—E-está bien.—Dijo entrecortado cuando esta hablo sobre sus estudios. Nuevamente la curiosidad invadió su mente pero en ningún momento se animó a interrumpirla.

»No se disculpe, para eso estoy aquí.—Sonrió un poco forzado—Cuando terminé de hacerle la comida, me pondré a limpiar el dojo.

Suspiró al escuchar cómo se iba la chica. Comenzó a sacar los ingredientes que iba a usar para el almuerzo. Tomó algunas verduras para la preparación y comenzó a lavarlas.

«Aunque Isa-san sea muy buena y amable, cosa que hace más ameno todo esto, tiene pinta que este tipo de misiones son algo aburridas.» Y eso que recién empezaba el primer día. Suspiró nuevamente y seguía su labor con las verduras. «Estudios estudios… Anteriormente no había nombrado nada referente a eso ¿Qué estará estudiando?»

El tiempo pasaría, e Isamu se quedaría duda. ¿Pero por cuanto tiempo? Ciertamente el meterse donde no lo llaman era algo perjudicial para una misión como esta. Mientras preparaba, la tormenta primaveral parecía arreciar, tanto que incluso las canaletas de agua parecían estarse desbordando y era posible ver caer el exceso de agua a través de la única ventana de aquella habitación, siendo que en el resto de la mansión todo estaba perfectamente sellado.

Ciertamente, era una misión bastante simple y las habladurías que el Yuki quiso meterle en la cabeza no habían resultado en más que eso, habladurías... ¿Verdad?

Por el momento, estaría solo hasta que terminase de preparar y servir el almuerzo.

Permanentemente intento enfocarse en hacer el tonjiru que le había pedido la joven. Y eso es lo que hizo durante el tiempo que estuvo solo.

Una vez terminada la sopa con verduras y carne de cerdo, desde el cazo con un cucharón empezó a servirla en dos cuencos, uno para cada uno.

—¡Isa-san! ¡Ya está el almuerzo, venga para que no se enfríe!

Sonaba algo impaciente, que parecería raro de él teniendo en cuenta su personalidad. Quizá tenía algo de hambre, durante todo el tiempo que estuvo afuera de su casa no había comido casi nada, solo un pan que comió algo apurado. Aunque, en cierto modo, la mayor causa de la actitud del shinobi era la incertidumbre de lo que la chica estaba haciendo ese tiempo. Quería saber qué era lo que estudiaba. O lo que estaba haciendo. En cierto punto no se convencía mucho de lo que había dicho la muchacha.

Dejó los cuencos en la mesa y se quedó esperando que la chica acudiera a almorzar.

—¡Voy en un momento!— escuchó desde detrás de la puerta, aunque ciertamente la muchacha se tomó más tiempo del debido para llegar al comedor. —¡Ahhhh que bien huele!— Dijo entusiasmada mientras se adentraba al sitio con cuidado, dejando la puerta abierta.

Una vez que todo estuviese servido, ella avanzaría hasta la mesa que claramente era más baja de lo normal, probablemente para que ella no tuviese que moverse de su silla de ruedas a la hora de comer. En general, toda la casa parecía estar adecuada para ella, al menos en la mayoría de los aspectos.

—¡ahhhh! ¡Qué bien se ve! — Tomó los palilos luego de olerla. —Gracias por los alimentos — Posteriormente, pasó a degustar las primeras verduras. --Ehhh, está sabaroso. No entiendo de donde venía la preocupación de Maki-san por la cocina, ¡es delicioso!— Continuó con la comida, y entonces... —¿Y para beber?— pareció caer en cuenta de pronto.

Espero llegar a la muchacha para empezar a comer. Debido a su altura y la de la mesa que había, decidió tomar el cuenco con una mano el cuenco y con la otra manipular los palillos.

—Es algo fácil de hacer y, sinceramente, no suelo cocinar esto. Por eso estaba un poco nervioso.—Reía un poco.—Oh, si. Que tonto soy, perdón. Me olvidé de eso.

Inmediatamente dejó, nuevamente, el cuenco en la mesa y se paró para tomar dos vasos.

—Usted toma agua ¿Verdad?—Lo decía casi como una afirmación, aunque no se sentía seguro. Se quedó mirándola de reojo mientras sostiene los vasos.

La muchacha sonrió algo incómoda.

