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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
— Entiendo su preocupación, pero le aseguro de que no me excederé para tratar con esos chicos. — Dijo confiado al líder político de aquella villa. — Sé lo difícil que se pueden poner las cosas cuando empiezan a haber cambios tan grandes en su entorno, especialmente a esa edad. —

El de ojos grises tomó la autorización para su alojamiento y dio las gracias por su atenta y receptiva actitud. — Creo que eso es todo de momento. Lo mantendré informado de cualquier novedad. — Ya decidido a irse del despacho para comenzar con su labor, preguntó: — Por cierto ¿Dónde puedo encontrar la perrera y el hotel? — Pidió indicaciones, puesto que deseaba ubicar esos lugares de una vez y ahorrarse el andar deambulando por ahí pidiendo indicaciones a cada extraño que viera.

Seguidamente, saldría de la alcaldía y volvería al poblado tratando de encontrar el lugar donde debía llevar a los perros. Deseaba comprobarlo personalmente y, al mismo tiempo, sabía movilizarse por las calles de la villa serviría tanto para familiarizarse con ellas como para detectar la ocurrencia posible actividad sospechosa.
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#32
—La perrera está al este del pueblo, en la periferia ya para salir de Villa Odei cómo tal. El Hotel está acá a unas casa. Gira a la izquierda saliendo de acá, diagonal derecha, izquierda y diagonal derecha de nuevo... Perdón si es engorroso, pero digamos que algunas costumbres de infraestructura que teníamos cuando éramos más pequeños aún no se han quitado— Se rascó la nuca. —Esperaré tu informe entonces. Incluso si yo no estoy disponible, siempre puedes hacerle un reporte a mi secretaria Rukia si es necesario. Cuento contigo.

Una vez se hubiese despedido, Kouji debería ir hasta el occidente, aunque las zigzagueantes calles de Villa Odei le impedirían ir en línea recta. Eso sí, conforme avanzaba hasta las zonas más alejadas del centro, notaría que eran más campiranas y sencillas que las demás. Algunos de sus habitantes se mantenían cómo ganaderos y demás, pese a la modernización que estaba sufriendo el resto del poblado.

No tardaría en reconocer la perrera por un leve ladrido proveniente de un edificio que si bien era de un solo nivel, se mostraba bastante ancho en su fachada.
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#33
Siguiendo las indicaciones del alcalde, Kouji se aventuró a través de la accidentada planificación urbana hasta dar con lo que debía ser la perrera de la que le habían hablado. Buscó la entrada de aquel lugar y trató de conseguir a algún encargado con quien pudiera hablar. Mientras, trató de estimar por la cantidad luz del sol la posible hora del día, si se estaba haciendo de noche aún tenía claridad.

Su intención en ese sitio era preguntar sobre el estado de los animales, y averiguar si los trabajadores de aquel sitio reportaban alguna incidencia relevante.
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#34

BLAME ON ME. Lamento enormemente la tardanza, es una irresponsabilidad cómo máster y trataré de recuperar el ritmo, lo siento TwT.

La perrera era un lugar mucho más reconfortable para los visitantes respecto a lo que podrías esperar de un sitio donde se encierran animales callejeros. De hecho, los ladridos que podían escucharse dentro del recinto eran pocos respecto a las expectativas promedio. Bueno, quizás al ser un pueblo pequeño no tendrían tanto problema con exceso de animales. ¿Eso o algo más? El sitio estaba vacío cuando el entró. Sólo se hallaba ahí un pequeño sillón para esperar y una puerta que si bien estaba abierta, poseía una reja que impedía el paso. Sin embargo, a través de los barrotes de esta era posible apreciar un largo pasillo que poseía un amplio patio por un lado y al contrario una serie de jaulas donde no todas tenían un huésped en ella.

Sólo había uno que otro perro, alguno durmiendo y otro jugando con algún juguete.

En el fondo, un hombre de gorra y uniforme cargaba con un costal de lo que parecía ser concentrado, vertiéndolo en distintos platos poco a poco. Tan ensimismado estaba en su labor, que no notó la presencia del genin allá en la entrada.
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#35
En cuanto reconoció a aquel hombre al final del pasillo, avanzó hasta quedar frente a la reja. — ¡Buenas tardes! — Alzó la voz para llamar su atención, e insistiría hasta que él reaccionara. — Mi nombre es Okumura Kouji, Genin de Amegakure ¿Puedo hacerle algunas preguntas? — Dijo frente a los barrotes, con la esperanza de que el trabajador acortara distancia.

