— Ren; lo que te dije no iba a malas. Pero seguro que Hana también se ha dado cuenta. Querer convertirte en una espadachina o samurai, esta bien. Una meta larga te puede ayudar a avanzar mucho, pero debes dejar de tomartelo como un juego; los samurais de este lugar, otros de los que han combatido aquí hoy, entienden el uso de la espada de otra forma; y cada uno de ellos seguramente de forma distinta. Que por fin puedas blandir una espada de acero no te hace automáticamente mejor. Debes dedicarle tiempo y repito de nuevo; tomartelo en serio, no es un juego.

Hana se quedó callada mientras le echaban la reprimenda a Ren. Podría haberla defendido, pero... Por lo que ella había visto... Nanashi tenía algo de razón. Tampoco podía asegurar al cien por cien que Ren no entrenaba nada, pero ella jamás la había visto entrenar. Entonces sintió un pinchazo de culpabilidad. Tal vez podría haber ido a buscarla para entrenar en vez de para pasarselo bien cada vez que estaba con ella. ¡No podía ser su hermana solo para lo bueno! Aunque entonces volvian al tema de qué podían entrenar juntas. Siendo de diferente villa...

Cuando la rubia volvió a poner sus pies en la tierra se encontró con la mirada del samurai clavada en ella.

— Puedes salir ya de observación; si te mareas o algo, no dudes en pedir ayuda No le dejes hacer ninguna idiotez; que esa cabeza hueca suya no dá para más

— Lo intentaré, y lo siento de nuevo, igual la he dejado peor de lo que estaba. — hizo una leve reverencia de disculpa al adulto conforme salía por la puerta.

— ¡O-Oye! ¡Ya esta bien!

En cuanto estuvieron solas se giró a Ren, indecisa.

— Ren, tienes que entrenar. Y sobre todo, ten cuidado en las próximas rondas. He oído que a un participante le han partido la cabeza en dos. ¡Ren! ¡En dos! ¿Quieres que a partir de ahora entrenemos juntas por la mañana? Solo hago algo de entrenamiento físico así que no creo que se nos cuelen secretos de las villas.

Lo más duro seguía siendo ser de villas diferentes. Eso la mantenía en tensión casi siempre, porque aunque ahora no fuese el caso, llegaría el momento en que sabría algo y no podría decirselo.

— Ren, tienes que entrenar. Y sobre todo, ten cuidado en las próximas rondas. He oído que a un participante le han partido la cabeza en dos. ¡Ren! ¡En dos! ¿Quieres que a partir de ahora entrenemos juntas por la mañana? Solo hago algo de entrenamiento físico así que no creo que se nos cuelen secretos de las villas.

— ¿E-E-En dos, dices? — Preocupada, le sostuvo la mirada mientras ella también le echaba un buen chaparrón; pensar que podría salir tan mal parada o morir, le resultaba de lo más preocupante; pero si la cosa se torcía en sus siguientes combates, podría retirarse a tiempo antes de sufrir más de la cuenta. — Mmmm... Supongo que no me vendría mal... ¿Crees que de verdad me lo he tomado a broma? — dijo con una media sonrisa, bastante calmada.

Así que sus sospechas no eran infundadas; Hana también parecía pensar que Ren se tomaba el blandir la espada como si se tratara de un juego, y es que aquella acusación no era en falso. Debía de ponerle interés de verdad, y no creer ciegamente en lo que mostraban aquellos mangas de los cuales intentaba imitar movimientos.

— ¿E-E-En dos, dices? Mmmm... Supongo que no me vendría mal... ¿Crees que de verdad me lo he tomado a broma?

— Eso he oido. Sobre tu actitud, no lo sé, sinceramente. Tal vez no debería haber ido a ti para pasarnoslo bien, ¡tendría que haberte hecho entrenar! Desde luego el combate no te lo tomaste a broma. — la picó mientras se acariciaba la mejilla algo hinchada por su primer golpe.

No pensaba que se lo tomase a broma, podía sospechar que para Ren todo aquello de ser samurai era más por lo guays que se veían con sus armaduras y sus espadas y sus cicatrices que por el estilo de combate o la seriedad en sí misma. Sin embargo, nunca había entrenado con ella y aquel combate del torneo era la primera vez que la veia combatir y no había sido una pelea demasiado seria. Habían discutido y se habían dado de hostias, sin más.

— Ay, eso duele jo — dijo con voz bastante infantil y tierna; después miro sus propias manos, todavía algo dubitativa y nerviosa. — Esta bien; daré mi mejor esfuerzo para convertirme en una espadachina de verdad ¡Y en una samurái con todos los honores si es que es posible!

Esto ultimo lo dijo muy animada, cerrando los puños con decisión frente a Hana como si se tratara de una promesa. Su rostro parecía distinto, algo más dulce y meloso; sonrió con dulzura y cerro los ojos para dejar escapar una corta risa. Se levantó por fin de aquella cama, y se dirigió cogió ambas armas, aunque no se las ató a la cintura, sino que se las echó a la espalda cogiéndolas de la cuerda que las ataría a su cintura.

