Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Joder, le había tocado un buen alumno a Juro. Quizá todavía estaba algo verde, algo tierno de más, pero esa curiosidad y esas ganas por aprender eran oro en aquella profesión. El Uchiha había conocido a demasiados ninjas que lo creían saber ya todo siendo críos recién salidos de la academia, y encontrarse a alguien así era de valorar.
—Juro tiene razón, depende cómo lo mires —coincidió—. Hay gente que opina que el mejor ninja es al que se le conoce por… nada. El que no destaca, el que pasa desapercibido. Cumple su misión y se va a casa. —Se encogió de hombros—. Ser conocido como intrépido no es malo… pero normalmente lo eres desde el cementerio. Ya conoces el dicho, y es uno que se aplica demasiado bien en nuestra profesión. En mi opinión, ser conocido como el Cauto es mucho mejor.
Y los dioses saben que él había intentado serlo en numerosas ocasiones.
—Aunque cada uno es como es. Hay algo que aprendí con el paso del tiempo, Kazuma. La gente no cambia —dijo, contundente—. Así que no pierdas la energía luchando contra tu naturaleza. Puedes mejorar, claro. Templarte. Moldearte a base de martillazos contra el yunque. Puedes pasar de ser una tosca espada a una fina katana. Pero si estás forjado de acero, amigo, lo seguirás estando. Y si estás hecho de piedra, serás piedra por mucho que te limen. No existe herrero que pueda cambiar eso. Ni siquiera aquí.
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Kazuma escucho con atención y ojos brillantes las palabras de Datsue; pues esta le parecían colmadas de una experiencia que no era fácil obtener. Se preguntó cuántas veces habría estado cerca de la muerte, cuantas veces la presencio y evito. De alguna manera aquel amigo de su sensei lucia orgulloso de lo que había sido su vida, de lo que sabía; pero también parecía haber cierta carga, como la de quien ha experimentados cosas que nadie debería experimentar.
—Me gusta eso terminar la misión e irse a casa —respondió con una tenue sonrisa—. Y si puedo cumplir sin tener que pelear, mucho mejor.
Aquella era su forma de ser, un tanto aburrida y poco propicia para atraer rivales… Rivales, era aquel concepto tan denso y esquivo del que le habían hablado Daigo y Rōga.
—Esperen… —exclamo de pronto, alternando un gesto emocionado entre ambos jōnin —. ¿Ustedes también son rivales?
Juro observó la forma en que Kazuma miraba a Datsue. Estaba... fascinado. No es que no le gustara que su alumno, generalmente apático, tuviera emoción por algo. Pero le resultaba peligroso. Uchiha Datsue era una persona carismática y bastante increible, sin ninguna duda. Pero tampoco era un ejemplo a seguir precisamente.
« Como mi alumno se empieza a llamar el intrépido también juro me tiro por el Puente Tenchi » — pensó, con una mezcla de comicidad y pesimismo real.
—Me gusta eso terminar la misión e irse a casa Y si puedo cumplir sin tener que pelear, mucho mejor.
— Desde luego, te pega más "Kazuma, el Pacífico" — bromeó Juro —. Aunque no es precisamente un buen apodo para un ninja. El Cauto es uno que me gustaría tener.
Los apodos no le podían importar menos, pero ya que estaban hablando, mejor participar en la conversación. Además, seguía sintiendo curiosidad por el origen del apoyo de Datsue. De cualquier manera, Kazuma pronto cambió el tema, para preguntarles acerca de un concepto más ambiguo: la rivalidad.
—Esperen…¿Ustedes también son rivales?
— ¿Rivales? ¿De dónde has sacado eso? — preguntó Juro, alzando una ceja. Se preguntó quién le había metido esa idea en la cabeza. Seguramente lo habría leído en alguno de sus libros. Tendrían que hablar muy seriamente luego sobre la clase de contenido que estaba engullendo sin filtro.
