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El Yotsuki cerró sus párpados y escuchó la preocupación de su compañero. Estaba claro que Geki estaba llegando al borde del estrés. "No hay mucho más que podamos hacer aquí ahora. Sin una misión oficial considero que está fuera de lugar continuar con todo esto. Además no creo que él pueda mantener el ritmo." Estaba complacido con el trabajo realizado, así que al mejor forma de cerrar el ciclo era con una clásica salida de héroe dramática.
—Una victoria no es solo aplastar físicamente a tu enemigo— Murmuró. —Larguémonos, dudo que nos sigan ahora—. Abrió finalmente sus ojos para darse la vuelta y echarse a saltar en los árboles.
Según él, ya había marcado suficiente terreno con su presencia para al menos amedrentar un poco a los cazadores y que se lo pensaran antes de seguir con sus fechorías. Además, no creía poder mantener la presión hasta el final. Era mejor retirarse ahora cuando tenían una cierta ventaja para generar un efecto de precaución en sus enemigos a que el teatro se les viniera abajo dada la indecisión que manifestaba el de cabellos grisáceos.
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~Ausente los fines de semana~
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3/11/2018, 05:25
(Última modificación: 3/11/2018, 05:27 por Geki. Editado 2 veces en total.)
Geki asintió como contestación a las palabras del Yotsuki. Tenía razón aquellos tipos parecían acabados, no tenía sentido seguir en aquel lugar. El muchacho de cabello azul se retiró dando saltos por los árboles. Geki le dedicó unos segundos más a los cazadores, sus miradas de odio se clavaron en él, pero no se las contestó, se giró y siguió a su compañero dando saltos por las ramas, un poco más largos y con un poco más de fuerza para ponerse a su par.
Meditó unos segundos, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para decir – No parecían muy contentos, ¿Deberíamos borrar nuestro rastro? En fin son profesionales. Espetó en un tono de preocupación y volvió a su cara pensativa.
-Y ese lobo ¿Alguna vez viste un animal de esas características? En kusagakure he visto mucho tipo de animales por su fauna y flora, pero jamás uno así.
Geki volvió a su estado pensativo, cuando una pequeña gota de agua cayó sobre su rostro, el genin se detuvo. Estiró su mano con la palma hacia arriba para recibir otra gota y otra y otra. Lluvia… Una lluvia leve había empezado a colarse por el follaje del bosque.
Tomó impulso y de un salto de nuevo se puso a la par de su compañero –Para ti que tenías sed, si juntas las palmas formaras un vaso. Una sonrisa se dibujó en su cara, intentando que esta vez el chiste pasara por bueno. La leve llovizna mojándole la cara le hizo desaparecer un poco la preocupación hacia los cazadores.
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—¿Tú crees que van a tener ganas de subirse a los árboles para perseguir a dos niños?— Volteó a verle dedicándole una mirada de duda, rodando sus ojos mientras regresaba la vista al camino. Consideraba que el genin de Kusagakure exageraba con sus precauciones, queriendo tomar acciones por cosas que realmente no merecían su atención. No es como si los cazadores fueran otros shinobis.
—No, nunca—. Respondió a secas. —Sin contar a los clásicos perros o gatos callejeros, esa clase de animales salvajes sólo los he visto en libros. Es la primera vez que miro uno en persona—. Se sinceró. Aislado durante toda su época de estudiante a aquella ciudad de acero y hormigón cómo lo era Amegakure, las bestias silvestres se le antojaban tan misteriosas y casi mitológicas. "Era más bonito de cerca..." podría asegurar que era su animal favorito. —Ciertamente, era majestuoso— Fueron pocos los instantes que pudo observarlo, pero no borraría de su cabeza la imagen del cánido. Estaba agradecido de lograr salvarlo.
Fue entonces que un visitante inesperado les interrumpió, siendo que la señora llegó inesperadamente para darles un beso refrescante a ellos y a aquel bosque que alberga a las criaturas hijas de la madre naturaleza. El Yotsuki se detuvo al tiempo que lo hizo el de ojos negros, recibiendo con alivio aquella caricia que era la añoranza de su hogar.
—¿Huh?, je.— Torció el gesto en una media sonrisa de resignación, pues ya no le sorprendían las incoherencias de Geki. —Joooo, con suerte el agua se lleva el rastro que tanto te preocupa— Le devolvió la puya. —En invierno Amenokami sale de las Tierras de la Tormenta para recorrer el resto de Ōnindo mientras las nubes levantan su vestido cuando camina...
¿Por qué dijo eso? Quién sabe, pues muchas son las leyendas que se hablan sobre el dios de la lluvia.
»Fue un día productivo al final de cuentas.
