Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#31
Kokuo entrecerró los ojos, desconfiada.

Se lo advierto, si quita esa etiqueta, quedará a mi disposición. Será tan fácil como aplastarla, o lanzarle una bijuudama. Y entonces, seré libre —dijo, taimada.

Sin embargo, parecía que Ayame no estaba por la labor de escuchar lo que era bueno para ella misma. Se acercó a la etiqueta que simbolizaba su voluntad, su capacidad de contener y de guardar a la bestia, y acercó la mano a ella...

Te prometí que te sacaría de aquí, Kokuō.


Kokuo cerró los ojos...



· · ·



Ayame tiró de la etiqueta de sellado. Un torrente de energía sacudió su cuerpo, aunque ella no lo supo. Todo eso sucedía en el exterior, claro, en su habitación del hotel. El chakra, blanco y burbujeante, empezó a envolverla desde la marca de sellado, que brillaba con fuerza, hasta la punta de los dedos de los pies. Luego, se fueron formando las siluetas de una, dos, tres colas. Lentamente, la cuarta se formó, haciendo que Ayame emitiese un destello blanco. Una densa capa de chakra le envolvió ahora, y ya no parecía ella misma, ahora parecía... el Gobi.

Una quinta cola comenzó a formarse, poco a poco. Ya casi estaba...

En los últimos instantes, cuando la cola estuvo completa, Ayame brilló de nuevo. Momentáneamente, pareció crecer en tamaño y...



· · ·



...y cuando los abrió, no había jaula.

El Gobi se levantó, haciendo temblar el suelo de aquél ficticio, o quizás real pero eterno, bosque. Flexionó las rodillas una y otra vez, disfrutando, saboreando su libertad, y bramó al cielo extasiada. Luego miró abajo. A la hormiguita que la había liberado. A la pobre insensata que, sin quererlo, le había brindado la oportunidad de salir de su prisión. Levantó una pierna. A Ayame la envolvió la sombra de un casco tan grande que quedaba fuera de la capacidad de su imaginación. Entonces, Kokuo tensó sus músculos...

...y pisó. Pisó tan fuerte como pudo.



· · ·



...y luego, la nada. Ayame volvía estar sentada en la cama, meditando. Aparentemente tranquila. Aparentemente en silencio.

No había rastro del chakra burbujeante.



· · ·



El casco de Kokuo chocó contra el suelo a apenas tres metros de ella. Ayame se vio levantada casi cinco metros por los aires de la fuerza del impacto.

Tsk. Definitivamente, no es usted una humana cualquiera —dijo—. Muy bien, usted gana. Vivirá. —Se dio la vuelta, dándole la espalda, y comenzó a caminar hacia el bosque—. Si salía, de todos modos me iban a volver a encerrar en otro de ustedes, o en una vasija. De modo que si tiene que ser así, mejor con usted.

»Pero no se confunda: no piense que va a poder utilizar mi chakra así porque sí. Si siento que intenta extraer mi poder del sello sin mi permiso, la aplastaré. Oh, vaya que lo haré.

Resopló.

Ahora, márchese a su mundo de humanos.

»Gracias. —murmuró, tan bajo que Ayame casi no pudo distinguir qué había dicho en realidad.
[Imagen: MsR3sea.png]

Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es

Responder
#32
Lo que sucedió a continuación, fue un auténtico remolino de caos.

La jaula se desmoronó, desapareció sin dejar rastro, y el Gobi se alzó en todo su esplendor. La imponente criatura extendió sus patas, desplegó sus cinco colas, que ondearon con furia contenida tras ella, estiró el cuello y lanzó un bramido de libertad al aire. Ayame tuvo que taparse los oídos, dolorida, pero el aullido seguía reverberando en su cráneo e incluso el interior de su cuerpo. Y entonces la sintió. Sintió la mirada de los ojos de Kokuō clavándose sobre ella. La mirada de un gigante sobre un pequeño insecto al que podía aplastar en cuanto quisiera. De hecho, antes de que pudiera hacer o decir nada, la muchacha vio horrorizada cómo Kokuō levantaba una de sus patas delanteras y una sombra enorme, redonda se proyectó sobre ella. La sombra de uno de aquellos cascos que ahora se abalanzaba sobre ella.

Ayame cerró los ojos y apretó sendos puños, temblando de pura impotencia, a sabiendas de que nada de lo que hiciera, ni siquiera licuar su cuerpo en su técnica estrella, la libraría de una muerte segura.

Pero ese había sido uno de los riesgos que había asumido cuando había declarado aquella promesa.

Y aquella era una de las consecuencias que había estado dispuesta a asumir cuando decidió cumplir aquella promesa.

«Por favor, no le hagas daño a nadie más.» Le habría gustado pedir. Pero no tuvo tiempo, porque...



¡¡¡¡¡BAAAAAAAAAAM!!!!!



La tierra tembló como si un dios la hubiese golpeado con el poder de su martillo, y ese temblor se proyectó en cada fibra de su ser. Pero Ayame sintió un fuerte tirón hacia arriba y sus pies perdieron contacto con el suelo. Asustada, pero con aquel agradable y familiar cosquilleo que invadía su pecho cada vez que alzaba el vuelo, la muchacha entrelazó las manos y desplegó las alas de agua tras su espalda.