— Ay, eso duele jo. Esta bien; daré mi mejor esfuerzo para convertirme en una espadachina de verdad ¡Y en una samurái con todos los honores si es que es posible!

Hana se percató de que a esas alturas sobraban las palabras. Ren estaba animada y dispuesta a esforzarse, seguramente por el discurso de su sensei más que por el apoyo de la rubia, pero lo importante era que estaba bien. La uzujin se limitó a asentirle enérgicamente y sonreír.

— ¿Estás segura de que estás bien? ¿Puedes moverte bien? ¿Ves bien? ¿Todo bien? Igual no deberías esforzarte demasiado hoy, ni mañana, por si acaso. — y tan rápido como Ren se había animado Hana había entrado en modo preocupación.

Miraba dubitativa a la morena, quería que entrenase y se esforzase y todo eso pero no quería que se sobreesforzase y acabasen de vuelta en el hospital al atardecer.

— ¿Estás segura de que estás bien? ¿Puedes moverte bien? ¿Ves bien? ¿Todo bien? Igual no deberías esforzarte demasiado hoy, ni mañana, por si acaso. — Hana ya se había puesto en estado de alarma sin comerlo ni beberlo; algo a lo que Ren ya se había acostumbrado.

— De acuerdo, si así no te preocupas más por mí. Lo haré, empezamos mañana si quieres entonces — dijo acariciandole la mejilla que anteriormente había golpeado con tanta rabia e intensidad y posteriormente caminó hasta la puerta, muy seguramente seguida por ella. — ¿Qué hacemos entonces? En cualquier caso debería acercarme hasta mi habitación a dejar esto; luego lo que tu quieras.

Movió levemente la cabeza, señalando con esta y con la mirada a las dos espadas a su espalda.

— De acuerdo, si así no te preocupas más por mí. Lo haré, empezamos mañana si quieres entonces. ¿Qué hacemos entonces? En cualquier caso debería acercarme hasta mi habitación a dejar esto; luego lo que tu quieras.

Hana se rió brevemente.

— Me seguiré preocupando aunque llegues a kage. — hizo una breve pausa — Bueno, de hecho si llegas a kage me preocuparía más.

Dicho eso, empezó a cavilar sobre las palabras de la morena. ¿Qué hacer? Claro que quería pasarselo bien con Ren, hablar, pasear, comer y todo lo que surgiese. Pero claro, acababa de pensar que igual era ella la que le quitaba tiempo de entreno a Ren. Pero claro, acababa de salir del hospital, no debería forzarse. La preocupación superó la preocupación y Hana ya no sabía ni qué decir.

— Es que, deberías entrenar, pero claro, aún puedes no estar bien del todo. Y yo quiero pasar tiempo contigo y divertirnos, pero siento que también debería inculcarte algo de responsabilidad, pero... — paró ahí, dedicandole una mirada confusa a Ren, esperando que ella le diese alguna respuesta esclarecedora.

— Es que, deberías entrenar, pero claro, aún puedes no estar bien del todo. Y yo quiero pasar tiempo contigo y divertirnos, pero siento que también debería inculcarte algo de responsabilidad, pero...

— Bueno, si empezamos mañana y juntas; supongo que no me dejarás vaguear — la cogió de la mano al verla tan dubitativa. — Pero sinceramente, no se me ocurre como terminar de pasar el día. Todo esto me ha dejado completamente exhausta y eso que yo he estado sentada y tumbada todo el rato — arrugó el rostro, al recordar el mal trago que había pasado, en especial cuando había vuelto a ver a su padre.

Podrían quedarse a lo mejor hasta tarde hablando como comenzaba a ser habitual entre ellas; seguramente Hana quisiera explicaciones sobre lo acontecido y puede que a Ren también le ayudara a desestresarse y liberar ansiedad.

— Bueno, si empezamos mañana y juntas; supongo que no me dejarás vaguear. Pero sinceramente, no se me ocurre como terminar de pasar el día. Todo esto me ha dejado completamente exhausta y eso que yo he estado sentada y tumbada todo el rato

— Exacto, mañana a primera hora paso por Nishinoya y a entrenar. Te estaré vigilando. Pero ahora deberías descansar más que hacer cosas. ¿Quieres que vayamos a tu habitación y vemos que podemos hacer por allí cerca? Por si te pasa cualquier cosa.

Había pensado ofrecerse a hacerle alguna comida caliente, o podría prepararle un té, pero no sabía qué podía tener Ren en su habitación para cocinar y no iba a llevarsela a su habitación tal y como estaba.

— ¿O tenías algo en mente que hacer juntas, Ren? — preguntó con el tono más inocente.

— Exacto, mañana a primera hora paso por Nishinoya y a entrenar. Te estaré vigilando. Pero ahora deberías descansar más que hacer cosas. ¿Quieres que vayamos a tu habitación y vemos que podemos hacer por allí cerca? Por si te pasa cualquier cosa ¿O tenías algo en mente que hacer juntas, Ren? — preguntó con el tono más inocente.

