Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
El pecho de Ranko se inflamó y su risa se ensanchó. ¡Le alegraba tanto el haber tenido tan positivo efecto en alguien más! Le hacía considerar tomar la música como algo más serio. Sintió que podían pasar toda la noche contando el gran gusto que había sido tocar juntas.
—Ta-tal vez podamos volver a-a hacerlo. Algún día, bajo e-el sol.
Se imaginó cruzando flautas de nuevo con Eri, en alguna pradera, tomando el té. Por alguna razón Aotsuki Ayame y King Rōga estaban allí, acompañándolos con su voz de sirena y su guitarra, respectivamente. Qué idílico sonaba todo eso...
16/03/2020, 23:22 (Última modificación: 16/03/2020, 23:22 por Uzumaki Eri.)
—Ta-tal vez podamos volver a-a hacerlo. Algún día, bajo e-el sol.
Eri sonrió ante la idea de poder volver a tocar junto a Ranko.
«Un momento...»
—¡E-Eres Ranko-san! —exclamó, dejando soltar un chillido de alegría—. ¡Tocas la flauta! ¡Ay! ¡Roga se pondrá contento! —parecía estar hablando consigo misma más que con la persona que tenía justo al lado—. Me pidió que te dijera que te presentases junto a él en el Festival Musical de Tanzaku Gai en Otoño... Aotsuki Ayame-san, ¿sabes quién es? Bueno, es una chica con una voz hermosa, y yo... Participamos hace unos años y, bueno, por si querías participar también... —a medida que hablaba, la vergüenza asomaba y su rostro se iba volviendo más rojo que su cabello.
»Solo si tu quieres, claro...
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
"¡Es el destino! ¡Definitivamente es el destino!" pensó la castaña mientras se encogía de hombros. La peliroja no solo reconoció su nombre, sino que mencionó que Rōga ("¿Kingu Rōga-san? ¡Debe ser él! ¡No puede ser otro!") se alegraría. Cual magia o jutsu telepático, Eri también mencionó a Ayame.
No sabía qué rojo era más intenso, el del cabello de Eri, el de sus mejillas, o el de las mejillas de Ranko.
—Y-yo no s- Nunca he parti... —Pero se regañó. Sí había participado en un concurso una vez, aunque de manera anónima. El libro con el poema bajo el seudónimo Hakuto era testigo —. N-n-no sé si podría... Si podría... bueno... N-no soy buena co-con... Enfren... Tocando frente a otros y... ¡Y-y qué alegría conocer amigos de Rōga-san y Ayame-san!
Aunque sonreía, Ranko creía que le estallaría la cabeza (y el corazón) de la emoción. ¿Acaso estaba destinada a ser sacudida emocionalmente por chicas de nombre de tres letras?
—M-m-me siento halagada... Creo... Creo q-que lo pensaré. En... En Otoño. ¿No? Hay tiempo suficiente. P-para pensar. Creo. ¡Gracias, Eri-san!
Dio una fuerte y profunda reverencia, olvidando gracias a los nervios lo que le había pasado a su vecina instantes atrás, y se dio en el pecho contra la baranda.
Ranko comenzó a tartamudear y balbucear, y aunque a Eri le costó entenderla en un principio, siguió todo el discurso que la Sagiso habló. Conocía a Roga y a Ayame, para su sorpresa, pues ésta última fue mencionada por Roga pero no se imaginaba que también la conociera su compañera.
Parecía dudar, no convencida del todo por el Festival, pero continuó hablando, cambiando de parecer al final hasta que...
—M-m-me siento halagada... Creo... Creo q-que lo pensaré. En... En Otoño. ¿No? Hay tiempo suficiente. P-para pensar. Creo. ¡Gracias, Eri-san!
«¿Oyes eso, Roga-san? ¡Ranko se lo pensará! Seguro que al final todos logramos encontrarnos allí.» En lo profundo de su corazón realmente lo deseó, viéndose libre por un día de sus ocupaciones de kunoichi para pasarlo bien.
