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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#16
Lo que Juro no comprendía era que para el perro él ya era su amigo, era su amigo especial de la ventana. Igual para la última vuelta dejaba de preguntarle la hora o se había muerto, pero siempre le llevaría en su olfato, porque se había quedado con su olor. Le diría al resto de perros del barrio que aquel muchacho que se aburría tanto como para dar vueltas a la villa era un buen chaval.

Las horas pasaron entre corridas y andadas, pero dar vueltas a la villa no era algo que pudiese mantenerse el ritmo. Contra más veces tenía que parar para andar menos duraba corriendo, hasta que poco a poco dejó de correr. Las calles de hacían más largas y su estomago más vacio. ¿Qué hora era? Espera, ¿había desayunado como dios manda?

Sus reservas de energia estaban próximas a cero al absurdo y gigantesco numero de cinco vueltas enteras porque justo ahora pasaba por donde el perro, que le preguntó si estaba bien, enseñandole los dientes y gruñiendole.
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#17
— Ugh...

Para cuando se dio cuenta, prácticamente se estaba arrastrando por el camino. Había dado exactamente unas cinco vueltas, y ya estaba por los suelos. El corazón se le iba a salir del pecho y ya sentía el sudor por todas las partes de su cuerpo. Jadeó, mientras pasaba lo inevitable, al final ,tendría que parar.

Sus piernas protestaban energicamente cuando él se movía. Cada vez, más rígidas. Juro usó el resto de sus fuerzas para pegarse a la pared y no caerse por la zanja. El perro de la ventana volvió a ladrarle, pero casi ni le importó.

Al final, se dio cuenta de que si seguía así no iba a conseguir nada. El estómago le rugió.

« Necesito comer algo, y hacer un descanso. Cuando este mejor podré continuar corriendo »

Después de todo, no había límite de tiempo, ¿no? No pasaría nada por hacer un alto y descansar. El problema era a donde.

Juro finalmente paró de dar vueltas como un tonto, y se fijó en una de las calles que se internaban nuevamente en la villa. No le quedaba otro remedio. Con esa convicción, se internaría en la villa, y se fijaría en cualquier puesto de comida donde pudiese pedir algo. Rápido, a poder ser. No tenía fuerzas para regresar a su casa ni pensaba quedarse mucho tiempo en un restaurante. Un puesto ambulante sería perfecto.
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#18
El estomago de Juro le confesó algo que llevaba tiempo queriendo decirle, necesitaba que repostara, con urgencia. Y ya no solo eso, se había orquestado con su boca y su vejiga que exigian movimiento de liquidos inversos. Uno quería que le metiesen liquido y el otro que se lo sacasen, como se equivocara en cual quería cual se podía liar parda.

Así, sin otro remedio, nuestro genin se internó en su villa. Aceptando que de vez en cuando uno tiene que perderse para encontrarse. Las calles estaban como siempre, con transito en ambos sentidos y algún que otro puesto de comida rápida. Pero Juro se había internado en la famosa calle de los postres de Kusagakure, donde la mayoría de sitios donde comer eran heladerias y chocolaterias. Y los puestos de comida rápida ofrecían chocolate caliente con pastas de todo tipo.

Así que igual debería replantearse comer allí.
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#19
Juro chasqueó la lengua, al ver que acababa de llegar a un calle repleta de tiendas de comida, sí, pero destinadas a postres. Helados y especialmetne chocolate. Chocolate por todas partes.

Su estomago se contrajo un poco. Por un lado, tenía hambre. Por otro lado, tenía miedo de lo que podría pasar si comía algo que no debía. Y su vejiga, para colmo, quería que fuese a un baño. O a un arbusto, lo que pasase antes. La verdad es que tenía que darse prisa.

Pero no podía comer ahí.

« Venga ya. Tendré seguir un poco más. Igualmente necesito algo más nutritivo con un postre o un helado barato »

Aceleró el paso. Aún no era una urgencia, pero pronto lo sería como no hiciese algo. Comenzó a buscar un restaurante decente donde intertarse, una vez dejase atrás la estupida calle de los poStres.
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#20
El camino de Juro hasta su ansiada comida parecía estar lleno de obstaculos, si no sabía ni orientarse, ¿cómo iba a encontrar un restaurante? Andó y andó y fue pasando todo tipo de puestos ambulantes de comida desde dulces como dangos hasta ramen. Era su momento para coger algo que llevarse al estomago porque a los alrededores no parecía haber nada más que heladerías, dojos de entrenamiento y tiendas de armas. Sin duda una extraña elección de tiendas que poner juntas, ¿o no tanto?

