Toshio rio un poco. No sabía cómo lo había hecho, pero consiguió que se detuviese un momento.

— A la orden, mi reina. —Dijo, haciendo una exagerada reverencia antes de ir a por las cosas.

Cogió la katana que acababa de forjar, sus brazales, su portaobjetos y todas las cosas de Kinumi antes de regresar. Todavía no se había colocado nada, pues ya lo iría haciendo por el camino. No estaba seguro de que la Uchiha lo fuese a esperar mucho tiempo.

— Aquí está todo~ —Decía mientras regresaba.

Ni siquiera le dijo nada ante la forma en que le había contestado. No había tiempo y Toshio lo disfrutaba demasiado. Durante todo el tiempo que el pelirrojo estuvo desaparecido solo esperó de pie dando golpecitos con el pie al suelo y los brazos cruzados. Cuando apareció, se puso su calzado sin contestarle de inmediato.

— Bien, vamos. ¡Aprisa! — clara y concisa, esperó a que Toshio le indicase la puerta para salir por ella a toda velocidad.

Al shinobi no le costaría seguirla, su máximo de velocidad era prácticamente el mismo que ella, claro que ella acababa de recuperarse de tremenda paliza. Sin embargo, de nuevo, no hacía gesto alguno de dolor. Tardarían unos minutos, incluso a toda velocidad, en llegar a la mansión de los Uchiha.

Con todo preparado, los dos genin corrieron a toda velocidad por las calles de la villa hasta llegar a casa de la Uchiha. Durante el camino, Toshio mantuvo la boca cerrada para variar y le siguió el paso de cerca a Kinumi, vigilándola. Le parecía sorprendente que se encontrase tan bien como para correr cuando ayer estaba... bueno, como estaba. Aún así, y a pesar de que la chica pareciese estar bien, las preocupaciones del herrero no se desvanecían.

— Oye, Kinumi-chan. —Le llamó la atención cuando ya tenían la casa a la vista—. ¿Para qué venimos aquí? ¿Tu padre no se habrá marchado ya?

— Oye, Kinumi-chan.¿Para qué venimos aquí? ¿Tu padre no se habrá marchado ya?

— No, no creo que se vaya sin...

La joven Uchiha se interrumpió involuntariamente para girar su cabeza en dirección a la mansión, pues había olido algo en el aire. El olor de una mansión en llamas. Aceleró el paso hacia su casa, preocupada por lo que pueda estar sucediendo y fue entonces cuando ambos pudieron ver la columna de humo que surgia de las llamas que había en la parte baja de la mansión.

— No puede ser. — murmuró para sí misma la kunoichi mientras daba un salto por encima de la valla que cercaba la mansión.

Los cimientos de la estructura estaban comprometidos, pues toda su madera estaba en llamas. En el ala oeste había dos bomberos, facilmente identificables por sus uniformes. Estaban haciendo algún tipo de jutsu para contener las llamas. No era un Fuinjutsu ni era un Suiton. Estaban ahogando las llamas lentamente, de forma que la estructura se mantuviese sin cambios. Tampoco era un Futon ni un Raiton.

Durante un instante, que es segundo y medio, más o menos, Kinumi dudó. Miró a varios sitios de la mansión, buscando algo. Y lo encontró. De un salto, desde enfrente de la puerta principal donde estaba, entró por la ventana del primer piso. El primer piso estaba empezando a calar fuego. Había llamas, sí, pero no de las dimensiones y peligrosidad que las de la planta baja. La planta baja era la que estaba a nivel de suelo. Donde estaban ahora pisando el resto de presentes, que no Kinumi, que acababa de saltar a la primera planta.

Por suerte, pudo pasar por la ventana sin romper el cristal, pues este ya había reventado antes de que ni Toshio ni Kinumi hubiesen aparecido en escena. Los trozos de cristal estaban desperdigados a pocos metros enfrente de la fachada, pues habían explotado de dentro hacia fuera. En cualquier caso, el primero en reaccionar fue uno de los bomberos, que dejó colgado a su compañero de inmediato para entrar él en la casa, no sin anter decir:

— ¿Qué cojones? — dijo al ver a la chica meterse, dos segundos más tarde, ya estaba dentro él también.

— ¡Espera! — intentó detenerlo pero el chaval entró detrás de la Uchiha. — Mierda

Viendose desprovisto de la ayuda que necesitaba tan compleja técnica, tuvo que improvisar. Tras unos sellos, Caballo, Tigre y Serpiente, en ese orden y a un ritmo de Destreza 40, empezó a esparcir agua por todo el lugar. Por todo el lugar que alcanzaba, claro, que eran unos diez metros delante suyo. No lo hizo con una alta presión ni en un poderoso chorro, sino como un aspersor funcionanado a toda velocidad. Poco a poco iría calando ese agua en todos los objetos y estructuras cercanas y el fuego iría decayendo.

