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—Disculpa si no me hice entender. — Se intentó poner un poco más seria. —Hay una puerta.
Volteó a ver a Kimi, la cual parecía convencida de que había una puerta allí. Sinceramente, a Jun no se le ocurría que otra cosa podría haber allí.
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Dio un trago a su té, acabandolo y se puso en pie.
— Parece que subestimamos a las kunoichis de la villa. Espero que cuando probemos con civiles nos vaya mejor. — le dio un golpe al biombo y cayó lentamente al suelo. — Sí, está la puerta.
Les hizo un gesto de que podían pasar.
— Iré a informar, suerte en la última prueba.
No parecía genuinamente feliz de que lo hubiesen hecho tan bien. Realmente no era por ellas, sino porque se habían pasado un buen rato en la primera prueba solo para llegar a la suya y pasarla fácil. Ahora tendría que soportar a su compañero jactandose de su magia.
Cuando las kunoichis entrasen por la puerta tras el biombo, ella saldría por la puerta de enfrente.
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Kimi se giró a su compañera, muy feliz.
— ¡Lo conseguimos! —Exclamó, todavía en voz baja—. ¿No es genial?
La Kaminari se levantaría entonces y le dedicaría una corta reverencia a la señorita, agradeciéndole por su tiempo antes de esperar a su compañera para continuar con la siguiente prueba.
— Parece que ya vamos a buen ritmo. ¿Crees que la siguiente será la última?
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Si, no había muchas cosas que podía haber detrás de eso. Pero se vio un pelín sorprendida al acertar. Es que todavía no lo había hecho en todo lo que llevaban en esa casa. Hasta ahora todas las respuestas correctas las había tenido Kimi. Se sentía bien, incluso si su respuesta era tan simple como "una puerta".
—Bien bien. — Suspiró aliviada, pero bastante feliz a decir verdad. —La verdad que si, se siente bastante bien.
Siguió a la Kaminari, tanto en levantase como en hacer la reverencia corta a la mujer. Esta vez la que dirigía la prueba si le caía bien, una reverencia para mostrarle respeto y saludarla era lo mínimo que podía hacer.
—Si, vamos bien. Esta prueba por lo menos entendimos un poco más todo. — Comenzó a caminar hacia la puerta, recto a la próxima prueba. —Eso parece. Va, por lo menos eso dijo recién.
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Al abrir la puerta encontrarían una modesta sala iluminada por una solitaria bombilla. En las dos paredes laterales había dos relojes, cada uno funcionaba a un ritmo diferente. Era dificil cogerles el ritmo porque cada uno de los relojes tenía tres manillas y cada manilla parecía llevar su propio conteo.
Enfrente de las chicas había una pequeña estanteria con un pergamino, a la espera de ser abierto.
El ritmo completamente disfuncional de los relojes hacía que estar en la habitación fuese un dolor de cabeza. Además, parecía que había bajado la temperatura un par de grados y se notaba una leve brisa silbando de una esquina.
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— Es verdad, si acaba de decirlo. —Contestó Kimi, riéndose un poco de sí misma—. Oh. Vaya... ¿no hay nadie?
Sin duda, aquella era la habitación más misteriosa a la que habían entrando en todo el día, con sus dos misteriosos relojes y su misterioso pergamino en una pequeña y misteriosa estantería.
Kimi se acercó al pergamino y lo tomó.
— Supongo que tenemos que leerlo... —Dijo, mientras lo abría y se acercaba a Jun para leerlo junto a ella.
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Brevemente, rio junto a Kimi pero, la habitación solitaria y los sonidos de los relojes, le hicieron desviar su atención. Sentía que era un poco más lúgubre que las demás habitaciones. Incluso sintió en su cuerpo como la temperatura del lugar había bajado un poco. Ya las vibras de la anterior habitación, prácticamente, habían desaparecido.
—Eso creo. — Se puso a un costado de ella, atenta al pergamino. —A ver...
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Esa habitación era el verdadero misterio. No había examinador, cosa que habían tenido a lo largo de toda la casa en cada una de las salas. Sin examinador, ¿cómo iban a saber si entendían el enigma o si lo habían resuelto? Y además, estaba esa extraña corriente proveniente de una esquina. Todo era muy... diferente.
