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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Los tempranos rayos de luz del amanecer se colaban a través de la brecha abierta en el techo de su habitació dándole directamente en su rostro tostado. Se había dicho los días anteriores que debía arreglarlo cuanto antes. Sin embargo, había encontrado placer en aquel paulatino despertar marcado por la incidencia del astro que brindaba sustento a la tierra y a la vida. Su piel fue calentándose gradualmente, pues el sol insistía con fuerza en aquella época del año, y finalmente se giró hacia un lado para darle la espalda a la luz. Entreabrió los ojos, dejándose ver su color aceitunado, y recordó la obligación que le deparaba hoy.

— ¿Qué hora es...? — murmuró con una voz grave y carraposa, su tono de voz esperable tras levantarse de la cama. — No debería llegar tarde al Edificio del Morikage... pero... — su estómago rompió el hilo de sus susurros en un estruendo que le reclamaba comida. Levantó la mirada, fijándose en la hora marcada por el reloj de pared. Podía llevarse algún gajo de fruta en la boca. — ... todavía tengo un poco de tiempo.

Bostezó y se puso en marcha.

Tras graduarse como Ninja de Kusagakure había decidirse moverse desde su residencia familiar a una zona más cercana a la aldea aunque sin renunciar su contacto con el campo y la tierra. Se encontraba en una de las zonas colindantes con el muro de Kusagakure, conocido por controlar el paso de cualquier amenaza forastera. Por esa zona existía menos densidad de población así como permitía que la naturaleza se abría paso a sus anchas según la zona. ¿El problema? Si no quería llegar tarde a su primera misión, debía despertarse con suficiente tiempo como para cruzar la maraña de callejones hasta aquel gran dojo que sobresalía entre los otros edificios.

No adelantó sus pasos para llegar antes de tiempo. Kikurou era conocido por su semblante calmado y sus escasos amigos sabían que tan solo echaría a correr si realmente era necesario. Finalmente llegó a la entrada del edificio del Morikage, donde pudo ver algunos Chunins y Jounins con sus respectivos chalecos. Daba gracias por no tener que llevar uno en su posición de recién graduado. Pese a no haberse puesto ninguno, dedujo que no le resultaría para nada cómodo.

Finalmente corrió la puerta de entrada sobre la cuál se había grabado el símbolo de Kusagakure para descubrir el interior de aquel dojo. Había una recepción destacado por una arquitectura tradicional donde el bambú y la madera componían los distintos elementos decorativos y funcionales del edificio. Colgaban algunas fotos que captaron su atención por más de medio minuto. Sin embargo, el ruido de algunas voces le hicieron perder la concentración de Kikurou y la dirigió hacia unas personas que se encontraban esperando en los bancos cercanos al mostrador.

Entendió que debía dirigirse para allí y justo en ese momento recorrió una brisa fría por sus pies. Bajó la mirada hacia éstos y murmuró sin preocuparle demasiado. — ¿Otra vez me he olvidado de mi calzado?
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#2
Ya había pasado un tiempo razonable desde que se había visto obligado a abandonar el confortable templo en el que vivía. Debido a que debería pasar bastante tiempo en la aldea ninja colaborando como shinobi, había tenido que cambiar su residencia habitual en el templo por una humilde cabaña individual con orientación este y un pequeño patio trasero. La casa era bastante confortable, individual y aportaba gran tranquilidad y privacidad al joven ninja de kusagakure, sin embargo, Yagami no terminaba de adaptarse.

Cómo cada día en el templo, el joven se levantó antes de que las primeras luces del alba atravesasen los vidrios de sus ventanas para asesarse y prepararse para la oración. Tan pronto se duchó, llenó un cuenco con agua lo puso en una mesita junto a la ventana, justo al lado de un pequeño altar que tenía montado, extendió en el suelo una alfombrilla, se sentó de rodillas y, justo cuando el primer haz de luz cruzó la ventana iluminando el altar, el joven comenzó su oración de la mañana.