Sin embargo, al hacer eso, probablemente el lugar no volviera a recuperarse de ello.

— Joder... —Apenas alcanzó a decir el joven mientras seguía a su compañera.

Ambos saltaron la valla, entrando ya en terreno de los Uchiha, para ver cómo toda la casa estaba ardiendo y solo habían dos bomberos presente para detener el incendio. Entonces, Kinumi pareció dudar durante unos instantes sobre lo que haría a continuación.

— Oye, no irás a... —Sí, sí fue a hacerlo. La Uchiha saltó dentro sin ninguna preocupación por su salud física—. ¡Maldita sea!

Uno de los bomberos entró tras ella y Toshio, sin cambiar el rumbo, se giró hacia el bombero que quedaba allí para levantarle ambos pulgares.

— ¡Estás haciendo un gran trabajo, ahora salimos! —Le dijo, antes de saltar dentro también.

Una vez dentro no buscaría a Kinumi inmediatamente, sino que sacaría un pincel y su pergamino de su portaobjetos para dibujar unas complicadas fórmulas de sellado, antes de realizar una serie de sellos que harían que, al cabo de varios segundos, todo el fuego fuese engullido por el pergamino.

El bombero solo le miró con cara de circunstancia. Toshio entró en una zona en llamas, con altas cantidades de humo nocivo y rápidamente empezó a escribir formulas de sellado. Tras los segundos que gastó en ello, empezó a acumular chakra y a absorber tanto fuego como fuese posible en el pergamino y eso le llevó más de un momento.

Durante todo el tiempo que estuvo maniobrando la técnica de sellado, escuchó pasos por encima suyo y todo tipo de ruidos de madera rompiendose, quebrandose y ardiendo.

— ¡Niña! ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Sal de aquí ahora mismo!

Poco después, una vibración intensa sacudió todo el lugar. Los quejidos de la madera fueron notables y el del bombero fue inmediato.

— ¡Me cago en...! ¡No abras puertas ni ventanas! — esta vez la voz se oía más cercana, seguramente aquella deflagración había tirado al chico al suelo del primer piso y por eso se le oía más alto.

Gracias a que el bombero de fuera estaba disminuyendo la intensidad y tamaño de las llamas, Toshio consiguió absorber todo el fuego de ese ala. Kinumi parecía haberse ido hacia la parte central de la misma, al segundo piso.

— ¡Teneis que salir ya! ¡Los cimientos no aguantaran mucho más! — advirtió el bombero de fuera, que estaba recorriendo el perimetro para intentar encontrar donde estaban su compañero y la chica

«Maldita sea, Kinumi-chan ¿Querrías tomártelo con calma por una vez? ¡Luego soy yo el temerario!» Se quejaba mentalmente mientras completaba el sello.

Todo a su alrededor estaba explotando, pero aún así sabía que lo mejor que podía hacer ahora mismo para ayudar a su amiga era intentar apagar las llamas para que no acabase quemándose, pero por lo que escuchaba ya estaba moviéndose a otra zona.

— ¡Joder! —Exclamó para sí. Kinumi iba tan rápido que era difícil seguirle el ritmo.

A toda prisa, Toshio corrió de vuelta hacia la ventana mientras hacía un nudo sencillo con su hilo shinobi en uno de sus shuriken, saltando entonces por la ventana para inmediatamente lanzar la shuriken de vuelta a la pared de la mansión, clavándola en ella para tirar del hilo y propulsarse hacia la pared, desde donde empezaría a correr en la dirección donde creía que estaba Kinumi.

— ¡Kinumi-chan, ya lo has escuchado! ¡Tenemos que salir de aquí! —Gritó mientras corría al segundo piso de la parte central.

Al encontrar una ventana cualquiera allí, lanzaría una shuriken para reventarla y entrar dentro para ayudar a la Uchiha.

El crepitar intenso del fuego hacia imposible discernir desde fuera qué demonios estaba pasando dentro, aunque le permitió a Toshio descubrir en qué zona había actividad. Por los fuertes sonidos de carrera avanzando hacia la fachada.

Un segundo más tarde de que él se pegase a la pared, la ventana superior derecha a donde estaba él fue atravesada por Kinumi. La kunoichi se había lanzado a placar la ventana, atravesandola y provocando una enorme llamarada por la corriente de aire que recibió el fuego del interior.

La chica se había hecho una bola, agarrando algo en su pecho, para saltar y ahora caía sin control. Con suerte, caería sobre un arbol o un matojo oportuno. Sin suerte, igual se clavaba como una brocheta en las vallas de jardín, pasaba cada dos por tres en las peliculas de terror.

Fue más un reflejo que una reacción, pero en cuanto vio a Kinumi saltar por aquella ventana ni siquiera esperaría a calcular primero la trayectoria que llevaba la chica para saltar él directamente a por ella con todas sus fuerzas, atrapándola en medio del aire y girándose para caer él de espaldas, abrazándola.