Si Juro había alzado una ceja, Datsue la había levantado tanto que rozaba el cielo.
—Ni nos hemos enfrentado jamás siquiera. —Lo cual, ahora que lo pensaba, era un desperdicio. ¡Cómo Jinchuurikis que eran, era su obligación medirse en duelo! Algún día tenían que solucionar aquello. No hoy—. Oye, oye. Pero dijiste también. ¿Quiénes son los otros rivales?
Por curiosidad. Lo más probable es que ni los conociese.
—Déjame decirte: tener un rival es lo mejor que te puede pasar como ninja y como persona. El rival bien entendido, ojo. No existe en Oonindo mejor fórmula para hacerte mejorar y progresar a marchas forzadas.
O, al menos, esa había sido su experiencia.
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—Pues… —ahora parecía un poco tímido—. Me he encontrado en varias ocasiones con ninjas que aseguran que todos debemos de tener un rival que nos impulse a superarnos… Es algo que me llama la atención: por una parte me parece una forma de dependencia; y, por otra, siempre he sido de los que creen que las personas solo deben competir consigo mismas…
»Pero todos hablan sobre tener rivales como si fuera una maravilla; y eso suena genial, pero no lo entiendo.
Por eso preguntaba tan animadamente, pues esperaba que con el tiempo y con una gran cantidad de respuesta poder llegar a un entendimiento sobre aquel concepto. Todos aseguraban que era algo bueno de una forma u otra, pero él no alcanzaba a ver lo bueno que yacía en la competitividad.
Datsue le confirmó a Kazuma que no, no había nada entre ellos tal como para considerarlos rivales. Ellos nunca se habían enfrentado y, francamente, Juro no pensaba que tendría alguna oportunidad contra él. Había visto de lo que era capaz en el examen. Para tener un rival el primer requisito tendría que ser que estuvieran más o menos igualados.
Kazuma afirmó que le habían hablado de lo maravilloso que era, pero él no había podido experimentarlo. Juro suspiró. No era su culpa, pero lo sentía en el alma. En su promoción no es que hubiera muchos compañeros que habían estado con él.
— Puedo ver tu idea, Kazuma. Pero también entiendo la de Datsue. La motivación es buena y superarte a ti mismo para mejorar es de las mejores cosas que puedes hacer. Pero, piensalo así. Si tienes un compañero con el que crecer, vas a estar pendiente de sus avances en cada batalla con la que te midas. Ya no es solo tu ritmo, sino el suyo. Te obliga a mejorar y a entrenarte con una mayor intensidad de la que podrías hacer tu solo — En su caso, podía contar con Yota. Era su mejor amigo, y, aunque no habían peleado tantas veces, era su mejor rival —. Yo no lo veo como depender. Lo veo como una forma de medir tus avances con la ayuda de alguien.
» En fin, aún eres joven y un simple genin. A veces, tu rival está en tu mismo equipo o en tu villa, y otras veces, puede que lo encuentres recorriendo mundo. Quién sabe. Quizá cuando pase eso, lo entiendas mucho mejor.
Datsue asintió ante la respuesta de Juro, mientras echaba un vistazo disimulado a su alrededor. Con tanta charla aún se le iba a pasar la primera prueba, y eso era algo que no podía consentir.
—Hmm… Sí, sí. Que oye, tratar de superarte a ti mismo también está bien, ojo. Especialmente si te pones una meta, un objetivo claro. He estado entrenando por meses con eso en mente y también me fue fenomenalmente bien. —Ahí estaban sus músculos, apenas contenidos por la chaqueta que vestía, como prueba de ello.
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—Increíble. —Fue todo lo que Kazuma alcanzo a decir como respuesta los sabios frutos de la experiencia de su sensei—. Es como un punto de referencia, como algo para motivar y evitar la autocomplacencia.