La cuestión era que si quería orinar tendría a su disposición cientos de miles de arbustos, no en vano eran Kusagakure, hogar de las hierbas y de los arboles. Había arboles y arbustos esperandole en casi cada esquina, aunque pararse en una zona peatonal por muy gordo que fuese el arbusto... Bueno, cada cual con su dignidad que haga lo que quiera.

Ya tenía los recursos, solo faltaba echarle coraje.
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#21
Mientras caminaba, pudo comenzar a ver puestos de comida ambulante. Ramen, Dangos... había de todo. De todo menos un baño.

Si. Al final, a pesar de la urgencia de comer, la urgencia de ir al baño se había vuelto más y más fuerte, hasta eclipsar esta última. Tenía que llegar a un sitio donde poder hacer sus necesidades. Y rápido. Si no, se vería aliviandose en un arbusto delante de todo el mundo.

« Mierda. Mierda »

Se acercó rapidamente a alguien de confianza. Un adulto que pareciese responsable, que no hubiese bebido y que estuviese solo, preferiblemente, para evitar discusiones o romper parejas. Parecía que tenía ese don.

— Disculpe. ¿Sabe donde hay algun baño por aquí cerca? Tengo bastante urgencia
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#22
Juro se acercó a un hombre del montón, que tenía una rostro normal que probablemente no recordaría al día siguiente, de pelo castaño como era lo más común y corto. Que iba vestido como cualquier persona normal y tampoco resaltaba mucho nada más de su apariencia. Llevaba un par de bolsas con cultivos que echaban una peste a hierba impresionante.

— Disculpe. ¿Sabe donde hay algun baño por aquí cerca? Tengo bastante urgencia

Ehhhhh...— necesitó unos segundos para procesar la información y contestar— Pues supongo que cualquier restaurante de la zona te dejará entrar al baño si pides una consumición, pero te saldrá por un ojo de la cara. Sino mea en un arbusto.

Y se marchó. Cualquier día de estos preguntarle a gente aleatoria de la calle le iba a pasar factura, de una forma o de otra.
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#23
Juro escuchó al hombre, con una mueca. El tío le dijo lo básico, que en cualquier bar o restaurante pagando una consumición podría utilizar el baño. Incluso que si no, ahí tenía los arbustos. La tentación era muy poderosa.

« Es como algún ser todopoderoso quisiera que meara en los arbustos »

Pero no iba a caer. Podía imaginar los titulares: "Genin en servicio es detenido por escándalo público".

En lugar de eso, buscó entre los locales más accesibles — y con pinta de baratos — que pudiese encontrar. Si no había un restaurante, se conformaría con un bar o una tienda incluso. Lo que tuviese en esa misma calle. Tendría que preguntar por el baño y pagar una consumición, que se le iba a hacer.

Así pues, intentó entrar a uno de esos sitios.
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#24

A ver, querido compañero de rol, no me puedes dejar un post tan exageradamente abierto. Me dices restaurantes y si no un bar o una tienda y me acabas el post con intentó entrar a uno de esos sitios. ¿Qué esperas que haga?

Juro se lanzó a la busqueda de un restaurante tan barato como fuera posible y acabó entrando en el peor antro del lugar. Más barato que ese no lo iba a encontrar en toda la vida. De hecho, solo estaba ligeramente convencido de que eso fuese un restaurante, en el cartel había un cuenco de ramen, así que comida tenían que servir sí o sí... ¿o no?

Oh, amigo, ¿qué tú querer para comer? Yo preparar un ramen super molón en periquete. Tú solo sentar y disfrutar de espera.

El lugar era tan pequeño que solo había dos mesas para dos personas y la cocina, que obviamente estaba descubierta, casi todo estaba hecho de madera con más años que Juro. Si afirmaba que solo el despacho de su kage ya debía ser más grande que ese restaurante, no se equivocaba, incluso si dijese que el escritorio de Kenzou-sama era más grande, podía ser, habría que medirlo.