Ranko terminó por golpearse con la baranda al igual que ella, y Eri, olvidándose rápidamente de su felicidad interna, abrió los ojos y extendió su mano a modo de preocupación.
—¿E-estás bien, Ranko-san?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
18/03/2020, 14:26 (Última modificación: 18/03/2020, 14:30 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
Ranko se sentía emocionalmente abrumada. Había hecho una nueva amiga gracias a la música, de una manera un poco más profunda que con Rōga y Ayame. Y éstos dos eran parte de un ¿Plan? Para tocar juntos en un Festival Musical.
"Es como un sueño, en el sentido de que pasan cosas dispartadas que no sabes si son reales o no…"
La pelirroja preguntó si Ranko estaba bien después de pegarse contra la baranda. La Kusajin rápidamente agitó sus manos, como disipando una neblina.
—S-s-sí. No e-es… No es nada. C-creo… Creo que ha sido un día… a-algo cansado y… Y he tenido una m-muy grata sorpresa esta noche. Ta… Tal vez debería descansar ya y… y consultarlo con la almohada. Tanzaku Gai, en Otoño, ¿Cierto?
Una parte de ella quería seguir charlando con Eri y descubrir más cosas sobre ella ¿Qué otras cosas tenían en común? Otra parte se sentía un tanto exhausta, en parte emocionalmente. Que una recién conocida le dijera "vamos a cantar en un musical, ¿Vienes?" era mucho para Ranko.
La castaña atribuyó su golpe al cansancio, así que Eri pudo respirar tranquila. Era cierto que la noche ya caía sobre ellas y la oscuridad no ayudaba a mantenerse despierta seguramente ni a ella ni a Ranko, así que asintió ante lo dicho por la flautista.
—Tienes razón, es tarde y seguramente estés muy cansada —Aquello salió de sus labios sin tartamudear, casi por primera vez en toda la noche—. No querría quitarte más tiempo de sueño, Ranko-san, discúlpame.
Hizo una pequeña reverencia.
—Y, sí, en otoño, en Tanzaku Gai, en la mayor plaza de la ciudad —recordó—. ¡Gracias de nuevo por tocar conmigo!
Sonrió a la chica.
—Y dulces sueños, Ranko-san —volvió a inclinar su cabeza, y, con la flauta abrazada por sus dedos, se alejó por donde un rato antes había venido, dispuesta también a descansar un poco antes de seguir con su pequeño viaje.
Aquella noche no pensó en que, quizás, no debería haber sido tan agradable con Sagiso Ranko, una kunoichi de Kusagakure, quien había decidido romper el tratado y la alianza, pero, tampoco lo tomaría con ella, nunca, pues esa decisión no le había correspondido a ella tomarla.
Así que durmió, con el eco de la música resonando en su cabeza cual nana para dormir.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
"Es una promesa" dijo para sí, aunque sólo se expresó asintiendo.
—Gracias, muchas gracias a ti. I-Igualmente, Eri-san, descansa. —Una cuidadosa reverencia después, Ranko se internó en su habitación de nuevo y cerró la puerta del balcón.
Ranko se cambiaría y se acostaría en la cama, con una tonada apagada entre sus labios. Sin saberlo, había creado un vínculo con otra kunoichi de Uzushiogakure. ¿Si Eri sabía su nombre, sabía de dónde venía Ranko? ¿Qué tanto le habrían contado Rōga y Ayame de ella? Ambos eran mucho más fuertes que la Kusajin, y bien podrían haber compartido sus debilidades. Sin embargo, ni esas cuestiones ni preocupación alguna cruzaron la mente de Ranko cuando ella cayó dormida.
Sólo soñó con Eri, Rōga, Ayame y, por alguna razón, Hana, la chica rubia que había conocido en el bosque. Todos tocaban música o cantaban y, también por alguna razón desconocida para Ranko, todos vestían uniformes escolares de distintos colores. Se sentía tan... Mágico.