—Hmm… Sí, sí. Que oye, tratar de superarte a ti mismo también está bien, ojo. Especialmente si te pones una meta, un objetivo claro. He estado entrenando por meses con eso en mente y también me fue fenomenalmente bien. —Ahí estaban sus músculos, apenas contenidos por la chaqueta que vestía, como prueba de ello.
—Si… —dijo, abriendo y cerrando la mano que había quedado acalambrada como prueba adicional del mencionado entrenamiento.
—¡ATENCION PARTICIPANTES, HA LLEGADO LA HORA! —grito la escandalosa y familiar voz del anunciante.
La multitud se agito mientras los participantes se preparaban para ingresar en la prueba. Kazuma comenzó a mirar a todos lados, llamando la atención de Juro para que se dirigieran a sus lugares antes de que se quedaran sin poder ver la competición.
—Le deseo éxito, Datsue-san —dijo el peliblanco mientras se alejaba.
***
El tiempo paso hasta que se hizo noche cerrada sobre la pequeña plaza en donde estaban los participantes, al menos los 18 que se habían atrevido a participar en aquella prueba en particular. Aunque algunos, ajenos a la tradición del evento, no tenían idea de que iban a hacer. Lo cierto es que quizás la extrañeza se acurrucase en algunos, puesto que el único fuego era el de las antorchas, puesto que las fraguas estaban deshabilitadas.
Los participantes tuvieron que esperar un poco más, hasta que apareciese la jueza principal.
—¡Buenas noches, herreros! —exclamo con su llegada Demura Nayano, una mujer de mediana edad, ataviada con un arcaico traje de colores dorados y ladrillos, y con la mirada y presencia de una dura capataz.
La gente aplaudió, no solo porque por fin iniciaba la competencia; sino porque aquella mujer era una especie de celebridad dentro de su propio entorno: toda una comerciante, dueña de varios yacimientos exportadores y obsesa de los métodos para el trabajo eficiente.
—Si acaso se preguntan: “¿Dónde están nuestro fuego y herramientas?” No pierdan el tiempo con eso —exigió, autoritaria y con aires de superioridad—. Antes de forjar algo, han de demostrar que son dignos, que son capaces de diferencia y escoger el material que han de utilizar.
Dicho eso, hizo un gesto con la mano; y un grupo de fornidos asistentes entro a la plaza, arrastrando tras de sí unas cuantas carretas repletas de lo que parecían ser bloques de piedra. Las carretas se sucedieron una tras otra, vaciando su contenido hasta formar una pequeña montaña ferrosa.
—Eso que ven allí son menas de ferro-carbono de mis minas, ideales para fabricar acero de alta calidad…, si saben escogerlas —Las irregulares rocas se amontonaban unas sobre otras, silenciosas y prometedoras—. El buen ojo y criterio de selección me han llevado lejos, y no espero menores cualidades en aquellos herreros que participen en una competencia supervisada por mí.
»¡Adelante! Tienen tres horas.
—Tres horas parece mucho tiempo solo para escoger material, ¿no le parece? —comento Kazuma a su maestro.
Podía parecer mucho tiempo, pero cualquier artesano con experiencia sabía que escoger el material de trabajo era un compromiso que no se podía tomar a la ligera. Aquello era algo que tomaba tiempo, incluso cuando se conocían el origen y las características del material; más difícil aun con aquellas piedras anónimas y evidentemente impuras. Sin embargo, había formas de afrontar el reto: por norma general el ferro-carbono con el mismo origen de aquel cumplía con cierta simetría en su composición:
En la relación carbono-hierro, una proporción dos más tres producía una calidad relativa del diez por cien; una seis más cinco una calidad del sesenta y seis por cien; una de ocho más cuatro una calidad del noventa y seis por cien; una de siete más dos una calidad del sesenta y tres por cien y así sucesivamente. En aquellas condiciones de exigencia, era obvio que cualquier valor inferior a una calidad de noventa y nueve por cien seria rechazado, por lo que tendrian que presentar una mena que tuviese las proporciones necesarias para ello.
