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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#61
Como había supuesto, Etsu había cumplido con su parte de la misión, pese a algunos inconvenientes de carácter más bien anecdótico. Además de eso había conseguido la porción extra de baiko que les habían encargado.

¿Y a vosotros cómo os ha ido? ¿tenéis aún alguna bolsa con espacio?

Nos fue bien, conseguimos rafure y taidonka sin mayor inconveniente —aseguro Kazuma.

Ahora Etsu necesitaba de una bolsa para hacerse con la baiko extra, pero el joven peliblanco no poseía ninguna. Se le ocurrió girarse hacia el precipicio y preguntarle a Ranko, pero la misma ya había ascendido.

¡Ho… Hola, Inuzuka-san! De baiko hace falta solo un poco. Pa… para madre. —Ranko se sonrojó al decir eso, pues parecía que estaba cumpliendo con un capricho de su progenitora. Lo cual era en parte verdad.

Bien, entonces solo queda conseguir la niratsubu y la mannerikko —juzgo, dando por hecho que el Inuzuka no tendría problemas en conseguir la baiko—. ¿Has visto alguna de las hierbas faltantes allá abajo, Ranko-san?
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#62
El chico afirmó que para el resto del equipo la cosa había ido con buen pie. Al parecer habían conseguido rafure y taidonka para culminar el cupo de hierbas necesarias. Etsu sonrió con energía, a la par que gesticuló con el brazo alzándolo y luego recogiéndolo con el puño cerrado. Estaba saliendo todo a la perfección, justo y como cabía esperar.

Bien, bien.

En ese preciso instante, Ranko terminaba de subir hasta la posición de los chicos. Alzó su mano tras revisar su cinto, y ofreció al Inuzuka una bolsa con espacio libre. La kunoichi informó que solo necesitaban un poco de ésta que habían encontrado los genin en el trayecto de vuelta, y ésta escasa necesidad era la que cubría la cuota de la encargada de gestionar la misión; la madre de Ranko, la diseñadora de ese peculiar estilo de lucha.

Gracias, Ranko —agradeció el de orbes verdes al tomar la bolsa.

«Ahora que lo pienso... debería hablarle sobre ese estilo de pelea... sería interesante desafiarla, ¿no?»

Hanamura interrumpió los fugaces pensamientos del chico añadiendo que ya solo faltaban dos tipos de plantas, las cuales parecía haber estado buscando Ranko en esa travesía vertical. La pregunta fue directa para ella, buscando saber si la caza de plantas había tenido éxito. Pero si había subido sin mencionarlo, quizás aún estaban a un rato de haberlas encontrado.

Bueno... voy rápidamente hacia las Baiko, que las tengo bien localizadas. No tardo.

Y rápido cual misil disparado a bocajarro, el Inuzuka volvería sobre sus pasos en pos de encontrar de nuevo la planta. EN ésta ocasión, con una ventaja bien grande, sabía aproximadamente donde estaba y tenía marcada la zona.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#63
Después de un breve intercambio acerca de cómo estaba yendo la misión, ambos dúos parecían separarse de nuevo. Etsu había comentado que su búsqueda había sido obstaculizada por monos, de manera paralela a los jabalíes que Kazuma y Ranko habían encontrado.

De… De nada. Re-recuerda que solo hay que… solo hay que traer las hojas amarillas… ¡S-suerte, Inuzuka-san! —Ranko intentó alzar la voz un poco, aunque le parecía que el chico no la había escuchado.

Mientras que Etsu tomaba la bolsa de cuero y partía como un relámpago a recoger las baiko restates, Kazuma le preguntaba si había encontrado alguna de las plantas restantes. La kunoichi asintió.

Parece que… Bueno… Creo que vi algunas flores… flores b-blancas más abajo… Hacia allá —Apuntó hacia su derecha, la izquierda de Kazuma, y hacia el abismo —. Va-varias salientes hacia allá. Creo. Podrían ser niratsubu, a-aunque no pu-puedo ver muy bien…

Pensaba que tal vez Kazuma podría ir por un lado del precipicio mientras ella bajaba por donde estaba, y cubrir más superficie vertical. Pero no dijo nada, sino que esperó a que su amigo peliblanco sugiriera algo.