Si tenía muy buena suerte no se estrellaría con nada de camino al suelo, pero si tenía mala suerte... bueno, podría caer en cualquier lado.

Pero Toshio no era la clase de persona que dejaba las cosas a la suerte, por eso lanzó nuevamente su shuriken al costado de un árbol u otro objeto cercano, mandando un leve pulso de chakra para hacerlo girar y que acabase atado alrededor suyo para poder tirar de él y volverse a propulsar, evitando cualquier peligro que estuviese bajo suyo.

Toshio se lanzó raudo a coger a la kunoichi que se había lanzado sin pensar. La agarró sin problema e intentó maniobrar en el aire como lo había hecho anteriormente. Pudo hacerlo sin mayor complicación, lanzó un shuriken y logró que se chocase contra un arbol, propulsandose hacia él.

Sin embargo, por cuestiones de física y cinematica, no todo fueron flores y caidas sin ningún tipo de peligro. Se propulso hacia el arbol, con Kinumi en sus brazos, pero cayeron antes de llegar al mismo, rodando por el suelo hasta chocar con el tronco.

Una vez con velocidad nula, la kunoichi abrió los ojos y relajo el cuerpo, que había estado tenso desde que había atravesado la ventana, esperando el impacto.

— Hey, buena atrapada. — sonrió debilmente.

Tenía el cuerpo cubierto de una fina capa de ceniza que le tapaba las varias quemaduras que tenía por brazos y piernas, tenía una quemadura justo entre el ojo derecho y la oreja. No era muy llamativa, pero estaba ahí y era dificil saber si se le iría. Entre sus brazos tenía un cuaderno apretado con fuerza, eso no lo había aflojado todavía.

¡Pam! La espalda de Toshio chocó con fuerza contra el tronco, pero estaba bien. Creía no haberse roto nada y había podido proteger a Kinumi, aunque fuera un poco.

— Gracias. Antes de ser ninja estuve entrenando para jugar rugby. —Le dijo, sonriéndole—. Deberíamos ir a que te miren eso. ¿Duele?

Le apartó el pelo un segundo para verle la quemadura. No parecía para tanto, pero seguro que Tamao tenía algún ungüento para eso, o algo.

— Gracias. Antes de ser ninja estuve entrenando para jugar rugby. Deberíamos ir a que te miren eso. ¿Duele?

— ¿Rugby? — preguntó ignorando por completo el estado en el que estaban y el donde y el cuando.

Entonces hubo un sonoro chasquido. Los cimientos del ala opuesta a la que Toshio habían cedido y toda ella se había caído. El polvo y las cenizas se extendieron por todo el lugar y los cimientos de la parte central empezaron a doblarse con un doloroso crujido. No habían cedido todavía porque estaban más reforzados que los de las alas, pero era cuestión de tiempo que cediesen también.

— Creo que deberíamos movernos. — dijo esperando que Toshio fuese quien tomase la delantera.

— Bueno, el rugby es un juego en el que...

Antes de que pudiese terminar de hablar, toda el ala opuesta a la que estaban cedió del todo, derrumbándose. La parte central parecía estar a punto de hacerlo también y el ala Oeste no tardaría demasiado más. Tenían que moverse ya, pues aunque no estuvieran dentro de la mansión, era peligroso estar allí.

— Sí, vamos. —Dijo, levantándose y ayudando a levantar a Kinumi.

De un salto, el chico saldría del territorio de los Uchiha, cayendo en alguna casa cercana, donde esperaría a su compañera para ir donde ella quisiese.

Kinumi se levantó con Toshio, practicamente al unisono, así que no hubo falta alguna de que la ayudase. En un momento que la kunoichi se volteó levemente para mirarse el hombro, el shinobi pudo ver que tenía toda la parte trasera de los hombros quemada. En pura carne viva.

En contraparte, sus piernas estaban bastante bien. Saltó tras Toshio y se quedó tras él, encarandolo siempre para intentar que no viese las heridas que tenía a la espalda. No soltó ningún quejido, pero andaba con una mano sujetando el libro que había rescatado y la otra agarrandose el hombro.

La mansión acabó de caerse, a excepción del ala que Toshio había limpiado de llamas. Kinumi no quiso darle la espalda al lugar. Se quedó a la espera de que éste decidiese irse para seguirle.

Kinumi saltó tras el chico inmediatamente, colocándose a la espalda de Toshio para evitar que él pudiese ver la suya, pero no había nada que esconder. Él ya lo sabía.

— Vamos a ver a Tamao. —Le dijo, empezando a andar directamente a casa de su amigo.

Mientras iba, se giraba de vez en cuando para comprobar que Kinumi seguía allí y no había colapsado o algo durante el camino. No iba demasiado rápido, pero tampoco demasiado lento, pues parecía que todavía podía moverse.