Disculpen la tardanza, pero ya están aquí las pruebas: Por si se lo preguntan, esta primera es de carácter matemático.
Me gustaría que la dinámica fuese la siguiente: pueden resolverla entre ambos, de manera que Juro pueda arrojar, con sus diálogos, pistas a Datsue. Claro, pueden comunicarse con mp, pero creo que sería más divertido el método de la mímica.
Juro y Kazuma se despidieron de Datsue en cuanto se inició el comienzo de la primera ronda. Cómo no, no querían molestarle ni estorbar, y el chico tenía que comenzar a prepararse para el concurso. Juro sonrió: la situación había tomado un giro inesperado y ahora no solo asistía a una gran batalla entre habilidosos herreros, sino que iba a animar a una persona más que conocida.
En fin. Fue con su alumno a las gradas y contempló como la primera jueza, Demura Nayano, daba las instrucciones: al parecer, su prueba poco tenía que ver con el fuego y el proceso de forja. Más que eso, era sobre la elección de un buen material.
Juro observó con ojo las menas ferro carbónicas que había sobre el lugar. Al parecer, los aspirantes tenían que elegir una. Esta debía ser buena o sino, no pasarían la prueba. Tres horas era el tiempo.
—Tres horas parece mucho tiempo solo para escoger material, ¿no le parece? —comento Kazuma a su maestro.
— No te creas, Kazuma-kun. La elección del material es muy importante. Si al hacer una casa, pones mal los cimientos, no vas a ningun lado — razonó Juro —. Quizá tres horas es mucho tiempo pero creo que es necesario. Igualmente, así tendrán tiempo de sobra para pensar.
O eso decía él. Aun así, estas tres horas mirando como los aspirantes miraban piedras era un panorama bastante aburrido. Por eso, el mismo chico se puso a pensar un poco.
— Si yo estuviera ahí, lo primero que haría sería buscar un material lo más simétrico posible. No sé mucho de forja, pero lo que he trabajado con acero para mis creaciones me ha enseñado que cuanta más simetría entre la relación de carbono y hierro, probablemente, mejor composición tendrá. Espero que Datsue tenga un buen ojo para estas cosas.
» Quizá lo mejor sería empezar a clasificar y elegir a las posibles candidatas que se acerquen más a esa simetría que buscamos.
Desconocía las medidas exactas, pero, si conseguía seleccionar las mejores proporciones, al menos tendría por donde empezar. Una calidad de ocho más cuatro se acercaba bastante al objetivo, aunque aún no era del todo correcta. Quizá tenía que aumentar un poco la proporción o buscar una piedra similar.
Guay! Me parece una buena dinámica! Esta primera prueba me ha pillado un poco sin tiempo para pensar mucho, pero cuando toque el siguiente turno intentaré ser un poco más útil xD (tomemoslo como el primer post de introducción para seguir tratando el problema)
«Tres horas», pensó Datsue, suspirando de alivio. La prueba en sí le parecía jodida, muy jodida. En su mes con Nahana, durante la misión en la que se había hecho pasar por un aprendiz de herrero en el País de la Tierra, había aprendido muchas cosas. A forjar acero. A moldearlo a su gusto. A machacarlo una y otra vez para conseguir una hoja limpia, dura pero flexible. A pulirlo. A… ¿elegir el material? No, esa no había sido una de sus muchas tareas. Normalmente, el material que estaba a su disposición ya estaba escogido por la propia Nahana.
«Me cago en mi santa…» Pero tenía tres horas. ¡Tenía tres horas! Tiempo suficiente para pensarlo bien y tejer algún plan. ¡Tenía que serlo! Podía fijarse en qué hacía el resto. Podía…
Podía pedir el comodín de ayuda.
Se llevó una mano a la boca y fingió que tosía.
