Pasaron tranquilamente sus diez minutos antes de que Toshio pudiese escuchar como se abría la misma puerta deslizante por la que había entrado él.

Por ella entró una muchacha con un hermoso kimono azul cuyas faldas imitaban las olas con tonos más claros de azul, llegando hasta a simular la espuma. Iba cuidadosamente peinada con su pelo negro y liso recogido en una trenza que colgaba por detrás y dos coletas a ambos lados de la cara. Las coletas estaban recogidas con lazos de color blanco. Los ojos oscuros de la chica se posaron en Toshio y lo examinó cuidadosamente antes de sentarse en el cojín al lado opuesto de la mesa.

— ¿Eres el que me va a acompañar? — la seriedad de la chica era brutal.

No tenía expresión alguna en el rostro, esperando la respuesta del chico mientras juntaba las manos juntando las mangas del kimono en su pecho.

Unos largos y aburridos diez minutos pasaron antes de que Toshio viese a cualquier otra persona más por ahí.

«¿Me habrán hecho el lío?» pensó. Quizá no le habían creído y simplemente lo tendrían allí hasta que se aburriese.

La verdad es que la paciencia no era una de sus virtudes.

Por suerte Kinumi acabó por aparecer cruzando por la puerta de entrada, vistiendo lo que probablemente sería el kimono más caro que Toshio vería jamás en su vida y estando tan arreglada como se esperaba de una persona de su estatus.

—¡Hola! —saludó Toshio con una amigable sonrisa.

La chica se sentó frente al Kurogane y, con una seriedad impresionante le preguntó si era él quien la acompañará.

—Así es —respondió apuntándose al pecho con el pulgar—. Kurogane Toshio, a tu servicio.

—¡Hola!

Kinumi hizo un breve gesto de asco ante tal saludo por parte del shinobi. ¿Hola? ¿Qué clase de sencillez insultante era esa? Lo mínimo, claramente, era un "Buenos días, señorita". En fin, no podía esperar más de un genin que acepta una misión de rango D, pero la villa no le permitía catalogar su misión como S, así que tendría que apañarse.

—Así es Kurogane Toshio, a tu servicio.

La chica movió la mano como si estuviese intentando dispersar el aire ante ella, en signo de negación de lo que Toshio acababa de decir.

— Olvídate de eso. Te llamas Tsuyoi, solo yo te puedo llamar Tsu-kun, el resto te tienen que llamar Tsu-senpai. Espero que puedas imponerte ya que eres un genin con mucha más experiencia que nadie de la fiesta. Durante el tiempo que estemos juntos, llámame Kin-chan. Nos conocimos hace dos años, cuando te graduaste, porque tu primera misión fue acompañarme a Yamiria a una fiesta en el Palacio del señor Feudal. Venciste valerosamente a todos los bandidos que intentaron detenernos y en la fiesta bailamos hasta la madrugada y bajo la luz de la luna nos dimos el primer beso. — se detuvo un momento para mirar a Toshio directamente a los ojos. — ¿Estás escuchándome?

Y entonces Kinumi liberó una cascada de información sobre el pobre Toshio, que de alguna manera tenía que recordarla TODA.

Por suerte tampoco era nada muy complicado, parecía más una escena sacada de alguna novela romántica para adolescentes que una historia creíble, pero probablemente sería suficiente para engañar a sus amigos durante la fiesta.

«Aunque con esa actitud dudo que pueda durar toda una noche así».

Toshio sonrió.

—Escucho, escucho —respondió Toshio, que le estaba prestando toda la atención del mundo para no perder ni un detalle—. Entonces ¿cuál sería mi apellido, Kin-chan?

—Escucho, escucho Entonces ¿cuál sería mi apellido, Kin-chan?

— Bien, bien, veo que aprendes rápido. — asintió un par de veces, moviendo todo su cabello ligeramente. — No tienes apellido, tus padres murieron muy jóvenes y ni siquiera tienes un apellido. Sinceramente, me dio mucha pereza pensar uno porque seguramente sonase demasiado falso o fuese uno que todos conocían. Mejor así.

Hizo una pausa para llevarse un dedo al labio inferior y mirar hacia arriba en gesto pensativo.

— ¿Qué más? — se preguntó a sí misma. — ¡Ah, sí! Mi color favorito es el morado, pero más en un tono pastel que un morado vivo. Mi pastel favorito es el de triple chocolate. Soy más de dulce, de playa y de dar abrazos que besos. Sin embargo, si llegado el momento hay que besarnos solo un piquito, no intentes cosas raras. ¡Y que sea creíble! Sabrás que tienes que besarme si te digo, textualmente, "Tsu-chan" en vez de "Tsu-kun". Porque, obviamente, eres tú el que tiene que tener la iniciativa para esas cosas.

Kinumi se quedó mirando a Toshio otra vez, a la espera de que él le dijese si lo había entendido todo.

Los ojos del chico se abrieron como dos platos cuando escuchó toda la historia de su falta de apellido. No porque le hubiera sorprendido la falta de imaginación que tenía la chica para crear una historia creíble, sino porque hacía realmente poco que esa historia se había vuelto realidad.