— Pues ahora que lo dices no; así que estoy abierta a cualquier sugerencia — contestó dubitativa, mirando al techo y acariciándose la barbilla. ¿Le habría dejado algo Nanashi en su habitación durante su breve instancia? Podría haberle pedido que le trajera algo de comida preparada la próxima vez que volviera; o algo para entretenerse.

No, negó ligeramente con la cabeza, había dicho que se iba a esforzar y hasta Hana la ayudaría en aquello; lo último que necesitaba eran más distracciones.

— Pues ahora que lo dices no; así que estoy abierta a cualquier sugerencia

Lo cierto era que Hana no tenía ni la más remota idea de qué hacer. Nunca había sido muy dada a quedar con amigos para nada más que entrenar y en algún caso hacer trabajos de la academia. Sus experiencias con Ren eran siempre primerizas, pero, por algún motivo, no quería que ella supiese lo inexperta que era. Tenía que ser la kunoichi fuerte e independiente que pudiese apoyar a su hermana, que era la verdadera inexperta aquí.

— Podríamos... coger algo de comida y sentarnos en el borde del Lago Partido a comer, haciendo un picnic. O ir a buscar algún sitio donde hayan espadas, tal vez hay algún museo de la katana por aquí. ¿Qué te apetece?

Habían sido ideas bastante simplonas, nada del otro mundo. Pero tampoco es que Hana hubeise preparado nada de antemano, todo iba a ser improvisado.

— Podríamos... coger algo de comida y sentarnos en el borde del Lago Partido a comer, haciendo un picnic. O ir a buscar algún sitio donde haya espadas, tal vez hay algún museo de la katana por aquí. ¿Qué te apetece?

La idea del Lago era la que más le gustaba, pero un impulso de idiotez le decía que como no iba a haber un museo de espadas en aquel lugar. Y si hay algo como un museo, seguro que también hablan de samurais, y puede que también hubiera alguno al que pudiera acosar y derribar sin parar con millones de preguntas; se debatió durante un rato largo, y en su rostro podía leerse el sufrimiento que estaba pasando por semejante tontería.

— Pero seguro que en lago también hay algún que otro samurái montando guardia; vayamos mejor al lago — le costó mucho pronunciar aquellas palabras, e intento convencerse así misma de que habría alguno por la zona.

Aquella pequeña aldea era entre un paraíso, y un sufrimiento para ella; no sabía ni por donde empezar y tenía en parte miedo de meterse en un lío y dejar en evidencia a la aldea durante la competición porque alguien no era capaz de no formar un espectáculo cada vez que uno de aquellos guerreros armados pasaba por su lado. En cualquier caso, podría ir a hacer turismo otro día; y a lo mejor en el entrenamiento con Hana alguno se les unía.

— Pero seguro que en lago también hay algún que otro samurái montando guardia; vayamos mejor al lago

Estaba claro que esa frase traia un debate interno de largos y tediosos segundos, pero Hana le restó importancia y tomó rumbo al Lago Partido.

— Compramos algo de comida para llevar y nos la comemos a la sombra de algún arbol, con tranquilidad. — empezaría a planear la rubia.

Lo cierto era que había ignorado la extraña obsesión que tenía Ren por las espadas y los samurais, aunque lo cierto era que su apariencia no denotaba nada de samuraicidad. Parecía una kunoichi de Amegakure la mar de normal.

— Dime, Ren. ¿Qué te interesa tanto de los samurai? No te he visto nunca con armadura y los samurais de aquí van siempre con algo de armadura. ¿Solo te interesan las espadas?

Aunque tampoco es que la morena babeara tanto con las espadas como con los samurais. ¿No habría nada en concreto?

— Dime, Ren. ¿Qué te interesa tanto de los samurai? No te he visto nunca con armadura y los samurais de aquí van siempre con algo de armadura. ¿Solo te interesan las espadas?

— No, osea no me mal interpretes, sus espadas y armaduras son una pasada... — y su mirada se desvió ante una mujer enfundada hasta arriba en su armadura, con dos espadas en el lateral de su cintura, que pasó por el lado de ambas sin detener su avance. — Pero todo ese rollo del codigo de honor, la justicia, respeto, defender a tu señor... Es el conjunto en sí. Solo que las armaduras y las espadas le dan incluso un toque más impresionante. — añadió levantando un dedo, mirando a Hana.

— No, osea no me mal interpretes, sus espadas y armaduras son una pasada... Pero todo ese rollo del codigo de honor, la justicia, respeto, defender a tu señor... Es el conjunto en sí. Solo que las armaduras y las espadas le dan incluso un toque más impresionante.

Hana se sintió bastante incomoda cuando Ren desvió la mirada a una mujer con armadura que se les cruzó. Había un brillo y un interes en su mirada que envidiaba. A ella nunca la había mirado así. ¿Tendrías que ponerse una armadura? Le gustaban cero las armaduras, prefería ser sigilosa y letal a llevar todo ese metal encima y hacer más ruido que un elefante en una chatarreria.

— ¿Y tu señora sería la Arashikage? — preguntó Hana sin pensárselo demasiado, como siempre.