—Se aceptan sugerencias… —susurró, entre dientes. Cabe decir que previamente había activado cierto sello de la Hermandad Intrépida. Cierto sello con el número siete. Cierto sello que conectaba directamente con…
¤ Yūkan'na Kyōdai ai ¤ Hermandad Intrépida - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos: Fūinjutsu 80 - Gastos: 80 CK sellar, 10 CK activar - Daños: - - Efectos adicionales: Permite la comunicación a distancia - Sellos: Carnero → Jabalí → Liebre → Pájaro → Carnero → Tigre → Caballo → Serpiente (sellar) - Velocidad: Instantánea - Alcance y dimensiones: Cuerpo a cuerpo
Sello que se coloca cuerpo a cuerpo o sobre el cuerpo de uno mismo, que permanecerá activo durante (Poder/10) estaciones. Es perfectamente visible, tomando la forma de un kanji (糸, Hermandad), y un pequeño número a la derecha a modo de subíndice.
Todos aquellos que posean el sello podrán activarlo con un pequeño gasto de chakra y comunicarse con otras personas que compartan el mismo número de subíndice. Con Inteligencia menor a 60, deberá hacerlo hablando a viva voz, y los receptores lo oirán como si les estuviesen hablando directamente desde el sello. Con Inteligencia 60 o mayor, podrá hacerlo mediante susurros, con el tono de voz adecuado para que solo se oiga a centímetros del sello. Con Inteligencia 80 o mayor, podrá elegir a qué persona concreta hablar (si hay varias personas que comparten el mismo número de subíndice).
Este jutsu sólo se romperá si otro usuario de Fūinjutsu con una maestría similar lo libera (mayor inteligencia y/o nivel de Fūinjutsu), o si Datsue decide cancelarlo.
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El tiempo comenzó transcurrir bajo el mandato de lo que parecía ser un reloj de arena de hierro, que era pacientemente vigilado por la jueza. Esta lucia autoritaria y expectante, casi malévola; como si estuviese esperando que algo se les torciese a quienes estaba juzgando.
Por su parte, los competidores habían tomado distintas iniciativas entre sí: algunos se habían quedado estáticos, sin la más mínima idea de que hacer, mientras que otros corrían de un lado para otro en alguna especie de búsqueda.
—Mire eso, sensei —señalo Kazuma al ver el movimiento en el área de competición.
Se arrojaron a la acción tres hombres que llamaron poderosamente su atención. Uno de ellos era un sujeto más bien enano y con una enorme barba pelirroja que le llegaba más abajo del obi. Este cargaba un enorme maletín, que al abrirlo revelo en su interior gran cantidad de martillos de todos los tamaños. El barbado se acercó a la pila con pasos felinos, tomo un bloque al azar y un martillo adecuado, y golpeo con tanta fuerza que saltaron chispas y la roca de quebró. Algo debía de haber allí, en el sonido y la forma de rotura; pues, especie de adivinación, se le vio en el rostro la conclusión de que esa no era lo roca correcta. El segundo era un encapuchado que llevaba consigo un arsenal de frasquitos, tal que entre el público levantaba la creencia de que se trataba más de un boticario o de un envenenador. Alguien entre los presentes grito “alquimista” cuando vertió uno de los viales sobre la roca y esta comenzó a deshacerse; de manera que no era demasiado osado decir que al derretir una tras otra las rocas, en el color y la reacción, determinaba su naturaleza. El último de los hombres era el más extraño, pues parecía que ninguna roca le satisfacía: las levantaba, a pesar de su gran peso, las palpaba, las olía y, en fin, parecía ponerlas a prueba con sus cinco sentidos y puede que otros más también. En cuanto terminaba su inspección, se limpiaba el sudor de su calva cobriza y arrojaba a un lado la piedra inútil, a veces casi golpeando a otro competidor.
