El vallado, ya por fin reparado; brillaba con los rayos que desprendía el Astro Rey, esperando a que la pintura fresca secase con el tiempo para de verdad quedar como recién creado. Noemi podía sentirse satisfecha del trabajo, que aunque solo se tratase de arreglar una simple valla de madera, como primer trabajo había logrado buenos resultados. Y así fue, la rubia, orgullosa de haber terminado, se dirigió al edificio de la Uzukage para entregar el pergamino que Tamako le había otorgado y poder irse a casa a descansar.

El trabajo le había comido toda la mañana y parte de la tarde, aunque ella seguramente ni se había dado cuenta ya que se encontraba enfrascada en la tarea de reparación, por eso cuando llegó a la recepción, sus tripas decidieron gritar pidiendo algo que llevarse a la boca, así que lo mejor sería darse prisa en entregar el pergamino y marcharse a por algo de comer.

En la recepción había una mujer mayor, de unos setenta años de edad, pelo cano recogido en moño y un kimono adornando su anciano cuerpo. No había nadie más a parte de ella, que se encontraba redactando algo en la mesa.

Noemi podía acercarse a dejar el pergamino e irse en cuanto la anciana registrase que el trabajo quedaba como terminado.

Ya rumbo al edificio de la Uzukage, el estómago de Noemi le recordó el tiempo que había pasado trabajando en aquel vallado y que había pasado completamente de todas las ofertas que la anciana Tamako le había hecho, cosa de la que se arrepentía mientras caminaba.

Por suerte no tomó demasiado tiempo el regresar y allí una mujer algo entrada en edad se encontraba trabajando, completamente sola. «Curioso. »Se planteó a sí misma mientras se acercaba con una afable sonrisa dibujada en el rostro.

—Buenas tardes. —Saludó antes de extraer de su portaobjetos el pergamino de la misión y también el que Tamako le había entregado. —Venía a entregar un reporte de una misión de rango D. —Explicó dejando ambos rollos sobre el mostrador al alcance de la mujer pero cuidando no entorpecer su trabajo.

«Solo falta que me paguen y me puedo ir a casa a comer. »Pensaba orgullosa de sí misma tras haber completado su primera misión.

La anciana levantó la vista para observar a Noemi, dejando su trabajo a medias. Sonrió mientras hablaba y cuando la rubia dejó los dos rollos en el mostrador, no dudó en tomarlos y archivarlos en una cajita que ponía ''D''.

— Bien hecho, jovencita. — Alegó la anciana mirándola fijamente. — En unos días recibirás la recompensa, por ahora puedes retirarte, gracias por la labor. — Dicho eso, volvió inmediatamente al informe que tenía en la mesa.

Noemi ya era libre de hacer lo que quisiese.

—Gracias a usted, que tenga un buen día. —Se despidió la Sakamoto tras hacer entrega de los pergaminos.

Según, acababa de terminar su primera misión de rango D, aunque le hubiese gustado ver el contenido del pergamino para saber qué había escrito Tamako allí pero de hacerlo podría haberse generado algún problema de gusto así que mejor dejar las cosas tal cual e irse a casa.

«Ojalá todas las misiones sean iguales. »Pensaba la rubia que tan mal no la había pasado por suerte. Aunque podría haber sido mejor pero ya daba igual, ella iba rumbo a su hogar donde podría hacer lo que se le antojase por el resto del día.