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La casa frente a la que se encontraban los muchachos era tal y como cabía esperar de una rica y solitaria empresaria. Era enorme y muy moderna, incluso para los estándares de Amegakure, con una fachada pulcramente construída en mármol y tres pisos de ventanas con aspecto de valer un riñón cada una. La puerta era de madera de buenísima calidad, de doble hoja, y el timbre estaba chapado en oro. Cuando Karamaru golpeó con su puño, las bisagras se movieron sin un sólo crujido.
—Ya voy, ya voy, ¡qué impaciencia!
En el umbral de la entrada apareció una señora que aparentaba unos cincuenta y muchos años, pulcramente vestida con un kimono de la mejor seda que se podía encontrar, rosa con motivos dorados. Su rostro presentaba algunas arrugas, sus ojos azules y vivaces inspeccionaban a los dos genin, y llevaba un collar de perlas de las costas de Arashi no Kuni; de la mejor calidad.
—¿Y bien? —añadió, como si esperara que los muchachos hicieran o dijesen algo.
¡Y no en vano! La presentación al cliente podía ser uno de los primeros momentos importantes de cualquier misión exitosa.
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La señora finalmente se presentó y terminó siendo mucho más elegante que lo que Karamaru esperaba. No era una vieja despeinaba cubierta de los pelos de sus cincuenta gatos, sino todo lo contrario. Ahora tenía sentido la parte de "acaudalada" que decía el pergamino. Pero al amejin las apariencias que brindaba el dinero no le importaban, aunque si lo hacían los valores de todas esas cosas y el dinero que podría sacar de cada una.
— Buenos días, mi nombre es Yamanaka Karamaru y soy gennin al servicio de Amegakure. Este es mi compañero Taka Kisame — señaló a su compañero introduciéndolo. Su voz era mucho más seria, su porte más firme y su vocabulario más correcto.
— Usted presentó un cierto problema con... espíritus, ¿verdad? ¿Cierta maldición? Fuimos asignados por la Arashikage para brindar nuestra ayuda de la mejor manera posible.
Una presentación corta y sencilla, lo sufría pero no tenía que irse por las ramas. Ahora la pelota estaba del lado de la anciana y Karamaru debía esperar a cómo era tratado para continuar con la conversación. Mandar a un gennin no era particularmente agradable para aquellos que creen que sus problemas requieren mucha más atención y por eso requería por parte del amejin ser educado y sereno.
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Escuchó a su compañero con atención mientras miraba a la clienta haciendo su habitual psicoanálisis. Parecía una señora adinerada, nada que ver con la loca que se había imaginado en la cabeza, excéntrica y adinerada por azar. Simplemente era una señora con dinero y parecía ser alguien bastante serio, elegante y cuerdo... Algo no encajaba del todo, este tipo de personas no solían pedir ayuda para este tipo de cosas...
Por otra parte, su compañero parecía haber cambiado su actitud de repente, parecía una persona seria ahora y con un vocabulario formal y rico. Muy sorprendente a decir verdad, pero tampoco extraño ya que estaban frente a una clienta muy importante en una de sus primeras misiones, intentaría imitarle en educación para no dejar mal a Amekoro.sama o incluso a aquellos gemelos, ya que habían sido ellos los que les habían dado la misión.
-Si no le importa, necesitaríamos saber todos los detalles que nos pueda aportar sobre el asunto, para intentar resolverlo a la brevedad y así evitar que siga teniendo tan molesto problema -Añadió Kisame tras reverenciar a modo de saludo y respeto cuando Karamaru le había presentado.
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En efecto, aquella era nada más y nada menos que Kobayashi Koe, la solicitante de la misión. Tanto Karamaru como Kisame tuvieron a bien ponerse rectos y presentables, incluso el primero dejó de lado su habitual desparpajo al hablar para realizar una presentación que, si bien en los estrictos dojos de Kusagakure o en la Academia de las Olas de Uzushiogakure se hubiera considerado escasa y pobremente pasable, a la señora Kobayashi le pareció suficientemente formal. La señora asintió, conforme aunque nerviosa, cuando le preguntaron por los detalles.