Por su parte, los hermanos Inuzuka irían a toda velocidad de vuelta al sur, adentrándose de nuevo a los olores y sonidos del bosque, pero sin perder el rastro de los fluidos de Akane. La ingeniosa técnica de rastreo les guiaría de vuelta directamente a su botín, aunque tardarían varios minutos en llegar de nuevo al claro donde estaba la baiko.


Rafure:
Niratsubu:
Mannerikko:

0/100


Baiko:

100/100


Baiko extra:

0/50


Taidonka:
Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

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#64
Parece que… Bueno… Creo que vi algunas flores… flores b-blancas más abajo… Hacia allá —Apuntó hacia su derecha, la izquierda de Kazuma, y hacia el abismo —. Va-varias salientes hacia allá. Creo. Podrían ser niratsubu, a-aunque no pu-puedo ver muy bien…

Ya veo… —dijo, llevándose la mano a la barbilla—. Entonces deberíamos separarnos y revisar los salientes de uno en uno.

Los salientes eran varios, pero no tantos como para hacer extremadamente difícil la tarea. La única complicación era que debían tomarse su tiempo para revisar cada uno; además de que los más lejanos, aquellos que estaban más cerca del fondo, donde las rocas eran más resbalosas, resultaban peligrosos.

¿Vamos? —pregunto, esperando que nada les impidiese ponerse en marcha.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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#65
A toda velocidad, y fugaces como un rayo de medianoche, los Inuzuka volvían sobre sus pasos a la par que olisqueaban el sentido correcto. Encabezada la avanzadilla por Etsu, no tardarían demasiado en llegar hasta el claro donde previamente habían encontrado la planta. Etsu se veía ansioso por terminar la misión lo antes posible, y todos estaban colaborando la mar de bien. Todo parecía ir sobre ruedas.

Sobre patas en el caso de Akane.

¡Tío! Ahora que lo pienso, podría haberte transformado en una bolsa con un henge, y así habríamos ahorrado un viaje... —se burló el rastas, con una sonrisa.

Akane lo miró con los ojos entrecerrados, no podía pensar en un insulto a la altura. ¿Cómo se atrevía a decirle eso? ¿acaso era que le estaba diciendo que era inútil? El can sacudió un par de veces la cabeza, y cual momento de la comida, se lanzó al ataque.

¡¡GWABABAUR!!

El rastas no pudo evitar un sobresalto en lo que corrían, causado por la respuesta del animal —¡Idiota! ¡que solo era una broma! No es para ponerse así...

Sin embargo el can, alzó la cabeza haciéndose el indignado. Sin duda alguna, había heredado un gran sentido del drama, como su dueño. Para que luego digan que los perros no se parecen a sus dueños. O viceversa.

En cuanto llegasen al sitio, tomarían la planta del demonio, y saldrían de nuevo rumbo hacia el acantilado donde se encontraban Kazuma y Ranko. Sin duda, aunque quisiese quejarse de que éste día de misión le había interrumpido el entrenamiento, no podía hacerlo... ¿cuantos kilómetros había corrido ya?
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#66
Ranko contestó afirmativamente a su “¿Vamos?” con un silencioso pero enérgico movimiento de cabeza. La chica comenzó el descenso de nuevo, moviéndose un poco hacia la izquierda, y esperando que Kazuma bajase por la derecha. Iría de nuevo hasta la saliente que había alcanzado previamente, e intentaría señalar al chico hacia dónde parecía ver flores blancas. Acto seguido, continuaría su descenso yendo a una saliente más baja y estrecha. Daría la vuelta, analizando la pared del risco.

¡Aquí!

Justo debajo de la saliente, Ranko vería cómo las rocas se comenzaban a cubrir de un musgo que se sentía como si fuese parte de la estructura rocosa de la misma. Un musgo que parecía estar adornado de líneas que le daban forma de estrella, como si fuese hierba cristalizada. Sacó un kunai y, siguiendo las indicaciones de Taitama Kumoko, comenzó a frotarlo contra el borde del musgo, hasta que se introdujo entre éste y la piedra. Después de un poco de forcejeo, logró meter más de la cuchilla y, al tirar hacia arriba, una buena parte del mannerikko se desprendió. Al meterlo a la bolsa se dio cuenta de que tanto ella como su compañero tenían una sola bolsa. Si se encontraban con los dos especímenes, tendrían que improvisar.