Sin embargo, era una misión D dentro de la propia villa, ¿qué podía salir mal?
Cuando Kimi abriese el pergamino con Jun a su lado, verían qué podía salir mal.
Apenas tendrían el tiempo de reacción para cerrar los ojos y apretar los dientes al ver el sello explosivo y ambas saldrían despedidas contra la pared con un estruendo impresionante. La explosión por delante y el golpe contra la pared por detrás las dejaría aturdidas y doloridas. El pitido en los oidos, la confusión y el dolor serían su respuesta más inmediata.
En el pergamino había un sello explosivo. Ese era el hecho. Por suerte para ellas, la pared había resistido, aunque se había agrietado notablemente y no parecía que fuese a aguantar mucho más.
La puerta se abriría antes de que se recuperasen del impacto, no oirian nada de lo que estabban diciendo, pero podrían ver a las dos personas que habían tenido por examinadores acercarse a ellas, entre preocupadas y alarmadas. El chico se dirigió a Kimi y la mujer a Jun mientras la gritaba al hombre restante algo.
Sin embargo, Otoko Nazo, el hombre que las había recibido y que les había hecho firmar aquel extraño documento, no atendía a lo que le decía su compañera. Estaba en shock, miraba a los alrededores, viendo la habitación ahora completamente negra excepto por los rastros de sangre de las kunoichi.
Entonces les volvería el oído, poco a poco.
— ¡Nazo! ¡Espabila! ¡Ves a buscar ayuda!
— ¿Donde está? ¿¡Donde está mi hermano!? — gritaba desesperado mirando a las heridas. — ¡¿Qué ha pasado?! ¿Qué es esto? Él... no estará...
Miró al centro de la explosión con los ojos vidriosos, aún sin atender a la mujer.
— Hey, ¿estás bien? — preguntó la mujer al ver que Kimi respondía de nuevo a las voces.
En el caso del chico, prácticamente le estaba llorando encima a Jun.
— ¡No vayas a la luz! ¡Tienes mucho por lo que vivir!
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¡BOOOOOOOOM!
Fue de golpe, como suceden las explosiones. No hubo ninguna luz que les avisó ni ningún tipo de cuenta atrás. La chica simplemente llegó a abrir el pergamino, cerrar los ojos y salir volando.
Su cuerpo se detuvo en cuanto se estrelló contra la pared, pero su mente siguió volando atrás. Tiempo atrás. Su vida ninja también había empezado con una explosión.
Instintivamente, incluso antes de recuperarse del aturdimiento, se llevó la mano a su brazo metálico. Le dolía mucho, incluso más que el resto del cuerpo.
Las voces de quienes habían venido a socorrerla empezaron a llegar a ella poco a poco. Escuchó algo del hermano de Nazo y otra voz preguntándole si estaba bien.
— S-sí... —No—. Jun-san... ¡Mi compañera!
Se esforzó en levantarse e ir hacia ella. Fue entonces cuando notó las paredes agrietadas.
— ¿Estás bien? ¿Puedes levantarte? —Su ojo brillaba en rojo y ahora parecía dar algo de estática al contacto. Realmente se estaba esforzando—. Todos. Debemos salir de aquí ya. No sé si el edificio podrá aguantar mucho más.
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Casi como si fuera a propósito, al llegar a esa sala se sentía con cierta confianza. Haber dado con uno de los misterios por primera vez causaba ese efecto, y pensaba que Kimi seguramente estaba pasando por lo mismo. No solo era eso. El hecho de estar en su la propia aldea y ser una misión de rango tan bajo, la hicieron entrar en un estado de relajación ante el peligro. De hecho, en algún momento del recorrido había dudado un poco del lugar, pero en ningún momento pensó en algo como lo que iba a pasar.
¡BOOOOOOOOM!
Si, boom.
Una explosión salió del pergamino que acababan de abrir. El tiempo de reacción fue casi nulo. Ni llegó a pensar un "MIERDA" ni nada por el estilo. La única salvedad es que pudo cerrar los ojos antes del impacto. Impacto que hizo que la Nara se estrole contra una de las paredes.