—Antes de nada, pasad, pasad jóvenes —les dijo, aunque ella no se veía como una anciana precisamente—. Las calles tienen oídos y en este barrio hay mucha vieja chismosa, alimentar sus habladurías sobre mí o sobre mis negocios es lo último que quiero.
Koe se dio media vuelta e invitó a pasar a los genin con un gesto de su mano; cuando lo hubieran hecho, cerraría la puerta con un sonoro portazo.
El interior de la casa era tan lujoso y amplio como podía imaginarse a partir de su aspecto exterior. Nada más entrar los muchachos se encontraron en un hall muy amplio, de paredes blancas decoradas con exquisito gusto: cuadros de los mejores artistas de Oonindo, alfombras y telas exóticas del País del Viento, esculturas antiguas de los lugares más recónditos del continente y otras piezas de mucho valor. Algunos pedestales estaban vacíos, no obstante, igual que había huecos entre los cuadros y las telas. Huecos en los cuales, presumiblemente, en otro momento había colgado alguna pieza.
La señora Kobayashi les llevó a través del hall a subir unas preciosas escaleras talladas en mármol, en dirección a una opulenta salita de estar. En ella había varios sillones muy cómodos; Koe se sentó en uno de ellos, pero no invitó a los genin a hacer lo mismo. Parecía acostumbrada a diferenciarse del servicio.
—Veréis, shinobis, tengo un grave problema... ¡Me han lanzado una maldición! Antes de que dudéis de mi palabra, debo deciros que estoy completamente convencida. Alguien ha hechizado mi casa para atar un maligno espíritu a estos muros, un ente demoníaco que me habla y al que sólo yo puedo oír... —se estremeció al hablar de ello, mirando a un lado y a otro—. ¡Debéis ayudarme! No puedo seguir viviendo así, me tiene loca.
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La casa parecía valer más dinero del que jamás ganaría en toda su vida, todo era caro, llamativo y, en la opinión del escuálido amejin, un poco excéntrico y ortera, pero quizás su criterio no fuese del todo válido, una persona acostumbrada a la humildad y austeridad de su casa vería estrafalario todo aquello que otras personas adineradas consideraban "de buen gusto". Aquella mujer le daba una sensación extraña y contradictoria... Una mezcla entre asco y envidia sana. Se notaba que era una de esas personas que tenía más dinero del que podía contar y que trataba a las personas que a su juicio consideraba inferiores como eso mismo.
Decidió mostrar "cara de poker" como solía hacer y seguirla hasta que, finalmente se sentó y les contó algo por lo que Kisame tuvo que contenerse para no ponerse la palma de su mano en la cara. Miró a Karamaru como buscando que él pudiera decir o hacer algo para contestarla ya que, en un primer momento, no tenía ni la mas menor idea de cómo encarar esta misión... Tras unos instantes, resolvió que lo mejor era hacerle unas preguntas a la señora, sin pretender ser pesado pero para, al menos, hacerse una idea sobre lo que era ya que, obviamente, no había ningún espíritu ni maldición en aquella casa.
-Señora, podría decirnos qué tipo de cosas le dice? -Comentó con tono frío clavándole los ojos en los suyos, intentando analizar su mirada en busca de mentira, miedo o lo que pudiera ver allí - Suele ser en algún momento concreto del día, o es algo arbitrario? -Preguntó, intentando buscarle alguna lógica, aunque no tenía claro si aquellas respuestas les iban a decir algo útil.
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Karamaru miró a su compañero y levantó las cejas en tono de asombro y luego se adentro en casa de la señora. El asombro se mantuvo y los ojos del amejin revoloteaban de un lado a otro por las tantas preciosas y raras que había para ver. No estaba acostumbrado a tanta limpieza, ni a tanto adorno, ni a tanto dinero como el que emanaba de cada cuadro y figura de la casa.
Terminaron por entrar a una pequeña sala que vaya a saber uno para qué estaba, pero la dama se sentó y Karamaru hizo lo mismo. Se abalanzó sobre el sillón más cercano y mantuvo una postura que no llegaba a ser ni formal, ni correcta, ni despatarrado. Escuchó con atención y cuando estaba por hablar su compañero se le adelantó.