Estaba ya cansado por el esfuerzo, pues incluso alguien como él sufría de fatiga.
—No se tú, pero yo ya tuve suficientes disgustos y aventuras por hoy. Quizás sea hora de que nuestros caminos se vayan separando— Aflojó los hombres en señal de pereza mientras suspiraba.
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4/11/2018, 02:45
(Última modificación: 4/11/2018, 03:35 por Geki. Editado 1 vez en total.)
Los genin saltaron por treinta minutos aproximadamente árbol tras árbol salpicando el agua de las ramas hasta chocar con un camino. Para ese entonces la lluvia había cesado y un tímido sol se iba dando paso por las nubes para proyectas intensos rayos luz. El camino, aunque de tierra estaba bien delineado y en un cartel próximo a una bifurcación señalaba las tres direcciones posibles:
“Torre de Meditación” “Ruinas de Iwakure” y “Notsuba”
Geki, de un salto cayó medidamente justo en medio del camino, esparciendo el agua que se encontraba en pequeños charcos hacia los costados. *Notsuba… este es el camino que tomé para llegar a la Torre* Debería volver por este camino, mientras que el de Amegakure seguir hacia el lado de la bifurcación. El joven se giró hacia su compañero.
-Bueno, creo que nuestro día termina aquí. Dijo el Senju mientras el atardecer se pintaba de anaranjado y a lo lejos se dibujaba un arcoíris en el cielo casi trasparente por la reciente lluvia.
-Deberíamos volver, no sé, pero ese lobo me ha llamado la atención. Propuso –En cien días ¿Qué te parece? Pero esta vez trae agua. Geki le sonrió de nuevo a su compañero. Esperaba encontrarlo en algún futuro.
El lobo blanco había cavado una duda dentro de alguien que tenía amor por los animales y de seguro aquellos cazadores luego de recuperados iban a insistir en tratar de atraparlo de nuevo, no podía permitirlo.
Geki saco el mapa inútil otra vez desde dentro de sus ropajes, lo observó, lo doblo de nuevo y lo volvió a guardar. Se encogió de hombros –Qué decirte, creo que este mapa no sirve. Y estiró su brazo amablemente con la palma abierta para esperar que el Yotsuki la estrechara en forma de saludo.
Aunque había sido corta, la aventura había acercado a los dos muchachos, quizá no como amigos, pero para Geki conocer a personas de otras aldeas ya era un paso significante para él.
Si todas las aldeas se comportaran como una sola ¿Seguirían existiendo las guerras?
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—Suena interesante esa propuesta tuya, quizás haga espacio en mi agenda para ello— Se cruzó de brazos, haciéndose el importante. —Cien días... La segunda semana de Bienvenida será entonces. Quizás podamos ver de nuevo al lobo— Sonrió.
—Si no estás aquí para la fecha acordada, iré a buscarte a tu agujero para pegarte con una cantimplora en la cabeza— Se carcajeó. —Sólo recuerda mejorar tus chistes, no pueden ver a un futuro rockstar con cualquiera.— Se encogió de hombros, crecido. —Hasta entonces— Correspondió el apretón de manos, estrechando su mano con mucha firmeza. —Suerte.
El Yotsuki quería hacer una salida dramática, por lo que formuló el sello de carnero con una mano, desvaneciéndose entre las rezagadas gotas de la llovizna que reflejaban un tímido arcoíris en su caída ante la mirada del genin de Kusagakure.
"No me falles"
Aquel viejo papel los había metido en problemas, pero quizás aquel sólo era el primer paso para una aventura más grande.
A unos kilómetros de ese lugar, en un peñasco que sobresalía entre el frondoso bosque, estaba un gran alfa mojado por la llovizna. Observando, vigilando, esperando.
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Geki sonrió tras las palabras del ameño *así será* luego de la despedida caminó por el sendero de nuevo a Kusagakure, iba lento, sin prisa pero sin pausa. El final del día iba refrescando en lo que parecían las últimas horas de sol. Así lo comprobaba el genin con cada bocanada de aire frío que respiraba mientras caminaba.
Casi que perdido entre sus pensamientos, iba recapitulando todos los acontecimientos que habían trascurrido en esa jornada. Roga, el lobo, los cazadores. Intentaba usar el máximo de detalles como si fuera una película.
En la vuelta, recorrió exactamente los pasos que en un principio lo habían llevado a la torre con el fin de meditar y entrenar, que por suerte, sus acciones habían tomado un rumbo totalmente diferente. Ese mocoso fanfarrón, que tipejo.
-Tss. King Rōga, sí que era un enano engreído. Murmuro entre risas
–Sería interesante en el algún futuro medir fuerzas con él, quizá...dentro de cien días.
--Fin--
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