Pero si estaba en el aire, mirando cara a cara a Kokuō, eso quería decir...

«Si... sigo viva...» Pensó, mirando hacia abajo. El casco que debía haberla aplastado había terminado cayendo a varios metros de su posición y había creado un notable boquete bajo él. La muchacha tragó saliva, entre impresionada y asustada. Aún no podía creerse la suerte que acababa de tener.

Tsk. Definitivamente, no es usted una humana cualquiera.

Y tú no eres el monstruo que todos dicen que eres —sonrió ella en respuesta. Las alas tras su espalda se agitaron una sola vez en el aire para mantenerse suspendida.

Muy bien, usted gana. Vivirá —declaró Kokuō, dándose la vuelta, y comenzó a caminar hacia el bosque—. Si salía, de todos modos me iban a volver a encerrar en otro de ustedes, o en una vasija. De modo que si tiene que ser así, mejor con usted. Pero no se confunda: no piense que va a poder utilizar mi chakra así porque sí. Si siento que intenta extraer mi poder del sello sin mi permiso, la aplastaré. Oh, vaya que lo haré.

Ayame volvió a estremecerse, pero colocó los brazos en jarra y esgrimió una sonrisa.

¡Cuántas veces te habré dicho que no quiero tu poder! Sólo quería sacarte de esa maldita jaula... y aún me queda algo por hacer —añadió, de forma enigmática.

Kokuō resopló.

Ahora, márchese a su mundo de humanos.

Ayame asintió, pero antes de cerrar los ojos y regresar al mundo real escuchó un débil murmullo que apenas llegó a entender:

Gracias.



. . .



Ayame abrió los ojos en la habitación del hotel y se dio cuenta de que todo su cuerpo temblaba sin control y que estaba resollando con esfuerzo. El corazón aún le latía desbocado y tuvo que apoyarse la mano en el pecho y respirar hondo varias veces para calmarse. Para cuando lo consiguió, lo primero de lo que se dio cuenta fue de que la habitación estaba oscura. Inusualmente oscura. Extrañada, giró la cabeza hacia la mesita de noche y...

—¡Ay, no...! —gimió para sí, llevándose ambas manos a la cara. No sabía qué demonios había pasado, pero la bombilla de la lamparita había estallado, y ahora los fragmentos se desperdigaban sobre el mueble. ¿Cómo iba a explicar aquello?—. Ha sido un accidente... sí... ¡Ha debido ser eso!

Sonrió, entre asustada, nerviosa y feliz al mismo tiempo.

Porque lo había hecho. Lo había hecho y estaba viva para contarlo.

Claro que ella no deseaba contarlo. Aquel era un secreto que nadie debía conocer, a excepción de Daruu y poco más. Lo último que quería en aquellos momentos era que Shanise, su padre o la misma Arashikage supieran que acababa de liberar al terrible Bijū que todos temían de su prisión. Si lo hacían, no sólo tendría que preocuparse por el castigo que le impondrían, también era probable que volvieran a reforjar el sello para volver a encerrarla, ¡y eso era algo que no podía permitir!

Por eso, y aún en aquella posición, conjuró el sello del carnero con su mano derecha y construyó muros de contención alrededor de ese recuerdo, desde que se había acostado en la cama hasta justo aquel minuto. Nadie, sin su consentimiento, conocería aquel hecho. Sería un secreto entre ella y Kokuō. Sin embargo, el haber estado tanto tiempo sin moldear su propio chakra le pasó factura. En otras ocasiones no le habría pasado nada, pero Ayame sintió un profundo mareo que le obligó a detenerse momentáneamente y respirar hondo para volver a su ser. Al cabo de unos segundos, cuando el malestar se esfumó, terminó de tumbarse en la cama y se tapó con las mantas. Al día siguiente le esperaba un largo regreso hasta Amegakure e iba a necesitar despierta y con las fuerzas repuestas para entonces.

La emoción volvió a embargarla, y una temblorosa sonrisa aleteó en sus labios.

Aotsuki Ayame regresaba a su hogar.




¤ Shinkyou Kabe no Jutsu
¤ Técnica de las Barricadas Mentales
- Tipo: Apoyo
- Rango: B
- Requisitos: Genjutsu 50
- Gastos: 70 CK
- Daños: -
- Efectos adicionales: Coloca barreras a ciertos recuerdos para impedir su desvelo por otras técnicas de interrogación
- Sellos: Carnero (una mano)
- Velocidad: Instantánea
- Alcance y dimensiones: -
El usuario puede utilizar esta técnica para colocar bloqueos mentales en los recuerdos del objetivo que contienen información de relevancia en caso que este sea capturado e interrogado. Estas barricadas tienen la apariencia de estilizadas puertas correderas japonesas tradicionales y son efectivas incluso frente a sérums de la verdad. Esta técnica perdurará en el tiempo hasta que su ejecutor decida deshacerla o se consiga romper de alguna manera.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
Responder



This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.