—En realidad pensaba en algo de refresco o similar...— Alzó sus dedos delante de sí y jugueteó con ellos. —¡No-no es por juzgarlo Maki-san— se apresuró a alzar ambas manos y sacudirlas para que el shinobi no se diese una idea errónea.

La muchacha se movió de su silla de ruedas y se acercó hasta al alacena donde estaban los vasos y jarras.

—Creo que puedo preparar aunque sea una limonada. ¡No se preocupe terminaré lo más pronto posible para que podamos almorzar!— Le era prácticamente imposible dejar de lado su actitud servicial.

Sin embargo, la jarra que ella pretendía alcanzar estaba en un estante demasiado elevado para ella.

Dejó los vasos apoyados y rió un poco al ver como se acercaba para ya tomar partido de la situación.

—Tranquila, no pasa nada.—Le sonrió.—Parece que no se puede quedar quieta. Aunque si usted desea hacerla, no se lo impediré. Si quiere yo puedo cortar los limones


Inmediatamente, buscó las cosas que necesitaba la muchacha para preparar la limonada. Por empezar le bajó la jarra que ella misma no podía alcanzar. Luego se dirigió a buscar los limones.

—Por cierto, ¿qué tal esos estudios, Isa-san? ¿van bien? —Decía sin mirarla, ya que estaba ocupado buscando los cítricos.

—¡Ah, gracias! — Dijo sonriente mientras sacaba un poco la lengua. Aunque luego se cubrió de rubor cuando el shinobi tuvo que acercarle la jarra. —La próxima vez le diré a mi hermano que deje las cosas más cerca...— Infló los cachetes.

Estaban preparando la bebida, cuando la pregunta de los estudios llegó a los oídos de la muchacha, haciendo que se frenase en seco, solo para luego continuar con su trabajo como si nada sucediese.

—Sí...— dijo desanimada. —Quiero decir. Creo que por mucho que los perfeccione, al final de cuenta ya no servirán para nada. No ahora que estaré sentada en esta silla para siempre — suspiró. —Lo lamento, no quiero tocar ese tema para arruinar el almuerzo. Será mejor que comamos, luego le encargaría encarecidamente que se encargase de la limpieza de los salones — aquel tono ya era muy frío.

Por un lado ella parecía querer decir algo pero por el otro rehuía. Vamos, titubeaba en la negación. Lo cierto es que ella ahora parecía estar más reacia a hablar, sin pronunciar palabra alguna aún comiendo en la misma mesa que el joven.

—Entiendo.—Suspiró y prosiguió con su tarea— Lo siento, es mi culpa. Y no se preocupe por eso, lo haré ni bien acabemos de almorzar.

El shinobi se sentía cada vez más incómodo por cada segundo que pasaba estando en aquella mesa. Aunque su expresión facial no reflejaba mucho, si se le notaba un poco cabizbajo, después de todo se sentía algo culpable de la situación que estaba pasando. No le salían más palabras para remediar la situación o para intentar animarla. Simplemente se iba a limitar a seguir lo que ella le pidiese.

El resto del almuerzo pasó en el más absoluto silencio, únicamente interrumpido por los truenos de la torrencial lluvia en el exterior que golpeaba la ventana y en otras tanto iluminaba con sus ocasionales truenos. Era difícil saber si Amenokami estaba de buen o mal humor ese día. Lo cierto es que no hubo más palabras. La muchacha al terminar de comer se limpió la boca con una servilleta, dejó los palillos sobre su plato terminado y procedió a marcharse.

—Gracias por la comida — Dijo en un tono desanimado mientras se marchaba del comedor, yéndose a encerrar una vez más en su habitación.

La casa ahora lucía mucho más fría, al menos sin la presencia colorida de Hangaku. Como si ella fuese la única luz real que daba vida a aquel tétrico y abandonado templo, pero ahora su sonrisa se había apagado y marchado, dejando al shinobi libre a su actuar.

Simplemente procedió a comer mientras sentía la lluvia intensa que se encontraba azotando al lugar. Terminó la comida un poco antes que la chica, dejó el cuenco apoyado en la mesa y sus palillos dentro del mismo. Su mirada se dirigió rápidamente al más mínimo movimiento de Hangaku. Amagó a ir a ayudarla para llevarla a su habitación, pero pensó que era mejor dejarla que vaya ella sola.

—No es nada Isa-san—Se cruzó de brazo—Cualquier cosa o problema, avíseme.