Tuvo que tomarse unos segundos para convencerse a sí mismo de que solo era una historia, un papel que tenía que representar, nada más. También tuvo que tomarse unos segundos para intentar olvidar sus pesadillas, unos largos segundos que tuvo que tomar prestados de la explicación de Kinumi, a la que esta vez no le prestó atención del todo.

—Entiendo. Tendré la iniciativa —respondió el chico, habiéndolo entendido todo más bien a medias.

—Entiendo. Tendré la iniciativa

Kinumi tuvo la sensación de que no le estaba prestando toda la atención que debería, pero, la verdad era que no tenían tiempo para más. Hacía ya un rato que tendrían que haber salido pero ella quería sentar unas bases antes de salir de casa.

— Bien, vamos a ir hacia allí ya, seguiremos ultimando detalles por el camino. — se levantó y esperó a que Toshio la imitase. — Cuando andemos por la calle tenemos que ir cogidos por los brazos, como si fuesemos una pareja. Porque somos una pareja

En cuanto el shinobi se pusiese en pie y entrelazase su brazo con el de la chica, esta emprendería la marcha, marcando el rumbo y esperando que Toshio le siguiese el ritmo. Saldrían de la residencia y entonces bajarían el ritmo al de un lento paseo.

— Al presentartelos, di que te he hablado de ella o él si te digo que es amigo, si solo te digo el nombre, tú saludas y ya. No flirtees con nadie, ni chicos ni chicas. Intenta no alejarte de mí en general y pasemos esto con el mayor disimulo posible. — le susurró mientras andaban.

Aparentemente esos eran los últimos detalles que le daría Kinumi antes de empezar con su misión. Toshio no estaba seguro de si eso era algo bueno o malo, pues ni siquiera estaba seguro de recordar adecuadamente lo último que le dijo la chica.

Con suerte no sería nada importante.

La Uchiha se levantó, seguida por el Kuro... no, por el chico sin familia ni apellido, que le ofreció el brazo a la joven en cuanto le dijo que debía hacerlo porque eran una pareja.

—Por supuesto.

Pronto los chicos salieron de la residencia, mientras Tsuyoi hacía lo mejor que podía para seguirle el paso a Kinumi sin que pareciera que se lo estaba llevando.

—Al presentartelos, di que te he hablado de ella o él si te digo que es amigo, si solo te digo el nombre, tú saludas y ya. No flirtees con nadie, ni chicos ni chicas. Intenta no alejarte de mí en general y pasemos esto con el mayor disimulo posible —le susurró la chica.

—No te preocupes —le respondió Toshio—. Esto irá como la seda.

—No te preocupes Esto irá como la seda.

Kinumi esbozó una leve sonrisa. Tal vez la primera que vería Toshio, puede que la última, dependiendo en cómo fuera el día.

— Eso espero.

No dijo nada más en todo el camino. No se le ocurrió nada más que decirle a Tsuyoi, aparte de un buen "no la lies" "no te salgas de guion" y "intenta no respirar siquiera". Pero era lo suficientemente inteligente como para saber que eso solo aumentaría la incertidumbre del muchacho, tendría que confiar en él.

Más pronto que tarde, llegaron a otra verja, detrás de la cual había otro jardín. Sin embargo, éste era mucho más grande que el de la casa de Kinumi, sin embargo, la mansión al final del jardín era proporcionalmente más pequeña. No habían setos con figuras artisticas, sino una cantidad considerable de arboles de todo tipo, casi todos florecidos.

Kinumi se paró en la puerta y miró al shinobi. Carraspeó sutilmente y miró la verja, esperando que el chico fuese lo suficiente avispado para pillar la indirecta.

Toshio se sintió mucho más calmado ahora que Kinumi había sonreído. Sabía que todo iría perfectamente siempre y cuando consiguiera que se mantuviese así.

Bueno, en parte esa era su misión ¿no? Hacer que todo fuera perfectamente durante aquella fiesta.

Luego de un silencioso viaje, Tsuyoi y Kinumi finalmente llegaron a mansión con un jardín mucho más grande que el de los Uchiha, pero con un edificio principal más pequeño en comparación.

«¡La ostia!» si se lo preguntaban a Toshio, el realmente no veía diferencia entre una mansión y la otra.

Bueno, una sí. No había ningún guardia para cuidar la puerta.

Tsuyoi miró a su pareja, que carraspeó sutilmente dándole a entender que era su turno de hacer algo.

«Supongo que si no hay nadie para abrir...» entonces debería abrir él ¿no?

El joven se acercó verja para abrirla y apartarse levemente para invitar a su pareja a pasar.

Kinumi pudo ver a tiempo real el lento pero inexorable proceso mental de su querido hasta que finalmente se puso en marcha para abrir la verja. Realmente no había nadie para verles, pero no era solo por la misión, si al final conseguía hasta enseñar modales a aquel pobre genin, ambos ganarían algo.

— Gracias, Tsu-kun. — le agradeció la kunoichi mientras se adelantaba a entrar mientras el chico le sujetaba caballerosamente la verja.

