Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Datsue rodó en el último instante hacia un lado, esquivando el golpe mortal. Algo aturdido por el golpe en la frente, se levantó renqueante, sin ser capaz de enderezar la espalda del todo y vacilante en el paso, como un borracho a punto de caerse.
Entonces, una ayuda divina le cayó del cielo. ¡Uno de sus ayudantes se había acercado al ring y le había lanzado una pala! La pala del enterrador.
Datsue la usó para golpear con la base metálica —aunque en realidad era de plástico y no dolía— la espalda de Reiji. Alguna gente del público empezó a abuchear. Otros estallaron en vítores, llevándose las manos a la cabeza de pura sorpresa. Al árbitro no le pareció reglamentario aquel movimiento, y estaba intentando descalificar a Datsue.
El Enterrador le puso solución mandándole a la lona. Le dio tal palazo en la cabeza que cayó inconsciente en el acto. Datsue rugió, alzando los brazos al cielo.
Claro que no podía cantar victoria tan rápido…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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Con el arbitro en el suelo, habia llegado el momento. Fiel a su nombre, Perro Loco apareció no por una de las entradas, si no desde abajo del ring, y estirando el brazo, agarró a Datsue de una pierna y lo tiró contra el suelo del ring de boca, para luego enzarzarse en una pelea con su Ayudante, y terminar llevandoselo arrastras cogiendolo de una pierna.
Mientras tanto, en el ring, yo hacia como que me recuperaba poco a poco de los palazos, y el arbitro tambien termino por levantarse con una mano sobre la frente.
Aprovechando que, por el "golpe" de Perro Loco Datsue estaba boca a bajo, aproveché para colocarlo, y hacer como que lo estaba estrangulando. Por supuesto, ni era verdad, ni se estaba ahogando, pero tenia que fingirlo.
El arbitro estaba a la espera de que se rindiera, sin embargo...
Desprevenido y pillado por sorpresa, Datsue cayó en plancha sobre el suelo con ostensibles gestos de dolor. Sin darle tiempo a recuperarse, Reiji se le colocó encima y empezó a estrangularle. Datsue estiró los brazos, intentando alcanzar las cuerdas del ring. Su cara era agónica y el árbitro, algo recuperado, se encontraba junto a ellos, de rodillas y con la mano alzada listo para sentenciar al vencedor si Datsue tapeaba la lona o gritaba un me rindo.
Fueron momentos de angustia, de lucha y pundonor. Cuando la gente entre el público creyó que ningún ser humano podría seguir viviendo tras tanto tiempo sin tomar aire, Datsue alcanzó la cuerda. Tiró con fuerza para llevar su pecho sobre ella y luego, aprovechando el efecto rebote, propinó un tremendo cabezazo con la coronilla al rostro de Reiji.
Habían practicado aquel movimiento muchas veces, claro. Tal golpe nunca llegó a ser real.
Librado del agarre, Datsue rodó por el suelo y quedó de rodillas con las manos apoyadas en la lona, boqueando como un pez fuera del agua. Aparentemente sin fuerzas, aparentemente sin energía.
Había llegado la hora de acabar con aquel combate.
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La postura de Datsue era una señal. La señal que indicaba que había llegado la hora de realizar aquel movimiento. Y aquello debia concluir la pelea tal y como se había acordado.
Despues de trastabillear un poco por el supuesto cabezazo y llevarme una mano al rostro cubierto por la mascara, me preparé. Me acerqué al "derrotado" Datsue por la espalda y lo puse en pie pasandole los brazos por debajo de los sobacos. Mis manos se unieron rodeandole y, haciendo lo que Natsu había denominado como "suplex", hice que su cabeza golpeara la lona. Claro que, habíamos practicado mucho para que aquello no hiciese daño.
Con datsue "fuera de combate", lo empuje de una patada para que rodara por debajo de la primera cuerda y cayera fuera del ring. Entonces, el arbitro empezó a contar, desde diez hasta cero. Cuando llegase al final, datsue perdería por estar fuera del ring.
Me quedé observandolo desde hasta que el arbitro llego a 6, fingiendo que no sabia lo que vendria despues, haciendo como que me aseguraba de que estaba fuera de combate. Y entonces, le di la espalda y alcé los brazos para celebrar, anticipadamente, mi victoria.
Mientras tanto, la cuenta atras seguia. Pero Datsue tenia que hacer las cosas en el momento exacto para que todo fuese más dramatico. No podia fallar, lo habíamos hecho perfecto hasta el momento.