— Estoy investigando unos reportes acerca de perros que son encontrados heridos por las calles, y se sospecha que pueden estar relacionados con peleas de perros clandestinas. — Explicó. — ¿Hay aquí animales que hayan llegado lastimados, o últimamente ha visto algo fuera de lo común en los perros que consiguen? —
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#36
El hombre alzó la vista y entrecerró los ojos para enfocar mejor al muchacho de la lejanía. Parecía ser alguien con problemas de la vista pero que a pesar de ello prescindía del uso de gafas.

—¡Un momento por favor!— Se excusó el hombre.

El genin debería esperar varios minutos en la entrada, ya que el hombre no estaba dispuesto a posponer la comida de sus animales para atender a Kouji. En su lugar, diligentemente sirvió la comida y procedió a dejar cada plato en la jaula respectiva para que todos los animales comieran. Es así que una vez hubiese terminado que procedería a ir a la entrada, abriendo la cerradura de la ceja para cruzar a la estancia donde se hallaba el muchacho.

—Ay, al fin. Uff— el hombre se sentó en uno de los banquitos.—Kouji-kun, ¿no? Yo soy Hiraui Wagashi, un gusto— Le extendió la mano para estrechársela. No parecía ser un hombre de costumbres tradicionales. —Sobre tus preguntas, lastimosamente si tengo respuestas para ello...— Suspiró pesadamente.

»En efecto hemos tenido perros heridos, la mayoría me temo. Por lo general son de cualquier tipo de raza grande, independientemente de que sean pastoriles, de compañía o guardianes. Hallarlos con vida es casi un milagro, pues en este último mes ascienden a cinco los perros muertos en las periferias de la ciudad. De ahí, fueron siete los que encontramos con señales de violencia: mordiscos y golpes de otros perros. Ahora mismo se están recuperando, pero es muy complicado que alguien ahora mismo los adopte. Toma en cuenta que incluso se atrevieron a secuestrar a uno de los collie fronterizo del señor Junjo, ¡era un perro pastor por todos los dioses! Soy de los que visto más de cerca esta situación, pero no puedo hacer más que cuidar a estos pobres angelitos para que se recuperen.

Se ajustó el cuello de la camisa para tener más aire, que se le veía sudoroso y cansado.
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#37
Al escuchar la voz del hombre mayor, se mantuvo de pie en el área de la entrada, esperando pacientemente a que se desocupara para resolver sus interrogantes.

Al momento de la presentación, confirmó: — Sí, un gusto. — y correspondió la mano extendida de ese señor con algo de retardo, y de manera un poco tosca, por cierto, pero no suficiente como para crear un momento incómodo. Aún así, si era perspicaz, se daría cuenta de que aquel saludo lo había tomado por sorpresa.

Con aquel par de orbes grises clavados en su interlocutor, escuchó cada detalle de su experiencia con el asunto de los perros en la villa. — Vaya, es terrible. —Coincidió al final del relato. — ¿Desde cuándo está pasando esto?— Se cruzó de brazos. —Sospecho que está relacionado con el inicio de la construcción del ferrocarril ¿Está de acuerdo? —
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#38
—En efecto— Confirmó el hombre con gesto sombrío. —Cuando las grandes aldeas hicieron las paces y se confirmó la construcción de las ferrovías, creíamos que las cosas iban a mejorar. Sin embargo, pese a que las tensiones internacionales se calmaron, a nosotros nos tocó lidiar con nuestro pequeño propio problema— Se llevó la mano al cuello y lo movió hasta que finalmente tronó. —Más o menos un mes y medio después del inicio de las obras, cuando el flujo de trabajo aumentó para nuestra gente, fue que los líos con los jóvenes se incrementaron por las discrepancias en el asunto— Observó de reojo a través de la reja para cerciorarse de que los animales estuvieran tranquilos, para luego proseguir con su discurso.

»La construcción no es de una estación, sino de un tanque de abastecimiento de agua y un cruce de vías en la ruta que conducirá a Yachi. Poco a poco se está formando un pequeño asentamiento cerca de la zona de construcción, siguiendo la ruta del ferrocarril. Algunos de los trabajadores prefirieron mantenerse temporalmente cerca del sitio hasta que se inaugure el tren. Entre tanto, esa prosperidad es la que permitió el avance y la modernización de Villa Odei.
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#39
«Es lo que me contó el alcalde» Asintió, dando a entender al hombre a que sí seguía el hilo de aquella explicación sobre la situación actual de la villa. —Lo tengo. Ese puede ser un sitio interesante para ir a investigar. — Comentó. Por unos segundos, solo se oyeron los ladridos de los perros en el recinto donde se encontraban los dos, mientras que Kouji formulaba su siguiente pregunta.

