Dejó de pensar, dejó de respirar, dejó de sentir cualquier cosa que no fuese Ren, sus labios, buscando los suyos y encontrandolos, tan desconcertados como ella misma. Las manos de la amejin rápidamente pasaron de sus mejilla a sus hombros y la rodearon en un cálido abrazo.

Las manos de Hana bajaron hasta la cintura de su hermana, rodeandola por ahí en respuesta a su abrazo por arriba. Pegó su cuerpo al suyo, buscando aumentar tanto como fuese posible el contacto entre ambas.

Los labios de Ren eran tan calidos y suaves como los recordaba, encajaban a la perfección con los suyos de una forma torpe y adorable. El cosquilleo que le producía aquel beso bajó de los labios al estomago, donde se intensificó y la obligó a apretar el abrazo y el beso, buscando más, más de aquella chica sin la cual no podía vivir, necesitaba sentirla más que nunca.

Cuando la falta de oxígeno no le permitió seguir junto a ella, después de haber forzado mantener la respiración, se separó jadeante lentamente para poner la cabeza sobre su hombro con un gesto preocupado en la mirada y los labios; aunque realmente era por la extraña sensación que estaba recorriendo todo su cuerpo una y otra vez.

— H-H-Hana, pero e-esto no está bien... Q-Quiero decir... S-Si somos hermanas no podemos...

Por fin había comprendido algo que la rubia llevaba gritándole desde casi el principio, y que ella era incapaz de ver. Aunque en lo más profundo de su corazón, inconscientemente ella también lo estaba deseando con cada fibra de su cuerpo, pero no había sido capaz de comprender ninguna de las señales; ni de Hana, ni de lo que su propio corazón el decía.

— H-H-Hana, pero e-esto no está bien... Q-Quiero decir... S-Si somos hermanas no podemos...

Escuchó perfectamente las palabras de su hermana, entendió a lo que se refería y no le importó nada en absoluto. Por primera vez, fue ella la que ignoró a Ren y no al revés. Imitando el movimiento que había hecho su hermana previamente a su primera beso, subió ambas manos, recorriendo ambos costados del cuerpo de Ren hasta llegar a sus mejillas. La volvió a mirar a los ojos. Estaba demasiado ensimismada en volver a sentirla, en volver a besarla. No podía pensar en nada más.

Cuando aseguró que Ren no podría mover la cara, asegurando sus mejillas, acercó sus labios de nuevo. Por mucho que lo necesitara, no fue rápida, fue extremedamente lenta, acercandose poco a poco, cerrando los ojos poco a poco hasta que sus labios estaban a unos miseros milimetros, tan cerca que se hacían cosquillas por los movimientos involuntarios.

Finalmente, Hana cerró la distancia, esta vez ella sería la que pasase los brazos por detrás del cuello de la amejin, prácticamente colgandose de ella porque tenía que estar de puntillas para alcanzarla.

Cuando volvieron a separarse, fue su turno de decir algo.

— Ren.. Lo... lo siento. Me he dejado llevar. Si no... si no quieres... yo... — por mucho que se disculpase, era incapaz de soltarse de ella, incapaz de separarse.

Pero si Ren quería, tendría que hacerlo, no podía seguir presionandola para estrechar más su relación si ella no estaba de acuerdo. Tendría que parar por mucho que le doliese.

— Ren.. Lo... lo siento. Me he dejado llevar. Si no... si no quieres... yo...

Pero la imitó en un acto egoísta, sellando de nuevo sus labios con los suyos para volver a alargarlo esta vez con un beso más profundo que los dos anteriores; siendo además completamente incapaz de abrir los ojos en todo momento. Solo cuando volvió a faltarle el aire se separó de ella, deslizando sus manos por a lo largo de los brazos de la rubia, hasta llegar a cogerla de las manos.

— Da igual... Ya pensaremos en algo... — respondió acariciando su nariz con la de Hana con suavidad, sin poder borrar una tonta sonrisa de sus labios.

Ren no verbalizó su respuesta, en lugar de eso, volvió a besarla. Hana lo interpretó como que sí, que sí a todo lo que no había preguntado, que podía imaginarse una vida con Ren, que podía confiar en que le dijese que sí al próximo beso que le pidiese, que aquella sensación en su estomago no tenía que apagarse.