«Ah bue, re gil, me dice que hable y después se manda él. Ahora más te vale que te banques los trapos logi que te la mando toda a vos»
Y así hizo, mantuvo silencio y se quedó mirando cada lugar de la sala cuestionándose cuál era el sentido de tener tanta parafernalia inservible. Su estimado era simplemente un índice o muestra de poder y dinero, ¿pero qué tanta gente iría a un lugar supuestamente embrujado para ver todas esas cosas? Lo que lo llevaba a otra pregunta; si tiene tanto dinero, ¿por qué no se va a vivir a otro lado y problema resuelto?
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Kobayashi Koe se estremeció ante la pregunta de Kisame; parecía bastante claro que sabía exactamente cuál era la respuesta, pero ésta le producía tanta inquietud que no podía simplemente hablar de ello. Pese a todo, sus ojos no se apartaban de los ninjas ni parecía temer que en aquel momento le cayera un rayo del cielo, pues sus temores tenían una forma bastante más definida.
—Este demonio, este espíritu, bueno... Me amenaza. Me profiere amenazas continuamente, desea mi mal, me maldice con cada palabra. "Hija de mil putas", "conchuda, ojalá te mueras", "cementerio de canelones" —explicó, frotándose las manos nerviosamente, para luego añadir—. A veces se pone un tanto chabacano, eso es cierto. Pero temo el día en el que cumpla sus amenazas... ¡Por eso sigo pagando mi tributo!
»¿En un momento concreto del día?
La señora Kobayashi parecía genuinamente sorprendida por esa pregunta. Se rascó la barbilla, pensativa.
—Pues, eh, sí... Sí, lo cierto es que siempre elige las mismas horas para atormentarme: por la tarde y hasta la noche, hasta... Bueno, hasta antes de la hora de la cena.
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Kisame escuchó a la señora Kobayashi con calma, parecía que la persona, espíritu, ser o cosa que le hablaba, tenía una forma de hablar similar a la de su compañero. Era todo bastante extraño, por lo que se quedó unos instantes pensando para sus adentros hasta que le dedicó una mirada a su compañero, esperando que él tuviese algo que decir al respecto, o pudiese aportar algo diferente.
-Lo malo es que no vamos a poder presenciar uno de esos momentos en los que el espíritu le habla... -Paró unos instantes para pensar con calma y luego prosiguió -Le importa que nos demos una vuelta por la casa y pensemos en cómo podemos atacar el problema? -Preguntó con suma educación mientras le hacía una leve seña a Karamaru para que se fueran a algún sitio más privado a hablar.
Cualquier cosa que fueran a hacer, no quería que lo escuchara la señora. Seguramente si se enteraba que Kisame no se creía en absoluto que era bastante probable que se enfadara con ellos y luego Yui les diera un coscorrón por indiscretos. Esperaba que el otro genin le siguiera la corriente.
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Karamaru escuchó cada palabra de la explicación de la mujer con una soberbia sonrisa en su boca. Venía de familia con negocios que se basaban en la superstición de la gente, incluso varios miembros de esta creían esas cosas, pero el amejin era de la otra rama. De la que no creía en cosas que no pudiese percibir.
«Dale vos pa, ni mu te voy a mandar»
Alzó las cejas e hizo un leve gesto apuntando hacia adelante con la mano cuando su compañero le miró. Daba a entender que prosiga porque él no iba a intervenir. Poco iba a decir igualmente, como había dicho él mismo Karamaru era mejor con las palabras, pero el ojos celestes prefería disfrutar el brusco cambio de decisión.
«Lo que ella diga perri»
Se quedó mirando a la mujer y no se movería hasta esperar su confirmación. Solo entonces, y en silencio, se levantaría de su asiento y seguiría a Kisame hacía donde él quisiese ir.
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17/10/2019, 17:43
(Última modificación: 2/02/2020, 16:01 por Uchiha Akame. Editado 1 vez en total.)
Kobayashi Koe asintió ante la pregunta de Kisame, dubitativa al principio, pero segura después. Parecía que por un momento había sopesado a ojo a los dos genin, como queriendo evaluar si era buena idea dejarles solos y a su aire por la casa; parecía entendible, después de todas las penurias que había pasado —y estaba pasando— últimamente la señora empresaria.