—Parece que han removido como una décima parte de la pila —señalo Kazuma al ver como las piedras descartadas se amontonaban.
La jueza veía aquello, y sonreía casi malévolamente… Esperando que se dieran cuenta de algo que hasta entonces quizá algunos sospechaban, pero que solo ella sabía.
Juro observó cómo los participantes actuaban. Muchos se quedaron sin saber que hacer, calentando el sitio. Tres fueron los que destacaron: un alqumista capaz de derretir piedra para averiguar su contenido, un hombre capaz de detectar por su sonido al golpearla con un martipllo, y por último, uno que con tan solo palpar, oler y utilizar su sentidos, parecía capaz de averiguar sí era correcta o si no.
Chasqueó los dedos. Parecían muy preparados. Se preguntó si Datsue...
—Se aceptan sugerencias… — Su sello de la hermandad, que tenía sobre la oreja, vibró, y entonces sintió su voz. Se llevó una mano al oído instantáneamente.
Genial. Ya sabía la respuesta a sus dudas.
« ¿Y yo que sé? ¡No soy un participante! » — Protestó para sus adentros. Pero cerró los ojos y se concentró. Tenía que haber alguna forma de que pudiese operar en aquella situación. Si tardaban mucho, al final, esos hombres se quedarían con las mejores piedras, por lo que tenían que apresurarse.
Juro pensó. Lo peor de todo era mirar a la jueza. Parecía saber algo que nadie más sabía. Había... maldad en ella. Empezó a temer de verdad por Datsue.
¿Cómo podía el chico averiguar el metal? Juro no sabía mucho de proporciones y, lamentablemente, no tenía a mano el material. Podía intentar comunicarselo a Datsue, pero... ¿El chico sabría de verdad la proporción ferro-carbónica? No estaba seguro.
« Piensa. Piensa... » — Aquellas personas estaban probando de diferentes formas: la textura, el sonido... hasta una prueba química.
— ¿Sabes Kazuma-kun? Lo he estado pensando y hay formas de identificar si el material tiene una cantidad adecuada de carbón y acero — dijo, asegurandose de hablar en voz baja, para que su alumno y Datsue le escucharan, pero no tan alta cómo para que algun participante más se diera cuenta —. Esos hombres están midiendo el sonido, la dureza y hasta su textura. Yo creo que en primer lugar, buscaría un bloque lo más compacto y simétrico posible. Tiene que tener una simetría similar de acero y carbón para poder obtener la mayor calidad. También he escuchado que el color y el grano varía mucho: los materiales con una proporción carbono y alta aleación de acero suelen ser grises suaves y tener un grano más fino. Al menos, eso me dijo mi hermana.
También se podría probar su dureza. Si es bueno, será más difícil meterle un cuchillo o una lima. En ningún caso se debería poder introducir una lima o una herramienta si el acero tiene mucho carbono — se encogió de hombros. Debía de parecer una enciclopedia en ese mismo instante, pero no sabía qué método podría ser mejor para el chico —. Desconozco que clase de material es ese, pero vamos, imagino que debería seguir el mismo patrón que uno normal.
La voz de Juro, suave pero clara como el arroyo de un río, llegó a sus oídos. Hasta uno de sus oídos, concretamente. El kusajin explicaba a su alumno, pero también a él, una serie de instrucciones para intentar conseguir el material más puro.
Sin saber muy bien por dónde tirar, optó por hacerle caso. Se dirigió hacia la pila y tomó el bloque más compacto y simétrico que encontró a simple vista. Observó su color, palpó su textura, e incluso probó a hincarle la punta de un kunai para comprobar su dureza.
Mientras tanto, la jueza sonreía, como si algo en todo aquello le hiciese mucha gracia. Eso le dio mala espina, ¿qué se estaba perdiendo? ¿En que se estaban equivocando la mayoría de participantes? La respuesta le era tan inalcanzable al Uchiha como la victoria en un combate a un kusareño.
