Tras la afirmativa de intentar rescatarlo, le estructura del puente se quejó teniendo otra opinión en aquella relación a tres bandas. Y protestó dejando caer otro trozo de su ser, para golpear la rama en la que se mantenía Lyndis pegada a la pared.

— ¡T-TSk! ¡Mierda! — Se quejaría tras haberse aferrado con todo su cuerpo a la parte más erguida del árbol. Si actuaba para rescatar a aquel hombre, debía de ser en el momento, ser rapida y habillidosa.

La primera parte podía intentar cumplirla, pero la segunda podría ser un problema. El entumecimmiento de los brazos tras aquel enorme golpe todavía remitía en su cuerpo, aunque más como un eco ahora que había podido respirar aunque fuera un breve tiempo. Pasaría la cuerda alrededor del pecho del cuerpo sin vida de aquel hombre, anudando en la espalda todo lo bien que le permitieran sus manos.

— ¡Ya esta atado, tirad! — Gritaría mientras una de sus manos se aferraba a la cuerda, para comenzar a escalar ella también un poco más por encima de donde se situaba el bandido atado.

Todo parecía en orden pese a que se hallaba cobre un "terreno" inestable.

—¡Bien estamos listos! — Diría el capataz.

Pero justo en el momento que tiraron de la soga, el árbol finalmente cedió y cayó hasta lo más profundo del río. Todo el peso del sujeto de pronto debía ser sostenido por la pura fuerza de la kunoichi.

—¡Ahhhh! ¿Qué sucedió? — Se escuchó desde la altura. —¡La cuerda está muy tensa!

Ya no había soporte bajo los pies de Lyndis, siendo que ahora se podía decir que pendía de un hilo, o mejor dicho, de un cable. Lo cierto es que lago muy sencillo se estaba complicando bastante y dependía de ella manejar el peso extra.

—¡Es muy difícil levantarte!

— ¡El árbol ha cedido! ¡Ha caído al río! — Gritó en respuesta al capataz, mientras se aferraba con fuerza a la cuerda.

Treparía con lentitud por ella, ahora que sentía que el aquellas pulsaciones o eco en forma de dolor habían remitido de su cuerpo, mientras se fijaba en los salientes del risco, para apoyarse en ellos con alguna mano o pierna. Cuanto antes consiguiera subir, antes podría ayudar al capullo que la había atacado.

Si, casi muere por culpa de él y sus cómplices, pero su intención no era la de matar seguramente, sino la de sabotear aquel lugar.

—¡Espabila de una puta vez, y trepa tu también, joder! — Volvería a gritar torciendo la cabeza al cuerpo que colgaba del final de la cuerda, completamente frustrada y sin recibir respuesta a cambio por parte de él.

Sin embargo, no obtuvo respuesta alguna por parte del sujeto. Ya había pasado a "mejor vida", pero por el momento no tenía forma de saberlo. Por el momento la kunoichi hacía lo que podía para intentar escalar, pero el peso no parecía ser algo que los obreros pudiesen resistir.

—¡OYE TÚ NO TE RESISTAS! — Se escuchó la voz del encargado de cocina en lo alto. ¿Qué estaría sucediendo? —¡AYUDA!

De pronto Lyndis sintió como él agarre de la cuerda se aflojó. Había ajetreo arriba.

—¡AH! ¡NO SE SUELTEN! ¡ESPEREN! ¡Se está tensan-!

¡Sush! El cable de pronto se reventó con el sonido de un latigazo. El peso del cuerpo del otro de inmediato tiró de Lyndis, precipitando a ambos hacia abajo, siendo que ahora la kunoichi se hallaba en trayecto en línea recta hasta el fondo del río donde los escombros del puente le aguardaban.

El ruido del ajetreo llegaría hasta la kunoichi, quien intentaba escalar con paso lento pero firme por aquella cuerda.

— ¿¡Eh!? ¡¿Que coño estais haciendo ahi arriba?!

Y entonces, la tensión de la cuerda por la que estaba subiendo desapareció por completo, haciendo que se precipitara directa al fondo del rio.

— ¡No, mierda, mierda, joder! ¡JODER, JODER! — Gritó desesperada, intentando pensar en cualquier opción posible para amortiguar aquel golpe.

No tenía nada para propulsarse en contra, ni tampoco nada para aferrarse a la pared, pero no podía morir ahí. No, de ninguna manera ¿que clase de Dios moría de esa manera? ¿Pero que podía hacer en aquella situación? Pues lo mejor que se le daba, lo mejor que se le daba a cualquier ninja de Kusagakure. Soltar un buen puñetazo.