Además del evidente dolor que sentía en todo su cuerpo, sentía un pitido insoportable en el oído le impedía oír. De hecho, vio como vinieron a socorrerle los examinadores de las anteriores salas, pero no podía escuchar si estaban diciendo algo.
No sabía bien que pensar. Y no era, quizá, tanto por los daños de la explosión, sino por la reacción del viejo que estaba allí, que parecía estar en completo shock. Cuando fue recuperando de a poco su oído, escuchó a Nazo hablar de su hermano, pensando que debería estar en aquella habitación. «¿Qué mierda está pasando?»
Parecía estar compenetrada y concentrada con lo que intentaba de decir el hombre, hasta tal punto de pensar que estaba soñando o que no estaba allí. Casi como un balde de agua fría, tenía al rubio llorando encima de ella, haciendo que reaccione ante toda la situación. No quería moverse mucho, pero había algo que se le estaba olvidando «¡Kimi!» Intentó apartar con la mano al muchacho, queriendo buscar con la vista a la Kaminari.
Poco antes de que se pueda levantar, notó como su compañera estaba preguntando por ella. Aliviada dio un suspiro.
— ¡Ay, Kimi! Estoy bien. — Suspiró de nuevo, intentando aliviar sus pensamientos de lo que pensó que había pasado. Después de todo, Kimi fue la que estuvo en contacto directo con el pergamino. — ¿Tu como est-... Tu ojo...
Notó que el ojo de la chica brillaba fuertemente, casi que no le salían las palabras. Pero había un detalle que ella no notó y Kimi si, las paredes parecían resistir poco después de lo que pasó. A pesar de tranquilizarse porque no había pasado nada a mayores, no podía relajarse. Tenía que actuar. Como pudo, se intentó levantar.
— Salgamos ya de acá.
Como pudieran, tenían que salir de allí. Esforzándose, intentó salir de allí lo más rápido que le daba el cuerpo. Solo esperaba que todos los presentes le hagan caso a las dos.
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Completamente ignorando a los pobres civiles que intentaban ayudarlas, Kimi se levantó a por Jun, quien se había levantado a por Kimi. Viendo que las chicas no necesitaban ayuda, o no parecían ir a pedirla, el chico y la mujer se centraron en su jefe o compañero, que aún estaba en shock.
Consiguieron llegar al recibidor y todo parecía seguir perfectamente en pie. No había derrumbe, no había ruidos sospechosos, solo un tenso silencio que de su propia fragilidad se rompería.
— ¿¡Qué ha pasado!? ¡¿Qué habéis hecho?! — el hombre, con lagrimas ahora corriendo por sus mejillas, se lanzó a por Kimi, agarrandola por los hombros, viendo que era la que mejor estaba de las dos. — ¡Mi hermano...! ¡Era mi hermano!
— ¡Calmate! — le gritó la mujer mientras intentaba quitarselo de encima a Kimi.
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— No te preocupes. —Le respondió a Jun, que pareció haberse preocupado por el extraño brillo del ojo derecho de la Kaminari.
Pudieron salir a salvo de la habitación y no parecía que nada más fuese a suceder, así que se permitió desactivar su Overclock para relajarse y evitar recibir más daños. Esto se hizo evidente cuando su ojo dejó de brillar.
— ¿¡Qué ha pasado!? ¡¿Qué habéis hecho?!
— ¿Qué? —No lo entendía. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué le estaba gritando?
Estaba completamente confundida. No entendía nada de lo que estaba sucediendo y encima ahora le estaba hablando de su hermano. ¡Si eran las únicas personas que estaban en la habitación!
Oh. Es verdad. Eran las únicas personas que estaban en la habitación.
¿Se suponía que tenía que haber alguien más allí?
— Esto... señor. Su hermano no estaba en la habitación. —Le explicó, manteniendo la calma lo mejor que pudo—. Solo estaba el pergamino con el sello explosivo cuando entramos. Asumo que no era parte del misterio.