— Da igual... Ya pensaremos en algo...

La rubia sonrió. Se sentía exuberante de felicidad. Sentía que aquello no estaba bien, que no podía ser tan feliz, sin duda, la vida se cobraría su parte. Sin embargo, su sonrisa no se fue, su mente no se desnubló. Solo con tener a Ren cerca, podía olvidarse de todo lo malo y centrarse en ella, en lo segura que se sentía con ella, física y psicologicamente. Asintió energicamente para contestar.

— Sí, ya pensaremos en algo. — acto seguido, estrechó con fuerza a su hermana, apoyando su cabeza en el hombro de ésta. — Te quiero, Ren.

— Sí, ya pensaremos en algo.Te quiero, Ren.

— Y yo a ti Hana — contestó con todo su corazón volcado, acarició la cabeza de Hana y se apoyó suavemente sobre ella, besándola suavemente.

Respiró profundamente sobre ella, deseando intoxicarse con aquel característico olor a melocotón; cuando todo el torneo acabase, quien sabe cuando volverían a encontrarse, a volver a intercambiar palabras. A volver a tenerla entre sus brazos mientras deseaba que el tiempo se parase en seco y no volviera a avanzar nunca más.

—Y yo a ti Hana

Hana ni siquiera podía plantearse el volver a la villa con Ren abrazandola y sintiendo el frescor de su aroma hacerle cosquillas en la nariz. No podía concebir que tarde o temprano tendría que separarse de ella y dejar que volviese a Nishinoya. Por eso, no lo hizo.

Apartó la cabeza lo justo para poder mirar a los ojos a su hermana con aquel suave olor a menta acompañandola en cada ligero movimiento. Puso su mejor expresión tierna, dulce y su mirada más embelesadora.

— Ren-neechan... ¿te quedarías a dormir en Nantonoya hoy?

De repente, dormir sola no parecía ni una opción ya. Si le decía que no, igual se colaba en Nishinoya. Estaba demasiado infectada de amor por Ren para no dejarse caer por la espiral de dormir abrazada a ella, asegurada entre sus fuertes y seguros brazos.

— Ren-neechan... ¿te quedarías a dormir en Nantonoya hoy?

La ternura de su voz junto a aquella expresión era demasiado para Ren, no podía negarle nada de lo que pidiera en el estado en el que se encontraba.

— Mhmmm... ¿P-Pero no pasará nada porque duerma allí contigo? — tampoco es que revisaran los cuartos o pasaran una lista; pero quería asegurarse de no meterse en ningún problema. Ella también quería aprovechar todo el tiempo que podía.

— Mhmmm... ¿P-Pero no pasará nada porque duerma allí contigo?

El rostro de Hana se tornó vermellón al oír las palabras de Ren. ¿A qué se refería? ¿Qué... qué quería Ren que pasase? Apartó la mirada, intentando recomponerse. Tenía que decirle algo, lo que fuese. Tragó saliva una vez y aún así tuvo que esperar cinco segundos a que llegase a su estomago. Contó esos segundos.

— ¿Quéquéquéquéqué quieres quequeque pase? — no pudo ni mirarla a la cara mientras lo decía.

Es que acaso... No, no, no, Ren era demasiado inocente para esas cosas. ¿O se había envalentonado? Tal vez aquel beso había liberado a la bestia que habitaba dentro de su hermana y ahora se iba a pasar la noche en vela buscando nuevas formas de torturar a su pequeña y adorable hermana rubia. Torturas que a lo mejor Hana consentía. Negó con la cabeza levemente, se le estaba yendo, Ren no haría algo así.

— ¿Quéquéquéquéqué quieres quequeque pase? — dijo torpemente, sin apartar la mirada de Ren

Esta cerro los ojos enojada y avergonzada, pues se imaginaba ligeramente que es lo que pasaba por la mente de Hana; sintió el deseo de darle un golpe en la cabeza, pues la que estaba ahora sumida en un mundo de fantasías y abstraída de la realidad, no era la morena.