Siguiendo su rutina habitual, cuando acabó la oración, recogió todo y se dispuso a desayunar con calma un pequeño cuenco de arroz y un vaso de leche. Cuando acabó y recogió todo, dejando la casa totalmente ordenada se quitó aquella túnica y pantalón de andar por casa para vestirse formalmente.

Se puso sus ropajes negros tradicionales, la hamaka, el kimono, la cinta en la cintura, el haori blanco sobre el kimono, los calcetines blancos y las sandalias. Para finalizar, agarró del soporte su wakizashi y se ajustó el arma a la cintura justo por encima de la cadera izquierda.Agarró la mascara ceremonial que tenía colocada en el altar y la enganchó en la cinta de la cintura, justo por detrás quedando tapada con el haori. Había acabado de vestirse y era el momento de salir y caminar hacia la oficina del morikage.

Cerró la puerta de la humilde casita y comenzó a caminar. << Aún es pronto, puedo caminar tranquilo>> Pensaba mientras dejaba atrás la casa y se dirigía hacia el centro de la aldea y concretamente hacia el dojo del Morikage. Con forme avanzaba en su camino poco a poco iba siendo rodeado por las edificaciones de la aldea, cada vez iba viendo más personas que se habían levantado temprano para realizar sus labores diarias. Continuaba caminando lentamente y sin prisas dejandose envolver por la arquitectura naturalista del lugar y a la vez recordando la arquitectura de su templo... << Debo reconocer que no está mal... bambú, madera, tierra... no son muy diferente al templo y eso me gusta, sin embargo, el templo era mucho más tranquilo y silencioso...>> pensaba y se dejaba llevar mientras sus pies lo llevaban a paso tranquilo pero firme a su destino.

Perdido en sus pensamientos, en sus recuerdos y en la nostalgia el camino había llegado a su fin y estaba frente al dojo. Ya lo había visto antes, y aunque era espectacular también le generaba tristeza. Sacudió la cabeza, se dio una palmada en ambas mejillas, centró sus pensamientos y atravesó las puertas.

Una vez dentro se dispuso a dirigirse a la recepción, sin embargo, se quedó parado y observó la atmosfera. Había personas sentadas en los bancos, algunos jonins y chunins realizando sus gestiones y en medio de todo un chico ahí ensimismado mirando las fotos que estaban colgadas y que de alguna forma estaba atrayendo la atención de más de una persona en la sala. Eso atrajo la curiosidad de Yagami que lo miró con atención y a simple vista era alguien normal, pero entonces, ¿por qué lo miraban? Prestó atención, lo miró con detenimiento y pronto vio el fallo. << ¡va descalzo! ¿le habrán robado?>>

Yagami caminó hacia el chico y a pocos pasos de él se paró. - Hola... ¿Qué tal? Me llamo Fudo. Disculpa que te moleste pero...- hizo una pequeña pausa mientras lo miraba, acto seguido sonrió amablemente y prosiguió. - ¿sabes que vas descalzo, verdad? ¿Te han asaltado? ¿necesitas que te busquemos ayuda?- Le preguntó y esperó de pie a recibir respuesta. Aunque no lo conocía, no podía evitar ayudar si veía a alguien que podía tener problemas. Aún tenía tiempo, y podía perder unos segundos antes de hablar a la de recepción y reunirse con el Morikage o con quien fuese que le diese las instrucciones de la misión.
/W\ Yagami Fudō /W\

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#3

Hana aquí. Cojo esta misión con hueco de nuevos.

Era primera hora de la mañana. Una hora completamente absurda para que Inuzuka Paddo estuviese trabajando. Ni él ni su perro ninja compañero estaban en la mejor de las condiciones. El can estaba sobre el mostrador tumbado bocarriba durmiendo a pierna suelta. A pesar de la posición y del aspecto de sueño profundo que presentaba el animal, no emitía ni un sonido, si no fuese por el movimiento intermitente de su pata trasera izquierda parecería que estaba muerto.