Y el árbitro contó hasta siete. Y el árbitro contó hasta ocho. Y contó hasta nueve. Y contó hasta…
El torso de Datsue se incorporó como una tabla rígida, como un vampiro del ataúd, como un muerto de su propia tumba. El público ahogó un grito, el asombro contagió las gradas como la peor de las epidemias. El Uchiha se tiró bajo una cuerda, rodando, y apareció justo a la espalda de Reiji.
Justo en el momento en que él se daba la vuelta, sorprendido por el público. Justo en el momento perfecto para plantarle una mano en el cuello. Lo alzó al cielo, el público enmudeció. Los más crédulos y pequeños temblaban; los adultos, los padres y los más escépticos se cuestionaron sus propios conocimientos. ¿Era aquello siquiera humano? No, claro que no lo era.
Con un grito gutural, sacando la lengua fuera como un loco demente, Datsue bajó el brazo como un juez que dicta sentencia y estrelló el cuerpo de Reiji contra la lona.
¡¡¡DOOOONNNNGGG!!!
La campanada de un funeral resonó en todo el estadio. Las luces se apagaron. El humo blanco llenó el ring. Resonaron las campanadas por segunda vez y las luces, tenuemente, volvieron a alumbrar. Y el humo, muy poco a poco, se despejó.
Un ataúd reposaba ahora en el centro del estadio. Datsue echó el cuerpo inerte de Reiji en su interior, y luego lo cerró con llave ante la mirada atónita del árbitro.
¡¡¡DOOOONNNNGGG!!!
Y las luces volvieron a apagarse. Y las luces volvieron a encenderse. Y allí ya no estaba ni Reiji, ni Datsue. El combate se había terminado, el Enterrador se había llevado a su muerto.
El trabajo estaba hecho.
· · ·
Datsue caminaba por las calles de la villa a la luz del atardecer.
—Joder, pues ni tan mal, ¿no? —dijo a Reiji, con los quinientos ryōs en mano tras cobrar la misión en el edificio del Uzukage—. Vale que no me hizo gracia que nos diesen una D, pero estuvo divertido. Y joder, no es de las típicas que tienes que patear medio Ōnindo por una semana o dos y jugarte la vida a cada instante. Aquí si algo nos jugamos fue la reputación de la lucha libre, supongo.
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—Ya te digo, mucho mejor esto que cuidar de un gato o buscar gallinas perdidas.
Por suerte o desgracia, yo no había tenido todavía misiones de esas donde te juegas el cuello em cada momento. Más peligrosas, si, pero probablemente te daban más reputación y más dinero que las misiones tranquilitas de rango D.
Por otra parte, una misión donde había acabado peleándome con Datsue en un estadio estaba bastante bien. Y por supuesto que no hablaba de la lucha libre. Quizás algún día podria pelear con él a su nivel. Pero bueno, por lo menos le había acertado con un rasengan.
—En fin... ¿Que tal si lo celebramos? Al final, para ser unos novatos, fuimos uno de los mejores eventos de la noche.
Datsue aceptó la oferta de Reiji, como siempre hacía cuando le proponían algo de rumba y algo de alcohol. Tras cenar en un puesto de ramen, barato pero bueno, y charlar sobre cosas de la vida muy alejadas del atentado acontecido en el Valle de los Dojos —cosas como el desamor, el enamoramiento, el desamor de nuevo y problemas de pareja—, los chicos se fueron a tomar algo a un famoso karaoke de la villa.
Allí, probablemente con una o dos copas de más, Datsue no pudo evitar versionar una antigua canción que había compuesto hacía muchos años, variando algo la letra para amoldarla a los nuevos tiempos.
Micrófono en mano y tambaleándose un poco —el suelo se empeñaba en moverse como si estuviesen en la cubierta del barco de Reiji—, el Uchiha empezó a cantar con distintos tonos de voz, imitando a veces a un padre preocupado y en otras a una hija en el flor de la vida.
Y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los Cerezos!
Y cantan, cantan, cantan, ¡ay cómo cantan, los uzureños!
Y ríe, ríe, ríe, ¡ay cómo ríe, la hija del kusareño!
Y lloran, lloran, lloran, ¡ay cómo lloran, los kusareños!
¿Bailaste hija mía? Bailé, ¡sí señor! Dime con quién bailaste Bailé con mi amor.
Con tu amor, hija mía,
no vuelvas a bailar.
Porque te levanta la falda del kimono
y es muy difícil de bajar
No te preocupes, padre mío,
nada de eso sucedió.
Él volvió por su camino,
y yo por el de Rikudō.
Datsue entonces puso cara de sorpresa, como si se acabase de dar cuenta de algo que había frente a sus narices.