Por su parte, Kazuma vería, bajando a algunos metros hacia su derecha, que la roca ganaba algo de musgo, similar al que había encontrado Ranko, y que a medio metro de él, entre las piedras, salía un arbusto con tres largas flores blancas con estambres proporcionalmente enormes.


Etsu hizo gala de su velocidad, regresando entre bromas hasta el punto marcado. Su llegada tan repentina asustaría a cualquier ave cercana, mientras que cualquier animal terrestre habría sido alejado previamente por el fuerte olor de la marca del can. Aunque no había muchas hojas amarillas en aquel arbusto, el chico pudo llenar la bolsita de cuero que formaba parte de la misión adicional. Sagisō Komachi estaría orgullosa.

A pesar de su rapidez, le tomaría otro par de minutos al chico de las rastas regresar a donde sus compañeros. El camino de regreso estaría tan libre de obstáculos como el de ida. Sin embargo, al detenerse cerca del risco, Etsu y Akane escucharían algo en la distancia: un conjunto de sonidos que se acercaban lentamente, olfateando. Kazuma y Ranko, por estar por debajo del nivel del risco, no podrían escucharlo, mas si pudiesen, reconocerían un gruñido familiar, esta vez acompañado por varios más similares. Etsu no podría verlos aún, mas escucharía acercarse a lo que sonaba como unos cerdos enormes que olfatean en busca de alimento.


Rafure:
Niratsubu:
Mannerikko:

20/100


Baiko:

100/100


Baiko extra:

50/50


Taidonka:
Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

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#67
Siguió a Ranko en el cuidadoso descenso, tratando de disfrutar de la sensación de vértigo como si fuese una experiencia innovadora y no un miedo razonable. Sus manos y pies se dedicaban a la sujeción, mientras que su miraba buscaba aquella saliente en donde debía detenerse. No le costó mucho llegar hasta el lugar adecuado, y allí se detuvo a inspeccionar un poco el musgo: había poco, era resbaloso y formaba un patrón bastante extraño. Estaba a punto de comenzar a extraerlo, cuando diviso unas flores y las reconoció como una de las que debían de buscar.

Ranko-san —llamo, asomando su cabeza—, tengo buenas y malas noticias: la buenas es que encontré, además del musgo mannerikko, algunas flores Niratsubu…, la mala es que solo tengo una bolsa.

»¿Qué deberíamos hacer? ¿Me encargo yo de recoger las flores y tú el musgo?
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
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#68
«¡Vamos, vamos, vamos, vaaaaaaaamos!»

Paso tras paso, el shinobi y su hermano canino avanzaron a toda velocidad hasta el lugar indicado por el rastro de Akane. Árboles a medio caer, musgo, piedras algo resbaladizas, raíces que exploraban la superficie... nada supuso demasiado obstáculo para los genin, que enérgicos, decididos y contundentes avanzaron sin titubear un solo segundo.

¡Aquí están! —bramó, más entusiasmado que una chancla en mitad del desierto.

Y con las mismas energías que sentenció la búsqueda, recogió las hojas con menos manchas color café que encontró. Obviamente, éste último detalle fue en gran parte gracias a Akane, la mente prodigiosa en ese peculiar binomio. Allí en el lugar habían suficientes hojas para llenar la bolsa, así pues, no tuvieron que rondar demasiado dando vueltas. Tal y como terminaron su labor, sendos genin tomaron de nuevo camino hacia el acantilado.

Corrieron, tanto como pudieron, y más. Estaban ya rozando el agotamiento, pero a ambos les guiaba una recompensa. Para Akane, era un enorme y bondadoso banquete. Para Etsu era el reconocimiento, y la satisfacción de completar una misión más, que decoraría un poco más su aún pequeño curriculum.

Conforme llegaban a la zona del acantilado, un sonido parecido a un gruñido comenzó a aflorar. Parecían gruñidos, y no precisamente gruñidos solitarios. Etsu apuró los últimos metros para avisar a los otros dos, pero para cuando llegó al sitio, no llegó a encontrar a nadie.

«¡Mierda!»

No le quedó mas remedio que asomar al vacío, quizás ellos andaban en el precipicio. El olor les había llevado allí, no podía haber mucho margen de error...