Por el contrario, Paddo no podía permitirse dormirse tan placidamente como su compañero e iba despachando a la gente que se aparecía. Por suerte, la afluencia en el edificio de la Morikage estaba bajo minimos. No solo se habían tenido que ausentar la mitad de los encargados para prepararse para la guerra sino que los shinobis en activo habían decidido aprovechar el tiempo que les quedase antes de embarcarse a la batalla para pasarlo con sus familias. Pocos ninjas venían a por misiones y aún menos a saludar.

Aquí no se entregan esos formularios, sube a la primera planta y pregunta por Karita. — y así despachó al último chunin de la cola.

Todo el mundo se pensaba que era un mostrador de recepción y no, era el mostrador de las misiones. Ni los veteranos se esforzaban en usar las cosas para su proposito original. En fin, que Paddo vio a los dos muchachos hablando entre ellos y pensó en decirles algo, pero prefirió descansar los ojos unos segundos. Ya vendrían a decirle algo cuando quisieran, tampoco había ninguna prisa ¿no?
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#4
Kikurou había deambulado mil veces con los pies descalzos por la aldea. Tenía una habilidad única para olvidarse los zapatos en casa —te preguntarás cómo, si parece obvio que deberías darte cuenta tan solo pisando el suelo— que con el tiempo terminó convirtiéndose en una costumbre. En cierto modo le gustaba, se sentía más cómodo. Siempre y cuando no pisase algún objeto punzante...

Fue sorprendido por el joven de cabello oscuro y ropajes tradicionales, lo que a primera vista le causó una agradable impresión. Es más, el chico parecía preocuparse por él y su falta de calzado. A Kikurou le chirrió aquella conclusión y con ambas manos se palpó varios puntos de su cuerpo, comprobando que todo estuviera bien. Después, tan solo se le escapó por los labios. — ¿Asaltado?

Después levanto su pie derecho hasta la altura de su cintura, dejando la planta de los pies visible y apuntando hacia arriba. Se pasó la mano, como si con aquello limpiase las asperezas de la piel endurecida de aquel pie. — No, no. Nada de eso. Simplemente... — trató de buscar las mejores palabras para no resaltar lo que era obvio para él: que era un olvidadizo. — ... estoy acostumbrado a ello. No te preocupes. — le respondió mirándole directamente a los ojos, alzando ligeramente la comisura de los labios en lo que resultaría un rostro fugazmente apacible.

Gracias por preocuparte, es un acto considerado por tu parte. — después de resolver aquella duda, aprovechó para presentarse. — Has dicho que te llamabas Fudo, ¿verdad? — dejó caer el pie al suelo, volviendo a sentir así la madera fría en ambas piernas, y tendió la misma mano con la que se había limpiado la planta de éste sin darse cuenta. — Soy Kikurou, un placer.

Para cuando le entregó la mano a Fudo, detrás de él pudo ver cómo la recepción había quedado libre. Sería el momento adecuado para conocer la tarea que le habían asignado aquel día. «Órdenes...» recordó con pereza, pero no quedaba otra. Formaba parte de sus obligaciones como ninja. La mirada regresó a Fudo y pensó que con compañía se haría más ameno. — Oye, parece que ya no hay tanta cola en la recepción. ¿Vamos?
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#5
El joven Yagami permanecía de pie esperando respuesta del joven sin calzado y la respuesta no se hizo esperar. Aquel chico empezó a tocarse por todos lados dejando solo con acciones claro que estaba desconfiando y por si no quedó claro dijo "asaltado"... Aquellas reacciones hicieron que Fudo retrocediese un paso atrás y además frunciese el ceño muy ligeramente... << ¿Ha pensado que le estaba robando? Jod**, que desconfiado... en fin, lo dejaré estar>> Pensó Fudo y sin decir nada siguió observando al chico, el cual siguió espantando al joven Yagami, con varios gestos que a sus ojos eran del todo inapropiados en aquella situación. A pesar de todo, no dijo nada y simplemente amplió un poco el espacio entre ambos.