—Bueno, bueno... Lo que haga falta para que me ayuden a levantar este embrujo —acabó por decir, accediendo—. ¿Y cómo es eso que no vais a poder? ¡Pues claro! Si hace falta hago que os preparen dos cuartos y os quedáis aquí a pasar la noche. ¿Que no? Ya veréis.
Sin darles ocasión a rechazar la invitación forzosa, la señora Kobayashi dio dos palmadas al aire y casi ipso facto, un tipo fornido y uniformado apareció tras el umbral de la puerta. Iba vestido con un traje de pulcro color blanco nácar, llevaba guantes del mismo color en las manos y el pelo negro peinado hacia atrás con gomina. Realizó una ensayada reverencia.
—¿Llamaba, Kobayashi-sama? —su voz era grave y diligente.
—Prepara dos habitaciones para los ninjas, que se quedan aquí a pasar la noche.
El hombre asintió y, tras otra reverencia, se dio media vuelta y desapareció. La señora Kobayashi, sonriente, le devolvió una mirada de suficiencia a los dos genin.
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18/10/2019, 00:54
(Última modificación: 18/10/2019, 00:56 por Taka Kisame. Editado 2 veces en total.)
Kisame, un poco sorprendido, observó como la señora le daba órdenes a uno de sus empleados para que les acomodara una habitación para pasar la noche. Aceptó tras un instante que era lo mejor, dado que aquellas cosas pasaban al atardecer o incluso de noche. En estos momentos, comenzó a pensar que quizás aquello fuese medianamente serio, aunque seguramente no sería exactamente una maldición, sino alguien que quiere molestar a la señora.
-Muchísimas gracias, intentaremos averiguar cómo podemos afrontar el asunto. Si no le importa, tengo que hablar con mi compañero para organizarnos un poco -Dijo ante la mirada de la señora, mientras comenzaba a hacer una leve reverencia -Vamos -Le dijo con un tono totalmente neutro a Karamaru, mientras intentaba irse a un punto de la casa en donde nadie les escuchara.
Una vez allí, y si encontraban un sitio adecuado, estando ambos, Kisame se cercioraría de que nadie les escuchaba, y comenzaría a exponerle lo que pensaba.
-A ver... Empiezo a pensar que esto es serio. Tal cómo ha descrito la señora a la voz, me ha recordado al tipo de argot que tú mismo sueles utilizar, Karamaru-kun. Además, eso de que sólo sea por la noche es extraño... En primer lugar, estaría bien saber qué sabemos hacer ambos, por si por azares del destino la cosa se pone turbia -Dijo Kisame con un tono frío y educado mirando a su compañero - Yo soy bastante bueno en el ninjutsu y, digamos que soy un rastreador aceptable, pero me temo que nada de eso va a servir en esta ocasión... Y tu? Cual es tu especialidad? -Preguntó mirándole a los ojos fijamente.
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Karamaru miró ligeramente sorprendido la escena del sirviente que solo mostraba lo cómoda de la señora. No era algo que estaba acostumbrado a ver, eso lo tenía claro. Relajado cruzó sus manos detrás de la cabeza y caminó detrás de su compañero unos cuantos metros hasta que decidió detenerse para finalmente hablar. Escuchó con atención a lo que tenía para decir y luego contestó de una manera poco común.
— Primero, esta verga no es seria. O la vieja es re del tomate o alguien la está jodiendo. Y parece bastante dedicado a eso si tiene tanta constancia el boludo.— la voz de Karamaru no llegaba a oídos de Kisame sino que surgía desde su propia cabeza.
— Segundo, ¿argo-qué? Ni idea de que poronga es esa palabra pero si te referís a que habla como yo, el día que yo diga "cementerio de canelones" como un insulto matame. Aunque no te voy a negar que lo de "conchuda" es algo que me suele salir.— sonrió. Acompañaba sus palabras con gestos corporales, pero los labios nunca llegaban a abrirse.
— Tercero, lo único que puedo hacer es hablarte sin hablar, o sin que se den cuenta que te hablo. Como ahora, mientras estés cerca podemos hacer esto. No se para qué mierda va a servir hablarnos así pero qué se yo, está piola al menos, es divertido.
— Estaría bueno que nos presente a sus empleados, deben de dar vueltas por todos lados y deben de ver más cosas de la casa que la vieja esta. Aparte estaría bueno tener algunas opiniones de la loca. ¿No? ¿Qué te pa'?