Sus brazos brillarian con un tono carmesí, y se abalanzarian contra la roca de la montaña en forma de garra con violencia, buscando disminuir la velocidad de caída lo antes posible, mientras un desgarrador grito de la kunoichi negaba sus ganas de morir. Mientras gritaba a la vida que ahí estaba ella, y allí seguiría.

—¡KUNOICHI-SAN!— Fue lo que ella escucharía al caer.

Aunque estaba seguramente demasiado ocupada como para responder. Sin embargo, la adrenalina vertida a su torrente sanguíneo quizá fue lo que le hizo reaccionar de inmediato y cargar con chakra su extremidad. Con toda su determinación se enfrentó al peligro, dirigiéndose directamente hasta las rocas con su puño enardecido en brillante color rojo. La roca se resquebrajó durante este extraño "choque" que sirvió de pausa momentánea a la caída libre de la chica.

El rebote le desvió un poco de su trayecto entre las aguas y la orilla del río, siendo que si bien no caería del todo suave, al menos había logrado amortiguar un poco el impacto contra el suelo. Pero al menos, estaba viva. Si es que eso le era de consuelo.

Aquellos golpes no serían suficiente para encaramarse a la pared, pero utilizar aquella técnica tan básica de la academia que le permitía escalar paredes verticales, no habría sido ni de lejos suficiente para al menos aminorar la marcha y su caída. Tras separar los brazos sin exito en el agarré, giraría un poco sobre si misma y caería rodando para amortiguar aún más el golpe de lo que pudiera, quedando con los brazos y piernas extendidas.

— Arf... Arf... ¡Mierda, joder! ¡¿PERO QUÉ COÑO ESTÁ PASANDO AHÍ ARRIBA?! — Giraría con lentitud sobre si misma de nuevo, apoyandose con el antebrazo en el suelo, y luego arrodillandose para terminar de levantarse, mientras se acariciaba el lateral derecho de su torso, donde le remitia el dolor.

La vista entonces se le torcería al cuerpo sin vida que había intentando rescatar, y se apresuraría a acercarse para ver si seguia con vida. Pero cuando ya lo había atado, había dejado de respirar, y ahora pudo comprobarlo de cerca junto a las nuevas heridas que tenía. ¿Y ahora que hacer? Debía subir de vuelta, pero parece que se estaba librando otra batalla arriba y ella estaba demasiado cansada y herida como para volver así como si nada de vuelta.

—¡Tsk! Voy a alejarme un poco, e intentaré subir de nuevo — y eso fue lo que hizo, dejó algo de distancia entre ella y el puente que parecía querer ceder de un momento a otro.

Concentraría esta vez chakra en la planta de los pies y la palma de las manos, para escalar con lentitud algo encorvada, apoyandose también con las manos a los salientes. Cualquier error ahora, podía llegar a ser fatal para ella, por lo que alejarse de donde estaba la bronca, era lo más sensato si quería partirle los dientes a alguien de nuevo.

Por el momento, ya podía subir con más calma ahora que no tenía que cargar con aquel peso muerto. Además que con ayuda del chakra corría menos riesgo de que la roca se desprendiese por ejercer peso. Iba a paso lento pero seguro, aunque debido a las heridas y las mallugaduras era casi un milagro que aún pudiera mantenerse en pie. Ciertamente aquí es cuando se demostraba que Lyndis se había curtido a su manera.

Podría tomarse todo el tiempo que quisiera, aunque arriba el sonido de la lucha continuó por un tiempo, hasta que hubo silencio.

—¡LO TENEMOS!— Pudo oír al capataz. —¡Ayuden a Gashi! — Ordenó.

Para cuando Lyndis acabara de subir, encontraría al segundo bandido que había golpeado, atado con cadenas y con muchos más golpes de los que ella recordaba haberle dado. Por su lado, el chico de la cocina estaba sentado en un árbol mientras otro de los obreros trataba de frenar lo que parecía ser una herida sangrante en el estómago.

Arriba ya podría ver la magnitud del asunto: El puente estaba en pie, pero todo un segmento fue derrumbado durante el estallido, volviendo imposible cruzar al otro lado, ya que incluso la vieja pasarela había volado.

El haberse alejado de la zona de conflicto facilitaría mucho las cosas al tener que concentrarse tan sola en escalar. Cuando dió el último empujón para salir del acantilado, se dejaría caer agotada sobre la tierra, extirando sus extremidades mientras respiraba pesadamente. Hizo un esfuerzo por levantarse apoyandose sobre una de sus rodillas, mateniendo una mano sobre su dolorido costado y dirigiendose al campamento de los obreros, que no quedaba demasiado lejos.