— M-Me refería por que hubiera un ninja de la Lluvia en las instalaciones de Nantonoya, estupida — dijo desviando la mirada avergonzada.

— M-Me refería por que hubiera un ninja de la Lluvia en las instalaciones de Nantonoya, estupida

Cuando el mensaje de Ren llegó a sus neuronas, éstas dieron la orden inmediata de cerrarlo todo. Hana abrió los ojos, buscando la mirada de Ren con expresión de entendimiento.

— Ah, oh, eso. No creo. No hay ninguna restricción para esas cosas. De hecho... — se acercó aún más al oido de Ren — he oído rumores... de que se han hecho cosas en Nantonoya...

Después se separó lentamente mientras asentía lentamente dando a entender que sabía qué eran esas cosas.

— Pero el señor de la limpieza no me quiso decir qué cosas, dijo que era demasiado pequeña para esas cosas. ¡Soy una kunoichi! — dicho eso infló las mejillas con indignación.

— Pero el señor de la limpieza no me quiso decir qué cosas, dijo que era demasiado pequeña para esas cosas. ¡Soy una kunoichi!

— Geeez... — suspiró llevándose una mano a la cabeza. — Lo dices como si hubiera algo místico o tenebroso; como una hortaliza de más de veinte metros que intentó destruir el valle o algo así — añadió moviendo las manos como si fueran garras sonriendo para después bostezar abiertamente. — U-Uhm. Perdón — rio suavemente completamente avergonzada.

— Geeez... Lo dices como si hubiera algo místico o tenebroso; como una hortaliza de más de veinte metros que intentó destruir el valle o algo así U-Uhm. Perdón

El semblante de Hana palideció. No había pensado en eso, pero... ¿y si a lo que se refería aquel señor era a un asesinato? ¿O un suicidio? ¿O algo peor? En primera instancia había pensado en algo vergonzoso, como que pillaron a alguien con la habitación llena de gatitos. Ahora que Ren había dado su versión, se le erizó la piel.

— Ren... Hay algo que no te he contado, porque... no... no quería que pensases mal de mí... pero... — volvió a hacer una pausa para tragar saliva, tenía que volverse un poco más valiente para confesar cosas o no acabaría nunca. — Yo conocí a un fantasma, es decir, lo vi, me habló y después de una ardua investigación nos dimos cuenta de que era un fantasma. Un chico que había muerto quemado vivo...

Tembló ligeramente solo de recordarlo.

— Ren... Hay algo que no te he contado, porque... no... no quería que pensases mal de mí... pero...Yo conocí a un fantasma, es decir, lo vi, me habló y después de una ardua investigación nos dimos cuenta de que era un fantasma. Un chico que había muerto quemado vivo...

— ¿Q-Q-Q-Que? N-N-No digas tonterías — volvió a desviar la mirada muy nerviosa, sin soltar las manos de Hana, aunque esta vez era debido a otro sentimiento; aunque también estaba siendo compartido en aquel momento. — S-Sería alguna técnica... Seguro que un Genjutsu, todo siempre acaba siendo un Genjutsu... Los fantasmas no existen — añadió una larga y muy tensa pausa, que acabo devolviéndole otra vez la mirada a Hana. — ¿Verdad?...

— ¿Q-Q-Q-Que? N-N-No digas tonterías S-Sería alguna técnica... Seguro que un Genjutsu, todo siempre acaba siendo un Genjutsu... Los fantasmas no existen ¿Verdad?...

Ahora que Ren lo decía, podía haber sido una posibilidad. Pero la verdad es que no.

— Bu-bueno, eramos tres ninjas y todos vimos lo mismo, y nos movimos bastante, incluso apareció un señor que nos contó la historia de su hijo muerto. Si-si era un Genjutsu era muy elaborado. Muy elaborado. — le devolvió la mirada a Ren, con el mismo nerviosismo — ¿Tú crees en los fantasmas, Ren?

A todo el mundo que le había preguntado le había dicho lo mismo. Que no existen, que son para asustar a los niños y poco más. Pero... ella había visto uno. Lo había tocado y había sentido cuan frio estaba. Frio como un cadaver. El recuerdo hizo que se estremeciese entre los brazos de su hermana.