Comenzó a explicar la situación y a explicar el como era habitual en él ir sin calzado. Con solo un vistazo se podía ver que andaba descalzo por la calle con mucha frecuencia y sus pies se habían adaptado y endurecido en consecuencia. EN aquel momento, un pensamiento invadió la mente del joven que no pudo remediar esbozar una sonrisa... << Es cómo los personajes de aquel libro de aventuras, ese en el que un grupo de chicos descalzos atravesaban la tierra por una misión... El señor de la sortija del matrimonio único creo que se llamaba... Espera, espera, debo centrarme...>>

Finalmente reenganchó con la conversación justo a tiempo, justo cuando aquel chico le estaba tendiendo la misma mano con la que se había tocado los pies y dijo su nombre. Normalmente se habría molestado al ver que le ofrecían la mano como gesto de saludo tras tocarse los pies y verlo con sus propios ojos, sin embargo, decidió dar el beneficio de la duda y que nuevamente estaba actuando de forma despistada. Con cortesía, el joven de cabello negro retrocedió un paso, cerró su puño derecho y lo junto con la palma abierta de su mano izquierda, justo frente a su pecho, miró a los ojos al chico y se inclinó brevemente. - Encantado de conocerte. - Dicho eso brevemente, se incorporó de su breve saludo y guardó ambas manos dentro de las mangas del haori.

Después del saludo, observó nuevamente a aquel ninja, escuchó su comentario sobre la recepción y decidió responderle,
- Sí... tienes razón. Será mejor aprovechar y saludar a aquel tipo, parece aburrido. -

Dichas aquellas palabras caminó junto a Kikurou y se acercó hasta el mostrador en el que descansaba un perro y tras el que estaba descansando un ninja. Una vez frente al mostrado, Fudo decidió tomar la iniciativa y saludar... - Buenos días. Soy Yagami Fudo. Se me dijo que se iba a asignar mi primera misión. ¿es aquí donde puedo obtener los detalles o debo dirigirme a otro piso? ¿Podría ayudarme? Gracias. - Terminó de hablar, saludó ligeramente con la cabeza y se hizo un poco al lado para esperar respuesta y también dejar hueco a Kikurou para que realizase los tramites que necesitase.
/W\ Yagami Fudō /W\

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#6
- Buenos días. Soy Yagami Fudo. Se me dijo que se iba a asignar mi primera misión. ¿es aquí donde puedo obtener los detalles o debo dirigirme a otro piso? ¿Podría ayudarme? Gracias. -

Paddo se alertó al oír al chico dirigirsele, limpiandose algo de baba que le caia por estar medio en trance por un segundo y dirigiendo su mirada a ambos chicos.

Primera misión, ¿huh? Claro, y además en pareja, perfecto. Las misiones triplican el ratio de exito si son en pareja. Más incluso cuando se trata de misiones D. Supongo que los que van en solitario se confían y pasa lo que pasa. Sin embargo, siendo dos siempre hay algo más de atención a lo que se hace.

Llevó la mano a un cajón sin mirar siquiera y lo abrió y sacó un pergamino, que le pasó a Fudo que era el que había llevado la voz cantante.

Es el tipico encargo de ir a buscar hierbas. Sup... — se interrumpió a sí mismo con un extenso bostezo. — Ay, supongo que no será demasiado problema incluso de primera misión.



(D) Garra de León


Publicada en: Kusagakure
Solicitante: Shoku Yoi
Lugar: Bosque de los Hongos

¡Pues que me he vuelto a quedar sin Garra de Leon! Yo no sé qué pasa con esa maldita hierba pero cada vez que me despisto desaparece. Creo que se la comen los gatos salvajes. Mira que le he dicho veces a los ninjas que se encarguen de esos malditos animales. No hacen más que mirarnos con prepotencia esperando a que caigamos muertos para vivir en nuestros cadaveres. ¡Necesito Garra de Leon para mis ungüentos! ¡Y que exterminene a los gatos callejeros!

Adjunta un dibujo de la hierba en cuestión, tiene forma alargada y curva, asemejandose a una garra. También especifica el numero: una docena.