Si Nazo ya le había soltado, acabaría cayéndose de culo al suelo. Le dolía todo el cuerpo, apenas podía mantenerse en pie y encima había decidido forzar su cuerpo justo después.
— Así que si su hermano no estaba en la habitación... debe estar en alguna parte. Deberíamos buscarlo.
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Habían salido de la habitación sin mucho problema. Por suerte para todos, no había pasado nada al final con la estructura del edificio. Iba a buscar un lugar para sentarse o recostarse, o hacer eso en el mismo piso. Pero cuando volteó a ver como estaban todos los demás, vio que Nazo estaba montando una escena bastante grande. No tardó mucho en dirigirse al señor para dejar las cosas claras.
—¡Eh! — Con las evidentes secuelas del daño que sufrió, intentó jalar al hombre del brazo para que deje de hostigar a Kimi. —Suéltala y cálmate un poco, que así no vamos a resolver nada.
La kunoichi había empezado a explicar que es lo que había pasado. Si para ese momento Nazo la había soltado, Jun haría lo mismo con el brazo del hombre. La Nara fue a buscar una pared, apoyando su espalda en esta y sentándose en el piso. No podía aguantar tanto tiempo de pie con el dolor que recorría su cuerpo. Nunca había recibido un impacto de tal magnitud.
En ningún momento le sacó el ojo al viejo, pues había algo que no le cuadraba mucho. Esperó a que la Kaminari terminara de hablar para comentarle su punto de vista.
—Sabes que significa esto, ¿no? — Preguntó con una seriedad tajante. —Digo, justo el día que contratas ninjas para probar tu casa de misterios, casualmente tu hermano no se encuentra en la habitación donde debería estar. No solo eso, sino que justo cuando no está él, se encuentra un sello explosivo en ese lugar cerrado.
»O alguien le hizo algo a tu hermano y nos tendió una trampa. O tu hermano fue el que hizo esto. — Concluyó, quizá en una deducción anticipada, pero con mucho sentido para ella. —De una forma u otra, hay que buscar a tu hermano y aclarar todo esto.
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— Esto... señor. Su hermano no estaba en la habitación. Solo estaba el pergamino con el sello explosivo cuando entramos. Asumo que no era parte del misterio.
— ¿Qué? Eso es imposible. Lo vimos pasar y no hay más salidas que la de enfrente. ¡Esa habitación no tiene ni ventanas!
Entre Jun y la mujer consiguieron despegarlo de Kimi y la rubia se encargó de mantenerlo alejado, pero no calmado precisamente.
— Y no, obviamente no había ningún sello explosivo en los misterios. Todos lo vimos pasar, ¿acaso volvió a tu habitación, Kyoka?
La mujer torció el gesto, como ofendida.
— Creo que lo hubiese mencionado a estas alturas si le hubiese visto. No, se metió en la habitación y no supe nada más hasta que pasaron las chicas.
— ¡¿Veis?! ¡Es imposible que no estuviese! Decid la verdad, ¿qué pasó ahí?
Las deducciones de ambas kunochis no hacían más que caldear aún más a Nazo. La mujer les echó un vistazo, después del subidón de adrenalina, ambas habían caido al suelo haciendo aún más notorio su estado.
— Lo primero es llevaros al hospital. Está claro que tienen que veros esas heridas. — dijo la mujer acercandose a Kimi para ofrecerle la mano, aún entre ella y su jefe.
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La conversación continuaba y Nazo no parecía estarse relajando precisamente. A cada palabra que decían las chicas, especialmente cuando con algunas de ellas sugerían que la culpa la había tenido su hermano, el hombre parecía enfadarse un poco más.
Kimi le cogió la mano a la mujer para levantarse, agradeciéndole con una cansada sonrisa.
— Sí. Gracias... —Se dejaría llevar por la mujer, intentando no apoyarse demasiado en ella si la ayudaba a andar—. Pasó lo que le dije, señor. ¿Está seguro de que no hay alguna especie de entrada secreta? Me imaginaba que podrían tener algo así en una casa de los misterios...
Miró a Jun para comprobar que alguien la ayudaba a andar. Aunque si nadie lo hacía, acabaría acercándose para hacerlo ella misma.
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