¿¡Vienes mojada, hija mía!? Vengo empapada, ¡sí señor! ¿No será culpa de ese espadachín? De su wagasa, ¡que no me resguardó!
Datsue dio unos golpes con el dedo en el aire, como regañando a alguien.
La wagasa de Reiji, es una wagasa muy mala,
si le caen cuatro gotas... ¡ya se le humedece hasta el asta!
Y por eso las uzureñas, por muy mojadas y empapadas,
no se pondrían debajo, ¡de su basta wagasa!
Ay, padre mío, no te preocupes, ¡por favor!
Que el chico es un encanto, y me mantuvo en calor
Ay, padre mío, no te preocupes, ¡por favor!
Y no cuentes nada a Yota, ¡o le romperás el corazón!
Y cantan, cantan, cantan, los uzureños, en los Cerezos,
y ríen, ríen, ríen, las kusareñas, en sus regazos,
y llueve, llueve, llueve, ¡ay cómo llueve, en los sembrados!,
y lloran, lloran, lloran, los kusareños, ¡al seguir secos!
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¿Ir a un karaoke despues de una buena cena? ¿Como iba a negarme a eso? Pues claro que iba a responder que si ¿Que mejor sitio para entonar mis mejores canciones piratas sin que nadie me riñera? Mejor aún, el publico, aunque algo borracho, siempre animaba y aplaudía.
Aunque Datsue me tomó la delantera y entonó su canción. Era sólo una canción, pero había que decir algo: era imposible que mi Wagasa fuese mala. Los Sasaki eramos artesanos, y quizas no sabíamos hacer jarrones ¿Pero una Wagasa? No era la primera vez que alguien me compraba una con un filo oculto en el mango.
Si, si. Era solo una canción. Y hablando de canciones, había llegando mi turno. Podia haber salido a cantar una nueva versión de mi clásico "El peor pirata soy", pero era el dia para renovarse.
"El pirata Reiji es el pirata peor
Y aún así todos sienten temor"
"Cuando en su barco se hace a la mar
Hasta los de dragón rojo se echan a temblar
Tiene una espada tan buena
Que parte el cráneo de sus enemigos si no la frena"
"El pirata Reiji es el pirata peor
Y aún así todos sienten temor"
"A bordo de su navío el Mil y un mares
De Oonindo recorre todos los lares
Quizas no tiene tripulación ni loro
Pero con su olfato siempre encuentra el tesoro"
"El pirata Reiji es el pirata peor
Y aún así todos sienten temor"
Y así, entre canciones de piratas, desamores y truhanadas, el par de ninjas de Uzushiogakure permaneció de fiesta hasta cerrar cada local y que la luz del sol asomase de nuevo por el horizonte.
Pagaron el precio de tanta diversión, por supuesto. Oh, Datsue en concreto lo pagó con creces. Juró no volver a probar gota de alcohol por quinta o sexta vez en su vida —realmente ya había perdido la cuenta—, y rezó a todos los Dioses que conocía para que se apiadasen de él.
No funcionó hasta bien entrada la noche, cuando deshidratado y famélico, su estómago resistió medio vaso de leche y un bocado de una tostada.
—Joder, ojalá poder sellar una técnica en mí con la condición de activarse al probar una gota de alcohol… y que me afectase solo a mí. —Lamentablemente, de hacerlo, la técnica la sufriría el camarero o el acompañante con el que estaba de copas, lo más probable. Aunque, bien pensado, una u otra opción también le impediría seguir bebiendo.
Se lo pensaría, cuanto menos.
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Yo no era un gran bebedor, de hecho, solo había probado el alcohol estando con Datsue. Quizas aquella noche me había pasado un poco, pero por la falta de costumbre. Por suerte, iba mejor que datsue y me tocó acompañarlo hasta su casa.
Y aún así, el camino de vuelta a mi barco se me hizo infernal. La luz del sol era terriblemente molesta para mis ojos. Estaba preparado, cuando le dije que teníamos que celebrarlo, para que la cosa terminara mas o menos así. Y sin embargo, ante los poderosos rayos de amterasu, no servía de nada estar preparado.
Cuando llegue a lo que ahora era mi hogar, me tire en la cama, cerré los ojos y no volví a abrirlos hasta el medio día, y cuando desperté, los dolores de cabeza y la luz del sol eran casi mas molestos que antes. Menos mal que no tenia que salir a fuera para nada.
La parte buena de todo: Había conseguido dar un pasito mas para que me ascenderían. La lección aprendida: cuando quedes para celebrarlo con Datsue, bebe solo zumos o agua. A mi no me hacía falta el alcohol para subirme al escenario a cantar canciones pirata. Para eso tenía vergüenza cero.