Seguid posteando aquí y algún buen admin moverá el tema en algún momento.
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#7
El recién conocido se adelantó hacia la recepción, así acompañándole en sus pasos tal y como le había propuesto Kikurou. Hasta entonces había descubierto en Fudo una persona respetuosa y disciplinada —sacó la conclusión después de aquel característico saludo— pero, de algún modo, o más bien dicho, por obra del recepcionista Paddo, podría ir conociendo más sobre él.

«Vaya, qué coincidencia» y su chorro de voz volvió a brotar de los labios del castaño.

¿También es tu primera misión? Esto sí que es casualidad. Es como si nos hubiera unido el destino. — confesó cuando Paddo rebuscaba el pergamino en el cajón. Sin darle importancia, aceptó el equipo que el recepcionista había sobreentendido al acercarnos ambos a la vez. Pero por otro lado, hubo algo que le disgustó, incluso reflejándose en su rostro. El objetivo de la misión no le había entusiasmado demasiado. — Un poco de compañía no irá mal, ¿verdad?

Las palabras de encargado sobre la tasa de éxito resonaron en la cabeza de Kikurou, preguntándose...
«¿Tan difícil puede resultar una misión así?»

Para él, recoger hierbas en el bosque se le acercaba a las tareas que había desempeñado durante su niñez (o que simplemente había hecho por iniciativa propia cuando recorría el Bosque de Hongos). Si bien solía hacerlo en solitario, entendió que hoy podía descubrir una faceta más social en aquella actividad.

Cuatro manos trabajarán más rápido que dos. Con suerte, terminaremos en un santiamén y podremos decir que hemos completado nuestra primera misión. ¿Por qué no abres el pergamino? Descubramos cuál es esta preciada hierba.

Kikurou se había quedado por detrás de Fudo, dejando que éste hablase en nombre de los dos ante Paddo. No le prestó demasiada atención pero, antes de dirigirse a sus siguientes pasos, asentó con la cabeza en señal de despedida.
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#8
Había atraído la atención del ninja que estaba parado en el mostrador y sin demora el shinobi comenzó a dar las respuestas que Fudo esperaba obtener. Las respuestas llegaron rápido, no era lo que esperaba o lo que se había imaginado, sin embargo, todos los acontecimientos habían empezado a encajar como si de engranajes de una maquinaria se tratasen. Aquel encuentro con Kikurou no era fortuito sino que era algo que debía pasar, ambos compartirían trabajo en esta ocasión.

Escuchó con atención hablar a quien ahora sería su compañero y le respondió mientras recibían las instrucciones del ninja responsable de misiones.

- Si, es la primera. Estoy de acuerdo, un poco de compañía y ayuda vendrán bien. Entre los dos seguro que solventamos esto. - Dijo amablemente y observando como Kikurou parecía contento por la temática. En su caso, la tarea le parecía un poco tediosa pues nunca le agradaron las misiones de búsqueda de objetos, siempre había tenido más interés por las de guardaespaldas. A pesar de esto, estaba contento pues siendo coherentes y dado que era su primera misión hubiese sido raro que le mandasen a algo muy complejo. Además tenía ayuda y parecía conocer del tema, cosa que en el caso de Fudo a penas diferenciaba una hierba básica de otra.

Siguiendo el comentario de su ahora compañero, agarró, abrió y leyó el pergamino a la vez que facilitaba que Kikurou se acercase a leer si quisiera... - Veamos.... Quieren una docena de Garras de león e incluyen una foto... vale y tienen formas alargadas y curva como garras... Parece sencillo... ¿no te parece, Kikurou? Por cierto, ¿habías visto esa planta alguna vez?- Dijo, mostrandole la foto para que la viese más de cerca... << No sé si la diferenciaré bien de cualquier otra hierba... pero bueno, al menos no debo recoger manzanas, el veneno del demonio...>> Pensaba mientras esperaba reacciones de su compañero.

Una vez revisaron todo, el joven Yagami se despidió del inuzuka y tras mirar a Kikurou comenzó a caminar junto a su compañero. Esperó hasta estar fuera del edificio para hablar de nuevo.