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21/10/2019, 23:28
(Última modificación: 21/10/2019, 23:28 por Taka Kisame.)
Escuchó sorprendido como su nuevo compañero Karamaru le hablaba a través de su mente. Nunca antes había conocido a nadie con semejantes habilidades y, a decir verdad, sentía que en aquella situación aquello podría servirles más de lo que el otro genin de Ame suponía. Pensó unos instantes como decírselo de la manera más concisa y eficiente sin andarse por las ramas pues, al propio Kisame jamás le había gustado hacer cosas así. Era extraño... Jamás antes había conocido a nadie con semejantes habilidades...", pensó sin darse cuenta de que seguramente podría saber qué pensaba.
-Bien, vayamos pues a hablar con ellos. Creo que será mucho más fructuoso hablar con ellos por separado, se lo propondremos a la señora de la casa -Comentó respondiendo a lo que le habían dicho en voz alta.
Tras eso, le hizo señas para ir caminando hacia su contratante. Si le seguía, simplemente le contestaría al resto mentalmente, esperando esta vez que le escuchara. Por alguna razón, no se acababa de acostumbrar a que pudieran saber en qué estaba pensando en cualquier momento, simplemente escuchando su mente. Eso era un gran poder socialmente, se le ocurrían millones de maneras de aprovecharlo en su beneficio, a pesar de que eso de las relaciones con personas no era lo suyo.
-Es mucho más útil de lo que te crees. Francamente, me va a costar acostumbrarme a que puedes leer mi mente... Sin embargo, en este concreto caso creo que podría ser útil. Seguramente puedas intentar escuchar si en el momento en el que ocurren las supuestas conversaciones, puedes escuchar algo en su mente... -Comentaría si le acompañaba de vuelta hacia Kobayashi.
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— Nah, tampoco es la gran cosa, no me gusta usarlo mucho porque uno se termina sintiendo medio sucio. Qué se yo, es raro de alguna manera por momentos.— Karamaru alzó los hombros respondiendo a los pensamientos de Kisame.
— No no, para, yo tengo un límite porque el bocho no me da para tanto. O hablo y escucho, o me les meto en la cabeza, pero si trato de hacer las dos se me superponen las palabras y se vuelve un tremendo bardo demasiado rápido y como que pasó muy fuerte de todo el quilombo. Si querés podemos hacer unas cosa, vamo' los dos juntos y dedicate vos a hablar que parece que soltas la lengua con ganas, nada que ver con lo que dijiste antes. Yo me quedo atrás tranqui, siguiendo la charla medio de fondo y le prestó atención al coco de los giles estos. ¿Te va? ¿O te vas a cortar solo y hacemos cada uno la suya?
Karamaru fue hablando mientras caminaban de vuelta, siguiendo a su compañero, por lo que no tendrían mucho más tiempo para debatir la idea. Recaía en Kisame decidir rápido a ver que prefería hacer en aquel momento.
— Igual, mientras más o menos estemos cerquita podemos hablar cabeza a cabeza, vos pensá tranqui que yo te escuchó... o algo así.
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30/10/2019, 00:18
(Última modificación: 30/10/2019, 00:18 por Taka Kisame.)
Kisame se encogió de hombros ante lo que le decía su compañero. Hablar no era su fuerte. Que lo hiciera por encesidad y tuviera unos perfectos modales no quería decir que fuese algo que le gustase, sin embargo, el plan que le presentaban le parecía muy bueno, por lo que asintió con la cabeza mientras se dirigían de vuelta para hablar con la señora.
-Bueno, no me gusta hablar, pero la necesidad aprieta, ya sabes -Pensó Kisame mientras daba los últimos pasos hacia la señora Kobayashi.
Intentó parecer seguro de si mismo y estar tranquilo, aunque, a decir verdad, tenía demasiadas dudas en su cabeza. No sabía si lo que iban a descubrir le iba a gustar o no, de lo que si estaba totalmente seguro era de que debían hacerlo a la brevedad, no quería demorarse más de un día completo con su noche incluída, así que se puso manos a la obra.
-Nos gustaría hablar con sus empleados, Kobayashi-senpai -Dijo en tono frío, pero educado y a la vez tratando de sonar seguro.
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