Asomó al barranco, y allí pudo ver que andaban aún en la labor. No parecía quedarles demasiado, pero el peligro se cernía sobre ellos. No quedaba demasiado tiempo, fuesen lo que fuesen esas cosas, más valía no arriesgar. Aún tenía bien presente la actitud de los simios, y quizás éstos próximos visitantes fuesen aún menos tolerantes con los visitantes.

¡Ranko, Kazuma! ¡ya estamos de vuelta! ¡pero tenéis que daros prisa, hay animales gruñendo cerca, y parecen venir directos hacia aquí!

Ante todo, debía avisar a los compañeros. Pero eso no fue todo, previendo lo que pudiese suceder, Etsu le dio sus dos bolsas a Akane, para que éste salvaguardase las 3. En caso de emergencia, él podría salir corriendo en lo que el rastas lo cubría.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#69
Ranko sopesó las opciones. ¿Debería cada uno enfocarse en recoger un solo tipo? ¿Deberían de intentar recoger ambos en la misma bolsa y luego separarlos? No, hacer esto tal vez cambiaría las propiedades de las hierbas, ¿no? La chica no era experta, y deseaba haberle preguntado con anticipación a la señora Taitama. Así que asintió en dirección al peliblanco.

C-Creo que es lo mejor. Ambos… ehm… Nos fijaremos y busca… buscaremos ambas, pero solo recogeremos u-un tipo de hierba…

Ranko bajó un poco más. A pesar de que era una técnica sencilla, no estaba de más ser cuidadosa con la escalada vertical, especialmente en un lugar tan vertical como ése. Bajó una saliente más y se movió hacia su izquierda, donde encontró una solitaria flor de niratsubu. Ojeó la roca, y encontró el mannerikko un metro más abajo, sobre la pared y no sobre plataforma alguna. Por su lado, Kazuma encontraría, si bajaba un poco más, una gran área del musgo buscado, y otras tres flores blancas, varios metros más hacia su derecha, adornando un arbusto que salía de entre unas grietas en la roca.

Ranko estaba lista para usar su kunai de nuevo cuando escuchó a los otros compañeros de misión. Una cabeza con rastas se asomó al borde del precipicio. La kunoichi, como en automático, estuvo a punto de saludar al Inuzuka, cuando éste les advirtió de algo: el gruñir de animales que se acercaban. La chica recordó al jabalí, y cómo se había llevado un pedazo de Kazuma (bueno, de su ropa). Le dirigió una mirada preocupada al peliblanco.

¿A-animales? ¿Q-qué tipo de a-a-animales? —Preguntó en voz alta. Se apresuraría, entonces, para usar su kunai y extraer lo poco de mannerikko que estaba cerca.

Arriba, mientras tanto, Etsu escucharía acercarse más y más los gruñidos. Lo primero que vería entre los árboles, serían bultos enormes, como grandes bloques móviles. Luego, un cerdito (un jabato, mejor dicho) que caminaba de forma graciosa, como si estuviese mareado. Las criaturas que le seguían, si bien tardarían un poco en salir de entre los árboles, a la distancia, eran de esperarse. Aún no se distinguían con precisión de entre los matorrales, y su número tampoco era claro.


Rafure:
Niratsubu:
Mannerikko:

35/100


Baiko:

100/100


Baiko extra:

50/50


Taidonka:
Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

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#70
C-Creo que es lo mejor. Ambos… ehm… Nos fijaremos y busca… buscaremos ambas, pero solo recogeremos u-un tipo de hierba…

Con aquello dicho, Kazuma se dedicó a buscar ambas hierbas, pero recogiendo solo las flores. Solo tuvo que bajar un poco para encontrar un trio de tímidas niratsubu, pues solo una forma de vida recelosa se aislaría para crecer en tan solitario lugar; aunque tenía que admitir, pese al agregado de dificultad en su trabajo, que la vista era hermosa y la brisa refrescante.

Se acercó con cuidado, asegurando sus puntos de apoyo antes de proceder a cercenas las flores del arbusto que las resguardaba. En aquel instante, y de forma más o menos perceptible, comenzó a tararear, como disfrutando de la tarea. Se enfocó en el cuidado que debía de tener al cortar los tallos, para no pasmar la planta; una extracción descuidada podría dañar el arbusto de tal forma que no volviese a dar brotes.