- Bien, pues que empiece la misión. Primer objetivo, ir al puente, cruzarlo y adentrarse en el bosque para comenzar el rastreo de garras de león. - Comentó y comenzó a caminar en dirección al puente. Mientras caminaban, decidió que quería saber más sobre su compañero y para eso, según el libro "como ser sociable y hacer amigos" debía preguntar y establecer conversaciones... - Oye Kikurou, ¿qué sueles hacer en tu tiemplo libre? ¿alguna vez has hecho tareas como esta? - Preguntó para hablar un poco de camino al bosque donde empezarían a buscar las plantas.
/W\ Yagami Fudō /W\

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#9
Paddo se despidió de los chicos con un vago movimiento de la mano, como si sus energias hubiesen acabado de abandonar su cuerpo.

Al salir del edificio, ambos se darían cuenta del silencio que acompañaba a la villa. No era un silencio pacifico, de que todo estaba bien, sino todo lo contrario. Era un silencio tenso, como el de la calma antes de la tormenta. Nadie lo decía en voz alta pero con cada día que pasaba la guerra estaba más cerca y el silencio se hacía más profundo.

Sin embargo, poco tenía eso que ver con los dos shinobis que salían en dirección al bosque a buscar una docena de flores. Quienes pronto se darían cuenta de que a pesar de tener el aspecto de la hierba en cuestión, no tenían ninguna pista sobre donde podía encontrarse o donde podía crecer. El Bosque de los Hongos no era precisamente pequeño y las hiebras podían crecer en el suelo, en los arboles, en cuevas, en grietas, incluso sobre animales gigantes.

Por suerte, tenían delante de ellos un buen día. El Sol brillaba, el viento soplaba y el bosque parecía darles la bienvenida con el suave mecer de las hojas de los arboles. Solo faltaba esperar que los animales les quisieran allí tanto como los arboles.
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#10
Despues de abandonar el edificio del morikage, los dos ninjas de kusagakure caminaron tranquilamente en dirección al bosque. A penas hablaron durante el paseo, simplemente caminaban juntos probablemente inmersos cada uno en sus propios pensamientos. Fudo, estaba revisando bien la foto, tratando de memorizar al detalle aquella planta. Puesto que él no era especialista en herbología, aquello sería todo un reto y quería hacerlo bien. También se volvió a releer las ordenes y había una parte que le mosqueaba un poco, sobre todo porque esperaba que eso solo fuesen comentarios del cliente y no parte de la misión: " ¡Y que exterminene a los gatos callejeros!"

Aquello perturbaba la calma y paz mental del chico y le creaba gran cantidad de pensamientos. << Eliminar a los gatos creo que sería más fácil... aunque no me gusta la idea de exterminar gatitos... No me apetece que mi apodo de ninja sea Fudo, el degollador de gatos callejeros... Sería horrible... SI algún día tuviese un apodo debería ser algo como...>> Continuó pensando en estupideces varias un rato más.

Antes de darse cuenta había llegado al puente y estaba cruzándolo, el tiempo había pasado volando y ya estaba entrando al bosque. Se adentró al bosque mirando a su alrededor pero todavía sin buscar en serio, sencillamente observaba. << Ya me podrían haber mandado ir a la biblioteca a ordenarla o a buscar algún libro antiguo... en eso sí soy bueno... ¿pero plantas? Cómo mucho se podría decir que soy bueno quemándolas y no creo que quieran un incendio en el bosque...>> Pensaba mientras caminaba y se adentraba más y más en el bosque. Apenas habían empezado a entrar en el bosque, todavía se veía el puente y

Fudo decidió romper el silencio. - Este lugar es grande y ninguno sabemos por donde empezar, así que nos separamos, cada uno va en una dirección y nos juntamos aquí al acabar... Así abarcaremos mas terreno.-

Dicho eso el joven monje se dirigió el sureste del bosque sin ideas claras más allá de entrar un poco más en la espesura y una vez allí comenzar a buscar. Sólo tenía una cosa clara, debía encontrar esas dichosas hierbas y cumplir con el cometido. Sin más dilación caminó y se alejó de su compañero en la dirección que él mismo había acordado que seguiría y dejando a la vez a su acompañante la libertad de decidir que hacer con su vida.
/W\ Yagami Fudō /W\

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#11
La idea de Fudo de separarse era la más rápida aunque puede que no la más segura. Los shinobis se separaron para abarcar más terreno y así poder asegurar que alguno de los dos encontrase la hierba que buscaban.