Lo hizo con prudencia, acercandose por los arboles y matorrales cercanos por si todavía habia conflicto, pero la situación parecia controlada finalmente.

— Vaya... Si os desenvolvíais tan bien, para que llamasteis asistencia de una kunoichi — dijo apareciendo cerca del jefe de obra con el que había estado hablando al principio de la misión, restando una gran importancia a lo que ella había hecho en el puente. — Siento no haber podido defender el puent-u-u-uughh

Dio un par de pasos torpes debido al dolor, arrodillándose de nuevo si alguien no la detenía en el proceso.

El capataz volteó a verla, y pegó un largo y llano suspiro.

—Bah. No ando de humor para las bromas... La verdad pensábamos que el tipo estaba fuera de combate, se despierta de golpe y pum que nos mete en un aprieto sacándose un cuchillo de la nada. Si es que son rastreros... Aunque estando débil lo pudimos poner en su lugar — Se tronó el cuello.

De pronto, la kunoichi desfalleció. Ciertamente estaba débil por el daño, cómo por el gasto de chakra constante, sumado al esfuerzo mental. El tipo la tomó para evitar que no cayera piso y la miró condescendiente. Ciertamente pese a lo ruda que lucía, era un trabajo muy exigente incluso para ella.

—Por el puente, no te preocupes. Es algo material, y que tiene arreglo. Lo arreglamos una vez cuando rompieron el puente por primera vez, y lo podemos hacer de nuevo. De hecho teníamos previsto que estos locos intentaran alguna locura de estas, así que lo reforzamos a propósito. Surtió efecto. Creo que si no lo hubiéramos hecho seguramente lo habrían volado todo con el tremendo bombazo — Se mostró orgulloso bufando. —Lo que nos concierne ahora, ¿qué quieres que hagamos con los tipos que atrapaste?

Igual, si quieres descansar primero, puedes hacerlo. Ya pensaremos luego en ello cuando te recuperes.

Asi que por suerte, el fuerte refuerzo que habían construido en la base y otras zonas del puente habían surtido efecto, permitiendo que este no fuera demolido por completo. Tras ser ayudada por el capataz, se dejaría llevar hasta sentarse sobre algunas cajas y lonas, bastante cansada.

— Igualmente, me sabe mal. Tal vez podría haber hecho algo más para evitar que rompieran tanto de este —se acarició su propio cuello, mientras movia uno de sus hombros todavia algo malherido. — Sobre estos tipos, no sé. Abajo ha quedado el cuerpo de uno; cuando caí al vacío cayó de mala manera y había dejado de respirar, puede que hubiera muerto directamente con la explosión incluso. Y estos, deberían de ser encerrados en los calabozos. Al fin y al cabo, todavia quedan un par sueltos. Eran un grupo bastante numeroso, cerca de unos diez diría yo

Tras sentirse menos fatigada, caminaria seguida del capataz mientras hablaba, hasta donde estaban los que habían conseguido aprisionar los propios obreros.

— Tsk, os vais a pudrir en los calabozos por un buen par de años; vandalismo, destrucción de propiedad pública, explosivos e intento de asesinato — dijo malhumorada. — Panda de hijos de puta — espetó nuevamente, propinandole una patada en la cara a uno de los que ya estaban indefensos. — Me ocuparé de que venga alguien a por ellos rapidamente, de mientras deberiais tenerlos encerrados. Por mí, como si los alimentáis con pan mohoso de mientras, asi se van acostumbrando.

Suspiró profundamente, y se acarició su propio pelo que estaba realmente desordenado, para peinarse muy ligeramente con sus propias manos, y después se dirigió nuevamente al capataz.

— Gracias de nuevo, si no llega a ser por vosotros, estos cabrones se hubieran ido de rositas — esbozó una debil sonrisa.

El capataz volteó un poco la cara. Sí, ellos mismos habían golpeado a esos sujetos, pero de alguna manera le pareció exagerada la actitud de la kunoichi. No es que no se lo merecieran, pero ciertamente el tipo tenía ciertos límites. Eso sí, no planeaba criticar directamente a la chica por esto. Tenía, de paso muchas otras preocupaciones en su cabeza ahora que los sujetos estaban atados.

—¿Cres que los tipos de antes vengan a rescatarlos? Digo, serán bandidos, pero uno nunca sabe que les pueda pasar. E incluso aunque no quieran salvarlos, algo me dice que los demás cabrones causarán represalias — Se cruzó de brazos, frunciendo el ceño y moviendo rápidamente el pie. —Realmente ese bombazo no lo esperaba. Habíamos reforzado el puente por precaución, pero no esperábamos semejante arma. Algo anda mal, pero bueno, supongo que cuando la banda entera sea neutralizada podremos estar más tranquilos — Le puso la mano en el hombro.