¡Ranko, Kazuma! ¡ya estamos de vuelta! ¡pero tenéis que daros prisa, hay animales gruñendo cerca, y parecen venir directos hacia aquí!

El llamado saco de su concentración al peliblanco, quien cruzo miradas con su compañera.

¡Contamos contigo, Etsu-san! —le ánimo, dejándole entender que también esperaba que les consiguiese el suficiente tiempo para terminar.

El joven peliblanco decidió confiar en el que parecía ser el más experimentado de sus compañeros; pues de igual manera su mente era un poco estrecha como para manejar dos problemas a la vez, y en aquel instante necesitaba centrarse en lo que estaba a su alcance, en las hierbas de la misión.
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#71
Ranko fue la primera en alertarse de la situación, la chica preguntó qué tipo de animales podían ser. Etsu quedó por un escaso segundo mirando hacia la arboleda, su mirada confusa no hacía mas que delatar la poca idea de qué podía ser. No parecían los monos, y no reconocía los sonidos de demasiados animales salvajes... ¿Qué coño iba a saber él? Se le escapó un suspiro en lo que volvía con la mirada hacia el precipicio. Se encogió de hombros, no tenía ni puta idea. Aunque quizás los compañeros no pudieron siquiera ver dicha mueca.

No sé... ni idea... —terminó por añadir a su gesto.

Ambos habían estado hablando, o incluso lo hacían aún. Parecían estar ultimando la recogida de las plantas, pero el tiempo se les venía encima. O mejor dicho, los animales. El tiempo tan solo jugaba en su contra, cual contrarreloj. Kazuma inquirió que les ganase tiempo, que confiaban en él.

«Maldita sea... no me gusta tratar con animales salvajes...»

Pero no había otra manera. Akane ya estaba mas que advertido, y Etsu sabía de la existencia de ésta posibilidad. De ninguna manera se iba a echar hacia detrás... además, tenía un barranco. No era una gran idea.

Tragó saliva, tomó aire, y alzó la guardia. Estaba preparado.

El primer animal salió por entre la vegetación, dando a conocer su naturaleza. El animal resultó ser tan solo un pequeño y precioso cerdito, casi parecía el típico cerdito de compañía. Rechonchito, rosado, y con un caminar de lo mas tierno. Era una dulzura, casi le daban ganas al Inuzuka e pillarlo y estirarle los mofletes o acariciarlo hasta borrarle el color...

Pero un reguero de sudor recorrió su sien al ver os bultos que se acercaban por la ristra de árboles. Esos que se acercaban no eran pequeños, ni monos o preciosos... eran puras bestias con colmillos.

¡S-son... son cerdos! ¡CERDOS ENORMES! —jabalies gigantes habría sido mas apropiado, pero no encontró las palabras adecuadas.

«Maldita sea... maldita sea... maldita sea...»

Y la sea se maldijo.

Mantenía alzada la guardia, pero no sabía qué hacer para afrontar el inminente peligro. Lo único que tenía claro, es que el resto del grupo debían tener tiempo para terminar la tarea.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#72
En efecto, Etsu vio salir de entre la flora al menos cinco jabalíes. Variaban levemente en tamaño, pues el más grande llegaba casi al metro de altura (lo que le daba un grosor aterrador). Olfateaban y guarreaban, y parecían estar atraídos por la hierba que el Inuzuka portaba. Si Kazuma o Ranko hubiesen prestado atención antes y se asomaban en ese momento, reconocerían entre el grupo a la jabalí que se habían encontrado antes.

El par que escalaba logró escuchar al fin los gruñidos de los animales. Un escalofrío recorrió su cuerpo. Sabía que Etsu era habilidoso en el combate, pero ¿contra jabalíes? Además, ella no sabía cuántos eran, mas sonaba a que era un buen grupo. Tragó saliva y se ajustó la bolsa al cinto.

”Ok, aquí vamos…” pensó, decidida.

Cortó con cuidado la solitaria flor de niratsubu que había encontrado, y se dispuso a correr tan rápida—y cuidadosa—mente como pudo, con el cuerpo levemente inclinado, sobre la superficie del muro. Fue complicado, y tenía que ser precisa para no romper la roca. Afortunadamente, la distancia no era mucha, y llegó sin problemas hasta la altura de Kazuma, con la niratsubu sujetada entre sus dedos cual más fino cristal, y se la entregó. Él ya había recogido el trío de flores blancas. La de la coleta se dispuso entonces a usar su kunai para sacar el mannerikko que el peliblanco había encontrado.