— Una cosa más… ¿Han encontrado perros maltratados en algún sector la ciudad con más frecuencia que en otros? ¿Algún patrón u otro detalle que deba saber? —
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#40
—Hmmmm, déjame pensar— Se llevó los dedos al mentón cómo si reflexionara de algo muy profundo. —Es difícil decirlo, normalmente aparecen en cualquiera de las periferias de la ciudad donde no hay mucho tránsito peatonal. Una vez uno dejó un rastro de sangre que venía desde la zona de la construcción hasta la plaza principal donde cayó muerto. No parece existir un patrón en específico pues suelen venir de cualquier callejón lejano, aunque nunca en la zona más céntrica de Villa Odei— Negó con la cabeza.

»De por sí los vecinos no han querido involucrarse mucho por miedo a represalias. Poco o nada de conocimiento se tiene más allá de eso. En mi caso, siempre que me traen uno al refugio trato de atenderlo lo más rápido posible, lo demás está fuera de mi alcance. Es lo mejor que puedo hacer...

De pronto se escucharon pisadas rápidas en las afueras, cómo las de dos personas corriendo a toda velocidad. Se acercaban a su posición, y no tardaron pronto en tocar la puerta exterior de la perrera con gran prisa.

—¡Wagashi-san! ¡Ayúdenos por favor!— Se escuchó la voz de un niño que gritaba a todo pulmón desde la entrada.

—¿Pero qué demonios?— Se levantó rápidamente sin importarle la conversación que estaba sosteniendo hace unos instantes con el genin.

El hombre abrió rápidamente la puerta y pronto tendrían dos nuevos invitados en la zona, siendo un niño de unos nueve años y otro adolescente de aproximadamente dieciseis. Lo preocupante del asunto, era que el mayor de los dos parecía llevar un brazos un rottweiler joven dado su tamaño.

—Hablando de....— Se llevó la mano a la cara. —Que le enano se quede aquí, tú ayudame a llevar a ese perro adentro— Le dijo al mayor. —Lo siento Kouji-kun, debo posponer la plática, esto es una emergencia— De inmediato el cuidador y el joven cruzaron la reja y se llevaron al animal al interior del recinto.

En ese momento, el chiquillo sólo se quedó observando, para luego posar su nerviosa mirada en el shinobi de la lluvia,.
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#41
El shinobi mantuvo su atención sobre Wasashi durante toda la explicación, sin embargo, advirtió el sonido de los dos chicos corriendo hacia la entrada y reaccionó girando el torso hacia ellos. Su tono desesperado lo puso en alerta de inmediato.

« No puede ser » Al ver como aquel incidente cobraba otra víctima frente a sus propios ojos, y embargado por la impotencia, apretó los puños tan fuerte como pudo. Aquel encontronazo con la realidad de la villa Odei justo frente a sus narices, le dio a entender que la situación estaba totalmente fuera de control.

Kouji asintió cuando el cuidador propuso dejar la conversación para otro momento. Tan pronto ellos ingresaron con el can herido, reaccionó. — Rápido, llévame donde conseguiste al perro. — Se dirigió al niño, adelantándose para salir a la parte exterior del recinto y esperando que él lo guiara hacia el lugar de los hechos.
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#42
El niño pareció confundido, parpadeando mientras observaba la placa del joven de Amegakure.

—Eh, eh...— El niño se llevó las manos al pecho un poco asustado por la repentina petición, ya que no sabía muy bien que pensar.¿Era adecuado dejar de lado a su hermano en un momento cómo ese? Pero aún así, tampoco es que tuviera algo mejor que hacer. Lo cierto, es que tenía un poco de miedo. —E-está, bi-bien. Shinobi-san...— Agachó tímidamente la cabeza.

El niño señaló afuera y más pronto que tarde empezó a correr, aunque con una velocidad que básicamente se igualaba a la del genin, por lo que no había tanta dificultad para seguirlo pero tampoco llegarían demasiado pronto.

Es así, que le guió a través del entramado de calles dispersas, sintiendo cómo poco a poco el espacio se iba volviendo más angosto entre las casas hasta llegar a un callejón sin salida donde había un gran contenedor de basura y varias bolsas negras desperdigadas.

—Aquí— El niño alzó el dedo y señaló el contenedor. —Estaba ahí adentro, onii-chan y yo lo escuchamos llorar y lo sacamos— remató en su explicación.

Si el Okumura inspeccionaba, había ciertos detalles en la escena que llamarían su atención: Dentro del contenedor había quedado una manta con sangre, mientras que en el piso era posible apreciar pisadas humanas marcadas con un lodo espeso, levemente diluido por la llovizna. Eran dos juegos de huellas de botas, cada una con una suela de patrón distinto.
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#43
Dubitativo por la falta de sutileza de trato del shinobi en alerta, aquel chiquillo asustado fue el guía entre los retorcidos callejones, y el de Amegakure lo siguió como pudo hasta que dieron con el lugar de los hechos.