Los matones atados voltearon la cara, siendo que uno se atrevió a sacarle la lengua a la kunoichi creyendo que estaba distraída.

—¡Sí es que mira que son insolentes! Pero con lo que hiciste al menos ya mermaste a un tercio de sus filas. Cuando la banda entera quede encerrada bajo las rejas podremos terminar el trabajo. Por ahora tú debes descansar, anda, ve con el enfermero de la caseta que está al lado de la mía que al menos unas pastillas para el dolor y el sueño podría darte — Señaló con su mano la dirección. —Ya no dormimos bien, pero debemos igual levantarnos temprano. esto nos ha atrasado unos cuantos días por el segmento a reconstruir.

Cuando aquel bastardo se burló de ella, Lyndis respondió mostrando sus afilados dientes así como dirigiendolé una mirada muy aguda en sus ojos, con el ceño fruncido. Tanto su iris como pupila parecía haber disminuido en cantidad e hizo enfasis mostrandole un puño cerrado, que temblaba con ganas de soltar un buen golpe.

— ¿Qué pasa? ¿Quieres más? — dijo amenazantemente, para después ser tranquilizada un poco por el jefe de obra. — Sea como sea, en cuanto llegue de vuelta a la villa, escribiré un informe sobre esto. No puede pasar por alto el hecho de aquel explosivo — caminó con él hasta la enfermería, cojeando levemetne mientras tenía una mano sobre el costado. — Tenían que haber mandado a alguien más, pero entiendo que no esperabais que fueran tantos. Joder — protestó maldiciendo su mala suerte, y dirigiendo un último vistazo al capataz antes de cruzar la puerta.

—Los ataques que habíamos visto eran como mucho de dos a cuatro personas. Lo de hoy sin duda fue algo excepcional — De pronto bostezó, y le dió una buena palmada a la chica en la espalda. —Ten una buena noche ahora, kunoichi-san— Dejaría a la chica en la caseta.

Al cruzar la puerta, vería que el enfermero aún estaba atendiendo al cocinero, arreglándole el vendaje. Realmente se trataba de otro de los tantos trabajadores de la construcción, así que no esperabas que él fuera de los que hacía de médico del equipo también.

—Ah, kunoichi-san. Ahorita mismo te atiendo, deja que terminó aquí de apretar esto y te ayudo — Tiró del vendaje.

—¡AHHHHHHHH MIS COSTILLAS! — Se quejó el muchacho más delgado.

—Ya hombre, que debe ir apretado. Y recuerda, que te lo debo cambiar una vez al día así que no te vayas a intentar escapar mañana de mi — Le pegó una palmada en la espalda.

—Creí que me iban a poner un vendaje, no un corsé — Se levantó, y caminó hasta la puerta, haciendo una reverencia para despedirse de la chica y cruzando por la salida.

El médico parecía terminar de organizar sus cosas entre tanto.

—Anda, siéntate en la camilla, que tengo que ver como estás. Me han dicho que caíste del precipicio; es literalmente un milagro que hayas llegado aquí caminando — Asintió para sí mismo.

Tras entrar en la enfermería, pudo observar como aquel enfermero estaba atendiendo a uno de los malheridos. Por lo que simplemente se sentó en una caja de madera cercana, para esperar su turno pacientemente. Los dolores le remitian por todo el cuerpo, haciendo que algo de sudor perlase su cuerpo debido también al cansancio físico y en parte mental del encuentro.

—Creí que me iban a poner un vendaje, no un corsé

Lyndis rio ante aquel comentario, y le respondió a la breve despedida que hizo el operario con la mano de la misma forma, alzándola levemente con una sonrisa.

—Anda, siéntate en la camilla, que tengo que ver como estás. Me han dicho que caíste del precipicio; es literalmente un milagro que hayas llegado aquí caminando

— Ya, y que lo digas — dijo sentandose en la camilla, haciendo un quejido por el dolor. — Aunque tendré que soportar cosas mucho peores que estas si quiero convertirme en una diosa — añadió intentando quitarle algo de hierro al asunto de sus heridas. — Uno de ellos ha fallecido, estaba en la parte de abajo del rio. Quise subirlo conmigo pero... Cuando rompieron la cuerda cayó de bastante mala manera, la verdad — dijo cerrando los ojos, al haber recordado la posición en la que quedó aquel hombre. — B-Bueno, la verdad que el costado me está matando. Y el hombro derecho también