¡P-parece que hay más unos metros debajo! —Le comentó a su compañero, mientras luchaba entre la prisa y la delicadeza para separar el musgo estrellado de la roca.

En efecto, a unos cuatro o cinco metros debajo se encontraría algo que tal vez Kazuma había visto ya: una amplia área de mannerikko con tres flores niratsubu, generosamente espaciadas. Si se asomaba más hacia el vacío del risco, podría ver algunas cuantas más, pero ésas eran todas las que necesitaban. Cuando Ranko logró despegar lo poco del musgo que tenía a esa altura, alzó la voz para intentar comunicarse con Etsu.

¡I-Inuzuka-san! ¿Cómo va la situación? —La preocupación por sus compañeros (y la misión) no le dejaba mucho espacio en su mente para dudar al hablar —. ¡Aguanta un poco más, ya casi terminamos!

Los jabalíes, sin embargo, no parecían querer esperar más, y se acercaban sin dudar a Etsu. Aunque tal parecía que la presencia del canino les molestaba un poco. El primer jabalí a la izquierda se lanzó en una embestida en contra del Inuzuka humano, intentando golpearlo o arrancarle la bolsita. O ambas.


Rafure:
Niratsubu:
Mannerikko:

60/100


Baiko:

100/100


Baiko extra:

50/50


Taidonka:
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#73
Etsu se había predispuesto a lo que parecía inevitable, el tener que ganar tiempo para el resto de cualquier manera. Así pues, le había entregado su preciada carga a su hermano, que aún conservaba su apariencia bípeda. Y además, le había advertido. Akane por su parte había retrocedido hasta hallarse justo al borde del acantilado, pendiente de si debía o no saltar hacia donde estaba el resto del equipo. Etsu había hecho todo lo contrario, pese a lo que su sentido animal le decía.

El primer animalillo parecía mono e inofensivo, pero justo tras de éste venían más, y no del mismo tamaño. Los que vinieron a aparecer después le triplicaban en tamaño, sin exagerar en absoluto —mas bien quedándose corto— y no parecían tan monos e inofensivos al primero.

«¡Mierda, mierda, mierda, MIERDA!»

El Inuzuka apretaba los dientes, así como los puños. Tenía todo el cuerpo tenso, y la adrenalina comenzaba a hacer bombear su corazón a toda mecha. Se venía la confrontación, y no parecía haber otra alternativa...

Uno de los enormes animales rascó un par de veces el suelo con su pezuña, anunciando su intención mientras exhalaba una potente bocanada de aire por el hocico. Incluso alzó en un par de veces esos enormes colmillos, mostrando sus armas y quizás anunciando sus intenciones, aún mas.

¿Hacía falta? No.

El Inuzuka tenía mas claro que el agua las intenciones de los animales. Al igual que los monos, éstos seguro que iban tras el montón de flores y plantas que habían reunido. No era un experto matemático, pero uno mas uno siempre suele dar dos.

«Aquí viene...»

El animal, sin mas preámbulos, se lanzó en tremenda acometida. Corrió como alma que lleva el diablo, directo hacia Etsu. Obviamente, hasta sus manos aún olían a las plantas. Etsu no fue menos, y corrió directo hacia el animal. Cuando el mpacto ya parecía mas que inminente, el rastas lanzó ambas manos directas hacia la frente del cerdo, y con la misma inercia de la carrera mas un abundante impulso de piernas, se lanzó sobre el mismo. Una voltereta directamente sobre la cabeza del animal, que terminaría con Etsu surfeando a la bestia.

¿Locura? Si.

No duraría demasiado sobre el lomo de la primera bestia, así pues, saltaría de nuevo para posicionarse en mitad de todo el jaleo. Tras tomar tierra, extendería ambos brazos, mostrando sus garras al igual que sus diente en un fiero rugido. En ese preciso momento no podía atender a las preguntas de sus compañeros, tan solo podía ganarles ese preciado tiempo.

Akane, si era necesario tomaría verticalidad, pero de no ser necesario, quedaría en el mismo borde. Desde esa posición, o desde una pegada a la superficie vertical del acantilado, podrían lanzar un gesto de pulgar hacia arriba. Todo estaba bajo control.