Sin embargo, adentrarse en el bosque no era tan idilico como lo hacían sonar. Claro, podías ir por los caminos y pequeños senderos que los carros y viajeros que pasaban por él abrían, pero cerca de los caminos no solía haber ni una hierba ni media, pues ya las habían cogido. Había que adentrarse en el bosque, en la parte más salvaje y desconocida.

A pesar de ser conocido por sus hongos, el Bosque de los Hongos también tenía una tupida vegetación a nivel de suelo. Ir por el suelo significaba combatir con zarzas y raices que impiden tanto el paso como ver qué demonios hay más allá de ellas. Ir de arbol en arbol era complicado por los multiples hongos que crecían sobre ellos. Algunos soltaban esporas que podían dejarte un mal olor durante días o alterar a la fauna local.

Sin saber exactamente donde crecía el famoso Diente de Leon, ¿por donde viajarían nuestros shinobis? ¿De arbol en arbol? ¿O por el raso?
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#12

Kikurou se ha saltado dos veces el limite de 72 horas, queda fuera de la trama de forma permanente. Fudo, tu turno.

Fudo pudo contemplar como su compañero procedía por su propio camino. Parecía estar de acuerdo con su plan de separarse para abarcar más terreno, pero tampoco le dio indicio alguno de que así fuera. Desapareció en la espesura sin mediar palabra alguna.
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#13
Se había separado de su compañero y continuaba caminando por el bosque buscando la planta de la misión. Aunque tenía guardado el pergamino, aún llevaba en la mano la fotografía de la planta y la agarraba con fuerza pues era su única referencia sólida para encontrar el espécimen y completar con éxito la misión.

El joven ninja de personalidades múltiples estaba caminando por el suelo, el camino era difícil, había mucha maleza, hierbas y raíces que se interponían en su camino... Debido a estas molestias, desenvainó su Wakizashi con su mano libre y la utilizó para al menor ir cortando las plantas que colgaban y le molestaban a la altura de la cara. El camino se le estaba haciendo bastante difícil a causa de las plantas, y esto hacía que el estrés del shinobi comenzase a dispararse por momentos. Ese estrés junto con la incomodidad estaban haciendo que la ira comenzase a fluir en él y pensamientos oscuros comenzaban a invadir su cabeza... << Aunque corte las hojas y maleza que me molesta para mejorar mi campo de visión sigue siendo difícil moverse y además me estoy llenando de arañazos a causa de la maleza... esto es un incordio...>> Pensaba para sí mismo, cuando un pensamiento intrusivo y punzante como una aguja invadió su cerebro... << QUÉMALO...>> Aquel pensamiento en su cabeza no sonaba como su voz habitual. Era una voz habitual en su cabeza pero no era su voz...

Por un momento paró de caminar y miró a su alrededor para asegurarse de que nadie le miraba... << Ahora no... estoy en una misión, no puedo hacer eso, podría eliminar lo que busco...>> Se repetía a sí mismo tratando de acallar a la otra voz. Sin embargo, como un fuerte estruendo volvió a la carga... << QUÉMALO TODO... Así conseguirás visibilidad y si quemas unas pocas plantas que mas da...>> Repetía otra vez la voz, justificando su absurdo plan e intentando hacerse con el control del joven...