Sin duda, ahí no había baño, aunque sí que había un ligero tinte de olor a orina en el aire.
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#25

Vale, lo siento xD. Quería hacerlo abierto para evitar problemas con lo que me pudieras poner, pero leyendolo ya he visto que lo he puesto demasiado abierto. Intentaré que no se repita

El sitio al que entró, sin embargo, no parecía ni si quiera tener el título de restaurante. Un cuchitril enano con dos sillas, una mesa y la cocina al descubierto, donde parecía servirse ramen. Juro sonrió un poco, fingiendo interés, mientras buscaba los baños. No. Como había imaginado, no había.

— Lo siento, me confundí.

Y sin dar tiempo a que le dijese nada, se largó.

Otra vez en la calle, decidió fijarse más en donde entraba. Esta vez buscaría un restaurante. No uno barato. Ni uno que pareciese muy caro. Uno normal, de esos grandes que los miras y dices: "si, seguro que este sitio tiene baño". Bueno, quizá no existiese eso. Pero al menos buscaba un lugar común.
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#26
Andó y andó, pero los restaurantes que se cruzaba eran tan caros que solo de verlos se le escurría todo el dinero que había ganado a lo largo de toda su vida entre los dedos. Y despues estaban los antros que parecían sacados de libros postapocalipticos en los que los humanos que siguen vivos están alcoholizados o con algún tipo de virus que los deja en su estado más asalvajado.

Cuando ya estaba a punto de mearse las patas abajos se adentró en una calle conocida... Y tan conocida, ¡era su calle! ¿Tan cerca estaba de su casa? ¿Cuanto había caminado? No podía contestar con certeza. Pero sin duda alguna, incluso él era capaz de reconocer su calle.
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#27
Juro se desanimó mientras caminaba y caminaba, y no encontraba absolutamente nada que le sirviera. Restaurantes de lujo, bien arreglados, bien posicionados, con publicidad abundante... pero demasiado caros.

« Si como aqui me gastaré más de lo que puedo ganar en esta misión » — pensó, con desanimos.

Sin embargo, una sensación de famliaridad le empezó a invadir tras cruzar un par más de calles. Entonces, se dio cuenta. ¡Era su calle! ¡Estaba al lado de casa!

— ¡Joder! — exclamó, más como alivio que como enfado, aunque pudiera parecer lo contrario.

Sin más dilación, caminaría deprisa. Esa era su calle. Aun sin recordar la posición de su casa — tenía una vaga sensación de que sabía donde estaba —, podía verla fácilmente. Sacaría las llaves y entraría prácticamente corriendo. Primero, iría al baño y descargaría la vejiga. Y después, iría a la cocina. Si no recordaba mal, tenía algo de ramen instantaneo para hacer. Algo rápido y que le aportase calorias suficientes.
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#28
(No tengo nada que añadir)
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#29
Juro salió de su casa poco después, con la vejiga vacía y la tripa llena. En su espalda, colgaba una pequeña mochila hecha de tela, tan ligera que no podría molestarle a la hora de correr, si es que la llevaba encima. Ahí había metido algunas cosas sin importancia, como una bolsa de patatas, galletas y un botellin de agua. Lo justo para poder reponer sin tener que volver a hacer el recorrido de la villa.

Fácil y sencillo, se subió al tejado de su casa apoyandose en las paredes mediante chakra. Desde lo alto, trató de atisbar los límites de la villa y la prominente zanja.

— Allá voy...

Después de eso, bajó y corrió por la calle, en dirección a donde había creído ver. Igualmente, con seguir la misma dirección y no parar, terminaría por llegar al final de la villa.
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#30
Como un niño que se hace la mochila para irse de casas, Juro cogió una bolsa de patatas. unas galletas y una botella de agua. Igual le faltaron las chuches y su peluche favorito, pero por suerte no tenía que sobrevivir a la intemperie.

Desde el tejado atisbó el final de su villa, más o menos en todas las direcciones, y si no se veia el final se intuia porque desaparecían las casas. Sin embargo, Juro inició el camino hacia la zona donde estaba seguro que empezaba la zanja.

Entonces bajó a la calle, donde se perdería casi seguro, y fue en la dirección de la zanja, que no tenía una calle recta si no una maraña de calles que no se sabía muy bien a donde iban. Acabó por entrar por su calle por el sitio contrario al que había salido. Igual debería plantearse desplazarse por los tejados como si fuera un ninja y así no pierde de vista la zanja.
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