Mas o menos bajo control.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~
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#74
La kunoichi le confirmo a Kazuma que unos metros más abajo yacían más flores de niratsubu, muy posiblemente las suficiente como para cumplir con el pedido. Sin perder más tiempo, el peliblanco descendió tan rápidamente como se lo permitían la resbalosa superficie y su tendencia a no apresurarse.

Las flores yacían en un lugar difícil, muchas de las rocas estaban sueltas y las que no resultaban dolorosamente afiladas. Aun así, se dedicó metódicamente al corte de las plantas; aunque el alboroto que había al borde del acantilado le distraía por momentos, pues en aquellos instantes la intensidad del sonido se igualaba al de las olas rompientes.

Al culminar la difícil tarea, comenzó el ascenso, llamando a su compañera:

Ya tengo las flores que faltaban, Ranko-san —informo, mientras aseguraba fuertemente el saco que las contenía.
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#75
El primer jabalí no pudo golpear al ninja, pues éste le pasó por encima, como si fuese un juego de niños. Claro, un juego donde uno de los participantes tiene dos afilados colmillos por delante. El animal estuvo a un metro de caer por el risco, pero logró girar a tiempo, levantando una nubecilla de polvo. Abajo, Ranko y Kazuma podrían sentir una fina grava cayendo sobre sus cabezas, señal de que la acción ya había comenzado en lo alto.

La chica, con el corazón en mano, bajó junto con el peliblanco, dejando algunos metros de distancia. En lo que Kazuma cortaba las últimas tres niratsubu, Ranko insertaba con fuerza el kunai por debajo del musgo. Se preguntaba cómo podría una planta tan pequeña ponerse tan dura. Después de lo que le pareció una eternidad, logró desprender el mannerikko suficiente para llenar la bolsa.

”Me pregunto si se podría usar este musgo como arma... “ se preguntó mientras aseguraba la bolsita a su cinto.

¡Y-y yo el musgo!

La emoción sustituyó la preocupación en el corazón de Ranko, al menos por un rato. ¡Acababan de cumplir su misión! Bueno, casi: faltaba llevar las hierbas de manera segura a la señora Taitama. Y lo único que se interponía entre ellos y su meta era una manada de jabalíes.

¡Vamos, Kazuma-san! —Ranko alzó la voz de una manera tan decidida que sonaría extraño viniendo de ella. Se impulsó de la saliente y pronto tomó velocidad al correr por la pared de manera vertical. Le costó un poco, pues el risco era muy irregular, pero después de un instante logró llegar a lo alto.

Aterrizaría justo para ver cómo dos jabalíes arremetían al mismo tiempo en contra de Etsu. Parecía que Akane no les interesaba, pues podían olfatear la baiko en el humano. Había un jabalí más a la derecha, peligrosamente cerca de la kunoichi, mientras que otros dos detrás parecían estarse decidiendo aún si atacar a los ninjas o no. Y el jabato que sí había alcanzado a comer la hierba, aquel que se había puesto tan cariñoso con Kazuma, estaba cerca, caminando en círculos.

”Cieloscieloscielos. Nunca he peleado contra animales. ¡Pero ellos no son malos, no habría por qué golpearlos! ¿Qué hago? ¿Qué hacemos? ¿Tomamos al bebé como rehén, a como hizo Hanamura-san? ¿O… corremos?”

El jabalí de la derecha guarreó y golpeó el suelo un par de veces. No corrió hacia Ranko, pero se le acercó lanzando mordiscos y movimientos bruscos de cabeza. Ya había visto el risco antes, así que no se arriesgaría a caer en él. Sin quererlo, Ranko imitó a Etsu, pues dio un fuerte salto, cayó sobre el lomo y saltó de nuevo para pasar de él, evadiendo los colmillos de la bestia por poco.

En cuanto Kazuma subiese, los otros dos jabalíes se le acercarían para intentar derribarlo o arrancarle la bolsa, pues también olerían la baiko que él portaba.

¿Y… Y ahora?


Rafure:
Niratsubu:
Mannerikko:

100/100


Baiko:

100/100


Baiko extra:

50/50


Taidonka:
Pensamientos (Plum) Diálogos (PaleVioletRed)

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