Sorry por la tardanza muchachos. Me toca postear cada 8-10 días y ese ritmo me está desconectando de la trama, he de confesar.
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Puede que Datsue no supiera mucho, o nada, de metalurgia y mineralogía; pero era bastante capaz de tomar un arma y decir que tan duro era el material que estaba cortando. Bien podía ser que se fijase en la resistencia del material, en el desgaste de lo hoja o en otro dato; pero lo cierto era que le funcionaba.
El ninja comenzó a rajar las superficies y a notar cierto patrón, ciertas cantidades posibles de carbono y hierro:
Primer bloque: 2+3=10
Segundo bloque: 6+5=66
Tercer bloque: 8+4=96
Cuarto bloque: 7+2=63
Quinto bloque: 8+10=144
Dentro de poco los números comenzarían a acumularse dentro de su cabeza, quizá siendo demasiados para recordarlos y afanarse en deducir la dureza del siguiente bloque al mismo tiempo. Como fuese, necesitaba tener a su disposición aquellos datos mientras seguía probando. Sin embargo, no era mucho lo que le quedaba por probar… Pues la mala sonrisa de la jueza se fue ampliando a medida que los bloques inservibles se amontonaban unos sobre otros. Y, por si fuera poco, el hombre del martillo y el de las posiciones ya tenían sus bloques de aquel material; pero seguían buscando más.
—Sensei, si ya tienen el material que necesitan, ¿para que siguen buscando más? —pregunto inocente.
Una pregunta tonta para quien carecía de malicia, pero no para gente con recorrido como Juro y Datsue; pues para ellos las tres horas se hacían un chiste cruel: no necesitarían de tres horas, porque seguramente todo material sería acaparado antes de eso.
Pero si el de Uzu lograba mantener la calma, podría recordar que el tercero de los bloques que probo tenía una contextura casi perfecta, mientras que el quinto resultaba demasiado duro y quebradizo.
Juro observó, fijamente, lo que estaba ocurriendo en la arena. El avance de los contrincantes de Datsue, la sonrisa de la mujer encargada de la prueba, los bloques de piedra, poco a poco, cayendo, inútiles...
Entonces, la verdad le estalló en al cara, en cuanto escuchó la pregunta inocente de su alumno.
—Sensei, si ya tienen el material que necesitan, ¿para que siguen buscando más? — Tenía razón. Dos participantes, al menos, ya tenían su piedra, y sin embargo... continuaban.
Aquello era una farsa. ¿Tres horas? Ni hablar. No llegarían ni a una, a este paso. Solo con ver la cantidad de bloques descartados, Juro adivinó la verdad: probablemente, había muy pocos bloques válidos. Probablemente, la cantidad ni si quiera alcanzaba para todos los participantes. Solo los más rápidos podrían llegar a ellos, y si conseguían encontrar más de uno, le quitarían la posibilidad a otro participante de ganar. Se atragantó al darse cuenta de ese hecho.
— Mierda. Datsue, tienes que darte mucha prisa. Sigue probando la dureza más rápido o te quedarás sin bloques. Ya no quedan muchos — murmuró para él y su alumno. Luego, se dio cuenta de que le había hablado directamente al Uchiha —. Perdona, Kazuna-kun, a veces me emociono mucho con estas cosas. Lo cierto es que Datsue esta en una mala posición. Esos hombres quieren conseguir todos los bloques válidos posibles, para quitar de en medio a los demás. Probablemente, solo haya unos pocos que de verdad sirvan. Los participantes no tienen tres horas. Solo tienen el tiempo que les deje el resto para encontrar algo. Y ya no es mucho.
Miró, con una expresión afligida a su compañero. ¿Podría conseguirlo? Él era Datsue el intrépido, ¿no? Debería ser capaz. Si esto lo detenía, entonces, ¿Para qué había progresado tanto? ¿Para quedarse en la primera prueba?