela que impedía cualquier tipo de visión normal.
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#11
Al llegar noté la presencia de varias mercaderes que pudieran ser mi cliente, mis ojos pasearon rápidamente por las personas potenciales, pero luego recordé que estaba buscando a una persona mayor, y ahí se encontraba alguien que cumplía esas características.

«Sí, debe ser él» me afirmaba mentalmente mientras me acercaba al anciano que entablaba conversación con los guardias de la garita, noté que su mercancía estaba totalmente cubierta, no podía saber a ciencia cierta qué tenía en el interior.

— Buenas, disculpen— dije primeramente para solicitar permiso ante su charla —. ¿Es usted Toba-san?— dije viendo al anciano, aunque suponía que le costaría un mundo verme la cara, después de todo su gran joroba no le dejaría alzar su cabeza, ¿o si?
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#12
— Buenas, disculpen

— Como te decía, hace falta más mano dura en las academias, Hatori

—. ¿Es usted Toba-san?

— ¿Y tu cómo diantres has sabido cómo me llamo?

El tipo se dio la vuelta, ya que por el momento les estaba dando la espalda a la joven Aburame. Trató de levantar la vista mientras emitía un simple carraspeó y algún que otro sonido con su boca hasta que sus ojos se cruzaron.

— Creo que ya ha llegado su gennin, Toba-sensei

El viejo mostró sorpresa en su rostro al ver a la muchacha que yacía frente a él. Pero ciertamente lucía una bandana en la frente. Podía encajar a no ser por el inocente aspecto que parecía indicar Mei. Las apariencias engañan que se suele decir.

— No seas ridiculo, Hatori, es solo una niña. Seguro que le ha robado la bandana a su hermano o vete a saber a quién... — movió su mano izquierda, con la que sostenía un gorro de paja bastante ancho y se lo puso sobre la cabeza — Bien, habla. ¿qué quieres?
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#13
— ¿Y tu cómo diantres has sabido cómo me llamo?— replicó a la par que se daba la vuelta para saber quien le llamó.

— Creo que ya ha llegado su gennin, Toba-sensei — se apresuró a decir su acompañante. No hice más que sonreír y asentir lentamente, él sabía lo que decía, le dio de lleno al clavo.

— No seas ridiculo, Hatori, es solo una niña. Seguro que le ha robado la bandana a su hermano o vete a saber a quién... Bien, habla. ¿qué quieres?

Fue inevitable demostrar un deje de asombro e indignación cuando se refirió a mi de esa manera, incluso se atrevió a juzgarme sin conocerme, por lo que tomé una profunda respiración y exhalé, aclaré mi garganta, quería sonar seria, más seria de lo normal —. Toba-san, soy Aburame Mei, la persona que se encargará de escoltarlo a su destino— tras decir aquello busqué el pergamino y se lo facilité, era el momento preciso para dejar en claro que su acompañante tenía razón.

«Espero que esto baje un poco la guardia»

Esperé unos segundos para que él confirmase la información, luego volteé a ver al carruaje con su mercancía —. Usted me dice cuando partimos.
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#14
— No hace falta que resoples, niña

Obviamente, Mei no había encajado bien las dudas de Toba y dicha muestra de decepción fue visible para todos los presentes.

—. Toba-san, soy Aburame Mei, la persona que se encargará de escoltarlo a su destino

La insistencia de la Aburame estaba empezando a hacer saltar la sorpresa en aquel anciano mientras el chuunin allí presente le lanzaba una nueva mirada como si estuviera diciéndole "¿Lo ves?" y luego la joven extendió un pergamino que rápidamente tomó el viejo para desplegarlo y leerlo. Abrió dos ojos como platos al ver que era la misión que él había encargado a la aldea.

—. Usted me dice cuando partimos.

— Está bien, puede que incluso Hanabi-dono haya perdido la cabeza... — resopló mientras acariciaba los podencos que seguían atados a su carruaje — Bien, sube, cuanto antes partamos, mejor. Será un viaje largo

Entre gemidos y una velocidad realmente moderada, el hombre hizo descender una escalerita que funcionaba con una especie de engranajes y subió hasta la zona en la que pasarían sentados los próximos días, tanto el propio Toba como Mei.

— Creo que esto es tuyo — dijo, devolviéndole el pergamino a la muchacha, ya sentado desde el banco del que disponía su carruaje
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#15
Sonreí internamente al ver la expresión del anciano cuando leyó el pergamino, ¿qué pensaba? ¿Qué porque era mujer no podría hacer un buen trabajo? ¿O acaso era porque me veía muy joven? Indistintamente de lo que pensara el viejo, tuvo que dar su brazo a torcer al saber que Hanabi había aceptado a asignarme este encargo.

«Recuerda, hacer que el cliente se sienta cómodo y que no tenga quejas al final de la misión» me dije tras escuchar la pequeña ofensa hacia la decisión de mi kage, no sé sí es que se me estaba acabando la paciencia o sí lo estaba tomando muy literal, al final lo peor de todo era que la misión apenas empezaba.

—Sí, será mejor partir— esperé a que él se subiera, tenía mis dudas de como lo haría, aunque todo tomó forma cuando hizo surgir una pequeña escalera a través de un sistema de engranaje, algo necesario para alguien como él, un capricho para alguien como yo, una vez él se puso cómodo lo hice yo.

—Yo me encargo de esto, gracias— dije tras agarrar el pergamino y guardarlo.
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