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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#46
Dandan Ryuu extendió su brazo y tomó la espada por la empuñadura. Con apenas fuerzas para sostenerla, el brazo temblando como una gelatina, el viejo comerciante asió el arma y la levantó por encima de él, mirando su reflejo en el filo. Una lágrima resbaló por su ojo izquierdo, y luego dibujó una amplia sonrisa, cerrando los ojos.

—Gracias, Reika-san. Puedes... dar por cumplida tu tarea. Y ahora... —El anciano siguió moviendo el brazo en la trayectoria inicial, y le ofreció la espada a su ayudante—. Hereda Escarlata, Yomatsu-kun. Hereda mi espada, mi tienda, mi casa. Eres el hijo que nunca... tuve. Eres... tú... todo... para ti... Está... escrito...
testamento... tienda...


Yomatsu, el ayudante de Dandan Ryuu, se arodilló llorando a lágrima viva y tomó la empuñadura de la katana, incrédulo.

—Pero qué dice... Ryuu-dono...

El monitor del pulso de Ryuu emitió un pitido largo y constante, señalando el fallecimiento del viejo comerciante de armas.

—¡¡RYUU-DONOOOO!!

Yomatsu lloró durante unos minutos. Luego, se limpió las lágrimas con dificultad e hizo una reverencia en dirección a Reika.

—Reika-san. Le agradezco enormemente que consiguiera traer la espada antes de... bueno.

»Ahora, le agradecería que nos dejara a solas... Tengo... mucho en lo que pe-pe-pensar.
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#47
El anciano estiró su mano para poder tomar la espada con la poca fuerza que le quedaba en el. La levantó orgulloso y con esas últimas fuerzas dedicó palabras a ambos jóvenes allí presentes: A la kunoichi dar las gracias y dar por cumplido el encargo, para el muchacho, entregaría finalmente todo lo suyo, todo...Antes de fallecer.

Las máquinas indicaron que el corazón del hombre había dado su último latido. La rubia se sentía fatal y trató por todos los medios posibles de no llorar. Yomatsu, en cambio, no lo logró dando lugar a una emotiva escena.

El trabajo ya estaba finalizado al fin y la kunoichi ya estaba de acuerdo con retirarse de allí cuando Yomatsu le agradeció y pidió que se retire -Con su permiso Yomatsu-san- dijo la rubia despidiéndose del nuevo herrero del filo certero.
Hablo - Pienso - Telepatía

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