Una vez dentro, la chica esperaría a que su pareja pasase también y volviese a entrelazar su brazo para empezar a andar. No tardarían en llegar al centro del jardín, donde no era difícil empezar a ver gente paseándose con vasos en la mano y algún que otro plato con comida.

— ¡Kinumi-chan! — una voz aguda sonó a espalda de la pareja, justo por donde habían venido.

Ella se giró, obligando al chico a imitarla. Ambos verían a una chica castaña de ojos anaranjados corriendo hacia su posición. Su cabello estaba recogido en dos apretados moños y vestía un vestido chino del mismo naranja de sus ojos. Kinumi le sonrió y le plantó la mano justo entre el cuello y sus pechos para detenerla antes de que se acercase demasiado.

— Controlate, Akane-chan, que no vengo sola. — advirtió Kinumi mirando de reojo a Tsu-kun

— Oh, ¿es...? — no llegó a acabar porque la Uchiha la interrumpió asintiendo.

— Tsu-kun, esta es mi amiga Sarutobi Akane. ¿Te acuerdas que siempre te hablo de una kunoichi capaz de enfrentar mi Katon? Pues esa es la buena de Akane.

— Exageras como siempre, Kinumi-chan. — la castaña infló las mejillas a modo de protesta.

«¡Misión cumplida!» Pensó Toshio, tomando el hecho de que haya conseguido abrir una verja como una pequeña victoria.

A medida que se adentraban en el jardín Tsuyoi empezó a ver gente paseándose con vasos y platos de comida, disfrutando de la fiesta.

Durante un momento Toshio pensó que esto sería fácil. Que simplemente podría disfrutar de la fiesta con Kinumi y que todo iría perfectamente hasta que...

—¡Kinumi-chan!

«¡Nos han pillado!»

La Uchiha se giró, haciendo que su pareja la imitara para ver a una chica tan enérgica que Kinumi tuvo que literalmente pararla con su mano para que no acabase atropelllándola.

—Controlate, Akane-chan, que no vengo sola. —advirtió la chica mientras miraba a Tsuyoi de reojo.

—Buenas —saludó el chico, sonriendo.

—Oh, ¿es...?

Pero Kinumi le respondió incluso antes de que acabase su pregunta.

—Tsu-kun, esta es mi amiga Sarutobi Akane. ¿Te acuerdas que siempre te hablo de una kunoichi capaz de enfrentar mi Katon? Pues esa es la buena de Akane.

«¡Ha dicho amiga!» ¡Esa es la señal!

¡Es verdad! —Respondió antes de mirar a Akane—. Es un placer, Akane-san. He escuchado grandes cosas de tu control del Katon.

¡Es verdad! Es un placer, Akane-san. He escuchado grandes cosas de tu control del Katon.

Kinumi tuvo que contener las ganas de llevarse una mano a la cara y esconder sus ojos de tal despliegue de repetición sin ningún tipo de credibilidad. Pero, por suerte para ella, Akane tampoco era la más brillante de su generación.

— ¿Tú también, Tsu-kun? — desinfló sus mejillas solo para contestarle y que éstas se enrojecieran.

Al oírla, Kinumi le dirigió una mirada poco sutil a Tsuyoi. Una mirada que le quería decir algo. ¿El qué? Solo Tsuyoi, el único y verdadero, podía saberlo.

«¡Funcionó!» se dijo, completamente incrédulo de que una respuesta como esa haya surtido efecto. «Nunca estuvo en duda».

Pero ahora tenía un problema. Akane se había sonrojado y ahora Kinumi miraba a Tsuyoi de forma muy poco sutil. ¿Qué podía significar?

«Esto... ¿¡esto cuenta como flirtear!?»

No pasaba nada. Cuando Toshio se pasaba de listo, Tsuyoi salía al rescate.

—Bueno, alguna cosa me ha contado —confesó Tsuyoi, sonriendo—. Hablando de fuego ¿no creen que hace calor? ¿Quieres que vaya por algo de beber, Kin-chan?

«Como la seda».

—Bueno, alguna cosa me ha contado Hablando de fuego ¿no creen que hace calor? ¿Quieres que vaya por algo de beber, Kin-chan?

Kinumi, por suerte, tenía mayor paciencia de la que podría parecer. Cualquier otra persona igual hubiese perdido los nervios cuando el ninja al que estaba pagando se olvidaba de algo que le había dicho hace literalmente menos de una hora. Y de media hora. ¡Se lo acababa de decir! Pero la Uchiha mantuvo la compostura.

— Claro, Tsu-kun. Akane-chan y yo te esperaremos por aquí. — y con eso, volvió su mirada a Akane. — Al final, ¿ha venido Kaede-chan? Esta mañana he ido a verla y no tenía buena cara.

— Oh, sí, estaba con Kashi-kun hace un momento, pero es cierto que no tenía buena cara. Desde lo de su hermano está rara.

Las chicas seguirían hablando a la espera de que Tsu-kun volviese con las prometidas bebidas.