Mientras escuchaba la explicación del niño, se quedó desde su sitio mirando los alrededores en medio de ese angosto pasillo. Arrugó el ceño, sintiendo una mezcla entre asco, pena e ira por los responsables, pero su conciencia intervino para recordarle que estaba tratando con adolescentes; jóvenes y estúpidos.

— Muchas gracias. — Dijo, seguidamente encorvando la espalda y recargándose sobre sus rodillas mientras retomaba el aliento. — Ya verás como todo esto va a resolverse. — Giró la cabeza para regalarle una sonrisa.

A continuación, echó una ojeada en el basurero y se percató de la manta. « ¿Lo trajeron allí enrollado? » Visiblemente, la sangre que cubría la tela debía pertenecer al perro que rescataron los hermanos. Aun así, por si encontraba algún otro detalle adicional, respiró hondo y encontró el aplomo necesario para atreverse a sacarla del contenedor con cuidado de no ensuciarse.

Sostuvo la manta por las esquinas con ambas manos y se la mostró al niño —¿Lo encontraron aquí? — Al mismo tiempo, la inspeccionaba por si le brindaba más información.

Luego, pasó a analizar la pista más evidente: las pisadas. Se acercó al lodo que las delataba y las miró con atención, teniendo la precaución de mantenerse fuera para no contaminar la escena. « Se nota que son recientes, aún no las ha borrado la lluvia. » Las detalló con cuidado y concluyó que debía tratarse de, al menos, dos personas.

Se esforzó por memorizar el patrón de ambas suelas e intentó deducir la dirección de los pasos, tratando de rastrearlos hasta donde pudiera.
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#44
—S-sí...— Asintió suavemente con la cabeza ante la interrogante del joven.

El niño ya no supo que más hacer, pues más pronto que tarde el genin de la Lluvia se dispuso a seguir el rastro dejado por los perpetradores. El muchachito se quedó sólo bajo la llovizna, sólo para luego echar de correr de regreso a la perrera con su hermano.

Mientras tanto, las pisadas que se iban desvaneciendo al avanzar llevaron a Kouji a una plazuela solitaria donde algunos puestos callejeros operaban bajo las tenues gotas de lluvia. Sin embargo, en algún punto logró notar que sus perseguidores se habían separado y tomaron caminos diferentes, uno al este y otro al norte. ¿Seguiría con su persecución por separado?
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#45
Al ver que el rastro se alejaba del basurero, se dio la vuelta para despedirse del chico que lo había ayudado a estar más cerca de los responsables de todo ese altercado, levantando la mano sobre su cabeza y agitándola antes de que se marchara.

Luego, continuó avanzado detrás de las pisadas, dejando atrás los angostos callejones para dar con un solar más amplio. Se detuvo por un momento para mirar este nuevo sector de la villa, percibiendo que se trataba de un lugar poco concurrido ese día, mas sí veía algo de actividad comercial por parte de establecimientos sencillos apostados en los alrededores.

Avanzando un poco más, fue inevitable notar que las pisadas comenzaban a divergir, unas hacia el este, mientras que el otro patrón de botas seguía hacia el norte. Se dio a la tarea de poner las cartas sobre la mesa antes de continuar « Es posible que uno de ellos sea un implicado y otro no tenga nada que ver…» Barajó ese hecho considerando, además, que ambas podían pertenecer a personas sin ninguna relación con los sucesos que investigaba. Sea como sea, lo único seguro para él en ese momento era esas marcas en el suelo, cada vez más tenues; eran lo más cerca que estaba de obtener alguna respuesta.

Giró el cuello de un lado a otro buscando los puestos más cercanos, tratando de identificar a algún vendedor para acercarse rápidamente y llamar su atención. — Buenas tardes… — Saludaría, si es que conseguía a alguien dispuesto a darle indicaciones. — ¿Sabe en qué dirección puedo llegar a las afueras de la villa y la construcción del ferrocarril? Y … ¿Por dónde está el centro de la villa? — La motivación detrás de aquella pregunta residía en las palabras de Wagashi:

— ...Una vez uno dejó un rastro de sangre que venía desde la zona de la construcción hasta la plaza principal donde cayó muerto. No parece existir un patrón en específico pues suelen venir de cualquier callejón lejano, aunque nunca en la zona más céntrica de Villa Odei...—

Así, optaría por decidir en qué dirección avanzar basándose en la información que le había suministrado aquel hombre.
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