Nuevamente el Isamu se encontraba solo, sin la presencia de la contraria. Esto en cierto punto lo calmaba, ya que se desenvuelve mejor en soledad. Pero el ambiente del lugar sin la muchacha lo hacía sentir algo incómodo. Quizá lo mejor para pasar el tiempo era ponerse a hacer las cosas que se le había encargado previamente.

Más temprano que tarde, el shinobi se levantó y llevó los cuencos a la fregadera para dejarlos limpios luego de la comida. Prosiguió con la petición de la muchacha y fue inmediatamente a buscar elementos de limpieza. Una escoba y, sobre todo, un plumero para limpiar esos lugares altos que no podía limpiar la chica por su condición.

El tiempo pasó sin más, aunque para su buena o mala suerte -según como quisiera tomársela- la casa era bastante grande y le llevaría toda la tarde acaparar cada rincón de ella. Se notaba que algunos cuartos en desuso tenían más polvo que otros. Los dos grandes salones de entrenamiento, cuartos de vestir, e increíblemente una vieja armería donde sólo quedaban los andamios y bases para colocar espadas, aunque todos estaban vacíos siendo lo único que quedó de una época de gloria.

La lluvia fue disminuyendo, volviendo a su habitual fluir conforme la noche se iba acercando. Isamu terminaría a eso de las siete, pero en todo ese tiempo la muchacha no volvió a llamarlo. De por sí era alguien muy independiente, al punto que casi no necesitaba realmente de la ayuda del shinobi.

Fue entonces cuando la muchacha finalmente saldría de su habitación, pasando sus dedos con cuidado por las maderas para comprobar que de verdad estuviese limpio.

—Ehh, Maki-san se ha esforzado mucho. A veces yo me desespero tratando de tener este sitio en orden — Sonrió. —¿Se encuentra muy cansado para preparar la cena?— Giraría su cabeza al preguntar.

Ciertamente Isamu había estado casi todo ese tiempo haciendo una limpieza exhaustiva por el inmenso lugar, dándose algún que otro momento para descansar. El shinobi era algo minucioso en este tipo de tareas, quizá incluso hasta un poco obsesivo. Se quedó algo sorprendido con los lugares que tenían para el entrenar y sus derivados. En varios momentos, se le pasó por la cabeza la historia que le había contado la muchacha sobre el lugar y le agarraba un pequeño escalofrío.

Al terminar de hacer todo, se sentó por unos minutos a tomar un poco de agua. Escuchó un movimiento a lo lejos y se dio cuenta que la muchacha había salido de su habitación.

—Aunque suene raro, me gusta limpiar. Disfruto el hacerlo.—Al igual que ella, sonrió—Claro que no, empezaré de inmediato si así lo desea ¿Hay algo en específico que se le antoje? Aunque recuerde que no soy ningún experto.—Rió un poco.

La chica suavemente negó con la cabeza.

—Déjare que esta vez sea Maki-san el que decida el menú de la noche, dijo sonriente — Puso sus manos en la silla de ruedas, dispuesta darse la vuelta.

Sin embargo la muchacha se quedó callada por unos instantes, dubitativa.

—Maki-san, lo lamento mucho por mi actitud del medio día. Ciertamente no estoy acostumbrada a sacar todas mis emociones de golpe y no sé aún como lidiar con esto a pesar de los años. Empezamos muy mal y no quiero que sienta que es su culpa, sino la mía por ser de temperamento volátil. No me gustaría que el resto de los días los tuviera que aguantar mi amargado temperamento, más aún siendo que fue Karaga quién lo envió a usted aquí. Mis disculpas, no se repetirá — Hizo una reverencia.

—Por mi podemos comer Yakisoba. Aunque entiendo si desea comer otra cosa, no se preocupe en decírmelo.

El shinobi se sorprendió un poco por el cambio de actitud que tuvo desde la última vez que la vio. Se avergonzó un poco al ver como la chica le hacía una reverencia.

—Escúcheme, usted no se debe disculpar de nada.—Dijo mientras negaba con las manos.—Entiendo completamente de la forma que reaccionó, mi comportamiento fue algo irrespetuoso. Tengo un problema que a veces me meto en donde no me llaman y, en este caso, me pasé de la raya. Soy consciente del problema y no quiero que eso suene como una excusa, pero me cuesta mucho cambiar esa parte de mi. Después de todo, vine aquí para ayudarla y solo vengo a traer problemas. Prometo que no volverá a pasar.—Sonrió nuevamente.