Fudo paró de caminar, guardó la foto en el porta objetos y comenzó a cortar varias lianas, maleza y raíces que le molestaban. Después de eso, se paró a respirar unos instantes... a concentrarse... a serenarse... << No. Eso solo complicaría las cosas... Y silencio, yo estoy al mando.>> Tras ese pensamiento hubo una clara respuesta con tono amenazante, << Por... Ahora...>>. Fudo decidió no continuar con aquel dialogo interno, respiró profundo, miró a su alrededor y tras exhalar lentamente el aire, retomó su camino con calma. Caminaba ahora mas despacio, trabaja de moverse lo justo y cortar solo aquello que verdaderamente le molestaba... intentaba adaptarse al bosque y no ir en su contra. Mientras estuviese calmado, podría encontrar las plantas, ese era su pensamiento y con eso en mente continuo su camino.
/W\ Yagami Fudō /W\

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#14
Sacar la katana para limpiar el camino no era la mejor solución, pero era mejor que no hacer nada. Iba el doble de rapido que si simplemente andase, porque entre enredos y pinchazos hubiese acabado volviendose loco antes de avanzar cien metros.

A pesar de eso, se llevó varios cortes y pinchazos que le provocaron un escozor curioso. No era suficiente para impedirle el movimiento, pero sí para que notase un malestar constante. Sin embargo, tras una pequeña caminata hacia el interior del bosque pudo ver a lo lejos un pequeño claro.

El claro en cuestion tenía varias camas de flores y estaba rodeado de pequeños arbustos con bayas azules. Parecía todo un respiro en un bosque invadido por hongos y arboles. Incluso había un redondel de luz que entraba desde las copas directamente a ese punto, seguramente por eso habían florecido precisamente allí.

Podía acercarse sin problema como había hecho hasta ahora, pero en la distancia pudo apreciar un sutil movimiento en los arbustos del claro. No estaba solo en aquel lugar.
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#15
Después de un camino bastante incomodo, el joven shinobi pudo observar un claro a lo lejos, por lo que decidió parar un poco antes de acercarse mas. Antes de seguir caminando limpió un poco la zona donde se encontraba y envainó el arma.. Se encontraba cansado por el difícil camino y estaba incomodo. Durante el camino habia recibido bastantes cortes y se sentía incomodo por lo que decidió revisar su cuerpo y confirmar que no había nada clavado ni nada profundo. Se quitó el haori y lo dejó engancahdo frente a él en una rama y tras eso, abrió el quimono y sacó los brazos quedando su cuerpo libre y el kimono colgando sobre sus piernas enganchado por la cinta que lo sujetaba.

Revisó su cuerpo, no había cortes profundos y podía apreciar que su piel mostraba muestras de irritación causadas por los cortes y picaduras leves que picaban y le incordiaban bastante, pero al menos a primera vista no parecían ser importantes. - Aah... esto pica... y no he traído agua... menudo fallo. En fin, es lo que hay.- Mencionaba mientras terminaba de inspeccionarse brazos y cuerpo de forma visual a lo que alcanzaba la vista y tactil a lo que no. Una vez acabó se volvió a cubrir con el kimono pero no recogió el haori.

Había comprobado que estaba bien y decidió apreciar con mas detalle lo que había frente a él, parecía un regalo despues del paseo. Unos arbustos con frutos azules, y camas de flores bañadas al sol... << Parece un buen sitio para descansar, y también parece un buen lugar para empezar a buscar... Ahora que lo pienso, debí preguntar si esta planta era propensa a crecer al sol o en lugares de sombra... otro error...>> Dijo a la vez que se proponía comenzar a andar, pero entonces le pareció ver algo y quedó quieto. Centró su atención en el frente, no en el bonito paisaje sino en recopilar información y entonces lo percibió, ligeros movimientos y ruidos en los arbustos. << No estoy solo, nuevo fallo...>> Pensó mientras se llevaba la mano a su arma, pero no desenvainó, en lugar de eso decidió agacharse y buscar una piedra o palo en el suelo... pronto encontró una piedra pequeña que su mano, no haría daño a nadie pero podría servir para otras cosas.

Se acercó un poco más apartando las ramas y tratando de ser mas silencioso. Estando todavía a distancia, desenvainó cortó varias ramas para hacer hueco y ruido, y desde ahí lanzó la piedra a los arbustos.

Esperó reacciones en guardia con el arma sujeta con con ambas manos tras lanzar la piedra. No quería aproximarse sin saber si era una ardilla o algo mucho mas grande y peligroso.
/W\ Yagami Fudō /W\

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